La contaminación por tráfico puede afectar al cerebro en pocas horas

La exposición a la contaminación del aire por el tráfico puede deteriorar la función del cerebro humano en cuestión de horas y afectar a la conectividad de la red cerebral en áreas que intervienen en la memoria y el pensamiento interno
Joven entre el tráfico de la ciudad

31/01/2023

Sabíamos que la contaminación atmosférica es perjudicial para la salud y contribuye al desarrollo de enfermedades como la hipertensión, la demencia o el alzhéimer, o incluso el TDAH en los niños, pero un nuevo estudio ha encontrado que incluso una breve exposición al aire contaminado por el tráfico puede tener un impacto sobre el cerebro y aporta la primera evidencia de que la conectividad de la red cerebral en humanos se puede alterar por esta causa.

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Los autores del trabajo son investigadores de la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Victoria y han demostrado que los niveles habituales de contaminación por tráfico pueden afectar a la función de nuestro cerebro en cuestión de horas; en concreto, comprobaron que una exposición de solo dos horas a los gases que emiten los motores diésel originan una reducción de la conectividad funcional del cerebro, que constituye una medida de cómo interactúan y se comunican entre sí las diferentes regiones del cerebro.

“Durante muchas décadas, los científicos pensaron que el cerebro podría estar protegido de los efectos nocivos de la contaminación del aire”, ha afirmado el Dr. Chris Carlsten, profesor y director de medicina respiratoria y presidente de investigación de Canadá en enfermedades pulmonares ocupacionales y ambientales en la UBC y autor principal de la investigación. “Este estudio, que es el primero de su tipo en el mundo, proporciona nueva evidencia que respalda una conexión entre la contaminación del aire y la cognición”. Sus hallazgos se han publicado en Environmental Health.

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Cómo afectan los gases de motores diésel al cerebro humano

En el estudio participaron 25 adultos sanos que se expusieron brevemente a gases de escape diésel y aire filtrado en distintos momentos en un entorno de laboratorio. Antes y después de cada exposición los investigadores emplearon imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para medir la actividad cerebral de estas personas y analizaron los cambios en la red de modo predeterminado (DMN) del cerebro, un conjunto de áreas cerebrales interconectadas implicadas en la memoria y el pensamiento interno. Los resultados de la fMRI mostraron que la conectividad funcional de los participantes se había reducido en extensas áreas de la DMN tras la exposición a los gases diésel, en comparación con el aire filtrado.

“La contaminación del aire ahora se reconoce como la mayor amenaza ambiental para la salud humana”

“Sabemos que la conectividad funcional alterada en la DMN se ha asociado con un rendimiento cognitivo reducido y síntomas de depresión, por lo que es preocupante ver que la contaminación del tráfico interrumpe estas mismas redes”, ha señalado la Dra. Jodie Gawryluk, profesora de psicología en la Universidad de Victoria y primera autora del estudio, que añade que aunque es necesario continuar investigando al respecto, es posible que estos cambios “puedan afectar el pensamiento o la capacidad de trabajo de las personas”.

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Los cambios detectados en el cerebro de los participantes fueron temporales y después de la exposición la conectividad volvió a normalizarse, pero el Dr. Carlsten opina que si la exposición es continuada los efectos podrían mantenerse, por lo que ha recomendado que las personas tengan en cuenta cómo es el aire que respiran para tomar las medidas necesarias para limitar su exposición a sustancias perjudiciales como los gases que emiten los automóviles.

El nuevo estudio se centró únicamente en los efectos de la contaminación por tráfico sobre la cognición, pero Carlsten advierte de los potenciales peligros de otros productos de la combustión. “La contaminación del aire ahora se reconoce como la mayor amenaza ambiental para la salud humana y estamos viendo cada vez más los impactos en todos los sistemas de órganos principales”, afirma, y añade que se esperan “impactos similares en el cerebro por la exposición a otros contaminantes del aire, como el humo de los incendios forestales”. Este científico considera que teniendo en cuenta el incremento en la incidencia de los trastornos neurocognitivos, es fundamental que los responsables de salud pública adopten medidas preventivas.

Actualizado: 2 de febrero de 2023

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