Ejercicio y cardiopatías
El ejercicio programado y bajo control médico mejora el estado físico y psicológico de los pacientes con enfermedades cardíacas. Conoce las actividades más adecuadas y los beneficios que te pueden aportar.

Ejercicio y cardiopatías: claves a tener en cuenta y reconocimientos

Actualizado: 17 de febrero de 2023

El ejercicio aumenta las necesidades metabólicas, y las principales modificaciones que origina son el incremento del gasto cardíaco y del consumo de oxígeno, el aumento del retorno venoso, el incremento de la contractibilidad del miocardio y la disminución de las resistencias periféricas.

La patología cardiaca en cualquiera de sus cuatro formas básicas (coronaria, valvular, miocárdica o congénita) es capaz de alterar el intercambio de oxígeno (O2) y dióxido de carbono (CO2) durante la actividad física.

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El tratamiento de las diversas afecciones cardiacas ha variado sustancialmente en los últimos años, pasando de la imposición de reposo absoluto y prolongado en enfermedades como infarto de miocardio, a la prescripción de ejercicio físico precoz y de intensidad progresiva, aunque controlado médicamente.

En el caso de los niños, es preciso que se realice una valoración completa de la situación cardiovascular, con el fin de tener toda la información posible del estado del paciente.

Resulta difícil regular la participación de niños con cardiopatía congénita o adquirida en actividades deportivas, debido a las dificultades para cuantificar el esfuerzo miocárdico durante el ejercicio. Depende del tipo de actividad recreativa y del tipo de cardiopatía.

Paciente sometiéndose a un electrocardiograma

Reconocimientos médicos para detectar cardiopatías

Antes de realizar cualquier tipo de ejercicio físico, especialmente si se trata de entrenamientos para participar en deportes de competición, es aconsejable realizar un estudio de la historia personal y familiar del individuo, así como una exploración física que tenga como objetivo detectar las posibles lesiones cardiovasculares que podrían provocar la muerte súbita o la progresión de la enfermedad.

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Este reconocimiento médico es imprescindible en aquellas personas que practiquen una actividad física y deportiva (escolares, tercera edad, discapacitados) y en los participantes de otras actividades físico-deportivas no incluidas en deporte federado y deporte de competición nacional e internacional.

El reconocimiento cardiológico básico consiste en la valoración de los antecedentes patológicos personales y familiares y la actividad deportiva realizada, una exploración física, un electrocardiograma de reposo de 12 derivaciones y pruebas de esfuerzo. Este reconocimiento, que se realiza antes de iniciar un programa de actividad física, debe tener como meta la consecución de los siguientes objetivos:

  • Descubrir cualquier enfermedad, lesión o patología cardiaca, especialmente las que puedan constituir un riesgo vital para el deportista.
  • Determinar qué situaciones patológicas pueden suponer una contraindicación médica absoluta, temporal o definitiva, para la práctica de actividad física.
  • Evitar que los individuos que puedan correr riesgo participen en ciertos deportes peligrosos.
  • Averiguar la tolerancia del individuo al esfuerzo que va a realizar y su grado de adaptación al mismo.
  • Establecer una relación entre el médico y el paciente que permita aconsejar al paciente sobre temas de salud.
  • Cumplir con los requisitos legales y de seguridad para los programas deportivos organizados.

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Si se sospecha que existe una patología cardiaca subyacente se pueden realizar exploraciones complementarias para confirmar el diagnóstico. En el deporte de competición (tanto a nivel nacional como internacional) se debe realizar una prueba de esfuerzo con registro de ECG y un ecocardiograma Doppler.

Reconocimiento cardiológico previo a la actividad física

Cuando las personas afectadas por patologías cardiovasculares practican deportes de competición se puede incrementar su riesgo de muerte súbita, así como las posibilidades de que su enfermedad progrese. Es muy importante, por tanto, evaluar adecuadamente y de forma individualizada a cada paciente, y establecer una buena relación entre el médico y el enfermo, para que el paciente tenga confianza en los consejos que le puede proporcionar el facultativo.

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La evaluación debe basarse en las características propias del enfermo y de la anomalía que padece, en el tipo de deporte practicado, su grado de intensidad, el nivel de competición y la implicación del deportista.

En general, cuando existe una patología cardiaca conocida se debe realizar una detallada historia clínica, una valoración de los síntomas y una exploración física que incluya un ECG de reposo de 12 derivaciones. Es muy recomendable incluir en el protocolo de reconocimiento cardiológico una prueba de esfuerzo.

Niño con problemas de corazón

La ecocardiografía Doppler es de obligada realización en todas las enfermedades cardíacas congénitas.

Como pruebas destacan: la monitorización electrocardiográfica ambulatoria, el estudio isotópico con radionúclidos, la angiografía ventricular/cateterismo, la coronariografía, el estudio electrofisiológico, y otras menos comunes como la biopsia endomiocárdica.

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Cuando los pacientes son niños, es preciso realizar una valoración completa de su situación cardiovascular, con el fin de tener toda la información posible del estado del niño, y que incluye:

  • Historia clínica (antecedentes familiares de muerte súbita a edades tempranas o cardiopatía). Se deben buscar síntomas que hagan sospechar enfermedad cardiológico, como disnea, dolor torácico, síncope o casi síncope.
  • Examen físico completo, que debe incluir una buena auscultación cardiaca, toma de tensión arterial y palpación de pulsos femorales (bajo el pliegue inguinal, es decir, en la ingle).
  • Electrocardiograma.

Es importante tratar cada caso de manera individual y valorar, en cada paciente, la posibilidad de limitar su actividad física a la práctica de actividades recreativas o, por el contrario, extenderla al entrenamiento y la competición, pero estableciendo un protocolo de seguimiento que garantice la seguridad del paciente.

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Para establecer las diferentes recomendaciones es útil clasificar a los deportistas según:

  • Su carga (baja, media o alta) estática o dinámica.
  • Las actividades recreativas y de competición que practican, dividiéndolas en dos grupos: poco intensas e intensas.
  • Diferenciar las cardiopatías que padecen: benignas, leves, moderadas y severas a graves.

¿Pueden los niños con cardiopatías hacer ejercicio?

En general, en el niño con cardiopatía benigna no es necesaria la restricción de la actividad física ni el deporte de competición, siempre atendiendo a cada historia clínica y bajo la decisión del médico especialista.

Cardiopatías

En los niños con cardiopatías leves están permitidas las actividades recreativas y pueden realizar deportes de competición, poco o moderadamente intensos, teniendo en cuenta que hay que dejarles descansar si presentan signos de cansancio. La competición intensa solo se permitirá si, tras realizar un médico la prueba de esfuerzo a intensidad máxima, no se demuestra que exista peligro para el corazón.

Los niños con cardiopatías moderadas pueden correr riesgos si realizan ejercicios intensos, por lo que solo se deben permitir las actividades recreativas poco o moderadamente intensas si se demuestra, tras una prueba de esfuerzo, que no existen riesgos para su salud. Por lo tanto, se recomiendan deportes con una baja carga estática, y baja o media carga dinámica. El deporte de competición intenso y la actividad recreativa intensa están prohibidos.

En los pacientes con cardiopatía grave debe prohibirse la actividad recreativa intensa. Pueden practicar actividades recreativas de baja intensidad, y las actividades recreativas moderadamente intensas solo se permitirán si la prueba de esfuerzo (que se debe realizar con la regularidad fijada por el médico especialista), no muestra peligro. No deben practicar deportes de competición.

Los resultados de las exploraciones físicas y pruebas practicadas al deportista se deben recoger en un informe médico, que incluya el diagnóstico y las recomendaciones que se deriven de las observaciones efectuadas. Este informe se entregará al deportista, si es adulto, o a sus progenitores o tutor, en el caso de que se trate de un menor de edad.

Creado: 20 de octubre de 2010

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