Recomiendan cirugía para corregir el prolapso pélvico

El mejor tratamiento del prolapso pélvico es una intervención quirúrgica, ya que se trata de una cirugía mínimamente invasiva y bien tolerada. Y para prevenir su aparición, existen ejercicios que fortalecen el suelo pélvico.
Mujer sufre de prolapso pélvico
Tras la menopausia hay un mayor riesgo de sufrir prolapso pélvico.

El mejor tratamiento del prolapso pélvico es una intervención quirúrgica, ya que se trata de una cirugía mínimamente invasiva gracias a los avances que se han producido en los dispositivos y materiales que se emplean en la actualidad. Y, como advierte el Dr. Juan Evangelista Ruiz de Burgos, urólogo del Hospital USP San Camilo, aunque está extendida la idea de que las pérdidas de orina son algo normal a partir de ciertas edades, esto no es cierto, por lo que las personas afectadas deben ponerse en manos de un especialista que corrija el problema con una sencilla intervención y evitar, de esta forma, la necesidad de usar “pañales de por vida”.

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El suelo pélvico está formado por un conjunto de músculos, nervios y tejidos que sostienen órganos como la vagina, el útero, la vejiga, la uretra y el recto. Si la musculatura del suelo pélvico se deteriora por factores como el embarazo y el parto vaginal, practicar deportes de impacto, etcétera, se puede producir un descolgamiento de alguno de los órganos que sustenta, o de su conjunto, de forma que se sitúen por debajo de su posición natural y presionen la vagina causando una protuberancia que se observa desde el exterior.

Los partos por vía vaginal, especialmente si los bebés tienen un elevado peso, los partos múltiples, el estreñimiento crónico, algunos tipos de trabajo que requieran esfuerzo físico o adoptar posiciones lesivas, la menopausia, e incluso factores genéticos, pueden influir para que una persona desarrolle prolapso pélvico.

Si el prolapso pélvico ya está establecido la mejor solución es la cirugía, porque las técnicas quirúrgicas actuales son menos invasivas y mejor toleradas

El Dr. Ruiz de Burgos explica que en caso de que el suelo pélvico haya comenzado a desprenderse es clave detectarlo y establecer un diagnóstico, para iniciar cuanto antes un tratamiento conservador que se base en realizar ejercicios especialmente indicados y técnicas físicas que permitan recuperar y fortalecer el conjunto de la musculatura pélvica, evitando así que el debilitamiento continúe y se agrave.

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Según este experto, sin embargo, cuando el prolapso ya está establecido es mejor someterse a una intervención quirúrgica -menos invasivas y mejor toleradas en la actulidad-, porque cuando esta musculatura ya se ha descolgado su deterioro se incrementa progresivamente, debido a la pérdida de la tonicidad muscular y los niveles hormonales.

Prolapso pélvico y pérdida de calidad de vida

El prolapso pélvico afecta a la rutina diaria y supone una pérdida de la calidad de vida de las mujeres. En función de la zona del suelo pélvico que se desprenda, la mujer tendrá unos problemas u otros. Aí, si el desprendimiento afecta únicamente a la vejiga, se alterará la dinámica de la micción, lo que implica que se produzcan retenciones de orina, o que la paciente tendrá sensaciones de micción inadecuadas y la necesidad de miccionar con urgencia. En estos casos puede presentar  incluso infecciones debido a la orina que se acumula y no se elimina adecuadamente. Además, cuando se altera el tono del esfínter uretral, la musculatura se puede relajar provocando la "incontinencia pura de orina" o de esfuerzo, que les generará pérdidas de orina al realizar pequeños esfuerzos como los que se originan al toser o al reír.

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Por su parte, si se descuelga el recto, la mujer presentaría problemas de tipo intestinal. Concretamente, tendría alteraciones para la retención normal de las heces lo que podría provocarle estreñimiento.

En aquellos casos en los que se desprende la matriz, el útero, aparece un bulto que puede ser visible incluso desde el exterior y que, según reconoce el experto, en el caso de las mujeres que tienen una vida sexual activa, independientemente de la edad, sus relaciones sexuales serán incómodas para ella y para el varón, y podrían llegar a interrumpirlas.

Durante el verano, la incontinencia urinaria (pérdida involuntaria de orina), es un problema que afecta todavía más a las mujeres. Permanecer más horas fuera de casa, viajar, y ciertas situaciones como las inmersiones acuáticas, pueden suponer serias trabas para que las mujeres que padeen esta patología puedan disfrutar de las vacaciones. Además, como señala el Dr. Ruiz de Burgos, muchas personas con este tipo de problemas no se atreven a mantener relaciones sexuales, porque incluso pueden orinarse durante el acto sexual, lo que les produce una sensación incómoda y de vergüenza, difícil de superar.

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Fuente: EUROPA PRESS

Actualizado: 25 de febrero de 2019

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