El bótox combate el síndrome del primer mordisco

La toxina botulínica podría utilizarse para combatir el ‘síndrome del primer mordisco’, un trastorno que origina dolor en la parótida cuando el afectado comienza a masticar.
Bótox y síndrome primer mordisco

El bótox o toxina botulínica, una sustancia producida por la bacteria Clostridium botulinum, se emplea habitualmente para tratar problemas de espasticidad (resistencia que ofrece un músculo o grupo muscular a su estiramiento) pero, además, puede utilizarse para combatir el ‘síndrome del primer mordisco’, un trastorno que origina dolor en la parótida (dos glándulas salivares de gran tamaño, localizadas una a cada lado de la cara) cuando el afectado comienza a masticar.

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En el transcurso de la celebración, en Madrid, del 60 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial (SEORL-PCF), varios especialistas han destacado que el bótox puede servir para tratar el ‘síndrome del primer mordisco’, que cursa con un dolor en la glándula parótida, al principio de la masticación, produciendo también un exceso de secreción salival. Gracias a la toxina botulínica se consigue disminuir la producción de saliva de las glándulas salivales, y mejorar así la enfermedad.

La doctora Nuria Mir, del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Esperit Sant de Barcelona, ha explicado que el bótox presenta importantes ventajas frente a otras técnicas quirúrgicas, gracias a su fácil aplicación, que no resulta agresiva para el paciente, y a que sus efectos duran seis meses. Con esta infiltración, añade la experta, se puede mejorar la calidad de vida de las personas que sufren esta afección.

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Actualizado: 1 de agosto de 2017

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