Un grupo de científicos del Instituto de Salud Carlos III, que trabajan para la Red de Investigación en Enfermedades Tropicales (RICET) de este centro, han identificado unos biomarcadores que permiten observar cómo afecta la enfermedad de Chagas a los órganos del paciente (en cada persona la evolución es distinta) para determinar cuándo se debe instaurar el tratamiento, así como detectar las variaciones en la cantidad de anticuerpos presentes en la sangre del afectado, para comprobar si el tratamiento resulta eficaz o no.

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La enfermedad de Chagas es una patología originada por un parásito, el Trypanosoma cruzi, que es endémica de ciertas zonas de América del Sur, y se caracteriza por permanecer asintomática durante muchos años, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento. A largo plazo, puede ocasionar daños graves en el corazón y alteraciones en el aparato digestivo, entre otros trastornos. Afecta a alrededor de 15 millones de personas en el mundo y, en nuestro país, podría superar los 60.000 afectados porque emigrantes procedentes de América Latina pueden ser portadores del parásito y, además, las pacientes embarazadas lo transmiten a sus bebés.

Los nuevos biomarcadores permiten detectar el nivel de anticuerpos de la enfermedad, tanto para identificar a los pacientes susceptibles de recibir tratamiento, como para comprobar si los fármacos han conseguido su objetivo

El principal problema que plantea hasta ahora el manejo de esta enfermedad es que al médico le es imposible saber si en el momento del diagnóstico el parásito se encuentra latente o si ya está produciendo daños en los tejidos del paciente. Además, los fármacos que se emplean en la actualidad para tratar esta patología son tóxicos y presentan numerosos efectos secundarios, y el médico no dispone de mecanismos para averiguar si el tratamiento está resultando eficaz.

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Con los biomarcadores descubiertos gracias a la investigación de los científicos españoles, cuyos datos ya se han publicado en Clinical and Vaccine Inmunology y BMC Infectious Diseases, se puede detectar el nivel de anticuerpos de la enfermedad, tanto para identificar a los pacientes susceptibles de recibir tratamiento, para evitar administrar medicamentos a aquellos que no lo necesiten, como para comprobar si los fármacos han conseguido su objetivo y la enfermedad está remitiendo.

Ahora es preciso desarrollar un sistema que permita emplear estos biomarcadores en los pacientes y, mediante una sencilla analítica, determinar el nivel de anticuerpos que presenta su sangre, para seleccionar a los pacientes que precisen tratamiento, lo que contribuiría a minimizar los daños que produce la enfermedad de Chagas a largo plazo, disminuyendo también los costes sanitarios, además de frenar la propagación de esta patología y evitar su transmisión de madres a hijos.

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Actualizado: 13 de septiembre de 2016

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