5 de diciembre de 2022

Priorizar la energía eólica multiplicaría sus beneficios para la salud

La energía eólica mejora la calidad del aire al evitar las emisiones tóxicas de las centrales eléctricas basadas en combustibles fósiles, y priorizar su uso frente a las más contaminantes puede cuadruplicar sus beneficios para la salud.

La energía eólica se genera a partir de la fuerza del viento y es buena para el clima, la calidad del aire y la salud de la población, ya que evita que se produzcan emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminantes atmosféricos que emiten las centrales eléctricas basadas en combustibles fósiles, y podría llegar a multiplicar por cuatro sus beneficios para la salud si siempre que estuviera disponible se utilizara para sustituir a la producida por las plantas de energía que se basan en los combustibles fósiles más contaminantes, según revela un nuevo estudio publicado en Science Advances que señala, sin embargo, que estos beneficios serían más modestos en el caso de las comunidades más pobres.

La investigación ha sido realizado por científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) (Estados Unidos), que analizaron la actividad horaria de los aerogeneradores, así como las emisiones de las que informaron todas las centrales eléctricas que funcionaban a base de combustibles fósiles en el país, entre los años 2011 y 2017, y que diseñaron un mapa de los contaminantes hasta las poblaciones demográficas afectadas y calcularon la calidad del aire regional y los costes sanitarios vinculados a cada comunidad.

Encontraron que la energía eólica asociada a las políticas estatales mejoró la calidad del aire en general en 2014 y que esto conllevó 2.000 millones de dólares en beneficios para la salud en todo el país, aunque solo un 30% de estos beneficios para la salud llegaron a las comunidades desfavorecidas. También descubrieron que si la industria eléctrica disminuyera la producción de las centrales eléctricas más contaminantes que se basan en combustibles fósiles y la sustituyera por las más económicas basadas en la energía generada por el viento, los beneficios globales para la salud se podrían cuadruplicar en todo el país.

Energía eólica versus producción de energía por gas natural y carbón

Los investigadores buscaron patrones entre los periodos de generación de energía eólica y la actividad de las centrales eléctricas basadas en combustibles fósiles, para determinar ver cómo los mercados eléctricos regionales ajustaban la producción de las centrales en respuesta a la afluencia de energía renovable, y compararon dos conjuntos de datos históricos del periodo comprendido entre 2011 y 2017: un registro hora a hora de la producción de energía de los aerogeneradores de todo el país y un registro detallado de las mediciones de las emisiones de todas las centrales eléctricas basadas en combustibles fósiles de Estados Unidos.

“Ciertos grupos de población están expuestos a un mayor nivel de contaminación atmosférica, y esos serían las personas con bajos ingresos”

Observaron que, en general en las épocas en que la energía eólica estaba disponible, los mercados se ajustaban reduciendo significativamente la producción de energía de las centrales de gas natural y carbón por razones de ahorro. Después, utilizando un sofisticado modelo de química atmosférica para simular los patrones de viento y el transporte químico de las emisiones en todo el país, averiguaron dónde y en qué concentraciones las emisiones generaban partículas finas y ozono, dos contaminantes que se sabe que dañan la calidad del aire y la salud humana.

Finalmente, el equipo diseñó un mapa de las poblaciones demográficas utilizando para ellos datos del censo de Estados Unidos y se basaron en un enfoque epidemiológico estándar para calcular el coste sanitario de la población a causa de su exposición a la contaminación. “Es una historia más compleja de lo que pensábamos inicialmente –ha explicado el autor principal y antiguo estudiante de posgrado del MIT Minghao Qiu–Ciertos grupos de población están expuestos a un mayor nivel de contaminación atmosférica, y esos serían las personas con bajos ingresos y los grupos raciales minoritarios. Lo que vemos es que el desarrollo de la energía eólica podría reducir esta brecha en ciertos estados, pero aumentarla en otros, dependiendo de las plantas de combustibles fósiles que sean desplazadas”.

El siguiente paso fue evaluar cómo cambiaría el patrón de emisiones y los beneficios para la salud asociados si se diera prioridad a apagar las centrales basadas en combustibles fósiles cuando se dispusiera de energía generada por el viento. Modificaron los datos de las emisiones con el objetivo de estudiar varios escenarios alternativos: uno en el que las centrales eléctricas más contaminantes y perjudiciales para la salud se apagan primero; y otros dos escenarios en los que las centrales que producen más dióxido de azufre y dióxido de carbono, respectivamente, son las primeras en reducir su producción.

Comprobaron así que, aunque cada escenario aumentaba los beneficios para la salud en general, y el primer escenario en concreto podía cuadruplicar los beneficios para la salud, se mantenía el desequilibro original, es decir, que los beneficios para la salud seguían siendo menores para las poblaciones minoritarias y de bajos ingresos en comparación con los que obtenían las comunidades con mayor nivel económico.

“Una de las cosas que me hace ser optimista en este ámbito es que se presta mucha más atención a las cuestiones de justicia ambiental y equidad. Nuestro papel es averiguar las estrategias más impactantes para afrontar esos retos, ya que el cierre de algunas centrales era menos costoso que el de otras”. Concluye Noelle Selin, profesora del Instituto de Datos, Sistemas y Sociedad y del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT.

Actualizado: 5 de diciembre de 2022