Bursitis, cómo proteger tus articulaciones
Los deportistas y profesionales que someten sus articulaciones a movimientos muy repetitivos suelen sufrir la inflamación de las bursas. Conoce cómo prevenir este tipo de lesiones y cómo puedes aliviar su dolor.

Diagnóstico de la bursitis

Diagnóstico de la bursitis
Una radiografía puede ayudar a descartar daño óseo asociado a un diagnóstico de bursitis.
Dr. Tomás Fernández Jaén

Por: Dr. Tomás Fernández Jaén

Traumatólogo de la Unidad de Medicina y Traumatología del Deporte de la Clínica CEMTRO

Actualizado: 16 de julio de 2024

Para diagnosticar la bursitis el médico analizará el historial médico completo del paciente y realizará una exploración de la articulación dañada. Es importante diferenciar la bursitis de otras condiciones que pueden causar síntomas similares, como tendinitis, artritis, o lesiones musculares.

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En primer lugar, se pregunta al paciente sobre el dolor, su localización, intensidad, y cualquier factor que lo agrave o alivie. También se indaga sobre cualquier episodio previo de bursitis o condiciones médicas relacionadas. Asimismo, se revisan antecedentes médicos, incluyendo condiciones como artritis reumatoide, gota o infecciones previas. Y se investiga sobre actividades físicas recientes que puedan haber causado o exacerbado la bursitis, como deportes, trabajos manuales, o movimientos repetitivos.

En las regiones más superficiales, como el codo o la rótula, los signos inflamatorios son muy llamativos y el diagnóstico puede hacerse por exploración directa. Para ello, se observa la zona afectada para detectar signos de inflamación, hinchazón, enrojecimiento, o aumento de temperatura. Se palpa la zona afectada para identificar puntos de dolor específicos y evaluar la presencia de líquido en la bursa. Y se evalúa el rango de movimiento de la articulación cercana para determinar si hay limitaciones debido al dolor o la inflamación.

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En las regiones profundas como la cadera o la región del psoas pueden ser necesarios métodos de imagen para diagnosticarla, como una ecografía, que se usa para visualizar la bursa inflamada y detectar la presencia de líquido, o una resonancia magnética, que proporciona imágenes detalladas de los tejidos blandos, incluyendo la bursa, y es útil en casos complejos o crónicos. Las radiografías, aunque no muestran la bursa directamente, pueden ayudar a descartar la existencia de daño óseo asociado, como fracturas o artritis, o cuerpos extraños que hayan penetrado en la región en caso de traumatismos.

Siempre se debe aspirar y analizar el contenido líquido de la bursa para precisar mejor el diagnóstico de la bursitis, y para detectar infecciones (bursitis séptica) o cristales (gota).

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Creado: 3 de abril de 2013

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