En la equinoterapia el caballo cumple una finalidad terapéutica, la de contribuir a la integración y socialización de las personas que sufren una discapacidad física o psíquica, o algún tipo de trastorno del comportamiento.
Las terapias ecuestres en general resultan muy beneficiosas como complemento en el tratamiento de numerosas afecciones, tanto físicas como psicológicas; en el caso de la equinoterapia sus principales indicaciones son:
Antes de acudir a un centro para iniciar un tratamiento de equinoterapia siempre es necesario consultar con el médico si existe alguna contraindicación para ello. No deben someterse a esta terapia las personas que sufran:
Fobia o miedo excesivo a la altura o a los animales .
Artrosis que limite la movilidad articular.
Cualquier enfermedad cuyos síntomas impidan realizar esta actividad.
Cómo es el caballo más indicado para la equinoterapia
El éxito de la equinoterapia está estrechamente vinculado a la elección del caballo adecuado, y es obligación de la persona que imparte esta terapia conocer las características de todos los caballos del centro, y cómo, cuándo y con quién usarlos, asegurándose de que van a cumplir lo que se espera. La principales características que deben reunir los animales indicados para este tipo de terapia son:
No debe ser ni muy joven ni muy mayor, porque los potros son más inquietos y difíciles de manejar. Lo ideal es que tenga entre 7 y 20 años.
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Tiene que ser un animal noble y confiado, que no sienta ningún temor hacia los seres humanos, ni haya tenido malas experiencias en el trato con las personas, para evitar que pueda reaccionar de forma extraña e imprevista y ponga en peligro al paciente.
Debe estar acostumbrado a ruidos y movimientos bruscos para que permanezca tranquilo y no salga corriendo o se ponga a dar coces.
Su carácter –que varía mucho de unos caballos a otros– debe ser paciente, tolerante y cariñoso.
La raza del caballo no es importante siempre que cumpla con los requisitos anteriores, pero sí es necesario que se trata de un animal fuerte y resistente, con un tamaño y complexión que le permitan soportar el peso de dos jinetes, ya que en muchas ocasiones lo montarán conjuntamente el paciente y el terapeuta.