Leopoldo Abadía

Autor de 'Yo de mayor quiero ser joven' y profesor del IESE
Leopoldo Abadía, que acaba de publicar su nuevo libro, que subtitula 'Reflexiones de un chaval de 82 años', aconseja a los mayores no jubilarse nunca del todo y aprovechar lo bueno que ofrecen las nuevas tecnologías.
Leopoldo Abadía
“Yo creo que hay que trabajar siempre, hasta que te mueras; de manera distinta cuando te jubilas, pero se trata de hacer algo profesionalmente, estableciendo una serie de tareas a realizar con un objetivo, no simplemente recados”

10/03/2016

A sus 82 años, Leopoldo Abadía, doctor ingeniero industrial y profesor emérito del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE), tiene una vida de lo más interesante y repleta de actividades: imparte conferencias por toda España, escribe libros –sus obras sobre economía se han convertido en best sellers–, colabora con diversos medios de comunicación, interactúa con sus muchos seguidores a través de Twitter y Facebook, y hasta tiene su propio blog (www.leopoldoabadia.com). Leopoldo Abadía, que acaba de publicar su nuevo libro Yo de mayor quiero ser joven (Reflexiones de un chaval de 82 años) (Espasa, 2016), es una persona jovial y positiva que aconseja a los mayores no jubilarse nunca del todo y aprender a usar las nuevas tecnologías para no quedarse atrás pero, sobre todo, para aprovechar todo lo bueno que ofrecen.

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Portada 'Yo de mayor quiero ser joven'

Eres ingeniero, y has escrito varios libros sobre economía, ¿qué te ha impulsado a escribir este libro tan diferente, y a qué tipo de público va dirigido?

A mí me impulsa Espasa –la editorial–, que me encargó los libros de economía que escribí, y después uno sobre la familia, que les gustó, y ahora éste, que es un libro que le recomiendo a todo el mundo porque se trata de reflexiones sobre la vida, muchas de las cuales ya las tenía escritas y las he ido recopilando. Y cuando digo que yo quiero ser joven cuando sea mayor me refiero a ser una persona completa, o sea, íntegra, buena gente, muy trabajador, que se ocupe mucho de los demás…, y al final eso sirve para los jóvenes y para los viejos. Para los viejos en el sentido de decir ‘no cierres la tienda nunca’, porque estos que dicen ‘estoy contando los días que me quedan para jubilarme’, y cuando les pregunto qué vas a hacer después contestan ‘nada’, siempre pienso ‘este tío se muere en tres días de aburrimiento’. Y aunque te digan ‘es que tengo mucho que hacer’, no es cierto, porque tienen que ir a comprar el pan por la mañana, hacer algún que otro recado…, y al cabo de 100 días estás de ir a por el pan hasta el gorro, y es conveniente que una persona mayor tenga mucho que hacer.

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Como dices, algunas personas están deseando jubilarse, pero a otras se les cae el mundo cuando llega el momento, ¿qué consejo les darías a estos para que no vean la jubilación como el final de la vida?

Yo creo que hay que trabajar siempre, hasta que te mueras; de manera distinta cuando te jubilas porque lo lógico que un señor que se levantaba a las siete de la mañana para llegar a una hora determinada a su puesto, ahora no madrugue, pero tiene que inventarse algo en lo que emplear su tiempo. Se trata de hacer algo profesionalmente, estableciendo una serie de tareas a realizar con un objetivo, no simplemente recados. Los hombres suelen ser mucho peores cuando se jubilan que las mujeres y muchas veces se dedican a fastidiar, a sacar faltas, a decir ‘aquí hay polvo’, ‘la comida no ha sido puntual’…, y la mujer se desespera. Y es que aunque hayan trabajado los dos, la mujer generalmente se ha dedicado más a la casa, y si de repente se encuentran los dos limpiando, haciendo la comida…, no hay sitio. Pero mi consejo también va para las mujeres que se jubilan; por ejemplo, conozco un caso de una señora que de joven tocaba un poco el piano y ahora se ha puesto a estudiar música en serio y llega por las noches agotada a casa, un agotamiento sano porque se dedica a algo que le gusta y ha elegido. Además, hay otra razón importante para no jubilarse del todo, y es que esas nuevas actividades permiten a las personas mayores tener una conversación interesante sobre las cosas nuevas que hacen y descubren, y por eso es muy bueno que ambos miembros de la pareja tengan un trabajo, una ilusión, que puedan también comentar el uno con el otro, o con amigos y familiares. 

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Dices que quieres ser completo, ¿qué es para ti una persona completa?

Que sea íntegra, porque si alguien sabe mucho pero es un sinvergüenza no me sirve, que tenga criterio, es decir, no creerse lo que te cuente el primer cantamañanas que venga. En este ambiente electoral en el que estamos inmersos cada vez que algún político –lo mismo da el partido– hace una promesa creo que el criterio consiste en preguntar ‘¿cuánto costará?’, porque yo también quiero un sueldo para cada español. En mi casa contando hijos, nietos y parejas, somos 70, así que al que me dé 70 sueldos a final de mes le voto ahora mismo, pero quiero saber de dónde sacará el dinero. Cuanto más viejo te vuelves, como has visto más cosas, más te cuestionas todo. Y siguiendo con lo que es una persona completa para mí también es muy importante saber perdonar, porque cuesta mucho, y estamos en un momento en el que el perdón no se lleva, y eso de ‘yo perdono, pero no olvido’, no sirve; lo primero es olvidar, porque si olvidas ya no tienes que perdonar nada. Y no ser prepotente, que con la edad a veces cuesta porque has vivido tantas cosas que muchas veces sabes o crees saber  a priori que algo no va a funcionar, pero debes dejar que otros lo intenten y saber callarte. Y también tener detalles, porque si no tenemos detalles en nuestra vida cotidiana esto es un campo de batalla, y hay que ser educado y amable, y dar las gracias, sonreír… Y saber equivocarse, que consiste es reconocer los errores. Y una persona completa debe querer sembrar paz. Me molesta mucho que en las cuestiones políticas se siembre odio. Casi todo es opinable, y del tema del independentismo catalán, por poner un ejemplo, lo que me molesta es el odio. A mí me gusta más que no sean independientes, pero eso es algo opinable, sin embargo, odiar todo aquello a lo que representa Madrid no me parece bien.

Cuando digo que yo quiero ser joven cuando sea mayor me refiero a ser una persona completa, o sea, íntegra, buena gente, muy trabajador, que se ocupe mucho de los demás…, y al final eso sirve para los jóvenes y para los viejos

Tú eres una persona optimista, ¿qué consejo nos darías para seguir siendo optimistas a medida que cumplimos años?

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Mi truco es que he cambiado la definición de optimismo. Con la que está cayendo, he cambiado la definición, y optimismo no es decir ‘aquí no pasa nada’, sino luchar con uñas y dientes para salir adelante en una situación concreta. Y, por supuesto, optimista es el que lucha con la convicción de que lo va a conseguir. Yo conozco gente, amigos míos, que a nivel profesional lo han pasado muy mal, pero han salido adelante. Siempre cuento el caso de un pequeño pueblo que se dedica a fabricar sillas, y que han conseguido colocarlas en numerosos proyectos, desde la sala de los Derechos Humanos y la Alianza de las Civilizaciones de la ONU en Ginebra, hasta varias universidades en Madrid, auditorios, etcétera. En su momento también tuvieron problemas, hicieron un ERE y demás, pero han sabido salir adelante, y eso es optimismo para mí.

Para mí optimismo no es decir ‘aquí no pasa nada’, sino luchar con uñas y dientes para salir adelante en una situación concreta. Y, por supuesto, optimista es el que lucha con la convicción de que lo va a conseguir

Las personas mayores deben seguir evolucionando

Tú tienes un espíritu muy juvenil, pero con el paso de los años a veces es difícil seguir haciendo algunas cosas, ¿cuáles han sido los impedimentos con los que te has encontrado a tus 82 años?

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Un día tenía que dar una conferencia para Nestlé y me preguntaron qué creía yo que podía ofrecer Nestlé a los mayores, y les dije que para mí lo mejor que podría ofrecer es el abre fácil porque no puedo abrir nada. Me contestaron que en realidad eso es algo que le pasa a todo el mundo. Yo pensaba que era un torpe, y resulta que es un problema generalizado. Otra vez, una hora antes de dar una conferencia me caí y me rompí una cadera y en un alarde responsabilidad dije ‘yo daré la conferencia igual’, pero al final me tuve que ir al hospital con urgencia; así que ahora agradezco mucho las rampas y esas cosas que a la gente de mi edad –que muchos tienen accidentes como me ocurrió a mí, o no ven bien, que también me pasa– le pueden facilitar bastante la vida. Pero una cosa que me parece importante es aceptar las limitaciones; en mi caso tengo la ventaja de que me acompaña mi hijo, que es el que pone las pautas, me frena cuando creo que puedo hacer según qué cosas, y hace que descanse y siga unos horarios racionales. Por eso digo que es muy importante conocer y aceptar las limitaciones físicas y mentales que puedes ir teniendo con la edad, y comprender que no pasa nada. Por ejemplo, ayer por la tarde lo primero que hice fue echarme la siesta porque me había levantado muy temprano, y a las siete de la tarde estaba como un sol. Con respecto a las relaciones con la gente no tengo ningún problema porque a mí me tratan muy bien.

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En el libro dices que muchas de las cosas que te cuentan otras personas tú ya las has vivido, ¿qué crees que te queda por experimentar? ¿Hay algo que hayas hecho, o que hayas dejado de hacer, de lo que te arrepientas?

A esto que digo quítale todo el aire de presunción, pero yo no me arrepiento de nada que haya hecho. Me he equivocado muchas veces, y sí pienso que tenía que haber actuado de otra manera, y en ese sentido me arrepiento, pero creo que eso no es exactamente arrepentirse sino reconocer los errores. Toda mi vida ha sido un plan no previsto, y si escribiera mi autobiografía no podría decir ‘al principio pensé hacer esto, y luego lo otro’ porque sería mentira. Simplemente decidí hacer una cosa, y cuando no me salió, pasé a otra. Incluso esto de escribir libros no estaba planeado, sino que un día escribí un articulito, y se me fue de las manos. Y con respecto a las muchas cosas que tengo pendientes, en casa siempre digo que yo quiero ir a la Antártida, porque me encantaría hacer viajes por ese tipo de paisajes y climas de mucho frío, aunque luego igual voy allí y me preguntó ‘¿qué hago yo aquí?’. Pero me parece que he tenido una vida llena de actividades muy interesantes, y cuando parecía que la cosa se acababa aparece esta locura de los libros y la farándula.

Yo no me arrepiento de nada que haya hecho. Me he equivocado muchas veces, y sí pienso que tenía que haber actuado de otra manera, y en ese sentido me arrepiento, pero creo que eso no es exactamente arrepentirse, sino reconocer los errores

¿Crees que es importante que también los mayores se adapten a las nuevas tecnologías, y aprendan a manejar smartphones y otros dispositivos y a buscar información o realizar tareas por Internet?

Por supuesto. Tengo amigos que dicen ‘yo con el ordenador no quiero saber nada’, y cuando dicen ‘el ordenador’ se refieren a todo lo que tenga que ver con las nuevas tecnologías: ordenador, teléfono móvil, tablet, redes sociales… El otro día precisamente uno me dijo que ‘eso del correo electrónico él no lo quería porque le habían dicho que era cosa del demonio’, y para qué vas a intentar convencerle de lo contrario, pero a mí me parece imprescindible que las personas mayores se adapten y utilicen las nuevas tecnologías porque si no te quedas atrás, no puedes navegar por Internet, no puedes buscar información… Y también tengo amigos ya mayores que se manejan perfectamente en esto; puede que seamos más torpes o más lentos –insisto en que es conveniente reconocer las limitaciones–, y me asombra la facilidad y rapidez con la que mis nietos interactúan con estos dispositivos, pero todas las personas estamos capacitadas para aprender a utilizarlos.

A mí me parece imprescindible que las personas mayores se adapten y utilicen las nuevas tecnologías porque si no te quedas atrás, no puedes navegar por Internet, no puedes buscar información…

Y usar Internet es mucho más efectivo para todo. Yo ahora los libros y las películas me los compro por Internet. Y creo que una persona de 80 años no puede decir ‘ya está, ya lo he vivido todo y aquí me paro’, sino que hay que evolucionar con los tiempos, y más ahora que la sociedad cambia a gran velocidad, porque en los últimos diez años parece que hubieran pasado 50. No digo que lo entiendas todo, pero inténtalo, y por lo menos que te suene lo que te dicen aunque empleen términos como el ‘algoritmo de Facebook’. 

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