Miguel Pita

Doctor en Genética y Biología Celular, y autor de 'El ADN dictador'
El experto en genética Miguel Pita explica cómo nuestro ADN no solo influye en las respuestas fisiológicas, sino también en conductas complejas como la sexualidad, la búsqueda de pareja o las preferencias dietéticas.
Miguel Pita
"Estamos más determinados genéticamente de lo que nuestro cerebro quiere reconocer, porque hemos perdido la capacidad de vernos como animales, pero si nos fijamos en otros animales observamos que en su programa genético llevan escritos instintos que condicionan su conducta"

31/05/2017

Como seres racionales que somos, no nos gusta pensar que nacemos genéticamente determinados, pero nuestro libre albedrío no solo está condicionado por las normas sociales, y nuestra salud y bienestar no dependen solo de llevar un estilo de vida saludable, sino que la genética también decide por nosotros. Seguramente por eso "se puede desarrollar la técnica, no el talento", como afirma Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular, profesor de Evolución y Genética en la Universidad Autónoma de Madrid, y autor del libro 'El ADN dictador. Lo que la genética decide por ti' (Editorial Ariel, 2017), en el que explica –con un lenguaje coloquial, sencillo y accesible– cómo nuestro ADN nos convierte en lo que somos, e influye tanto en las reacciones fisiológicas más elementales, como en conductas complejas como la sexualidad, la búsqueda de pareja, o las preferencias dietéticas.

PUBLICIDAD


Portada 'El ADN dictador'

Se han realizado estudios con gemelos que han vivido separados, que han revelado que tomaron decisiones similares en su vida, como la carrera que estudiaron o el tipo de casa en el que vivían, y que incluso se casaron con mujeres con características parecidas. ¿Hasta qué punto estamos genéticamente determinados?

Los estudios con gemelos son muy interesantes porque, si son gemelos idénticos genéticamente y se han criado en ambientes distintos, y toman las mismas decisiones, tenemos muy buenas razones para pensar que esas decisiones están recogidas de alguna manera en su genética. ¿Hasta qué punto estamos programados genéticamente? A veces es un poco delicado de concluir, pero yo creo que, en general, estamos más determinados genéticamente de lo que tendemos a pensar, o de lo que nuestro cerebro quiere reconocer, porque hemos perdido la capacidad de vernos como animales, pero si nos fijásemos en otros animales observaríamos que ellos, en su programa genético, llevan escritos muchos instintos que condicionan su conducta.

PUBLICIDAD

La determinación genética depende también de a qué rasgo nos refiramos, ya que en algunos rasgos estamos completamente determinados genéticamente, por ejemplo, en los rasgos metabólicos y fisiológicos, como el color de ojos; mientras que en otros rasgos aunque la genética desempeña un papel importante, el ambiente tiene un impacto igual de importante. En el caso de ciertos comportamientos, como esos en los que coinciden los gemelos estudiados, puede suceder algo parecido a lo que ocurre con la estatura, que tienes determinado genéticamente si vas a ser alto o bajo, pero luego el ambiente, es decir, tu alimentación, el ejercicio físico que realices, y muchos otros factores, influirán para que seas alto, o altísimo; o ligeramente bajo, o muy bajito. Por ello, habría que analizar rasgo por rasgo, pero gracias a este tipo de estudios vamos descubriendo que la genética se encuentra a veces detrás de una serie de comportamientos que son realmente sorprendentes.

PUBLICIDAD

Algunas personas incluso se parecen más en el carácter a sus abuelos que a sus padres. ¿Eso es así porque ciertos rasgos de la personalidad pueden 'saltarse' generaciones?

Sí; es interesante, porque la genética no funciona como las matemáticas, y pueden existir rasgos que están determinados genéticamente, y que por unas u otras razones no se expresan –no se hacen patentes– en todo momento. A veces es porque necesitan que ocurra algo en el ambiente que los active, y a veces es porque están escondidos. Esto se entiende muy bien con las enfermedades, ya que sabemos que hay patologías que podemos heredar de nuestros padres aunque ellos estén sanos, porque lo que recibimos es una parte de la genética de nuestros progenitores, y si recibimos la parte que tiene escrita la enfermedad de nuestro padre, y la parte que tiene escrita esa misma enfermedad de nuestra madre, podemos expresarla y estar enfermos, y sin embargo ellos podrían estar sanos porque la tienen combinada con otra parte que lo compensa.

PUBLICIDAD

La genética, por tanto, no son matemáticas, y su aritmética es muy complicada, es muy compleja, y hace que se produzcan estas situaciones, y que características que se pensaba que habían desaparecido, reaparezcan, porque estaban ocultas, o porque necesitaban un gatillo del ambiente para activarse.

¿Entonces, el hecho de que se manifieste o no nuestra herencia genética depende de factores ambientales? ¿Es eso la epigenética?

No es exactamente lo mismo. No solo la epigenética explica que a veces ciertos rasgos desaparezcan y vuelvan a aparecer. La epigenética es una forma de entender por qué ocurre eso en determinadas circunstancias, y por qué algunos caracteres se mantienen silenciados y luego se activan, pero también hay otros mecanismos involucrados que no son exactamente epigenética.

PUBLICIDAD

¿La predisposición a conductas adictivas –consumo de drogas, alcohol, e incluso promiscuidad sexual– también nos viene 'de serie'?

Este es un tema de debate abierto, y hay estudios que apuntan a que existen ciertas genéticas que pueden mostrar una mayor propensión a las adicciones; es decir, sí podría haber individuos que debido a lo que tienen escrito en su ADN, y ante ciertos estímulos, sean más proclives a desarrollar ese tipo de hábitos, lo que significaría que hay otros individuos que son menos propensos a ello. Y eso lo determinaría la genética, pero es importante aclarar que el hecho de que una persona sea proclive a estas conductas no la está determinando irremediablemente, sino que también sería preciso que se diesen unas circunstancias vitales que lo propiciasen, pero sí es verdad que hay gente que por su biología y, por lo tanto, por su genética, puede tenerlo más difícil, por ejemplo, para abandonar una adicción mientras que, otros, puede que ni siquiera la desarrollen. Sí puede haber una genética que de alguna manera lo esté condicionando, pero aquí no me atrevería a decir determinando completamente.

Podría haber individuos que debido a lo que tienen escrito en su ADN, y ante ciertos estímulos, sean más proclives a desarrollar conductas adictivas

Cómo influye la genética en la identidad sexual o el amor

La homosexualidad es una conducta que también se da en algunas especies animales, lo que indicaría que se trata de una inclinación con la que se nace. ¿Puede la genética condicionar las preferencias y conductas sexuales de los seres humanos?

PUBLICIDAD

Con respecto a la orientación sexual, lo primero que hay que aclarar es que se trata de un conjunto de situaciones muy variables, y que las características no son idénticas en todos los casos. Por ejemplo, puede no ser exactamente lo mismo la homosexualidad masculina que la femenina, y habría que analizar los distintos tipos de opciones sexuales, incluyendo la bisexualidad. Pero lo que sí se cree de forma cada vez más fehaciente es que la orientación sexual –y está mejor estudiado en la homosexualidad masculina– está determinada genéticamente. Esto no quiere decir que esté 'escrito con fuego', pero cada vez se piensa más que está muy condicionada genéticamente. En este momento se están haciendo muchos estudios en ese sentido, y yo intento aclarar en el libro en qué punto del conocimiento estamos, pero actualmente los científicos se inclinan a pensar que es un rasgo muy determinado genéticamente, aunque ya digo que con la salvedad de que no todos los casos de homosexualidad son idénticos, y que se ha comprobado que la identidad sexual es un rasgo muy complejo, por lo que estaríamos generalizando mucho, sí se cree que la genética tiene un papel casi totalmente determinante en las inclinaciones sexuales. Lo que ocurre en el caso de los seres humanos es que aunque tu biología te está aportando tu opción y tu preferencia sexual, luego tienes que vivir en un mundo que te permita reconocerlo en ti mismo y expresarlo, y eso es lo que desgraciadamente no es posible en todas las sociedades.

La orientación sexual incluye un conjunto de situaciones muy variables, y las características no son idénticas en todos los casos, pero se cree de forma cada vez más fehaciente que está determinada genéticamente

Y en el caso del amor romántico… ¿Tiene algo que ver nuestra carga genética con ese sentimiento y con la elección de pareja?

De nuevo es una situación compleja. La elección de pareja es un proceso muy complicado; no todo el mundo acaba estando con la pareja que quiere, o por la razón que pensaba, pero de nuevo intentando generalizar, y sabiendo que al generalizar uno se puede equivocar, se piensa que, efectivamente, el origen del amor romántico tiene una función reproductora, como es lógico, para encontrar pareja y dejar descendencia –que al fin y al cabo es lo que busca la biología–, y cada vez se sabe más sobre algunos aspectos que hacen que una persona nos parezca atractiva, y que están recogidos en nuestra genética. Y yo creo que en el fondo todos podemos notarlo, sin necesidad de hacer experimentos de laboratorio, ni estudiar modelos animales, en el hecho de que hay personas que te gustan, y otras que no te gustan nada. Evidentemente, a lo mejor la vida que tú has tenido, y tu experiencia y tu aprendizaje vital, pueden estar modulando esa atracción o repulsión, pero es un impulso tan sumamente fuerte que se parece mucho a los impulsos que son puramente biológicos. Es algo que se escapa completamente a nuestra capacidad para tomar decisiones, y la ciencia cada vez se convence más de que por esa potencia y, aparentemente, arbitrariedad que tiene, se trata de un impulso biológico y, por tanto, genético.

¿Y por qué a casi todos nos gustan más las cosas que engordan y son poco saludables, como los dulces o las grasas? ¿No deberían nuestros genes inclinarnos hacia alimentos y conductas saludables para una mejor perpetuación de la especie?

No, porque la evolución no funciona así; aunque desde hace millones de años ha generado individuos muy adaptados, no es perfecta, ni precisa; más bien es todo lo contrario, es muy imprecisa. Simplemente es suficiente, es decir, basta con que los individuos tengamos unas características que nos sirvan para reproducirnos y dejar descendientes, y así ya estamos generando copias, probablemente igual de imperfectas que nosotros.

Yo denomino 'selección natural que llega demasiado tarde' a la que se produce cuando ya da igual que actúe en contra de ti y te elimine como individuo, porque tú ya le has transmitido el rasgo a la siguiente generación y has dejado, por ejemplo, copias humanas ávidas de dulces y grasas

¿Por qué nos gustan tanto los dulces? Pues se entiende muy bien con el mecanismo de la selección natural. Estamos adaptados a un entorno que no se parece en nada a este en el que vivimos actualmente, porque somos animales que no han evolucionado tan rápido como nuestro entorno; podríamos decir que estamos anclados hace diez mil años, por inventarnos una cifra aproximada, y en el ambiente que podemos imaginar de esa época la disponibilidad de recursos alimenticios no era la misma que tenemos ahora, por lo que nos adaptamos para aprovechar muy bien todo lo que encontrábamos, y atiborrarnos antes que quedarnos cortos. Somos descendientes de unos seres que no tenían delante de sus narices ni pastelerías ni supermercados, sino bayas y raíces, y comían cuando podían, todo lo que podían. Por otro lado, nuestro cerebro funciona de esa manera; no sabe qué es lo sano y qué es lo insano, y es heredero del que tenían esos individuos que, si se atiborraban, seguramente serían los mejores supervivientes en comparación con los que no conseguían tantos alimentos, y dejarían más descendientes y son, de hecho, nuestros padres.

Lo mismo podemos pensar de las grasas, y es que ahora en ciertas sociedades opulentas podemos atiborrarnos de grasa porque carecemos de un mecanismo que nos indique que debemos dejar de comer, ya que antes no era necesario, porque si te comías todas la grasa disponible lo estabas haciendo bien, ya que había muy poca. Si ahora nos comportamos como los seres humanos de hace 10.000 años desarrollamos enfermedades, pero esas enfermedades las desarrollamos, en general, cuando ya hemos dejado descendencia –a los 40 o 50 años–, por lo que no se van a seleccionar en contra, no se van a borrar, porque seguro que ese mismo hábito de apetencia por ciertos alimentos se lo hemos pasado ya en nuestro ADN a nuestros descendientes. Es lo que yo en el libro denomino con el término 'selección natural que llega demasiado tarde' –y se lo cuento también a mis alumnos en clase–, y que significa que se produce cuando ya da igual que actúe en contra de ti y te elimine como individuo, porque tú ya se la has transmitido a la siguiente generación, y has dejado copias humanas ávidas de dulces y grasas.

Evolución de la especie humana y vida extraterrestre

Dices que las mutaciones casuales del ADN son las culpables de la evolución, para bien y para mal, porque introducen tanto mejoras como enfermedades. ¿Puede la raza humana involucionar, igual que una vez evolucionó gracias a ciertas mutaciones que resultaron determinantes?

El término es erróneo por definición, porque siempre se va a llamar evolución, pero si lo que estamos planteando es un ser humano que esté menos adaptado a su ambiente, esto sí puede ocurrir. Podría suceder que individuos que no están perfectamente adaptados a su ambiente fuesen los que más descendientes dejan, y entonces cambiaríamos la definición y los llamaríamos los más adaptados, porque al final si eres el que más descendientes dejas, aunque vivas muy mal en tu ambiente, se considera que eres el más adaptado; y esta es un poco la dialéctica de la evolución, ya que no es más adaptado ni el más sano, ni el más rápido, ni el más fuerte, sino el que más descendientes deje, por lo que, con el paso de las generaciones, vamos a llamar adaptados a los que más descendientes dejen aunque vivan en unas condiciones en las que sufran más, por ejemplo, los azotes del ambiente en el que se desarrolle su ciclo vital. ¿Podré utilizar para ellos la palabra involucionar? No, por definición, porque pase lo que pase lo vamos a llamar evolucionar, aunque eso no signifique necesariamente que cada vez vayamos a ser, por ejemplo, más listos.

El individuo más adaptado no es ni el más sano, ni el más rápido, ni el más fuerte, sino el que más descendientes deje, aunque viva en malas condiciones en el ambiente en el que se encuentre

Entonces, aunque la especie empeorara, ¿los cambios experimentados por las siguientes generaciones se seguirían considerando evolución?

Bueno, empeoraría en el caso de que queramos llamarlo así; si mejorar la especie significara que dejen más descendencia los más inteligentes, entonces empeoraría, pero es que en la evolución no se miran las cosas de esa manera, y hay un ejemplo que lo puede explicar muy bien: se trata de una bacteria de las que viven en los géiseres, que se parece muchísimo a su antepasado de hace 3.500 millones de años; apenas ha evolucionado. Lleva 3.500 millones de años sacando copias casi idénticas, y ahí está, no ha desaparecido. Sin embargo, no la vemos como muy inteligente, mientras que a nosotros mismos nos vemos fenomenal, pero tenemos cien mil años, y no vamos a aguantar otros cien mil, nos vamos a extinguir; esa bacteria nos ha ganado la partida desde cualquier punto de vista biológico.

Dices que es muy probable que haya vida en otros planetas "pero desde luego idéntica a la nuestra, no" porque, afirmas, "la vida en la Tierra es puramente casual e ineficiente". ¿Por qué opinas que la vida no podría ser también casual e ineficiente en otra parte?

Yo creo que si hay vida en otros planetas no va a ser idéntica a la nuestra, pero también va a estar sometida a los procesos de selección natural; habrá vida si hay unos entes –de cualquier tipo–, unas moléculas, que sean capaces de dejar copias antes de desaparecer. Si encontramos eso, habremos encontrado vida, pero lo que no vamos a encontrar es una vida parecida a la nuestra; no va a estar basada en el carbono, no va a estar basada necesariamente en células con membrana, ni en seres que se parezcan a plantas y animales…, porque todo eso es culpa de un montón de casualidades y, como comentaba antes, a veces los que dejan descendencia la dejan por circunstancias muy casuales; por lo tanto, en otros planetas esperamos que pueda haber réplicas que dejan copias, pero con las casualidades que se hayan producido allí, y no se va a parecer absolutamente en nada a la de la Tierra. No sería imposible que se pareciese en algo, porque imposible por definición no es; es decir, cualquier sistema capaz de autorreplicarse es un sistema vivo, y eso es lo esencial. Los ojos, las piernas, los brazos, las hojas, los tallos…, son adornos, la vida es la capacidad de autorreplicarse, y como el universo se supone que es muy grande, es probable que en otro planeta encontremos otras formas de modelos autorreplicativos, pero no van a tener ojos, hojas, tallos…

Creo que si hay vida en otros planetas no va a ser idéntica a la nuestra; no va a estar basada en el carbono, no va a estar basada necesariamente en células con membrana, ni en seres que se parezcan a plantas y animales…, porque todo eso es culpa de un montón de casualidades

Cucarachas y virus, difícil que se extingan

Hablando de especies resistentes, las cucarachas tienen fama de serlo, e incluso tú dices que ni siquiera un meteorito acabaría con ellas. ¿Qué las hace tan poco vulnerables a la extinción?

Las cucarachas son un conjunto de especies muy amplio con una grandísima ventaja, y es que han encontrado muchos y muy variados nichos en los que vivir, y tienen, además, unas necesidades muy elementales. Nosotros también hemos llenado el planeta y estamos en todas partes, pero sin embargo tenemos unas necesidades muy sofisticadas, y por ese lado nos están ganando la batalla claramente. Los seres humanos tenemos unas grandísimas necesidades en cuanto a condiciones ambientales, atmosféricas, nutritivas…, somos unos caprichosos, y ellas son casi ubicuas, pero muy austeras.

Otra forma de vida especialmente resistente son los virus, que nos utilizan para reproducirse. ¿Qué sentido tiene entonces que algunos, como el del ébola, maten con frecuencia a su huésped?

El virus no tiene ningún sentido, es una molécula de ADN con muy pocas proteínas, que se saca copias como loca, y lo hace utilizando la maquinaria del ser vivo que infecta; y si el ser vivo no dispusiese de defensas podría acabar matándolo, se mataría a sí mismo, y ese virus como tal desaparecería. Lo que ocurre es que los virus han tenido la suerte de enfrentarse en una carrera armamentística con seres que se defienden; entonces sacan copias, no nos matan porque nuestras defensas pueden con ellos, y se propagan a otro individuo. El virus es una reacción en cadena que no sabe parar, y que se pararía si nosotros no fuésemos capaces de detenerlo y muriéramos con él, pero sentido no tiene ninguno, porque los virus acabarían con nosotros y desaparecerían ellos mismos. Pero en biología casi nada tiene un sentido en la forma en que tendemos a buscarlo los humanos, que pensamos de forma contraria. Es cierto que algunos virus son letales en muy poco tiempo y cuando se introducen en un individuo y le matan antes de saltar a otro, mueren con él, pero normalmente disponen de un mecanismo que les permite infectar a otro individuo antes de acabar con su huésped, porque a esa capacidad destructiva se une que a la vez son muy contagiosos.

Al igual que las cucarachas, nosotros también hemos llenado el planeta y estamos en todas partes, pero sin embargo tenemos unas necesidades muy sofisticadas, y por ese lado ellas nos están ganando la batalla claramente

Además, muchos virus son capaces de permanecer latentes, y también de mutar muy rápido, así como de aparecer –y esto es muy interesante–, porque los virus no son parientes nuestros como lo son las bacterias; en su caso no ha habido un proceso evolutivo en el cual haya una descendencia con modificaciones que va dejando seres similares a los que ya existían, a la vez que crea seres nuevos. Los virus aparecen de nuevo; son trozos de ADN, no son seres vivos como lo son las bacterias, las plantas, o los hongos, los virus son moléculas que tienen una capacidad autorreplicativa sin criterio, y a parte de que algunos están latentes, y otros son muy capaces de mutar, también aparecen nuevas cepas.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD