Dr. Miguel Ángel Royo

Experto en prevención cardiovascular en el embarazo y la infancia
El Dr. Royo, miembro del comité ejecutivo del CEIPC, explica que aunque la patología cardiovascular se manifieste en la edad adulta se gesta durante toda la vida, y por ello se debe prevenir desde el embarazo.
Miguel Ángel Royo
"La prevención cardiovascular debe empezar en el embarazo porque todo aquello que afecte al feto puede tener repercusión en su salud en el futuro"

28/01/2016

Los expertos reunidos en la jornada científica que celebra bianualmente el Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC), advirtieron de que la prevención cardiovascular debe comenzar en el embarazo y centrarse especialmente durante toda la infancia y la adolescencia, etapas claves para adoptar unos hábitos de vida saludable que se mantengan al llegar a la edad adulta, y que permitirán reducir la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. Sobre ello hablamos con el Dr. Miguel Ángel Royo, de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III y miembro del comité ejecutivo del CEIPC, que explica que, aunque la patología cardiovascular se manifieste en la edad adulta, se gesta a lo largo de la vida, de ahí la importancia de realizar intervenciones preventivas en los niños.

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Advierten de que la enfermedad cardiovascular tiene características diferentes y se manifiesta de forma diversa en las mujeres y en los hombres. ¿Cuáles son esas características y síntomas que definen estas patologías en el caso de las mujeres?

Lo que se observa, fundamentalmente, es que hay un retraso en la petición de atención sanitaria por parte de las mujeres, y esto es característico en todos los entornos y desde hace tiempo. Sin embargo, el pronóstico, que antes también era peor en la mujer, porque las pruebas diagnósticas no se utilizaban tanto, o se realizaban con mayor retraso, ahora se ha igualado entre ambos sexos. De todas formas, en una de las presentaciones se vio que incluso por las características diferenciales biológicas de la mujer con el hombre y del tipo de patología que presenta y que no es exactamente igual –suele ser más agresiva en varones– el pronóstico tendría que ser incluso mejor en el sexo femenino, y esta es una pregunta de investigación que está todavía sin responder. Tal vez si el tratamiento es igual de intensivo para hombres y mujeres, y con pautas similares en ambos casos, el pronóstico debiera ser incluso mejor en las mujeres.

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En cualquier caso, las diferencias que había de pronóstico se han reducido hasta llegar a ser similares, pero sigue habiendo ese retraso en la solicitud de atención por parte de las mujeres, bien porque los síntomas son más leves, o porque los atribuyen a otras patologías, y tardan más en acudir al médico porque no hay una concienciación tan importante de que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad, como en el caso de los hombres, aunque también lo es en la población femenina. Sin embargo, las mujeres están más preocupadas por otras patologías, como el cáncer de mama, y por ejemplo en Estados Unidos se han hecho campañas muy importantes de concienciación de la mujer cuando se ha visto que ellas no veían a la enfermedad cardiovascular como uno de los principales riesgos para su salud, cuando realmente lo es, ya que es primera causa de mortalidad tanto en hombres como en mujeres. Por lo tanto, ese tema sigue estando ahí y es necesario hacer una mayor concienciación para que la mujer pida atención ante una sintomatología compatible lo antes posible.

Las mujeres tardan más en solicitar atención médica, bien porque los síntomas son más leves, porque los atribuyen a otras patologías, o porque no hay una concienciación tan importante como en el caso de los hombres de que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad

¿Y cómo se debería actuar a nivel de la sanidad pública para prevenir y diagnosticar mejor la enfermedad cardiovascular en las mujeres?

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Informar más sirve para concienciar a la población, y en eso tenemos que seguir trabajando. Con respecto al diagnóstico y tratamiento sí se ha avanzado, y mientras que hace unos años se veía que el diagnóstico se demoraba una vez que la mujer pedía atención médica, y que el tratamiento solía ser menos intensivo, eso actualmente se ha igualado mucho, y esas diferencias se han reducido, o incluso se han suprimido por completo.

Los expertos del CEIPC aconsejan iniciar la prevención cardiovascular en el embarazo. ¿Qué medidas deben adoptar las embarazadas para evitar que su hijo tenga estos problemas en el fututo?

Este es un aspecto muy novedoso que hemos abordado este año; trajimos a la Dra. Fátima Crispi que es miembro del Grupo de Investigación en Medicina Fetal y Perinatal, IDIBAPS (Universitat de Barcelona), un equipo que trabaja con esta temática, y explicaron que la prevención cardiovascular debe empezar en el embarazo porque todo aquello que afecte al feto puede tener repercusión en su salud en el futuro y, de hecho, ya hay algunas evidencias, por ejemplo en aspectos morfológicos, en la composición de fibras musculares del corazón, si ese feto ha sufrido algún tipo de estrés durante el embarazo, y se han observado pequeñas diferencias en el grosor de las arterias cuando los niños son de bajo peso, bien porque la madre sea fumadora o por otras razones, o en bebés prematuros, que se ve que ya tienen un daño o una configuración diferente a la de aquellos cuya madre ha tenido un embarazo sin complicaciones o no han nacido con bajo peso.

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Los hábitos saludables durante la gestación como mantener un peso adecuado, no fumar, por supuesto no beber alcohol, o llevar un ritmo de vida lo más tranquilo posible, no solo van a beneficiar a la madre. La persona que impartió la sesión ponía el ejemplo de las propias médicas que están embarazadas y siguen trabajando al mismo ritmo, haciendo guardias por las noches, etcétera, y no es que no se pueda trabajar, pero no hasta el último día y con un nivel de estrés tan intenso. Y otro factor que influía negativamente es la edad cada vez más tardía del primer embarazo en las mujeres, porque a mayor edad también hay más riesgo de que se produzcan este tipo de situaciones.

Ustedes dicen que la infancia y la adolescencia son etapas críticas para promover y establecer hábitos de vida saludable que se mantengan después en la edad adulta. ¿Cuáles son esos hábitos que si se adoptan desde niños ayudarían a reducir el riesgo cardiovascular?

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Tradicionalmente hemos hablado de la alimentación y la actividad física, y evidentemente son dos de los grandes pilares de hábitos de vida que hay que procurar instaurar desde la infancia temprana, porque cuando uno ya es adulto es más difícil cambiar, no imposible, pero sí mucho más difícil. Hay otros factores de riesgo que se ha visto que están involucrados en la enfermedad cardiovascular y tienen que ver con los hábitos de vida, que son el sedentarismo y el tiempo de sueño. Todos estos factores están relacionados entre ellos, de forma que suele coincidir que un niño que es más sedentario porque ve más la televisión también duerme menos porque ve la televisión a horas intempestivas; de hecho, no solo tenemos datos que indican que efectivamente uno de los picos de audiencia infantil es de diez a doce de la noche, un horario en el que los niños ya tendrían que estar durmiendo, sino que además actualmente hay programas muy populares entre los niños que se emiten a esas horas, como La voz kids u otros de ese tipo. Cuando esos ritmos circadianos se alteran influye en todo y también es probable que esos niños se alimenten peor, porque están más expuestos a la publicidad, etcétera. Por eso digo que son factores relacionados, y además se ha visto que el sedentarismo es independiente del nivel de actividad física debido a la relación que tiene con la dieta o con el sueño, y a la influencia de todos estos factores en el riesgo cardiovascular y en el riesgo de obesidad; de hecho, cuando se ha ajustado por niveles de actividad física, incluso para el mismo nivel de actividad física, los niños y niñas más sedentarios tienen un mayor riesgo de obesidad y trastornos cardiovasculares a la larga.

La alimentación y la actividad física son dos de los grandes pilares de hábitos de vida que hay que procurar instaurar desde la infancia temprana, pero otros factores de riesgo que están involucrados en la enfermedad cardiovascular y tienen que ver con los hábitos de vida son el sedentarismo y el tiempo de sueño

Es decir, que no solo deben realizar alguna actividad física varias veces por semana, sino que además su ocio debería ser también un poco más activo…

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Exacto, y el estilo de vida en general, que no sea tan sedentario, que se limiten las actividades sedentarias, de forma que aunque no se esté realizando ejercicio físico se evite la influencia que pueda tener por ejemplo la publicidad, la interacción que acostarse tarde puede tener con los ritmos circadianos y con no dormir las horas necesarias y en el horario adecuado. Además, generalmente, cuando no se está delante de la televisión, aunque no se esté practicando un ejercicio moderado o intenso, sí se está haciendo algún tipo de actividad, como pasear, o hacer manualidades o tareas de la casa, y cualquier cosa que exija algo de actividad, por mínima que sea, ya tiene un efecto positivo, porque se trata de introducir también la actividad de baja intensidad en la rutina diaria, y limitar al máximo el tiempo que se permanece sentado.

Sobrepeso y riesgo cardiovascular

En el informe que presentaron en la reunión también se destacaba que en España uno de cada tres niños padece sobrepeso u obesidad, ¿cómo influye el exceso de peso en el desarrollo de trastornos cardiovasculares a largo plazo?

Influye en la probabilidad de que un adulto sea obeso y, por lo tanto, tenga mayor riesgo de desarrollar diabetes, además de que el riesgo cardiovascular es mayor cuando se ha padecido sobrepeso en la infancia, y se produce lo que llamamos un mantenimiento de esa obesidad a lo largo del tiempo. Durante la infancia la obesidad se asocia con alteración de factores de riesgo cardiovascular, como por ejemplo hipertensión, o dislipemias, e incluso se ve algún caso de diabetes tipo 2 en edades precoces, es decir, que determinadas alteraciones como un estado de inflamación crónica asociada a la obesidad ya desde la infancia aumentan los factores de riesgo cardiovascular.

La obesidad infantil se asocia con alteración de factores de riesgo cardiovascular, como por ejemplo hipertensión, o dislipemias, e incluso se ve algún caso de diabetes tipo 2 en edades precoces

¿Y es posible revertir ese riesgo si el niño pierde el exceso de peso a tiempo, o queda alguna secuela?

Suele revertirse. En estudios de seguimiento que se han hecho con los niños que han sufrido algún tipo de estrés en el embarazo, tal vez no llegamos exactamente al estado que hubiera tenido de no haber sufrido ningún tipo de daño, pero se ha visto que cuando se mejora la dieta, se practica actividad física y se adoptan hábitos de vida saludables, prácticamente se iguala el nivel de factores de riesgo.

Usted dice que la mayoría de los padres –dos de cada tres– no consideran que sus hijos tengan un problema aunque tengan exceso de peso.

No es exactamente que los padres no consideren que se trata de un problema, sino que dos de cada tres padres (más o menos) que tienen un hijo con sobrepeso creen que el peso de su hijo es normal, es decir, no le ven gordo. Es lo que llamamos fenómeno de normalización de la obesidad. Si no es un exceso de peso muy extremo, se percibe como normal. Y, claro, al no ser conscientes de que el niño tiene sobrepeso, difícilmente van a hacer nada o van a estar motivados para adoptar medidas para modificar una situación que ellos no perciben.

Ayudar a los padres a identificar a los niños con exceso de peso y a que entiendan que tienen que modificar los estilos de vida para solucionar el problema, es una labor que probablemente se tenga que realizar a nivel individual en la consulta del pediatra

Entonces, ¿cómo se puede concienciar a estos padres de que es necesario que actúen para solucionar un problema que no ven?

También depende del nivel de sobrepeso, que en algunos casos es leve, pero con este tema hay que ser muy cuidadosos porque en caso contrario podemos llegar a provocar una estigmatización. Por ello, lo que hay que hacer a nivel poblacional son campañas de promoción de hábitos de vida saludable. Es necesario que los expertos hablen sobre el tema, y al observar los datos de los elevados porcentajes de sobrepeso se considere un problema de salud pública al que hay que prestar atención, porque las cifras están ahí y van a tener un impacto en la salud de estas personas, pero cuando hablamos de concienciación de la población en lo que tenemos que poner el acento es en los hábitos de vida, y tenemos que concienciar a los padres de que sus hijos tienen que dormir el número de horas adecuadas, que no pueden estar a las 12 de la noche viendo la televisión, que deben practicar actividad física regularmente, seguir una dieta saludable… Esto es lo que nosotros tenemos que transmitir a todos los padres, tanto aquellos que tienen hijos con sobrepeso, como los que tienen hijos con normopeso. Con respecto a la labor de ayudar a los progenitores a identificar a esos niños con exceso de peso, probablemente se tenga que realizar a nivel individual, en la consulta del pediatra, las enfermeras, los médicos; en ese entorno es donde hay que ayudarles a que entiendan que su hijo puede tener un exceso de peso y ellos tienen que trabajar los estilos de vida, que son importantes per se, pero más todavía en los niños con exceso de peso, porque en su caso es imprescindible modificar aquellos hábitos que puedan estar contribuyendo en mayor medida a ese problema.

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