El sueño de los bebés
Dormir, y mucho, es esencial para el correcto desarrollo físico y psicológico de tu bebé. Descubre cuántas horas necesitan dormir, si deben o no hacer siesta y algunos consejos para que aprendan rutinas de sueño.

El bebé ni duerme ni deja dormir, ¿qué hacemos?

Por: Alhelí Quintanilla

Periodista especializada en bienestar, embarazo e infancia

Actualizado: 9 de julio de 2025

Fiebre, hambre, calor, un pañal sucio… pueden hacer que el bebé se despierte por la noche. Esto es lo normal, lo que ya no es tan normal es que el bebé tenga dificultades para dormirse solo a partir de los seis meses, sufra frecuentes despertares nocturnos (de tres a quince veces sin que puede volver a dormirse sin ayuda), se despierte con cualquier ruido y duerma menos horas de lo que sería normal para su edad.

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Qué pueden hacer los padres ante el insomnio del bebé

Las consecuencias del insomnio infantil saltan a la vista: irritabilidad y nerviosismo, casi siempre acompañados de llanto, posibles problemas de crecimiento, excesiva dependencia de quien lo cuida, etcétera, a lo que hay que sumar los síntomas de unos padres que tampoco descansan bien: agotamiento, sentimiento de culpa, sensación de estar haciéndolo mal, discusiones de pareja. ¿Qué hacer entonces?

  • Reeducar el sueño bajo dos premisas: los padres han de mostrarse tranquilos, firmes y seguros de lo que hacen y siempre hacer lo mismo.
  • El bebé ha de asociar el sueño a una serie de elementos externos que permanezcan a su lado toda la noche: cuna, osito chupete…

Además, se puede:

  • Crear un rito alrededor de la acción de acostarse (cantar una canción, explicar un cuento, darle un masaje o un bañito, poner luz tenue), y hacerlo todo siempre en el mismo orden, pero no para que el niño se duerma, sino para que la asocie con un momento agradable antes de iniciar el sueño solo. Por supuesto, debéis evitar pantallas o luces intensas antes de dormir.
  • Establecer un horario estable: es fundamental intentar acostar al bebé siempre a la misma hora, sin dejar que se sobrepase (el sobrecansancio empeora el sueño). Igulamente, debéis despertarlo por la mañana también a una hora constante.
  • Los padres deben salir de la habitación antes de que el niño se duerma. Si llora, deben entrar con pequeños intervalos de tiempo para darle confianza, sin hacer nada para que se duerma o se calle, hasta que el niño concilie el sueño solo. Si el bebé solo duerme al pecho, en brazos o con mecedora, es preferible ir reduciendo poco a poco esas asociaciones, así como fomentar que relacione la cuna con el momento de dormirse. También se debe evitar acudir de inmediato ante cada queja, es mejor darle unos minutos para ver si se autorregula. A partir de los 6-8 meses, muchos bebés pueden volver a dormirse solos si se les da la oportunidad.

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El insomnio en bebés no es señal de que el niño tenga un problema de salud, sino de que necesita ayuda para desarrollar su capacidad de dormir de forma autónoma. Es un aprendizaje, y como tal, requiere acompañamiento, paciencia y coherencia.

El límite de los cinco años

Según los expertos, un niño que a los cinco años no ha superado su problema de insomnio tiene más posibilidades de padecer trastornos de sueño el resto de su vida que otro que duerma bien. Este umbral de los cinco años tiene base clínica, evolutiva y práctica:

A partir de los 5 años, la arquitectura del sueño de los niños se ha estabilizado casi por completo, asemejándose mucho a la del adulto. Además, el niño ha adquirido más autonomía para dormirse solo y regular su comportamiento sin depender tanto de rutinas impuestas por otros.

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Antes de esa edad, los despertares nocturnos y los problemas de conciliación del sueño son muy frecuentes y, en muchos casos, considerados variaciones normales del desarrollo, no necesariamente patológicos. De hecho, algunos estudios apuntan que hasta un 30-50% de los menores de 5 años presentan despertares nocturnos habituales sin que ello implique un trastorno formal.

A los cinco años, el niño ya es capaz de comprender instrucciones, anticipar rutinas y aplicar técnicas conductuales que forman parte del tratamiento del insomnio, como el refuerzo positivo o las técnicas de extinción gradual.

Por otro lado, antes de los cinco años, la intervención se basa casi exclusivamente en el acompañamiento familiar, ajuste de rutinas y educación del sueño. A partir de los cinco, si persiste el insomnio, se pueden considerar estrategias más estructuradas —como la terapia cognitivo-conductual para el insomnio infantil—, y descartar otras causas médicas, como ansiedad, TDAH o síndrome de piernas inquietas.

Creado: 3 de enero de 2011

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