Síndrome del salvador
Si siempre asumes e intentas resolver los problemas de otra persona –tu pareja, un hijo, un hermano…– sufres el síndrome del salvador, una manera insana de relacionarse con los demás. Aprende a corregirlo.

Cómo dejar de actuar como un salvador con los demás

Dra. Vanesa Fernández López

Por: Dra. Vanesa Fernández López

Psicóloga, especialista en emociones

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Si crees que padeces el síndrome del salvador (asumir las responsabilidades de tus seres queridos y resolver sus problemas), es importante que reflexiones y tomes conciencia de algunas de tus actitudes, y modifiques ciertos comportamientos. Estos consejos te ayudarán a replantearte tu conducta:

  1. Plantéate el porqué de esa necesidad de sentirte indispensable: desde cuándo la experimentas, cómo se ha manifestado esta conducta a lo largo de tu vida, cuándo te ha resultado beneficiosa (ten en cuenta que si lo haces es por algo), en qué momentos ha sido más evidente, etcétera. Es decir, ahonda en los motivos personales que te llevan a comportarte así. Tomar conciencia del porqué de nuestra actitud es el primer paso para modificarla.
  2. Deja de controlar: si te das cuenta, detrás de tu comportamiento hay un grado importante de control; esa madre que no cesa de preparar tuppers para su hijo de 37 años bajo el pretexto de que no “desde que no vive con ella no come bien”, o le plancha sus camisas porque “los hombres no saben hacer esas cosas”; el hijo que organiza la agenda de médicos de su padre o le acompaña siempre, porque “él no sabe organizarse ni explicarse nunca”; la pareja que decide encargarse de la compra porque el otro miembro de la pareja no lo haría tan bien como él o ella, o le anula las citas médicas cual si fuera su secretaria porque al otro “nunca” le da tiempo…. Piénsalo, ¿qué hay detrás? Te respondo: control.
  3. Aprende a confiar en el otro: el hecho de que las cosas no se hagan exactamente como a ti te gustaría, o cómo crees que tienen que ser, no significa que estén mal. El otro las hace a su manera; si no le funcionan –y si así lo desea– ya te pedirá ayuda o consejo.
  4. Ocúpate de ti mismo: deja de querer solucionar la vida del otro. Mira tu mundo, ¿realmente está tan resuelto como crees? O, por el contrario, ¿necesitarías a alguien que te rescatase a ti? Empieza por ti, y atrévete a resolver aquello a lo que no te enfrentas porque los problemas del otro te distraen y, cuando todo eso este resuelto, entonces “pregunta” al otro si necesita tu ayuda.
  5. Céntrate en ti mismo y sé un poco egoísta: es posible que si ya has acostumbrado al otro a actuar como su salvador éste se resista a que dejes de serlo. Pero tienes el derecho a pensar en ti, a cuidarte, a protegerte, y a velar por tu bienestar y tu felicidad. Si el otro te exige seguir asumiendo sus responsabilidades, sé asertivo, pero firme, en tu respuesta: “lo sé, lo he hecho siempre, pero ahora no puedo. Me necesito”.

PUBLICIDAD

Creado: 3 de marzo de 2017

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD