Especialistas en trastornos del sueño reunidos en Sevilla para la celebración de la XX Reunión Anual de la Sociedad Española de Sueño (SES), han señalado que existen nuevas evidencias que indican que la narcolepsia es una enfermedad de carácter autoinmune.

Entre los síntomas principales de esta afección de origen neurológico, que se incluye dentro de los trastornos del sueño, y que padecen cerca de 25.000 españoles, destacan una fragmentación del sueño nocturno, una excesiva somnolencia diurna, y la aparición de ataques de cataplejía (pérdida del tono muscular inducido por emociones como la risa o la sorpresa) con una duración media inferior a los dos minutos.

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Aunque existían datos previos que planteaban la teoría de que se trata de una patología autoinmune, los especialistas se han referido a los recientes resultados de un estudio clínico, que ha mostrado que el plasma de los pacientes de narcolepsia con cataplejías contiene anticuerpos contra un péptido que se encuentra en las células productoras de hipocretina, involucradas en la correcta regulación del sueño. Según estos datos, los anticuerpos se encontrarían en su nivel más alto al inicio de la enfermedad, y aunque disminuyen significativamente tras dos o tres años de evolución, permanecen elevados durante más de 30 años.

Han recordado que, aunque la mayoría de los casos de narcolepsia son esporádicos, existe una cierta predisposición genética, y algunos estudios revelan que los familiares de primer grado de pacientes con narcolepsia tienen un riesgo entre 10 y 40 veces más alto de sufrir este trastorno que la población general.

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Sin embargo, como explica la doctora Georgina Botebol, miembro de la Sociedad Española de Sueño “aunque la predisposición genética intervenga en el desarrollo de la enfermedad, por sí sola no es suficiente para desarrollarla, por lo que es preciso la contribución de factores ambientales, como una infección, disfunción del sistema inmunitario, trauma, cambios hormonales, estrés...", que actuarían como desencadenantes.

En esta línea, algunas investigaciones han logrado identificar que las infecciones estreptocócicas (provocadas por la bacteria estreptococo), como la amigdalitis, neumonía o meningitis, pueden constituir un factor de riesgo ambiental que desencadene la aparición de narcolepsia.  

Perfil del paciente con narcolepsia

En la actualidad, la prevalencia de la narcolepsia es del 0,02-0,05 por ciento de la población, por lo que padecen este trastorno alrededor de 25.000 personas en nuestro país.

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Cuando se trata de determinar cuál es el perfil tipo del paciente con narcolepsia, la doctora Botebol reconoce que "aunque no hay muchos estudios al respecto, sabemos que las personas con narcolepsia son muy perfeccionistas y exigentes frente a la realidad, tanto externa como interna, y parece que también reaccionan de forma exagerada frente al estrés".

En el caso de pacientes pediátricos, parece que el síntoma "más revelador" de este trastorno del sueño es el hecho de que se queden dormidos en clase a pesar de haber dormido el número de horas suficientes para su edad, y siempre que ocurra con cierta frecuencia y el niño no presente otra enfermedad que pudiera estar relacionada, asegurándose además que realmente duerma las horas necesarias porque, como ha advertido Botebol “a día de hoy se da poca importancia al sueño nocturno y el ritmo de vida actual generalmente conduce a no respetar los horarios nocturnos".  

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Miedo al sueño

Estudios epidemiológicos han demostrado que la narcolepsia tiene un importante impacto negativo en la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad, incluso en comparación con los pacientes que sufren otras patologías, como la epilepsia, u otros trastornos del sueño, como la apnea del sueño.

La doctora Botebol opina que "todavía no existe un conocimiento adecuado de estas patologías entre la población general, lo que provoca que los pacientes no reciban el apoyo necesario de su entorno social, laboral e, incluso, del familiar".

Las personas con narcolepsia tienden a eludir reuniones sociales, bien por temor a quedarse dormidas, o por el rechazo a someterse a posibles situaciones que desencadenen los episodios de cataplejía. "Viven con miedo a perder su trabajo, y presentan alteraciones cognitivas que les dificultan el desarrollo de su actividad profesional, lo que directamente también acaba  repercutiendo en su estado de ánimo", ha concluido.

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Fuente: Europa Press

Actualizado: 2 de marzo de 2023

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