Dra. Ana Molina

Médico especialista en dermatología, tricología y estética, autora de ‘Piel sana, piel bonita’
La medicina estética no siempre es necesaria o se hace bien. La dermatóloga Ana Molina nos desvela la rutina para tener una piel sana y bonita sin gastar de más, y cómo no dejarse deslumbrar por el marketing de algunos cosméticos.
Dra. Ana Molina
“Hasta en el 94% de las publicaciones en redes sociales sobre cuidado de la piel no hay un dermatólogo detrás, ni un profesional sanitario o un experto en el tema”

03/06/2022

Toda la piel de nuestro cuerpo pesa alrededor de unos 5 kg, mide nada menos que unos 2 m² y es nuestra capa protectora frente a los agentes externos y con la que interactuamos en gran número de ocasiones, por eso es tan importante cuidar nuestro lienzo más allá de por motivos estéticos. Y es que, según explica la Dra. Ana Molina, médico especialista en dermatología, tricología (pelo) y estética, dermatóloga en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid y autora de Piel sana, piel bonita (Paidós), lo que más influye a la hora de percibir la belleza de una persona no son las arrugas, los volúmenes asimétricos ni los rasgos típicos, sino la calidad de la piel, que se traduce en tener una superficie luminosa, con textura agradable y sin manchas. Pero ahora seguro que estás pensando que conseguir una piel de porcelana con cosméticos, tratamientos estéticos como láser para las manchas, ácido hialurónico o toxina botulínica contra las arrugas, o muchos otros, debe costar un riñón, pero nada más lejos de la realidad. La Dra. Molina, que divulga sus conocimientos en su cuenta de Instagram @dr.anamolina, nos explica que “solo una tercera parte del envejecimiento de la piel está relacionado con el paso del tiempo”, por eso, retrasar el envejecimiento está en gran parte en nuestra mano y depende de siete factores claves para la piel. ¿Quieres conocerlos? Sigue leyendo y descubrirás una guía para conseguir una piel espectacular, sin mucho esfuerzo y con poco gasto.

PUBLICIDAD


La piel es el órgano más grande del cuerpo, sin embargo, casi todo lo relacionado con la dermatología estética se ha tachado de ser frívolo y superficial, y que tiende a esconderse o a llevarse más en secreto. ¿Qué opinas al respecto?

Dra. Ana Molina, autora de ‘Piel sana, piel bonita’

El libro se titula ‘Piel sana, piel bonita’ para transmitir el mensaje de la salud, de que cuando contemplamos una piel bonita es porque detrás hay salud. Aunque pueda parecer un título muy simple, está elegido así porque queríamos dejar ese mensaje claro, que la salud tiene un gran impacto en la belleza. Para conseguir esa salud en la piel muchas técnicas de medicina estética que a priori pueden parecer banales o lo que tú has dicho, muy frívolas, pero que tienen un impacto importante. Con la piel está pasando un poco lo que pasó en su día con la odontología, que muchas veces hablábamos de tener una sonrisa bonita y solo se planteaba como un tema estético, pero hoy entendemos que unos dientes bonitos también constituyen una boca sana y lo mismo ocurre con la piel.

PUBLICIDAD

Muchas técnicas estéticas, como los láseres para quitar arrugas o manchas, a veces nos ayudan incluso en la prevención del cáncer de piel, o determinados tratamientos estéticos, como los retinoides, que previenen muchos temas de salud, la toxina botulínica ayuda a modular expresiones faciales y se están haciendo estudios sobre su potencial contra la depresión, pues parece ser que aplicando bótox en el tercio superior de la cara para quitar las arrugas de la frente también podría estar relacionado con menos riesgo de este trastorno. Muchas veces la medicina estética tiene muchos componentes de salud que es importante que no queden en el olvido.

Y, ¿qué se necesita para conseguir esa piel sana y bonita de la que hablas en tu libro? ¿Es necesario invertir una gran cantidad de dinero?

PUBLICIDAD

Lo primero que hay que entender muy bien es el concepto coste-oportunidad, porque muchas veces la gente está perdida con la medicina estética, los tratamientos pueden costar lo mismo que dos cremas, yo he visto gente que compra cremas de 900 euros o de 200 euros, o que se gasta mucho dinero en nutricosmética. Entonces muchas veces sumar lo que cuesta un nutricosmético, como los complementos de colágeno para pelo y uñas, con un sérum antioxidante, puede hacer que el resultado sea bastante dinero, el mismo o incluso más de lo que costaría un láser para quitar las manchas, y el láser va a ser mucho más eficaz.

Hay que saber que los tratamientos estéticos no son caros, una cosa es la cirugía estética y otra es la medicina estética, que son procedimientos mínimamente invasivos, rápidos, que se pueden hacer muchas veces en la hora de comer, como digo yo, y que nos permiten un rejuvenecimiento importante y que tiene un impacto en la salud y aspecto de la piel muy claro.

PUBLICIDAD

Dentro de los tratamientos estéticos, el lugar por donde empezar siempre es por la calidad de la piel, se ha demostrado que dejando una piel sin manchas, luminosa, bonita, sin venas dilatas, se obtiene un impacto en la belleza mucho mayor que borrar arrugas con toxina botulínica o hacerse un lifting para la flacidez, por ejemplo. Un tratamiento láser con un dermatólogo para borrar manchas no es un tratamiento excesivamente caro, por ejemplo, un tratamiento con luz pulsada cuesta alrededor de los 200-300 euros y va a merecer la pena por encima de cualquier otra cosa. Yo empezaría la casa por los cimientos, y esto consiste en mejorar la piel que es lo que más impacto tiene en la percepción de la belleza vista desde los demás.

Parece que hay un miedo generalizado a envejecer y a que salgan las primeras arrugas. Sin embargo, en tu libro dices que solo una tercera parte del envejecimiento de la piel está relacionado con el paso del tiempo. Entonces, el resto ¿a qué se debe?

PUBLICIDAD

Ese es uno de los mensajes más importantes de mi libro. Hay que entender que somos genoma más exposoma y que de toda la vida hemos pensado que nos tenemos que resignar a envejecer porque está escrito en nuestros genes y que no hay nada que hacer. Pero ahora sabemos que el genoma es una pequeña parte del envejecimiento, el paso de los años, pero que lo más importante es el exposoma, es decir, todos los factores a los que estamos expuestos y que tienen un gran impacto en la salud de la piel y del envejecimiento, y lo más importante de todo es que ¡los podemos modificar!

Ilustración del cuidado de la piel

Concretamente son siete factores, la radiación solar, la contaminación, el tabaco, la alimentación –sobre todo el azúcar que nos envejece mucho–, el calor, el estrés y los cosméticos. Saber que se pueden modificar nos hace tener un gran poder. Si tomo medidas contra el sol estrictamente tendré una cara fotoprotegida y súper saludable, también tendré que evitar la contaminación y si no se pudiese, haría una buena limpieza por la noche cuando volviese a casa para retirar todas esas partículas de polución que se han quedado en mi piel. También se puede evitar fumar o tomar azúcar añadido y modificar mi dieta para incluir una gran cantidad de antioxidantes procedentes de frutas y verduras.

PUBLICIDAD

En conclusión, todo esto es un mensaje positivo y no hay que identificar la belleza con juventud, sino belleza con salud, porque hay mucha gente espectacular con unas pieles maravillosas con 90 años.

Rutina básica para tener una piel sana

Muchos de los tratamientos se utilizan para prevenir las arrugas y el envejecimiento, pero ¿cuándo se debe empezar con ellos para conseguirlo?

Es muy importante dejarse aconsejar por los profesionales de la materia, porque hay gente que con 28 años puede tener una piel de 40. Una cosa es la edad cronológica de tu piel y otra cosa es la edad biológica. Hay quien no se ha cuidado nada durante los 20 primeros años de vida ha tomado muchísimo el sol y tiene una piel mucho más envejecida y con más arrugas de expresión que una de 40 que se ha cuidado. Por tanto, yo diría que hay que individualizar cada caso, aunque es verdad que con tratamientos como la toxina botulínica vamos cada vez más hacia la prevención. Antes se administraba en personas de 50 o 60 años, y ahora se lo pone cada vez gente más joven porque hemos visto que si empiezas antes, poniendo menos cantidad haces que esa arruga nunca se llegue a marcar, con lo cual en el futuro no vas a necesitar grandes cantidades.

En conclusión, diría que hay que empezar cuando esas arrugas se empiezan a marcar de forma estática, es decir, no solo se marca cuando haces el gesto, sino cuando también empieza a marcarse en la piel aunque no se haga ningún movimiento.

Y en casa y de manera simple, ¿cómo sería una rutina básica para conseguir prevenir el envejecimiento y lograr una piel sana?

Lo primero que hay que saber es que la mejor rutina para nuestra piel es la que podamos cumplir. Si te propones cumplir una rutina de 10 pasos, no va a ser sostenible a largo plazo, además de que no es necesario. Si te fijas, a la mayoría de los dermatólogos si les preguntas por sus rutinas cosméticas, yo la primera, te dicen normalmente rutinas muy minimalistas basadas en productos que han demostrado eficacia. Estos productos son cuatro contados con la mano: hidratación, antioxidantes, retinoides e hidroxiácidos, que estamos hartos de escucharlos, y luego ya lo que hay que ver es cómo estructurarlos en una rutina. La mayoría de artículos que hablan de rutinas cosméticas todos se ponen de acuerdo en recomendar una rutina en cuatro pasos, que es limpieza, hidratación, fotoprotección y transformación.

La limpieza es súper sencilla, hay que hacerla por la mañana y por la noche. Por la mañana será una limpieza más ligera, y por la noche, si nos hemos maquillado y acumulado mucha porquería de la contaminación, habrá que hacer una doble limpieza, primero para quitar los residuos de la contaminación o grasa, y luego una limpieza con agua. La hidratación por la mañana debe ser con antioxidantes, como vitamina C o ácido ferúlico, en formato sérum o crema, un buen fotoprotector 50 SPF+, que se use durante todo el año y que tenga protección también frente a ultravioleta A (UVA) e infrarrojos invisibles, que no se quede solo en ultravioleta B (UVB) que es lo que indica el SPF.

Por último, habrá que hacer una buena transformación por la noche, ayudando a nuestra piel con hidroxiácidos, retinoides… Toda esta rutina que puede parecer mucho, la puedes cumplir con tan solo dos productos. Por ejemplo, si por la mañana te lavas la cara y te limpias la piel y después aplicas un fotoprotector que tenga agentes hidratantes y antioxidantes, ya tienes en un solo paso todo. Y luego por la noche vuelves a limpiar la piel y utilizas una crema que también tenga hidratación, pero que además tenga hidroxiácidos y retinoides estarías totalmente cubierto.

Causas del auge de la medicina estética ¿nos influyen las redes sociales?

En los últimos años ha aumentado considerablemente la demanda de medicina estética. ¿A qué crees que se debe? ¿Relacionarías ese auge con el altavoz de las redes sociales?

En esto influyen muchísimos factores. Las redes sociales la han desmitificado un poco, hay mucha gente en ellas y en medios convencionales contando los tratamientos estéticos que se hacen de manera abierta, y eso los hace más visibles. Por otro lado, el boom de la medicina estética también se debe a que son tratamientos mínimamente invasivos, que muchas veces no necesitan anestesia, que se hacen rápido, con resultados inmediatos, que tienen unos precios más o menos asequibles –entorno a los 200-300 euros–, que no es como una cirugía que empieza en los miles.

Sobre todo yo destacaría que la gente ve que son muy efectivos, por ejemplo, la toxina botulínica que es el tratamiento más valorado, los pacientes le ponen un nueve de nota media, una nota que no obtiene casi ningún tratamiento en consulta. Entonces un tratamiento al que el paciente va y paga 300 o 400 euros y se ve sin arrugas, se ve mucho mejor en tan solo unos días, suele mejorar su estado de ánimo y eso es increíble. Efectivamente hay una auténtica revolución de la medicina estética, es verdad que por un lado es bueno, dicen que en el futuro no habrá caras sin pinchar, es decir, no vamos a ver caras con arrugas, y que no se va a poder diferenciar entre lo natural con lo que venimos de fábrica, o lo que está retocado.

“Mejorar la piel es lo que más impacto tiene en la percepción de la belleza vista desde los demás”

Pero también hay que dar un mensaje de prudencia, a veces se ve a pacientes demasiado jóvenes en los que los tratamientos no son necesarios, y también tienen una cara B, pues no están exentos de riesgos y tienen su parte mala, pues pueden causar adicción, pueden causar el efecto contrario, envejeciendo y causando la cara de almohada que causa el exceso de ácido hialurónico, y esto al final no potencia la belleza, sino que acaba con ella.

Entonces, ¿se podría decir que las caras alienizadas que tienen una expresión extraña es por un mal uso de la medicina estética?

Por ejemplo, la toxina botulínica lo que hace es suavizar las expresiones, no paralizar. Si tu ves a una persona completamente paralizada, con sus músculos faciales sin poder moverlos, es porque ese producto no se ha aplicado de una manera correcta, y lo mismo ocurre con el ácido hialurónico, si ves caras muy muy hinchadas, las caras de almohada que vemos en la gente más mayor o lo que tú has dicho muy bien, las caras alienizadas o de alien que vemos en gente más joven, indica que hay un exceso de producto brutal, que no ha habido moderación, y ahí viene el problema, que la gente no sabe parar.

“No hay que identificar la belleza con juventud, sino belleza con salud, porque hay mucha gente espectacular con unas pieles maravillosas con 90 años”

Pero también es algo que pasa entre nosotros los dermatólogos, se ha visto que cuando llega un paciente que está muy pasado de tratamientos estéticos lo mejor es esperar 30 minutos entre los tratamientos porque el propio profesional puede perder las referencias de lo que es normal. Hay que estar muy bien centrado para entender que menos es más y que los tratamientos estéticos nos ayudan, pero con prudencia.

El auge de la medicina estética también ha hecho que proliferen grandes cantidades de perfiles en Instagram que divulgan conocimientos sobre la piel, aunque no siempre de manos de dermatólogos. ¿Crees que es una buena manera de informarse? ¿Cómo podemos saber de qué perfiles fiarnos y de cuáles no?

Esta es muy buena pregunta y diría que es la pregunta del millón. Existe una infoxicación brutal en las redes sociales, y hay mucho marketing detrás. Esto preocupa tanto que ha sido publicado en estudios científicos publicados por la Academia Americana de Dermatología donde estudian quién hay detrás del contenido que se publica, y han visto que hasta en el 94% de las publicaciones en redes sociales sobre cuidado de la piel no hay un dermatólogo detrás, ni un profesional sanitario o un experto en el tema. Esto es un problema, y se está hablando mucho de ello, lo que ha hecho que muchos dermatólogos se hayan lanzado a publicar contenido –también como estrategia de marketing para sus propias consultas, por atraer pacientes–. Al final esto es positivo porque se da una mejor información a las personas y es bueno que los profesionales también sean influsciences, como les llamo yo, que son influencers, pero con un perfil más técnico o científico que divulga los conocimientos con un rigor científico. Esto permite acercar esa medicina de los congresos, de los papers, de los artículos científicos que solo entendemos nosotros, a un lenguaje más sencillo que pueda entender el público general.

“La mejor rutina para nuestra piel es la que podamos cumplir”

Para poder diferenciar el perfil, no siempre es fácil. Yo, por ejemplo, ahora estoy colaborando con la Academia Española de Dermatología en la parte de comunicación, y no siempre es sencillo, porque ves muchos perfiles de médicos que no son dermatólogos, que simplemente han hecho un curso y ya ponen especialista en dermatología. Todavía no hay una regulación en redes sociales que te exija especificar la vía por la que se es dermatólogo. Creo que en el futuro lo lograremos y cada vez habrá más perfiles específicos y será más fácil.

El dudoso marketing detrás de los productos cosméticos

El retinol está de moda, pero por lo que tengo entendido, hay varios tipos y no siempre lo que se vende como retinol lo es, nos puedes explicar qué es este activo, qué nos puede aportar y cómo saber cuál comprar.

El retinol es un componente antiedad que renueva la superficie de la piel y mejora la apariencia de las manchas. Es un derivado de la vitamina A, que tiene muchos derivados, lo que llamamos grupo de los retinoides. Está el retinol, el más conocido en cosmética y en belleza, pero, por ejemplo, en otros aspectos de la piel y la dermatología utilizamos más otros como la tretinoina o incluso la isotretinoina, un retinoide que se toma por vía oral para el tratamiento del acné. La familia de los retinoides es grandísima, por lo que desde un punto de formulación cosmética, uno de los que mejor se tolera a largo plazo y que es más versátil es el retinol, de ahí que sea el más popular y el que más se usa.

“Los dermatólogos te dicen normalmente rutinas muy minimalistas basadas en cuatro productos que han demostrado eficacia: hidratación, antioxidantes, retinoides e hidroxiácidos”

También es cierto que el retinol es un principio activo que necesita unas condiciones específicas para su formulación, no basta solo con la concentración de retinol, sino que tiene que estar en una fórmula adecuada, por ejemplo, se absorbe mejor si está en una fórmula más grasa, lipofílica que decimos. El problema es que como ha venido el boom del retinol muchísimas marcas lo incluyen en sus productos, pero la pregunta es ¿cuánto? Esto confunde al consumidor y hace que le cueste mucho encontrar un producto efectivo.

No sabemos leer etiquetas, porque es muy complejo y me cuesta hasta a mí, entonces solo nos fiamos de la parte delantera del producto, de las reivindicaciones cosméticas. Entonces si ahí te pone retinol o crema antiarrugas, y luego le das la vuelta y el retinol aparece al final de la lista –porque el listado de ingredientes viene ordenado por cantidad de mayor a menor– no sirve de nada. Además, el cómo funcione ese retinol también depende de cómo se haya formulado la crema, por eso no es fácil y es importante confiar en productos que nos recomienden dermatólogos. Ellos van a saber qué productos están bien formulados, cuáles tienen la composición adecuada, cuáles no te van a irritar, te dará indicaciones de cuándo usarlo.

“A veces se ve a pacientes demasiado jóvenes en los que los tratamientos no son necesarios, pues no están exentos de riesgos y pueden causar adicción”

Ya que hemos mencionado el marketing de los productos cosméticos, ¿cuáles son los reclamos publicitarios más comunes y con cuáles tenemos que tener especial cuidado?

Son infinitos, pero uno de los más comunes es utilizar anglicismos o las palabras mágicas como efecto láser, efecto bótox… Los milagros a Lourdes, se vienen arriba con los reclamos en general porque ninguna crema va a tener un efecto similar al láser ni al bótox. Pero también están los casos totalmente contrarios a este marketing de la ilusión, que se trata del marketing del miedo, que se muestra con reclamos del tipo: sin parabenos, sin sulfatos, sin siliconas, sin tóxicos… como demonizando ingredientes cuando todos los ingredientes que existen en cosmética están reguladísimos por la Agencia Española del Medicamento y que son completamente seguros y se pueden usar con toda tranquilidad.

Ahora también se ha puesto muy de moda el reclamo de los dermatólogos, incluyendo esta palabra en todo. Como ‘9 de cada 10 dermatólogos lo recomiendan’, ‘recomendado por dermatólogos’. Claro, casi todos los productos cosméticos se han probado por dermatólogos, en el sentido que se han hecho pruebas para ver si son seguros. Pero una cosa es que se haya probado la seguridad y tolerancia, y otra cosa distinta es que se haya probado su eficacia, que un dermatólogo haya hecho estudios científicos para comprobar que efectivamente mejoran determinados parámetros de la piel, como la elasticidad o la firmeza. Eso es otro problema que nos encontramos en marketing.

“Los cosméticos anticelulitis suavizan levemente la superficie de la piel, pero de ahí a que puedan mejorar la celulitis, absolutamente nada”

También me viene a la mente el tema del tiempo, son muchos los productos que indican “resultados visibles en 7 días”. ¡A ver alma de cántaro! Si la capa más externa de la piel tarda 30 días en renovarse, que es como la menstruación, pues entonces mínimo vas a tardar un mes en ver algún resultado. Pero es que encima los resultados de verdad normalmente se empiezan a notar a los seis meses. Las capas de la piel dan mucho juego en el marketing, muchos indican que “atraviesan las 10 capas de la piel”, pero claro la piel tiene tres capas –la epidermis, la dermis y la hipodermis–. Sí que es verdad que la epidermis, que es la más externa, tiene a su vez muchas capas de células, pero son muy finitas. Que te digan que atraviesan 10 capas de la piel no te está diciendo más que atraviesa mínimamente la parte más superficial, pero claro te lo venden así y parece que llega hasta el coxis.

Toda esta ‘manipulación’ se puede observar durante todo el año, pero es impresionante como con la llegada del calor aumenta la publicidad de productos contra la celulitis. ¿Son realmente efectivos?

Si hemos dicho que la mayoría de cosméticos no consiguen atravesar ni la primera capa de la piel, imagínate para llegar a la hipodermis, que es la capa de grasa más profunda que es donde se forma la celulitis. Ahí ya te digo yo que con un cosmético no vas a lograr absolutamente nada. Lo que sí que consiguen los cosméticos anticelulitis es suavizar levemente la superficie de la piel y que se vea más suave, pero de ahí a que pueda mejorar la celulitis, absolutamente nada.

Consejos básicos para cuidar el cabello

Esto es lo mismo que ocurre con los champús y lociones que prometen hacer que crezca el pelo.

Efectivamente, estos productos están tan poco tiempo en el cuero cabelludo que no les da tiempo a eso. A los champús anticaída deberían cambiarles el nombre por champús voluminizadores, que es una realidad y es lo que hacen, porque no les da tiempo a influir en la caída del cabello para nada. Estos champús suelen tener sustancias espesantes en la fórmula que engrosan un poco el cabello y les dan más volumen, lo que hace que parezca que tienes más pelo. Es un efecto óptico que es muy válido, pero vendido con ese nombre y no con el de anticaída.

“A los champús anticaída deberían cambiarles el nombre por champús voluminizadores, que es una realidad y es lo que hacen, porque no les da tiempo a influir en la caída del cabello para nada”

Luego para tener un verdadero efecto anticaída, los dermatólogos pondremos tratamientos en consulta, como minoxidil o determinados medicamentos que sí tienen un impacto en este problema capilar.

Haciendo una analogía entre el cuidado básico de la piel y el del pelo, ¿cuáles son los consejos más básicos para conseguir una melena sana y bonita?

Limpieza, hidratación y protección, quizás en el cabello ya no diría transformación, porque al final la transformación lo que hace es ayudar a que se regenere la piel y lo que vemos del pelo es el tallo piloso, que son células cargadas de queratina pero que están muertas, la parte viva está enterrada. Entonces podríamos decir que hay que hacer una buena limpieza del pelo, con productos específicos que no lo resequen en exceso, luego hacer una buena hidratación para ver un pelo que esté suave, bonito y brillante. Para ello, hay que engrasarlo, sobre todo en la parte distal, con productos como suavizantes, sérums para puntas o con lo que queramos. Esa grasita que aportamos va a ayudar a que las células de la cutícula, que son las más externas del tallo piloso y que son como las tejas de un tejado, reflejen la luz de forma más uniforme y se vea más brillante.

En cuanto a la protección del pelo, a veces se nos olvida esta parte, y hay que protegerlo de los factores ambientales, sobre todo del sol. El sol en el pelo daña la queratina y la melanina, es decir, altera la estructura del cabello y lo pone áspero, y además cambia su color hacia más claro. Ese pelo surfero del final de verano que a todos nos gusta mucho, al final es un pelo dañado y seco que ha perdido el color y la estructura. Entonces es clave utilizar un buen fotoprotector capilar que nos proteja del calor y del sol, con filtros, y sumarlo al uso de gorras o sombreros.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD