Silvia Olmedo

Psicóloga y autora de ‘Detox emocional’
Silvia Olmedo, psicóloga y sexóloga experta en relaciones de pareja y emociones, explica en su nuevo libro cómo identificar y eliminar los tóxicos de nuestra vida para alcanzar el equilibrio y el bienestar emocional.
Silvia Olmedo, psicóloga
“Mi objetivo es poner unas ‘gafas’ al lector con las que pueda ver venir al manipulador, de forma que sea capaz de identificar aquellas situaciones en las que debe establecer límites, y otras en las que debe producirse un desapego, o un apego sano”

02/06/2016

Silvia Olmedo, doctora en psicología y sexóloga, productora de contenidos y presentadora del programa de Unicable de Televisa Networks Amordidas, y autora de varios libros sobre las emociones, el amor, y las relaciones de pareja, entre ellos el best-seller Mis sentimientos erróneos (Editorial Aguilar, 2014), acaba de publicar Detox emocional (Grupo Planeta, 2016), un manual para identificar y eliminar todo aquello que sobra en tu vida y, sobre todo, que perjudica seriamente tu salud y tu bienestar emocional. Silvia, que asegura que ella misma pone en práctica todo lo que escribe para comprobar si funciona en la vida real, explica que “con este libro lo que quiero es abrir los ojos a la gente para que sepa qué hace y cómo se comporta una persona altamente tóxica”.

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Portada 'Detox Emocional'

En tu libro explicas cómo reconocer y desprendernos de los tóxicos de nuestra vida, incluidas las relaciones con determinadas personas. ¿Cuáles son las características que tiene que tener un individuo para que se pueda considerar tóxico?

Yo siempre hablo del empoderamiento, de ejercer la voluntad. La gran mayoría de los libros de autoayuda son en realidad de autoperjuicio, porque los lees, te quedas igual, y encima te sientas más frustrado, por eso yo he querido hacer algo que sirva al lector para volverse consciente de aquellas cosas de su entorno que le hacen daño, porque si tú no metes tu nariz en el tubo de escape de un coche, ¿cómo es posible que te enfrentes a personas que son altamente tóxicas en tu vida? Pues porque se trata de algo gradual, y que además te pueden imponer. Por ejemplo, si yo sé cuál es la pasión de tu vida, puedo utilizar ese conocimiento para manejarte y que hagas lo que deseo a cambio de una promesa de conseguir eso que tanto anhelas. Esa es la clave del manipulador, la clave de la persona altamente tóxica que, sin embargo, puede no ser tóxica para otro individuo con características diferentes a las tuyas.

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El manipulador quiere algo y te va a presionar, ¿y cómo te presiona? A lo mejor te va a mentir, o te va a manipular prometiéndote algo a cambio. Los padres, a pesar de su amor, nos pueden manipular en momentos clave, mientras estamos generando los pilares emocionales de nuestra vida, porque no son conscientes de lo que están haciendo. Con el libro pretendo poner unas gafas al lector -como las que usa el oftalmólogo para graduar la vista- con las que pueda ver venir al manipulador, de forma que sea capaz de identificar aquellas situaciones en las que debe establecer límites, y otras en las que debe producirse un desapego, o un apego sano. Por ejemplo, en el caso de una madre, le vas a poder decir ‘yo te quiero, pero no te voy a dar el poder de que me hagas daño’.

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Hay personas que son letales, que son verdaderamente sociópatas; de hecho, la gran mayoría de la gente que está en el poder es así, porque no tienen valores, lo importante son ellos, y les da igual mentir. Y si tienes una pareja que sea así, te das cuenta de que ha estado casado con dos personas a la vez…, yo conozco casos terroríficos. Luego hay gente que es molesta, pero las molestias que causa a veces pueden ser buenas para ti; por ejemplo, puede no gustarte una persona porque haga que te plantees tus principios, que a lo mejor no son tan buenos como creías, o personas que te dan alergia simplemente porque no tienen nada que ver contigo. Pero esas molestias no significan que esa persona sea tóxica, e incluso hay gente que puede resultarte molesta en un momento concreto de tu vida, y en otro ser maravillosa y de gran ayuda.

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También hay gente agradable, que es lo que normalmente buscamos, y hay gente nutritiva, que te alimenta, y hay gente que ilumina tu vida. Con mi conocimiento, y al haber vivido en contacto con distintas culturas, que me han marcado, tengo una gran capacidad para ver lo que todos tenemos en común, y explicarlo de una manera sencilla para que cualquiera lo entienda.

Tú has vivido en cuatro ciudades -Madrid, Londres, México D.F. y Los Ángeles- con costumbres y culturas muy distintas… ¿Has notado mucha diferencia en las personas a nivel emocional?

Mucha, la gente de estos lugares es muy distinta. Por ejemplo, el anglosajón es autista emocional, son extremadamente lógicos, tienen una incapacidad de comunicar las emociones terrible, y eso lo acumulan; son muy insanos emocionalmente. Las relaciones más sanas son las de los mexicanos. El castellano es demasiado parco en algunas cosas, y la muestra de afecto todavía es vista como una vulnerabilidad, y en México no. Aquí vamos con la verdad por delante, pero no decimos la verdad, sino que somos verdicidas o damos verdadazos, y hay que tener cuidado cómo dices las cosas porque hay un ser humano delante. Y aunque nos pasamos a veces, en general somos bastante sanos emocionalmente. Sin embargo, nos centramos demasiado en el fondo, y no en la forma. Como yo digo, en España se come increíble, pero el camarero te tira el plato en la mesa, y esa diferencia es lo que da todo el sentido, porque si en el fondo amas tu trabajo, si demuestras cariño por mí la diferencia es brutal. Yo siento que en el tema emocional el mexicano está adelantado, sobre todo porque cuida mucho las emociones. A lo mejor en el tema laboral justo por eso los anglosajones son tan buenos, pero yo pienso que en el justo término está la sabiduría. Sí es verdad que en Estados Unidos trabajan muy bien, pero no lo disfrutan. Tienen siete días de vacaciones, y son las nueve de la noche y estás en una reunión con tus amigos, y se acaba porque los niños ya tienen que estar en la cama, sin excepción, mientras que yo los mejores recuerdos de mi niñez los tengo a las 12 de la noche cuando estaba con mis padres y otros familiares y amigos y se empezaba a asar chorizos… Lo que sí he adquirido de mis experiencias y de convivir con muchas culturas es que en vez de ver lo que nos diferencia, veo lo que nos une.

El anglosajón es ‘autista’ emocional; son extremadamente lógicos, tienen una incapacidad de comunicar las emociones terrible, y eso lo acumulan. Son muy insanos emocionalmente

¿Y qué es lo que nos une?

Nuestras inseguridades. La autoestima. Nos une también la soledad, el miedo a muchas cosas, que somos muy vulnerables, y que todos estamos altamente manipulados. Lo que ocurre es que aquí nos manipulan de otra manera. Aquí la manipulación es más a nivel de familia y de pareja, y allá es el trabajo, dependiendo de cuáles son tus valores. Aquí el éxito laboral es importante, pero también hay que tener un éxito de vida. Entonces, las cajas son iguales, y lo que pretendo con este libro es identificar a esas personas tóxicas. Por ejemplo, amistades tóxicas, las que tiñen tu realidad son los Darth Vaders, el lado oscuro, porque son Marías angustias, o los drama kings, que están siempre con la enfermedad. Y esa gente sin darte cuenta te están poniendo un filtro detrás de otro, y si estás un poquito mal, terminas de hundirte. Luego están las personas destructivas, las que te usan, y las que te envidian. Los que te usan, si tú sabes lo que están haciendo, a veces incluso te dejas usar a cambio de algo; es una transacción. Los que son verdaderamente peligrosos son los que tiñen tu vida y las malas influencias, sobre todo en la adolescencia. Y yo explico cuál es la estrategia tóxica en cada caso, y cómo debe ser tu contraataque. Hablo también de la toxicidad digital, de la netiqueta, porque no nos han enseñado la forma correcta de relacionarnos en Internet, y hay que aprenderlo.

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¿Y los consejos que das para protegerse de ese ambiente tóxico sirven en el caso de cualquiera de estas culturas que tú conoces en primera persona?

Igual, porque se trata de la vulnerabilidad. En España, por ejemplo, tenemos el problema de los padres tóxicos, esos que te dicen que les vas a ‘matar a disgustos’ cuando tú simplemente estás haciendo tu vida. La victimización de la madre aquí es brutal; es un lastre que te asfixia. Eso en Estados Unidos no pasa, pero sin embargo los ambientes tóxicos de trabajo son tremendos, o el colegio, porque aquí nos importa un pimiento si el niño es el número uno o el número ocho; si está bien y tiene su ritmo, da igual, pero en Estados Unidos la competencia es brutal. Como una carrera universitaria puede costar medio millón de dólares, tienes que ser el mejor en lo que hagas. Pero para mí lo más tóxico creo que es la pareja porque los padres los tenemos más controlados, los conocemos muy bien… Aunque se dan casos como el del padre que te dice toda la vida ‘es que tú no vales para eso’, y te lo has creído y te has cerrado cantidad de puertas por ello. Yo lo que cuento en mis libros lo aplico en la práctica para ver hasta qué punto puede funcionar. Y lo que explico en este libro lo apliqué en mí, y he sacado gente de mi vida, porque en esa reflexión me he dado cuenta de que era necesario hacerlo, ya que en mi entorno tenía hasta una persona letal, y muchas que eran tóxicas para mí.

En España tenemos el problema de los padres tóxicos, esos que te dicen que les vas a ‘matar a disgustos’ cuando tú simplemente estás haciendo tu vida. La victimización de la madre aquí es brutal; es un lastre que te asfixia

¿Y no puede ser que continuemos relacionándonos con este tipo de personas porque creemos que somos adultos maduros y que ya no nos pueden dañar?

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Eso es lo que creemos, pero el problema es que si tú estás fuerte y te dan un empujón no te caes, pero si tienes la pierna un poco vulnerable, sí te caes. Y tú tienes que saber exactamente dónde estás en tu vida, y no te puedes permitir relacionarte con una persona que sea altamente negativa cuando estás intentando salir del pozo después de un duelo. Tienes que ser consciente, y yo me di cuenta de que tenía gente tóxica a la que tenía que sacar. Y también necesitas averiguar qué gente necesitas a tu lado, y buscarla, o recuperarla. Y en el momento que tú cambias esa dinámica, tu vida cambia. Para poner un ejemplo, están las treintañoras y cuarentañoras, y están las treintañeras y cuarentañeras, y no es una cuestión de edad, sino de actitud. Tengo amigas que dicen ‘es que yo a mi edad…’, y acaban de cumplir cuarenta años. Y yo no quiero esto en mi vida; esto es la España profunda, o la América profunda. Y son patrones iguales en todos los países, porque Steve Jobs, personas con ganas de hacer cosas, los hay en todas partes, y yo necesito a gente que me ayude, me crezca y me reinvente.

Y hay ambientes tóxicos, como el de los aeropuertos, donde tienes un nivel muy alto de expectativas en un entorno desconocido, en el que hay gente muy quemada por su trabajo que solo lidia con las cosas negativas. Es una ‘bomba de relojería’. Y para mí es un reto que me traten bien, y practico para ver cómo me salgo con la mía. Cuando me encuentro con una persona grosera lo que hago es cambiar la sinergia. Si alguien es agresivo o desagradable tú tienes que ser justo lo contrario, más agradable. De esta forma, no le das motivos para que mantenga su comportamiento y despiertas el zombie que hay en él, porque se ha protegido tanto que se ha deshumanizado sin darse cuenta. Y cuando lo consigues, te ayuda infinitamente. Yo una vez me dejé en un avión un trofeo que había ganado, y llamé al empleado pidiendo por favor que entrara en la oficina de objetos perdidos a buscarlo, y lo encontró. Pero no se trataba de reclamar, sino de pedir ayuda, y decirle a esa persona lo importante que era para mí y que se pusiera en mi lugar. Y si te cancelan un vuelo el empleado no va a poder solucionarlo, y no le puedes utilizar de ‘muro de lamentaciones’, sino que debes averiguar cómo te puede ayudar esa persona, u organizarte con el resto de los pasajeros para conseguir dinero a cambio del perjuicio que os han causado. Hay que ser consciente de esto y aplicarlo en tu vida diaria.

En el libro también dices que es absurdo intentar cambiar a la gente…

Sí, otro error que cometemos es pensar que una persona, por ejemplo una que te envidia, va a cambiar. Ese sentimiento es muy difícil de cambiar, y puede ser gente incluso a la que quieres y con quienes tú eres generoso, y sin embargo ellos te envidian. Y no te das cuenta, pero es muy importante poner un límite para que esa persona no te haga daño, y no permitírselo. Hay sociópatas, gente con un trastorno de la personalidad narcisista, que hasta piensan que si les has perdonado eres estúpido, porque ven el perdón como algo propio de un individuo con poca inteligencia. Es un conocimiento que tenemos que tener. Un problema es no saber decir que no, porque en ese caso el individuo tóxico toma ventaja. Si sabe que no soportas el dolor ajeno, si sabe que eres muy perfeccionista…, todos estos datos sobre ti le permiten manipularte. La gran mayoría son muy inteligentes, y son muy capaces de averiguar qué es lo que te mueve a ti el tapete.

Bullying y estrategias para combatirlo

¿Cómo pueden los padres enseñar a sus hijos a no ser tóxicos, y a reconocer en seguida a una persona que lo es para ellos?

Lo primero son las estrategias. Por ejemplo, preguntar al niño ‘¿qué te ha dicho fulanito, que si no haces esto, o no le das lo otro, no es tu amigo? Entonces no te quiere de verdad. O si el niño dice ‘me ha dicho mi amigo que soy tonto y que no me quiere’. ¿Y tú quieres estar con alguien que no te quiera, o prefieres una persona que te quiera de verdad? Debes plantear eso desde que son pequeños, sin dramas y sin confrontaciones. No se trata de incitarles a que sean agresivos con los demás, sino a que creen su espacio de armonía, y entender también que hay que darle la opción de que se caiga. El ‘te lo dije’ de los padres es asesino, pero los psicólogos tenemos una ley del aprendizaje que es ensayo y error, y de los errores viene el aprendizaje. Cómo le decimos a un hijo ‘no cometas el error, no aprendas’.

El bullying, del que también hablas en tu libro, se da a edades cada vez más tempranas. ¿A qué atribuyes que este problema tan grave se esté extendiendo de esta manera?

Están ocurriendo dos cosas. En primer lugar que los niños de antes sabíamos menos pero éramos más robustos emocionalmente, porque el ambiente era más sencillo, no estábamos sometidos a tantos estímulos, a tantas inseguridades… Ahora se parte de una menor robustez emocional. Y el otro ingrediente fundamental para que esto suceda es que el impacto de ese bullying es mayor actualmente, sobre todo en el área digital. Te pongo un ejemplo: si yo de niña le enseñaba las braguitas a mi amigo, eso lo hacíamos todas, y te reías y punto, mientras que ahora cualquier evento se magnifica y se descontrola, y en eso las redes sociales han desempeñado un papel fundamental. Luego está la desensibilización con respecto a la realidad, porque ahora estamos acostumbrados a ver tanta agresividad que si eres adulto lo disocias y lo entiendes, pero cuando eres un niño puedes no ser consciente de que esa agresividad tiene un impacto, por lo que muchas veces tampoco se dan cuenta de que hacen tanto daño. Los que acosan suelen ser muy asertivos, pero poco empáticos, mientras que la víctima, el que lo sufre, es el empático, el que se preocupa por las emociones ajenas.

Los niños de antes sabíamos menos pero éramos más robustos emocionalmente, porque el ambiente era más sencillo, no estábamos sometidos a tantos estímulos, a tantas inseguridades…

También se está denunciando más. Y creo que el exceso de información nos está haciendo mucho más sensibles, no solo a los niños, sino también a los adultos, de forma que un evento ahora impacta muchísimo más que antes. Por ejemplo, si hace cien años a una mujer le decían ‘idiota de mierda, no sirves para nada’, no le daba tanta importancia (aunque por supuesto la tenía), pero si ahora te dice eso mismo tu pareja, te duele más porque te has vuelto más consciente al maltrato. Y los niños también llevan unas gafas que les hacen más conscientes al hecho de que alguien les haga daño.

¿Y qué actitud deben adoptar los padres, tanto en el caso del acosador como de la víctima?

Para resolver esta situación, punto uno: no se puede sobreproteger al niño; hay que enseñarle estrategias, pero también que aprendan a identificar cuándo llega el punto en el que tienen que llamar a un adulto. Hay que entrenarle para que no le duelan tanto las cosas, para que sepa contrarrestar los ataques y responder de otra manera, pero también para que se dé cuenta de que el otro niño le saca cinco años y no se puede pelear con él, sino que tiene que llamar a un adulto y contarle lo que está pasando. Si tú tienes un hijo que es muy sensible, a él un bullying le puede hacer mucho más daño que a un niño con menos sensibilidad. Y los padres también tenemos que saber lo sensible que es nuestro hijo. En esto hay que tunear porque la misma acción puede causar risa a algunos, que no se lo toman en serio, y a otros puede causarles un daño para el resto de su vida. A mí la agresión me hizo más fuerte, pero el mismo impacto de esa agresión a una amiga mía la traumatizó, y dejó la carrera. Por eso digo que los padres deben centrarse en conocer bien a su hijo, saber cuál es su naturaleza: si es muy sensible, si es asertivo, si tiene la capacidad de hacer bullying a alguien. A veces el niño ni siquiera es consciente de que está matratando a otro, o está copiando la estrategia de los padres.

Cuando le dices a alguien que no se acordó de tu cumpleaños ¿cuál es tu propósito? Porque únicamente le vas a hacer sentir mal. Y eso lo puedes cambiar, pero es necesario que te vuelvas consciente

Suele ser más difícil reconocer nuestras propias faltas, ¿cómo podemos darnos cuenta de que estamos resultando tóxicos para algunas personas de nuestro entorno, especialmente la pareja o los hijos?

Todos somos tóxicos a veces, pero podemos darnos cuenta inmediatamente. Cuando decimos frases como ‘ay, porfi, déjame esto’ o ‘¿vas a salir a esta hora?’ tú también estás siendo tóxico. Yo misma el otro día estaba pensando en enviar un mensaje a mi hijo diciéndole ‘no te acordaste de mi cumple’, y al escribirlo me di cuenta, y lo sustituí por ‘felicítame, todavía no es tarde’. Pero eso es una fórmula que yo ya tengo asumida y me resulta más fácil comprender que no le puedes decir a nadie -y menos a tus seres queridos- ‘no te acordaste de mi cumple’ sin causarle daño, y ¿qué es lo que quiero una atención negativa? O si sabes que a alguien le importa mucho tu trabajo, y cuando te pregunta qué tal, le contestas ‘pues no me fue tan bien’. Si sabes que esta persona ha hecho lo que ha podido, ¿por qué le dices eso? Cuando le dices a alguien que no se acordó de tu cumpleaños ¿cuál es tu propósito? Porque únicamente le vas a hacer sentir mal. Y eso lo puedes cambiar, pero es necesario que te vuelvas consciente. Y mientras recababa información para escribir el libro me fui dando cuenta de muchas cosas, y de que todos en algún momento abusamos de la gente que es buena. Si yo le digo a una persona que me venga a buscar, porque estoy segura de que me va a venir a buscar aunque sé que tiene otra cosa que hacer, ¿cómo es que se lo pido?

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