Luis Castellanos y José Luis Hidalgo

Especialistas en neurociencia y autores de ‘La ciencia del lenguaje positivo’
Estos expertos en neurociencia y lenguaje positivo hablan del poder de las palabras para modificar la forma de pensar y la visión del mundo, y explican en su libro cómo usar el lenguaje para ser feliz y superar los retos.
Luis Castellanos y José Luis Hidalgo, expertos en lenguaje positivo
“Averiguamos cómo funciona el cerebro de una persona mediante encefalogramas. Estamos intentando descubrir, usando tecnología punta, que las palabras positivas activan de una manera concreta el cerebro, y que el cerebro quiere, ama, y desea las palabras positivas”

14/04/2016

En el prólogo de La ciencia del lenguaje positivo (Editorial Paidós), Manuel Martín-Loeches afirma que ‘El lenguaje es capaz de modificar nuestra forma de pensar y nuestra percepción, e incluso nuestra visión del mundo y de la vida’. Dicho así suena casi a brujería, pero Luis Castellanos y José Luis Hidalgos, coautores del libro junto a Diana Yoldi, y expertos en neurociencia y lenguaje positivo, explican que el Servicio de Inteligencia Lingüística (SIL) con el que trabajan en su centro El jardín de Junio, especializado en la formación de directivos y equipos de grandes empresas como Repsol, Red Eléctrica o Iberdrola, es ciencia, y que el lenguaje se puede entrenar, algo que está al alcance de todos nosotros, y nos ayudará a mejorar nuestras emociones, a ser felices y hacer felices a los que nos rodean, a conseguir nuestros objetivos e, incluso, a vivir más y con mejor salud.

PUBLICIDAD


Portada 'La ciencia del lenguaje positivo'

¿Os ha resultado difícil escribir ‘La ciencia del lenguaje positivo’ a tres manos?

Luis Castellanos: José Luis y yo llevamos trabajando juntos diez u once años, y Diana conmigo lleva 25 años, y somos tres elementos diferentes, tres pilares y formas de ser diferentes. José Luis y yo comenzamos a trabajar juntos por un feeling en la formación; lo pasamos pipa con ejercicios, actividades, etcétera. Yo me dirigí hacia el componente conceptual de montar la empresa, y José Luis está sobre el terreno y es el que toca, ve, y llega a la gente. Y Diana es como la máquina que intenta engrasar cada elemento. Disfrutamos de un equilibrio en el equipo.

Para elaborar el libro hemos trabajado en conceptos y partes teóricas e investigaciones. José Luis es capaz de crear ambientes exquisitos y maravillosos con los ejercicios y las actividades que realizamos en el centro, y Diana tiene la experiencia, es la que hace los proyectos en El jardín de Junio, y coordinaba y encajaba los conceptos para que todo funcionara bien. Todos hemos escrito, todos hemos colaborado, aunque con diferentes tareas, pero sí hemos intentado crear una voz única, que la he asumido, porque alguien tenía que asumirla, pero es un libro que no hubiese sido posible si hubiera faltado alguno de los tres. Y lo que nos interesaba mientras lo estábamos elaborando no es tanto si el libro se vendía muchísimo, sino como podemos trasladar a la sociedad la importancia que tiene el lenguaje positivo en nuestras vidas.

PUBLICIDAD

En 2005 fundaste El Jardín de Junio, ¿en qué consiste este proyecto?

Luis Castellanos: colaboramos con muchas empresas, del IBEX principalmente, con la alta dirección, y trabajamos el Servicio de Inteligencia Lingüística (SIL), que consiste en cómo organizamos el lenguaje de una persona para obtener ciertos resultados, muy específicos, que además va a elegir el propio individuo. El SIL se divide en siete u ocho sesiones que tenemos que completar en tres meses. En la primera sesión, que dura alrededor de 45 minutos, se realiza una entrevista en la que se le hacen una serie de preguntas concretas, que grabamos en vídeo, y en la que se suelen registrar seis o siete mil palabras. Posteriormente transcribimos la entrevista, y con nuestros sistemas de trabajo y la tecnología de la que disponemos se elabora un mapa lingüístico de esa persona. Cuando le expones el mapa a la persona, ésta suele sorprenderse, y hay un elemento clave, y es que empieza a tomar conciencia de su forma de expresarse, y creo que a ese paso de tomar conciencia se le suma algo que es maravilloso, que es el factor curiosidad. De repente te das cuenta de cómo es tu lenguaje y piensas en lo que quieres cambiar, y en la segunda sesión –en la que están José Luis y Diana– se plantea qué camino quieres elegir, y tú mismo vas a crear tu nuevo lenguaje a partir de lo que deseas conseguir con él.

PUBLICIDAD

Y esa persona, al darse cuenta de cómo se expresa, ¿os indica qué es lo que quiere cambiar o mejorar para trabajar sobre ello?

Luis Castellanos: sí, y eso es curiosidad, que es esencial para tomar conocimiento del propio lenguaje; querer saber el efecto que te producen a ti tus propias palabras, y el efecto que les producen a otros. La curiosidad es esa capacidad de elegir, es la base de la investigación, de la ciencia, lo que siempre te lleva a saber más. Y una vez que has elegido el camino, se llevan a cabo el resto de las sesiones.

José Luis: ofrecemos también un mapa descriptivo del lenguaje no verbal, gestual, que también es muy interesante, y que contiene del orden de 90 microgestos faciales, y también pueden observar el movimiento de sus manos. Como decía Luis, esa primera entrevista se graba en vídeo, y así podemos analizar palabras, gestos, y micro gestos. Y a partir de trabajar el lenguaje, las personas pueden acceder también a sus emociones. Al principio hay que plantearse exactamente cómo te darías por satisfecho al terminar estas sesiones, qué es lo que te apetece conseguir. Y algunos desean conseguir mayor energía, otros quieren facilitar la empatía, otros la influencia sobre los demás, la coherencia, la credibilidad…, y hay una serie de señales fiables que nos permiten jugar para que estas personas puedan hacer sus elecciones sobre qué palabras o qué gestos quieren trabajar.

PUBLICIDAD

Y en base a eso, ¿hacéis como un plan de entrenamiento?

Luis Castellanos: sí, exactamente, porque el lenguaje se puede entrenar. La clave del éxito de la ciencia del lenguaje positivo es que el lenguaje se puede entrenar, y si lo puedes entrenar significa que vas a obtener resultados. Ten en cuenta que tras la primera sesión, cuanto ya le han devuelto el mapa a la persona y ya ha sido consciente de lo que hay, y tiene esa curiosidad, eso le cambia todo.

La clave del éxito de la ciencia del lenguaje positivo es que el lenguaje se puede entrenar, y si lo puedes entrenar significa que vas a obtener resultados

José Luis: el gran paso cualitativo que hemos dado es que al principio hemos trabajado con alta dirección, con responsables de equipos de trabajo, pero ahora hemos pasado a trabajar también con los equipos, y a elaborar un mapa descriptivo del lenguaje de un equipo de trabajo, con las ocho sesiones correspondientes, estudiando los micro gestos de las personas que integran ese equipo. También hemos dado el salto al deporte de alta competición, estamos introduciéndonos en el mundo de la educación, con profesores, con adolescentes, con niños pequeños…, y también en el mundo de la salud.

PUBLICIDAD

¿Por ejemplo enseñando a los médicos cómo comunicarse con sus pacientes de una forma más efectiva?

Luis Castellanos: en el caso de los cuidados paliativos hay un libro del que yo siempre digo que hemos aprendido que es Ser mortal, de Atul Gawande, un cirujano norteamericano que descubrió que los cuidados paliativos dependían muchísimo de cómo se utilice el lenguaje con el paciente, de lo que le vas a decir a una persona en esa situación, y cómo va a pasar sus últimos momentos, porque la gente quiere tener una buena historia, una buena muerte, y vivían más, porque con el lenguaje adecuado puede mejorar la salud y alargarse la vida. Y en el caso de alguien que se va a morir, al que ya le han dicho ‘no podemos hacer más con los avances médicos actuales’, pero desde la primera palabra que dices le abres el mundo a esa persona, y se va a ir a reconstruir sus últimos días de vida, y seguramente esto va a prolongar más su vida que si está bajo los efectos de la farmacología. A mí me llamó la atención, porque corrobora que el lenguaje en sí mismo, aunque de todas formas se vaya a morir, le va a ayudar a conocer cómo quiere terminar su vida. La salud viene por las palabras, porque te hacen sentirte bien, y sentirte bien te permite dar las gracias a tu cuerpo porque el cerebro, que es el que se siente bien por la palabra, da una respuesta positiva a la biología corporal, a la biología emocional, y a la salud mental.

PUBLICIDAD

El lenguaje positivo conduce al éxito y prolonga la vida

En el libro os referís a unos estudios que han relacionado el porcentaje de palabras positivas que usaban las personas evaluadas con los años que vivían, pero aquellos que son más felices lo expresan a través de palabras positivas, por lo tanto, ¿no será que viven más porque son más felices? Es decir, ¿utilizan lenguaje positivo porque son felices, o son felices porque utilizan un lenguaje positivo?

Luis Castellanos: a mí lo que me llama la atención de estos estudios es el hecho de que a alguien se le ocurrió que quería saber por qué había gente que vivía más años (con salud) que la media en ese país. Y escogieron a un grupo de monjas, con las que convivieron durante años, y descubrieron unas autobiografías que ellas habían redactado hacía 60 o 70 años, cuando eran novicias que iban a ingresar en la orden, y encontraron una correlación directa entre las monjas que habían expresado en sus escritos emociones positivas, con la longevidad y la salud que experimentaban al final de su vida. Mientras que aquellas que menos palabras positivas habían empleado para expresar emociones positivas en ese escrito, vivieron menos años y con menos salud.

Una de las razones más importantes para empezar a utilizar el lenguaje positivo, y que tiene que ver mucho con la salud, es que la gente se pone guapa, y eso significa que el rostro se ilumina, la sonrisa es sincera, los ojos brillan…, se puede apreciar en las fotografías

La investigación –psicológica y sociológica– dio como resultado que lo que habían descubierto se puede entrenar, porque la ciencia es esto; la ciencia te está mostrando que existe una forma determinada de aprender algo, que es entrenable, que nosotros somos seres que nos hemos de ir entrenando para seguir sobreviviendo. No es que sea imprescindible nacer positivo, yo nací negativo, es decir, que mi genética temporal no era positiva, y sigue sin serlo porque la genética puede mucho, así que utilizo ciertos caminos que son como granitos de luz positiva que hace que tu narración tenga cierta luminosidad, y al final esa luminosidad proporciona salud al organismo.

El lenguaje positivo es gratis. Aplicado al deporte, por ejemplo, es como un dopaje con el que nunca te van a pillar, y es que el lenguaje positivo te activa, mejora el rendimiento y te optimiza; es maravilloso. Y una de las razones más importantes para empezar a utilizarlo, y que tiene que ver mucho con la salud, es que la gente se pone guapa, y eso significa que el rostro se ilumina, la sonrisa es sincera, los ojos brillan…, se puede apreciar en las fotografías. Nos hubiera gustado haber podido publicar las fotografías de las personas que pasan por El Jardín de Junio mostrando el antes y el después, porque el rostro se ilumina. Y la persona gana también en vitalidad, en energía, y con el paso de los años cuando el cuerpo no puede rendir tanto, te proporciona energía vital, como un antioxidante natural.

En el libro explicáis que hay una gran diferencia entre utilizar lenguaje positivo o no a la hora de conseguir éxitos o sufrir fracasos en la vida, y que de hecho lo estáis comprobando con gente famosa. ¿Me podéis dar algún ejemplo sobre cómo le ha cambiado la vida a alguien después de realizar este entrenamiento en lenguaje positivo?

Luis Castellanos: lo que hacemos es averiguar cómo está funcionando su cerebro mediante encefalogramas, qué tipo de respuesta tiene; es decir, se trata de ciencia. Estamos intentando descubrir, utilizando tecnología punta que las palabras positivas activan de una manera concreta el cerebro, y que el cerebro quiere, ama, y desea las palabras positivas. Un ejemplo es Pablo Franco, entrenador del Getafe el año pasado, que evitó que el equipo perdiera 20 millones de euros. Fue un reto maravilloso porque él era entrenador de segunda, le ascendieron a primera cuando quedaban 14 jornadas, y quería saber qué podía hacer para evitar el descenso. Nosotros planteamos empezar a trabajar un objetivo, una meta, y trabajar la recuperación emocional sabiendo que al final iba a perder partidos, que al vestuario no le conocía, y que solo quedaban 14 jornadas que pasan muy rápido, por lo que tenía que centrarse en el objetivo final e intentar conseguirlo. Vino al centro, buscamos sus palabras, las eligió (ambición, disfrutar, capacidad, trascendencia, partidazo…), y logró lo que se había propuesto.

Pero en este caso, al tratarse de un entrenador, estas palabras no solo se las tendrá que decir a sí mismo, sino transmitírselas al equipo, ¿no?

Luis Castellanos: sí, y también ver las del otro equipo; lo que se dice en el vestuario, lo que se dice fuera, cómo se trabaja, y no perder el equilibrio; la capacidad de recuperación emocional es fundamental. Y hay muchos otros ejemplos de grandes desconocidos que han hecho una labor mucho más exquisita porque no tenían las condiciones adecuadas, y las alcanzaron gracias a que habían trabajado sobre ello. Eran personas que se esforzaban, que venían todos los días, tomaban nota del lenguaje que deseaban, nos llamaban a diario para consultar qué podían hacer en determinadas situaciones…, era un constante acompañarles para descubrir qué lenguaje es el que podían activar.

José Luis: efectivamente, trabajar o entrenar con un lenguaje positivo establece una diferencia en positivo respecto a los resultados que quieren lograr, y para ello nosotros creamos escenarios y mediciones. Dependiendo de si estamos trabajando con un directivo, o con un entrenador, o un deportista de élite, o lo que sea, hacemos una medición previa, un chequeo de cómo está el equipo antes de empezar a trabajar con el directivo, o con sus jugadores antes de empezar a trabajar con el entrenador. A partir de ahí, que es como una especie de línea base, empezamos a trabajar. Y esa persona va decidiendo el tipo de escenario en el que quiere trabajar. Por ejemplo si nos dice ‘yo quiero incrementar la participación y la iniciativa de las personas de mi equipo a través de mi propio lenguaje’, le preguntamos, qué verbos suele emplear, y cuáles desearía utilizar después de ver el mapa dialéctico que le hemos presentado. Vamos midiendo y chequeando las modificaciones que introduce en su forma de expresarse, y al final de la acción preguntamos otra vez al equipo, desde su percepción subjetiva, cómo ha ido y cómo han visto la mejora. Y se ve un incremento en aquellos indicadores que las personas han decidido trabajar con este servicio de inteligencia lingüística.

Si las palabras positivas pueden ayudarnos tanto a tener éxito, me parece muy interesante aplicarlo a la educación y la crianza. ¿Qué palabras deberíamos repetirles con frecuencia a los niños durante su desarrollo?

Luis Castellanos: precisamente ahora estamos pensando en aplicarlo al sistema educativo. La sociedad se transforma y siempre decimos que el futuro son los niños pero, ¿vamos a repetir los mismos esquemas que no funcionan? Yo siempre digo que nosotros somos como el pueblo de los galos Astérix y Obélix. Obélix se cayó a la marmita y bebió, y se convirtió en alguien muy fuerte y poderoso, que podía levantar un menhir o comerse cinco jabalíes, mientras los demás tenían que tomar una poción mágica. Sin embargo, siete mil millones de personas nos hemos caído en la marmita del lenguaje nada más nacer, y no somos conscientes del poder de las palabras, y lo hemos desperdiciado, porque unas veces decimos palabras vacías, otras palabras que agreden y que quitan la dignidad al otro… Y lo que necesitamos es intentar cambiar, porque no somos conscientes del lenguaje, y aunque lo hablamos no sabemos utilizarlo. Y empezar a pensar cómo puedo introducir nuevo lenguaje en mi vida cotidiana es clave, y nosotros a eso lo llamamos habitar las palabras que dices, que significa que más vale utilizar pocas palabras, pero bien habitadas –que hayas entrado en ellas, sean tuyas, y las incorpores a tu forma de ser y de sentir–, de forma que el otro cuando te ve a ti, vea que contigo la vida es más habitable.

¿Y cómo se podría introducir este conocimiento de las palabras positivas en el colegio, a través de una asignatura, con entrenamientos…?

José Luis: el plan que tenemos establecido ahora mismo, y que estamos presentando en los colegios, empieza por realizar una investigación para saber qué cantidad de palabras positivas expresan los escolares, porque sabemos que la palabra es un acelerador que incrementa los resultados, y contribuye a que los chavales se concentren más, estudien mejor… Y lo que hacemos es plantear una investigación a nivel de todo el colegio, de toda la comunidad educativa, incluyendo padres y madres también si quieren, para conocer exactamente el porcentaje de palabras positivas que se utilizan en esa comunidad en concreto. Y después promovemos el lenguaje positivo dentro del colegio, y a través de conferencias o talleres, a toda la comunidad educativa. En principio lo hacemos por áreas, y estamos trabajando una para padres, otra para profesores, otra para los chavales…, y poco a poco vamos sensibilizando a todos los sectores involucrados, y cuando ya está todo el mundo sensibilizado elaboramos proyectos muy concretos, destinados a determinadas clases o profesores, por ejemplo, toda la secundaria del colegio, o todos los profesores de la secundaria, y vamos haciendo pequeños mapas descriptivos, pequeños entrenamientos…

El primer paso es reconocer que todos llevamos un Darth Vader en nuestro interior y, dentro de ese poder oscuro del lenguaje, reconocer qué aspecto es el que prevalece en cada uno de nosotros, para ponerle barreras poco a poco

Luis Castellanos: la ciencia es exacta y hay que contabilizar, tener en cuenta los porcentajes que ayudan a mejorar. Di una palabra positiva más, ve al diccionario y busca una, adóptala, y ya tienes una más, y luego otra más. Y después piensa dónde la puedes colocar en tu discurso, en tu día a día. Y en la mañana cuando te levantas escoge la palabra que va a regir todo tu día, y cuando te acuestes comprueba si esa palabra ha regido o no tu día. Se trata de una ciencia que es fácilmente trasladable; la ley del ensayo error con la que trabajamos todos, y que también tú puedes llevar a cabo, ya que puedes ensayar contigo mismo qué palabra te activa a ti, y si cuando se la dices a otra persona también la activa a ella, apúntatela, mira sus sinónimos, mira sus antónimos. Requiere un pequeño esfuerzo y la curiosidad de comprobar si esas palabras hacen o no hacen daño a las personas; si hacen bien o no hacen bien, pero es gratuito. Por eso es tan importante comunicar y que esta realidad llegue a todos. Hemos dado conferencias, a veces a chavales problemáticos, y nos damos cuenta de que la gente recibe muy bien el lenguaje.

En el capítulo del lado oscuro habláis del lenguaje negativo, que tanto solemos utilizar en casa con nuestros seres queridos ¿Cómo podemos entrenarnos para que la comunicación en estos casos sea positiva? ¿Hay trucos para evitar decir lo que no se debe, o contrarrestar el daño?

José Luis: el primer paso es reconocer que todos llevamos un Darth Vader en nuestro interior y, dentro de ese poder oscuro del lenguaje, reconocer qué aspecto es el que prevalece en cada uno de nosotros. Por ejemplo, a mí me molesta mucho que me interrumpan, y cuando esto sucede expreso un lenguaje poco adecuado, o que tiene un impacto en las emociones de los demás que no es el que deseamos. Es muy contradictorio, además, porque yo trabajo con el lenguaje positivo, por lo que la repercusión es mayor. Es interesante también que preguntemos a los demás, que los observemos, que hagamos un análisis, y para eso tenemos que dedicar un poco de tiempo a estudiar nuestro lenguaje, y emplear la curiosidad para saber qué tipo de lenguaje tengo, tanto positivo como negativo. Y una vez que identificas el tipo de Darth Vader que habita en mí, ir poniéndole barreras poco a poco. Dependiendo de lo que quieras trabajar, en el libro se explican unos determinados parámetros que responden a este problema y ayudan a superarlo. Un ejemplo es el caso del silencio, que nosotros denominamos silencio asesino, y que es una forma de enfado que se convierte en una cueva en la que te vas metiendo y llega un momento en el que ya no sabes cómo salir de ahí. Y la única forma de salir es el tacto, el roce, que es curativo, proporciona salud y bienestar, y lo mejor que puedes hacer cuando estás cabreado, enfrentando al otro, es tocar, porque a través del tacto se libera la palabra, y se recupera un buen estado de ánimo con rapidez. 

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD