La práctica de recuperación protege la memoria frente al estrés

Aprender palabras e imágenes con la práctica de recuperación protege la memoria contra los efectos adversos del estrés agudo, y facilita el acceso a la información, en comparación con el estudio a través de métodos tradicionales.
Estudiantes realizando prueba de memoria
La situación de estrés no pareció afectar a la memoria de los estudiantes que aprendieron con la práctica de recuperación.

Aprender palabras e imágenes mediante la práctica de recuperación permite proteger la memoria y facilitar el acceso a esos recuerdos tras experimentar estrés agudo, en comparación con el aprendizaje siguiendo el método tradicional de leer el texto o fijarse bien en las imágenes varias veces, con el objetivo de memorizarlos, según se ha comprobado en un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Tufts, en Somerville/Medford (Massachusetts, EE.UU.).

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Para llevar a cabo la investigación se pidió a 120 estudiantes que aprendieran 30 palabras y 30 imágenes mediante un programa de ordenador que les mostraba cada artículo durante unos segundos, y los participantes disponían de diez segundos para redactar una frase empleando el elemento que acababan de ver. Se dividió a los participantes en dos grupos, uno de los cuales estudió utilizando la práctica de recuperación y realizó pruebas de práctica cronometradas en las que recordó todos los artículos que fue capaz, y al otro grupo se le volvió a enseñar los artículos en la pantalla del ordenador, uno a uno, y dedicaron varios periodos de tiempo a estudiar.

Los individuos estresados que habían aprendido mediante la práctica de recuperación recordaban un promedio de unos 4 artículos más que aquellos que habían aprendido con el método de estudio tradicional

Todos los individuos descansaron durante 24 horas, al cabo de las cuales la mitad de cada grupo se situó en un escenario de inducción al estrés, donde les solicitaron que ofrecieran un discurso inesperado e improvisado, y tuvieron además que resolver problemas de matemáticas en presencia de dos jueces, tres compañeros y una cámara de vídeo.

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Se sometió a los estudiantes a dos pruebas de memoria en las que tenían que recordar las palabras e imágenes memorizadas el día anterior. Estas pruebas se hicieron durante el escenario de estrés, y 20 minutos después, para medir la capacidad de memoria en respuesta al estrés inmediato y tras sufrir la experiencia estresante. Y el resto de las personas que participaron en el estudio realizaron sus pruebas de memoria durante y después de una tarea no estresante.

Los resultados mostraron que los individuos estresados que habían aprendido mediante la práctica de recuperación eran capaces de recordar un promedio de unos 11 artículos de cada conjunto de 30 palabras e imágenes, en comparación con 10 elementos en el caso de los que habían utilizado el mismo aprendizaje pero no estaban estresados. Los que habían aprendido con el método de estudio tradicional recordaban menos palabras en general, una media de 7 ítems para los estresados, y poco menos de 9 para los no estresados.

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Amy Smith, alumna de posgrado en Psicología en Tufts, y una de las autoras del trabajo, ha explicado que aunque ya sabían que la práctica de recuperación es una estrategia extremadamente eficaz para el aprendizaje, se sorprendieron al observar lo efectiva que resultaba en el caso de personas sometidas a estrés, ya que parecía que esta situación no afectaba en absoluto a su memoria. Los hallazgos del estudio sugieren que utilizar una estrategia correcta para estudiar puede proteger a la memoria frente a los efectos dañinos del estrés y, según afirma Ayanna Thomas, profesora asociada y directora del Programa de Posgrado en Psicología en Tufts, esto se puede aplicar a cualquier persona que necesite recuperar información compleja bajo presión.

Actualizado: 11 de octubre de 2017

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