Magda Carlas

Autora de 'La dieta puede esperar', experta en Medicina, Nutrición y Ciencias de los alimentos de la Clínica Eugin
La experta en nutrición Magda Carlas nos explica cómo conseguir adelgazar y mantener un peso saludable a largo plazo sin hacer dieta, para lo que es imprescindible cambiar los hábitos nutricionales y evitar el sedentarismo.
 Entrevista a Magda Carlas
“A medio y largo plazo todas las personas que hacen dieta vuelven a su peso original. ¿Por qué? Porque no han cambiado su forma de vivir en torno a la comida”

24/10/2019

Cambiar los hábitos nutricionales inadecuados, pero también dejar de llevar un estilo de vida excesivamente sedentario, son las claves imprescindibles para adelgazar o mantener un peso saludable a largo plazo, afirma Magda Carlas, licenciada en Medicina y Cirugía, miembro de la Academia Catalana de Gastronomía y Nutrición, colaboradora habitual de medios como La Vanguardia o Rac1, y autora de varios libros sobre nutrición. El último, La dieta pueda esperar (Libros Cúpula, 2019), es un sencillo y gráfico manual para perder peso sin recurrir a las muy anunciadas y promocionadas dietas milagro. “Las dietas son un arma que uno tiene para bajar peso, pero una cosa es bajar peso transitoriamente y otra distinta adelgazar o estar en un buen peso”, aclara esta experta en Medicina, Nutrición y Ciencias de los alimentos, que destaca la diferencia entre las dietas pensadas para el público general, y las estrategias de adelgazamiento, que constituyen un “proceso personal en el que cada persona debe analizar lo que hace, cuáles son sus hábitos y, a partir de ahí, ir cambiando cosas”. Sobre este cambio en nuestra relación con la comida en particular, y con el entorno en general (“Nos hemos vuelto animales sedentarios”), nos habla largo y tendido, porque ahí está la clave para prevenir el sobrepeso y la obesidad.

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Libro: la dieta puede esperar

“Hay que reconocerlo: el problema del sobrepeso nos sobrepasa”. Con esa frase arranca tu libro y a mí me gustaría preguntarte cómo hemos llegado a este punto en el que estamos sobrepasado por el sobrepeso.

Ya me gustaría a mí poderte contestar con exactitud (risas). Desde mi punto de vista es una mezcla de varios factores. Por un lado, una excesiva sedentarización de nuestra vida en apenas unas décadas. De repente tenemos ascensores, escaleras mecánicas, vamos en patinete hasta a hacer pis… No nos movemos. Por otro, la existencia de un amplio abanico de alimentos ultraprocesados que hace medio siglo no existían. Y, por último, la presencia de una especie de ansiedad y estrés vital en la sociedad que muchas veces tratamos de compensar erróneamente con comida.

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Pero, en definitiva, creo que ha habido una tecnificación tan grande de nuestras vidas que ha superado por completo a nuestro metabolismo. Es decir, nuestro cuerpo no se ha podido adaptar en tan poco tiempo a los cambios de estilo de vida que han tenido lugar en muy pocas décadas: eso nos ha engordado.

Pero la tecnificación también ha traído cosas buenas, ¿no?

Por supuesto. Hoy puede nacer y sobrevivir un niño con intolerancia a la leche, porque se elabora una específica para él; o podemos ver como todos los pueblos en los países desarrollados tienen acceso a la comida; eso es innegable. Pero también lo es que la tecnificación ha cambiado nuestra forma de vida. Hace cien años el 80% de la población vivía de lo agrario, tenía trabajos más activos, se movía andando… Hoy trabajamos sentados, vamos motorizados a todos sitios. Solo piensa cómo era lavar una sábana en los años 30 y cómo es ahora. Es un cambio tan radical que nuestro cuerpo aún no se ha adaptado a ello. Nos hemos vuelto animales sedentarios.

Nuestro cuerpo no se ha podido adaptar a los cambios de estilo de vida que han tenido lugar en muy pocas décadas, y eso nos ha engordado

¿Cómo es posible que la era de la humanidad en la que más acceso a información tenemos sea precisamente en la que mayores tasas de obesidad tenemos?

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Es que tenemos tanta información, estamos tan sobreestimulados por tantas cosas, que al final filtramos la información en función de nuestro tiempo y de nuestros intereses. Y muchas veces disponemos de tanta información que hasta eso nos produce confusión. A eso hay que añadir que los efectos de comer mal en nuestra salud no se ven de forma inmediata, de un día para otro. Así que, como no duele y es algo a largo plazo, tendemos a centrar nuestro interés en otros estímulos más cortoplacistas. Vamos tirando.

El problema es que muchas veces confundimos no tener enfermedad con estar sanos. Y no es lo mismo.

Es obvio que entre esa información se cuela mucha desinformación e información sesgada con intereses. En la introducción del libro dices que se han tomado medidas para que la industria alimentaria rebaje las dosis de azúcar y grasa de los alimentos. Esas medidas, sin embargo, ¿no te parecen irrisorias?

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Están bien porque son los primeros pasos, pero sí, son irrisorias. Yo, de todas formas, siempre digo una cosa: la industria alimentaria no es una ONG. Ella tiene que vender sus productos. Y aunque tiene una misión importante, que es alimentar a las personas, al final es uno mismo el que debe cuidarse, porque la industria alimentaria no lo va a hacer. Uno tiene la obligación de leer las etiquetas, de saber qué está comiendo, de elegir entre varios productos el más saludable… Así que no esperemos que la industria alimentaria elabore alimentos sanos para nosotros, porque no es su misión.

No esperemos que la industria alimentaria elabore alimentos sanos para nosotros, porque no es su misión

¿Qué otras medidas tomaría Magda Carlas si tuviese la oportunidad de ordenarlas?

De entrada, introduciría formación a los niños de primaria con una asignatura de temas de salud general, en la que podríamos incluir la alimentación. Por otro lado, obligaría a que los alimentos sanos tuviesen un precio asequible para que cualquier familia pudiese acceder a ellos, ya que no hay que olvidar que vivimos en un país con tasas de pobreza elevadas.

Mujer haciendo dieta

También creo que el packaging de los productos alimentarios debería informar con veracidad. Y, por último, prohibiría cierta publicidad que me parece una vergüenza, sobre todo cuando está destinada a niños. Sería mucho más taxativa con este tema.

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Hay vida más allá de las dietas

Como bien explicas en el libro, la pandemia de sobrepeso y obesidad da lugar a la aparición y difusión (en libros y por parte de los medios de comunicación) de cientos y cientos de dietas milagro. ¿Son fiables estas dietas para seguir sus recomendaciones?

Las dietas son un arma que uno tiene para bajar peso, pero una cosa es bajar peso transitoriamente, y otra distinta adelgazar o estar en un buen peso. Porque una dieta se vende para todo tipo de personas, pero adelgazar es un proceso personal en el que cada persona debe analizar lo que hace, cuáles son sus hábitos y, a partir de ahí, ir cambiando cosas. Que igual decides hacer una dieta por el medio, pues bien, pero eso no te va a hacer adelgazar, solo te va a hacer perder peso en un determinado momento.

Adelgazar es un proceso personal en el que cada persona debe analizar lo que hace, cuáles son sus hábitos y, a partir de ahí, ir cambiando cosas

Ya lo dicen los estudios: a medio y largo plazo todas las personas que hacen dieta vuelven a su peso original. ¿Por qué? Porque no han cambiado su forma de vivir en torno a la comida. Eso es lo complicado. Y luego hay que tener clara otra cosa: no todo el mundo tiene que estar delgado; eso es una falacia. Simplemente hay que estar en un peso sano.

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¿Y qué riesgos para la salud puede traer asociados el seguir una dieta sin base científica?

Muchos. Primero puedes tener un rebote de calorías que te engorde más de lo que has adelgazado cuando dejes la dieta. Pero luego puede haber carencias a nivel de vitaminas y otros nutrientes que no tomamos en una dieta en concreto, algo que puede ser particularmente grave en las personas con determinados problemas de salud. Hay que ir con mucho cuidado. Y, por último, no hay que olvidar que la dieta es muchas veces el paso previo a una alteración del comportamiento alimentario, especialmente entre la gente joven.

Estas dietas suelen ser tendencia en revistas y secciones de belleza, fitness, moda… ¿Nos cuesta entender que el sobrepeso y la obesidad son un problema de salud, y no tanto una cuestión estética?

Ya se va sabiendo, aunque sigue habiendo gente que tiene un buen peso y sigue dale que te dale con dietas para tener una buena estética. Pero en fin, la obesidad y el sobrepeso son un tema de salud, ya que el exceso de grasas en el cuerpo tiene efectos sobre el funcionamiento del sistema cardiovascular, provocando más diabetes tipo 2, más arterioesclerosis, más posibilidades de sufrir un infarto de miocardio… Este es el verdadero problema del sobrepeso.

La dieta es muchas veces el paso previo a una alteración del comportamiento alimentario, especialmente entre la gente joven

De todas formas, la nutrición es un tema en el que vamos de extremo a extremo: desde el pasota, a las personas que no paran de hacer dietas para estar físicamente perfectos desde su punto de vista.

El título de tu libro, 'La dieta puede esperar', se puede interpretar de dos formas. Por un lado, que la dieta puede esperar porque la obesidad no depende únicamente de lo que comemos, sino de otros factores. Estos problemas de salud, ¿necesitan menos dietas y más abordajes multifactoriales?

Por supuesto. Lo primero que hay que hacer antes de empezar una de esas dietas estúpidas es revisar nuestra vida, nuestros hábitos. Eso es lo imprescindible para adelgazar. Pero claro, si quiero perder diez kilos en un mes, pues haré tonterías…

Revisar los hábitos inadecuados

La segunda interpretación del título es que muchas veces revisar nuestros hábitos dietéticos puede ser más sencillo y eficiente que hacer una dieta. Por tu experiencia, ¿en qué hábitos dirías que solemos fallar más?

Las cantidades, por ejemplo. Uno puede estar comiendo sano, pero en demasiada cantidad. También los horarios irregulares. Solemos cenar siempre mal y tarde. Otro mal hábito son los atracones de fin de semana. No sirve de nada comer bien de lunes a jueves, si de viernes a domingo no cuidamos nada nuestra alimentación. También tiramos mucho de comida cuando estamos nerviosos o estresados, picamos todo el rato. Hay mil cosas para revisar, como por ejemplo la bebida, porque a veces solo tenemos en cuenta los sólidos que ingerimos.

Hay que revisar las cantidades. Uno puede estar comiendo sano, pero en demasiada cantidad

Entre esa revisión de hábitos acabas de comentar los horarios de nuestras comidas, pero luego dedicas un capítulo especial a la cena. “La cena es la clave”, arranca. ¿Por qué es tan importante la cena?

Es fundamental, porque después de cenar nos vamos a dormir y hacemos un gasto mínimo de calorías, de forma que si nos damos un banquete la digestión va a ser peor. Hay que cuidar las cenas porque llegamos con el hambre acumulado de todo el día, y encima tienen lugar cuando llegamos a casa y nos relajamos, lo que propicia que comamos peor.

Ya que hemos hablado de horarios y cenas, no sé si podrías darme tres o cuatro consejos para mejorar estos hábitos.

En primer lugar, procurar comer algo cada cuatro o cinco horas como máximo, de forma que comeremos algo a media mañana y a media tarde, lo que es básico, ya que el estómago nunca debe notarse ni vacío ni demasiado lleno. Procurar cenar antes de las 21:00-21:30 horas, sin salir de la mesa con la sensación de “ya no puedo más”.

No sirve de nada comer bien de lunes a jueves, si de viernes a domingo no cuidamos nada nuestra alimentación

Por supuesto, hay que cuidar la condimentación, que con eso también nos pasamos mucho. Y, por último, tenemos que comer despacio y en un ambiente agradable. Comer no es hacer una carrera, hay que ser conscientes de lo que tenemos en el plato. Si estamos pendientes de las noticias de la televisión, del móvil, o de nuestros problemas, acabaremos comiendo el triple sin darnos cuenta.

Y, para terminar, me ha resultado irónico el título de un capítulo del libro. “Para los que tienen prisa”. ¿Esto es lo que sucede habitualmente con el sobrepeso y la obesidad, que recurrimos a las dietas porque tenemos prisa?

Sí, sí. Pasamos del tema, y cuando nos interesa porque llega el verano o tenemos una boda, queremos adelgazar todo de golpe y rápido. Pero claro, lo que hemos estado haciendo mal durante años, no vamos a cambiarlo en un mes. Mi pregunta es: ¿De verdad vamos a estar cada año con la operación biquini? ¡Qué rollo, por favor! Si queremos realmente adelgazar, cambiemos de hábitos. Porque, ojo, estas pérdidas de peso cuando uno es joven y tiene unos kilitos de más, no hay problema, pero cuando ya somos más mayores y hablamos de ocho kilos arriba, ocho kilos abajo, cuidado, porque eso no le va nada bien a nuestro metabolismo.

Hay que procurar comer algo cada cuatro o cinco horas como máximo, para no notar el estómago vacío ni demasiado lleno

Es más, la gente más refractaria a las dietas es precisamente la que más dietas ha hecho, porque tiene al metabolismo harto. Nuestro cuerpo es una máquina muy delicada.

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