Perder a un progenitor en la infancia reduce la longevidad

La muerte de uno de los progenitores durante la infancia o adolescencia puede tener graves consecuencias, según un estudio que ha asociado esta experiencia traumática a un mayor riesgo de morir prematuramente.
Niña triste por que ha perdido a su padre
La muerte de uno de los padres es una experiencia muy traumática para un niño

La muerte de uno de los progenitores durante la infancia o adolescencia puede tener consecuencias graves para el afectado a largo plazo, según los resultados de un nuevo estudio europeo que ha asociado esta experiencia traumática con un mayor riesgo de morir prematuramente.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Aarhus de Dinamarca han realizado un análisis combinando datos de todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1968 y 2008, y de los nacidos en Suecia entre 1973 y 2006, además del 89% de los que nacieron en Finlandia entre 1987 y 2006, obtenidos en los registros nacionales de dichos países.

El riesgo de mortalidad era un 50% mayor entre los individuos que habían pasado por la experiencia del fallecimiento de uno de sus padres en la infancia o adolescencia

El 2,6% de todos estos niños (189.094) sufrieron la pérdida de uno de sus padres cuando tenían entre seis meses y 18 años de edad. Durante el seguimiento (de 1 a 40 años) fallecieron 39.683 personas, y los autores del trabajo comprobaron que el riesgo de mortalidad era un 50% mayor entre los individuos que habían pasado por la experiencia del fallecimiento de uno de sus padres en la infancia o adolescencia, con independencia de la edad que tuviera el menor cuando sufrió este impacto emocional.

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El riesgo de morir prematuramente aumentaba, además, en las personas cuyos padres habían muerto por causas no naturales en comparación con las causas naturales (84% frente a 33% de incremento del riesgo de mortalidad), y era mayor en el caso de que los padres se hubieran suicidado.

Los investigadores concluyen que el fallecimiento de los padres en la infancia se asocia a un mayor riesgo de muerte por causas externas y enfermedades, y que esto es independiente del sexo del menor o del progenitor fallecido, de la edad del pequeño en el momento del duelo, o de las características socioeconómicas de la familia.

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Actualizado: 21 de noviembre de 2016

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