La neumonía es la infección que provoca mayor número de ingresos hospitalarios, y aunque su causa habitual son las bacterias, también virus como el de la gripe y el de la varicela pueden originar esta enfermedad.
Qué es la neumonía y factores de riesgo
Los jovenes y ancianos, sobre todo varones y hospitalizados, son los grupos poblacionales a los que más afecta la neumonía.
Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid
Actualizado: 12 de noviembre de 2025
Qué es la neumonía: a quién y cómo afecta a la salud
La neumonía es la inflamación del tejido pulmonar ocasionada por un agente infeccioso. Puede afectar a uno o a los dos pulmones. El pulmón está constituido por dos partes principales: los bronquios (tubos por los que pasa el aire) y los alvéolos (pequeños sacos de aire, en los que se realiza el intercambio de oxígeno que pasa a la sangre y dióxido de carbono que se expulsa al exterior). En la neumonía se afecta el alvéolo; se irrita e inflama y se rellena de líquido y material infeccioso o pus, lo que provoca que la respiración del afectado sea dolorosa.
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Según el estado previo del paciente y su edad, así como dependiendo de la causa de la infección (bacterias, virus o, en menor medida, hongos), la neumonía puede ser leve o grave. Junto a la dificultad para respirar con normalidad, pueden aparecer otros síntomas que van desde fiebre o tos con flemas, a dolor de pecho, escalofríos, náuseas o diarrea. Los niños pueden mostrarse inquiero o fatigados, mientras los adultos mayores pueden tener cambios en su estadio mental e incluso bajadas de temperatura.
De hecho, se trata de la infección que provoca mayor número de ingresos hospitalarios, y en 2019 fallecieron 2,5 millones de personas por su causa en todo el mundo (incluidos 672.000 niños), una cifra que se prevé que aumente debido al envejecimiento de la población y el incremento de pacientes con enfermedades crónicas que los hacen más vulnerables a sufrir complicaciones. Además, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2 aumentó en millones los fallecimientos respecto a los registrados en años precedentes. Solo en España, en 2022 causó más de 100.000 hospitalizaciones anuales. En 2023, la neumonía causó 11.365 fallecimientos en España, el 92 % eran personas mayores de 70 años
En la mayoría de los casos (70-80%) el tratamiento de la neumonía se realiza de manera extra hospitalaria. La neumonía puede causar ciertas complicaciones graves, que pueden ir desde bacteriemia que derive en shock séptico, a insuficiencia respiratoria o renal o bien afecciones de la pleura o abscesos pulmonares.
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Factores de riesgo de la neumonía
A continuación detallamos los factores de riesgo más comunes que pueden derivar en una neumonía:
Tabaquismo. El humo del tabaco paraliza los cilios encargados de barrer la mucosidad y los microbios hacia fuera, y altera la inmunidad del bronquio; por eso, los fumadores y quienes respiran humo ajeno tienen más infecciones respiratorias bajas.
Enfermedades crónicas o patologías pulmonares previas: diabetes mellitus, hepatopatías, cardiopatías, enfermedad renal o hepática crónica, cáncer, enfermedad pulmonar crónica, SIDA. Cuando el cuerpo ya trabaja con menos margen, un resfriado que “baja al pecho” tiene más papeletas de complicarse en personas con enfermedades en las que, entre sus síntomas asociados puede estar una mayor dificultad para toser y tragar con seguridad. Estas condiciones empeoran el aclaramiento de secreciones, cambian la respuesta inmune y favorecen la aspiración (entrada de saliva o comida al pulmón), una causa silenciosa de neumonía en mayores y pacientes neurológicos.
Enfermedad por coronavirus (COVID-19), virus de la gripe o el VRS, entre otros, pueden inflamar y dañar el epitelio respiratorio; eso abre la puerta a una sobreinfección bacteriana o provoca una neumonía viral por sí misma. Por eso, cada otoño-invierno vemos picos de neumonía y por eso vacunarse (gripe, COVID-19 según indicación) reduce de forma indirecta el riesgo de neumonía bacteriana secundaria.
Malnutrición, el hacinamiento y el acceso limitado a la atención sanitaria son otros motores del problema en muchos países. Aunque en España el perfil sea distinto, estas variables explican por qué la neumonía golpea más a los más vulnerables.
Exceso de peso. El exceso de grasa en el abdomen y el tórax reduce la capacidad de expansión del pulmón. Esto hace que la respiración sea más superficial y que las partes inferiores del pulmón se ventilen peor. Además, puede alterar la respuesta inmunitaria y también se asocia a otras enfermedades de riesgo e incluso a un peor pronóstico en infecciones graves.
Demencia o párkinson. Las personas con demencia, enfermedad de Parkinson, ictus u otros trastornos neurológicos tienen más probabilidades de desarrollar neumonía aspirativa. Este tipo de neumonía ocurre cuando, en lugar de que el aire llegue limpio al pulmón, partículas de saliva, comida, líquidos o secreciones del estómago se “cuelan” hacia las vías respiratorias.
Edad (los niños menores de dos años y las personas de más de 50 años, sobre todo a partir de 65, son los más susceptibles de contraer neumonía). En los niños, el sistema inmunitario está aún en formación y, además, cuestiones como la desnutrición o el humo dentro del hogar aumentan el riesgo. En los mayores, las defensas bajan con la edad, aparecen enfermedades crónicas y los mecanismos de tos o deglución funcionan peor, por lo que es más fácil aspirar secreciones o alimentos. Hay que tener también en cuenta que un adulto de 85 años tiene más riesgo que uno de 65, y un bebé de un año más riesgo que un pequeño de 4 años.
Alcoholismo: el consumo excesivo de alcohol también deprime la respuesta inmune y, además, aumenta la probabilidad de aspirar durante el sueño o episodios de embriaguez. Reducir o dejar estas exposiciones tiene un efecto preventivo real.
Esplenectomía (pacientes a los que se les ha extirpado el bazo) y, en general, pacientes con bajo nivel de inmunidad. La defensa frente a gérmenes puede estar disminuida por infecciones como el VIH no controlado o por situaciones como la asplenia (ausencia de bazo funcional). En estas personas, los patógenos aprovechan esa “ventanas de oportunidad” y, además, las neumonías tienden a ser menos ruidosas al inicio.
Tratamientos inmunosupresores, quimioterapia o con corticoides da dosis altas de manera crónica que debiliten el sistema inmune.
Vacunación incompleta frente a patógenos clásicos: el neumococo es el protagonista habitual de la neumonía bacteriana en adultos; en niños, además, Hib (Haemophilus influenzae tipo b) fue históricamente un gran problema. Las vacunas han cambiado el panorama, pero la falta de vacunación o los calendarios incompletos dejan grietas por donde el germen encuentra huéspedes.
Residentes en centros de enfermos crónicos o de tercera edad, o estar ingresado en un hospital, sobre todo en una UCI, sedado o con requirimiento de ventilación mecánica. Estar ingresado o vivir en una residencia cambia el “ecosistema” de microbios con los que uno convive y, a veces, añade dispositivos (sondas, alimentación enteral) que facilitan la colonización y la aspiración.
Exposición a drogas por vía parenteral.
Exposición a humos tóxicos, contaminantes o determinados químicos. No solo cuenta el cuerpo: el lugar donde vives y respiras también pesa. La contaminación exterior y, sobre todo, el humo dentro de casa (cocinar o calentar con carbón o biomasa en espacios mal ventilados) se asocian a más neumonía, especialmente en la infancia