Dr. Jaime Parra

Responsable de la Unidad de Epilepsia del Hospital La Zarzuela y de Nuestra Señora del Rosario
El Dr. Parra, responsable de la Unidad de Epilepsia del Hospital La Zarzuela y de Nuestra Señora del Rosario, nos da luz sobre algunos de los temas más candentes relacionados con esta enfermedad que afecta a cerca de 400.000 españoles.
Dr. Jaime Parra, especialista en epilepsia
“Todos podemos tener una crisis epiléptica ante determinados factores que atacan nuestro cerebro”

24/05/2012

La epilepsia es un trastorno neurológico muy frecuente, sin embargo, existe todavía un gran desconocimiento sobre las características de esta enfermedad, lo que genera desconfianza hacia las personas que la sufren, tal vez porque sus principales síntomas, las crisis epilépticas y las ausencias, provocan un cierto temor. Aprovechando la celebración del ‘Día Nacional de la epilepsia’ hemos hablado con el Dr. Jaime Parra, responsable de la Unidad de Epilepsia del Hospital La Zarzuela y de Nuestra Señora del Rosario, que explica que “todos podemos tener una crisis epiléptica ante determinados factores que atacan nuestro cerebro”, aunque eso no significa que padezcamos la enfermedad. Este especialista destaca que se han producido muchos avances en el tratamiento de la epilepsia que evitan las crisis en la mayoría de los pacientes, y que existen nuevas técnicas de diagnóstico que incluso permiten identificar el origen de la enfermedad en determinados casos, lo que facilita la elección del tratamiento más apropiado.

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El hecho de que una persona sufra una crisis epiléptica aislada no significa que sea epiléptico ni que el episodio se vaya a volver a repetir. ¿Qué factores pueden desencadenar una crisis epiléptica en una persona que no tiene esta enfermedad?

La epilepsia es un trastorno caracterizado por la predisposición a tener crisis epilépticas repetidamente. Todos podemos tener una crisis epiléptica ante determinados factores que atacan nuestro cerebro, como una infección cerebral o un trastorno metabólico como alteraciones de la glucemia o en los iones de la sangre. Un ejemplo de esto son las crisis febriles. El cerebro del niño es muy sensible a desarrollar crisis epilépticas con fiebres altas durante un periodo temprano de la vida. Sin embargo, sólo una proporción muy baja de estos niños van a ser epilépticos posteriormente, esto es, van a desarrollar una predisposición a tener crisis de forma espontánea en la vida adulta.

En determinadas edades de la vida nuestro sistema visual puede ser más sensible a determinados estímulos que pueden provocar crisis epilépticas

Otro ejemplo son las crisis fotosensibles. En determinadas edades de la vida nuestro sistema visual puede ser más sensible a determinados estímulos que pueden provocar crisis epilépticas. Un ejemplo que saltó a las noticias fue el episodio Pokemon en Japón en 1997 cuando más de 600 niños japoneses tuvieron crisis epilépticas al ver esta serie de dibujos animados en un programa que tenía una descarga de destellos luminosos muy inusual en rojo y azul. Bien, estudios de seguimiento de estos niños han establecido que para el 75% de estos chavales esta fue su única crisis y no seguían tratamiento. Si no se exponen a estos estímulos es probable que no vuelvan a tener más crisis.

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Las crisis epilépticas son el síntoma más conocido y evidente, pero ¿qué otros síntomas presentan los pacientes?

El tipo de crisis mejor reconocido son las convulsiones típicas con caída al suelo, fenómenos motores y que pueden ir acompañadas de mordedura de lengua. Sin embargo, este tipo de crisis son menos frecuentes que las crisis que cursan con desconexión breve del entorno, lo que la gente denomina ausencias. Los síntomas iniciales van a depender de la región cerebral donde se originen las crisis. Por ejemplo, si la corteza visual es la región que genera las crisis, la primera manifestación pueden ser ilusiones visuales o pérdida de visión transitoria. En otras ocasiones pueden ser ruidos u olores raros o sensaciones transitorias en la boca del estómago. Muchas veces estas crisis pasan desapercibidas hasta que se produce una convulsión, que es lo que lleva al paciente a consultar al médico.

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Causas y control de los síntomas de la epilepsia

Existen numerosas causas por las que una persona puede llegar a desarrollar epilepsia, desde factores genéticos hasta tumores cerebrales, traumatismos, enfermedades degenerativas… También hay casos en los que se desconoce el origen de esta enfermedad o la causa no se ha podido demostrar, aunque se sospeche. A la hora de establecer un tratamiento, ¿se tiene en cuenta la causa (si se conoce) que ha provocado la epilepsia?

Sí claro que sí. Cuanto más sabemos sobre la causa de la epilepsia más podemos afinar en su tratamiento, sabiendo qué medicinas van bien o van mal o cuándo otros tratamientos como la dieta cetógena (rica en grasas y muy escasa en carbohidratos, proteínas y líquidos) o la cirugía pueden ser opciones favorables.

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Siguiendo en la misma línea, ¿es más fácil controlar la enfermedad conociendo la causa que la ha provocado, o la etiología de la enfermedad no implica diferencias significativas frente a la respuesta al tratamiento?

La etiología de la epilepsia, su causa, es el factor determinante en el pronóstico de las crisis y la que va a determinar la respuesta al tratamiento.

En el caso de que se determine que la epilepsia es de origen genético, ¿es necesario que los familiares allegados, por ejemplo los hijos, tomen precauciones al respecto? ¿Se puede prevenir o retrasar la aparición de la epilepsia en estos casos?

Depende de la causa genética y del tipo de herencia. Las epilepsias que dependen de un solo gen son las menos, pero si conocemos de qué gen se trata y cuál es el patrón de herencia con el que se transmite, entonces sí que podemos dar un consejo genético más exacto. En otras ocasiones, en la mayoría, la herencia genética es mucho más compleja, dependiendo de muchos genes a la vez y que aún no hemos podido definir en muchos casos. En estos casos el consejo genético es mucho menos preciso.

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Tratamiento de la epilepsia: medicación, terapias, cirugía…

La epilepsia es una enfermedad crónica e incurable y los tratamientos disponibles actualmente consiguen controlar los síntomas de alrededor del 70% de los pacientes. ¿Cómo se puede ayudar al 30% restante que no responde adecuadamente a los fármacos?

Pues continuando con la investigación que descubra cuáles son los mecanismos de la epileptogénesis, y cómo interferir con ellos, de modo que podamos atajar el proceso en sí, más que aliviar los síntomas, que es hoy en día de lo que disponemos. Nuevos fármacos van saliendo con diferentes mecanismos de acción que esperamos hagan la cifra del 30% cada día más pequeña.

Si la enfermedad se encuentra en remisión, es decir, si hace dos o más años que el paciente no sufre ninguna crisis, ¿puede dejar la medicación?

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Dependiendo de la causa, sí. Si la causa es una lesión estructural que sabemos que puede generar crisis, el riesgo de recurrencia posiblemente se mantenga elevado y no sea prudente quitar la medicación. Sin embargo, en algunas epilepsias de comienzo infantil que vienen determinadas genéticamente con expresión variable con la edad es posible que la medicación pueda ser retirada con facilidad y que no haya riesgo de recurrencia. Es lo que venimos llamando tradicionalmente epilepsias benignas. Cuando se llevan cinco años sin crisis y sin medicación se considera que el riesgo de recurrencia ya no es diferente de cualquier otra persona que no haya tenido epilepsia hasta el momento.

Cuando se llevan cinco años sin crisis y sin medicación se considera que el riesgo de recurrencia ya no es diferente de cualquier otra persona que no haya tenido epilepsia hasta el momento

Además del tratamiento farmacológico, ¿existe alguna otra terapia que pueda mejorar la calidad de vida de los pacientes epilépticos?

Otras terapias alternativas pueden ser la dieta cetógena, la cirugía de epilepsia o el estimulador del nervio vago. Recientemente la terapia inmunosupresora se ha perfilado como muy eficaz en determinadas epilepsias de origen autoinmune. La etiología y la clínica de las crisis es la que va a determinar en qué casos estas terapias alternativas pueden ser una buena opción.

He leído que la epilepsia se puede tratar quirúrgicamente ¿en qué casos está indicada la cirugía? ¿en qué consiste la intervención?

La cirugía de epilepsia puede ser una opción de primera mano en caso de epilepsias lesionales (es decir aquellas que tienen una lesión estructural cerebral como causa de las crisis, que esté situada en regiones accesibles al tratamiento quirúrgico). En ausencia de lesión, puede ser también una buena opción cuando se tiene muy bien localizada la zona que genera las crisis y ésta se encuentra en un lugar accesible al tratamiento quirúrgico sin causar déficits de función inaceptables.

Las intervenciones son de varios tipos. La que tiene más posibilidades de éxito son las que implican la resección del lóbulo temporal (llamadas lobectomías temporales). Otras modalidades de cirugía pueden ser la callosotomía (sección de las estructuras de unión de ambos hemisferios cerebrales) o la hemisferotomía (la desconexión de todo un hemisferio cerebral). Estos procedimientos son usados con menos frecuencia y en casos muy determinados.

El diagnóstico ha mejorado mucho con la introducción de unidades de epilepsia dotadas de video-EEG

¿Se han producido avances en el diagnóstico y tratamiento de la epilepsia en los últimos años?

Sí, claro que sí. El diagnóstico ha mejorado mucho con la introducción de unidades de epilepsia dotadas de video-EEG, que cada vez están más disponibles en nuestras ciudades. El desarrollo de la neuroimagen ha sido también determinante para el diagnóstico de las epilepsias que cursan con lesión estructural, a veces muy poco evidente con las técnicas de hace unos años. La genética ha ido produciendo medios diagnósticos cada vez más precisos y seguro que dará más en el futuro. También el reconocimiento de epilepsias de origen autoinmune ha sido muy importante en los últimos años, ya que ha permitido la introducción de estos tratamientos con muy buenos resultados.

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