Cólico nefrítico
El cólico nefrítico constituye el 3,5% de todas las urgencias hospitalarias, y es la causa más frecuente de dolor urológico, que comienza en la región lumbar y se irradia de forma típica hacia la fosa ilíaca, región inguinal y genitales. Aprende a identificarlo y aliviarlo.

Diagnóstico de un cólico nefrítico

Por: Margarita Casado Jiménez

Médico Adjunto en Oncología Radioterápica en el Hospital de la Princesa

Dr. José Antonio Nuevo González

Revisado: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 28 de junio de 2022

La primera actuación ante un cólico nefrítico es tratar el dolor; para ello se debe  hacer un diagnóstico diferencial con otros cuadros clínicos tales como: dolor osteomuscular, aneurisma disecante de aorta, apendicitis, diverticulitis aguda, dolor ginecológico, etcétera. Por este motivo, no se debe demorar el inicio del tratamiento a la espera de ninguna prueba, pues clínicamente es altamente sugerente de cólico nefrítico.

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Por ello es fundamental una buena historia clínica y exploración física del paciente que permiten calificarlo de cólico renal simple o complicado.

Las pruebas diagnósticas que se pueden realizar son:

  • Analítica sanguínea (urea, creatinina e iones). Esta determinación sobre todo descarta complicaciones como un daño en la función del riñón con la medición de la creatinina y del filtrado glomerular.
  • Analítica de orina: siendo característica la aparición de una hematuria microscópica. Asimismo en ocasiones pueden visualizarse al microscopio cristales de algunas de las sustancias citadas (oxalato, acido úrico). La determinación del pH urinario puede apoyar la sospecha de determinadas sustancias como causa.
  • Radiografía simple de vías urinarias: es la primera prueba que se debe realizar ya que permite valorar las siluetas renales, la línea del psoas, la presencia de litiasis (el 90% son radiodensas, es decir, que pueden ser vistas en la radiografía simple).
  • Ecografía: esta prueba informa de la existencia de una dilatación de la vía urinaria, presencia de una masa renal, patología vesical y alteraciones de otras vísceras abdominales. Asimismo confirmará la presencia de la litiasis y su forma y disposición. 
  • TAC o scanner: la tomografía computarizada permite definir con más exactitud la localización, las medidas y las posibles complicaciones de dicha litiasis. Igualmente determina si se trata de una obstrucción no litiasica, y de qué material se trata en ese caso (coagulo, compresión extrínseca…). 

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En un segundo escalón se pueden utilizar: la urografía, si la función renal lo permite, la gammagrafía renal y las pielografías retrógrada y anterógrada.

Creado: 21 de julio de 2010

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