Los ‘padres helicóptero’ dificultan el desarrollo de sus hijos

Los ‘padres helicóptero’ combinan la sobreprotección con un control excesivo en la educación de sus hijos, algo poco beneficioso, que impide a los niños aprender a enfrentarse a los problemas y a ser autónomos.
Padre helicóptero agarra en brazos a sus hijos
Los padres deben guiar y supervisar a sus hijos, pero permitiéndoles ser independientes cuanto antes, en función de su edad y capacidades.

Los expertos advierten de que en los últimos años ha aumentado una tendencia entre los padres que consiste en sobreproteger a sus hijos, evitándoles cualquier tipo de dificultad o riesgo, algo que no solo no les beneficia, sino que impide que desarrollen correctamente su personalidad, y no permite que aprendan a enfrentarse a los problemas ni a ser autónomos o responsables de sus actos y decisiones. El fenómeno se ha denominado ‘padres helicóptero’, y caracteriza a un tipo de progenitores cuya forma de educar consiste en combinar la sobreprotección con un control excesivo y una elevada exigencia que les lleva a fomentar la competitividad en los niños.

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Como afirma Lilia Marinas, psiquiatra infantil del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, la consecuencia de esta excesiva preocupación de los progenitores por el futuro de sus hijos desde que son muy pequeños, y el deseo de que tengan lo mejor de inmediato, es que terminan por protegerles de la vida, en lugar de prepararles para enfrentarse a ella.

Los niños sobreprotegidos pueden tener menos iniciativa y poca motivación por los estudios, suelen negarse a reconocer sus errores, y no se hacen responsables de sus actos ni de su propio bienestar

Los niños educados de esta manera pueden tener menos iniciativa y poca motivación por los estudios, y no desarrollar bien su creatividad. Además, suelen negarse a reconocer sus errores, su tolerancia a la frustración es muy baja, y no se hacen responsables de sus actos ni de su propio bienestar, llegando a irritarse o a reaccionar de forma agresiva si las personas de su entorno no atienden sus deseos.

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La Dra. Marinas ha explicado que es conveniente regañar a los niños cuando queramos corregir una conducta inadecuada, explicándoles las razones por las que se establecen los límites, aunque señala que el aprendizaje es más efectivo si el menor asume una consecuencia natural de su comportamiento, por ejemplo, si no termina los deberes o una tarea que deba hacer a tiempo, no podrá ir al parque ni jugar con sus amigos.

Esta experta anima a los progenitores a que permitan que sus hijos se equivoquen, porque los errores –dice– son una importante fuente de aprendizaje, y los niños deben poder equivocarse. Por ello, transmite el mensaje de que la ayuda que se les debe prestar en el caso de los deberes, no es hacerlos por ellos para que saquen mejores notas, sino enseñarles a organizarse, a gestionar su tiempo, resolver alguna duda concreta…, e ir reduciendo este apoyo según el niño vaya adquiriendo autonomía.

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Y también recomienda que guíen y supervisen a los menores, pero les permitan ser independientes cuanto antes, en función de sus capacidades (desde los 2-3 años pueden empezar a comer y a vestirse solos; y antes de los 6 deben disfrutar jugando solos y con otros niños, ordenar sus juguetes, y ser autónomos para lavarse, vestirse, comer…). Por último, la doctora aconseja que padres e hijos realicen actividades por separado de vez en cuando, ya que esto ayuda a cuidar la pareja, y los niños ganan en independencia, lo cual también les beneficia.

Actualizado: 11 de octubre de 2017

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