Celia Padilla

29 de mayo de 2025
La matrona y doctora en Enfermería Celia Padilla lleva mucho tiempo divulgando sobre embarazo, parto y posparto a través de su cuenta de Instagram @ohmama.matrona, en la que acumula más de 215.000 seguidores. Aunque apunta que siempre ha creído que no es necesario haber pasado por un parto para ser una excelente matrona, “igual que un buen cardiólogo no necesita haber tenido un infarto”, Padilla –que trabajó durante casi cinco años en el Hospital La Fe de Valencia como matrona y como enfermera de quirófano– reconoce que vivir la experiencia de la maternidad en primera persona le ha ayudado a acompañar a las nuevas madres desde un lugar distinto, “más empático, más respetuoso, más consciente del impacto que cada palabra o gesto puede tener en una mujer en ese estado de intensidad”. Desde esa experiencia personal, unida a la profesional, se entiende su primer libro Oh, la maternidad1 (La esfera de los libros), una completa guía sobre el embarazo, el parto y el posparto en la que la matrona valenciana reivindica el respeto a las decisiones de la mujer durante el parto y los cuidados durante el posparto. Y es que, como ella afirma, cuidar a la madre durante este periodo de máximo vulnerabilidad “es cuidar también la base emocional sobre la que crecerá ese nuevo ser”.
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Fuiste matrona antes que madre, así que antes de ser madre acompañaste en los procesos de embarazo, parto y posparto a muchas mujeres. ¿Qué es lo que más te gusta del trabajo de matrona?

Lo que más me apasiona de ser matrona es tener el privilegio de acompañar a las mujeres en uno de los momentos más trascendentales de sus vidas: el nacimiento de un hijo. Es un momento cargado de emoción, de vulnerabilidad y, a la vez, de poder. Saber que mi presencia y mi acompañamiento pueden marcar la diferencia en esa vivencia es una enorme responsabilidad, pero también un regalo profesional y humano.
Además, como matrona, mucha gente desconoce que no sólo acompañamos en el embarazo y en el parto, sino también en todo lo que rodea la experiencia de la maternidad.
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No sé si te sirvió toda esa experiencia profesional para tu propio embarazo y parto, o si cambia mucho la película cuando una es la protagonista…
Ser matrona sin duda me dio una ventaja: no solo por los conocimientos clínicos, sino porque me dio una seguridad interna basada en los años que llevo acompañando a otras mujeres en sus maternidades. Creo que me permitió filtrar mejor la información y confiar en mis decisiones como madre.
Ser matrona me permitió filtrar mejor la información y confiar en mis decisiones como madre
En una sociedad en la que la maternidad está constantemente sometida a juicio esto se convierte en un auténtico privilegio. Pero también descubrí que, por mucha teoría que manejara, cuando te toca vivirlo en primera persona, la vivencia se intensifica. La experiencia emocional, el cuerpo cambiante, la espera, la incertidumbre… todo se vive de una forma muy visceral. Por mucho que supiera, mi parto y mi maternidad me atravesaron, como a cualquier madre.
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Precisamente, siempre se dice que la llegada de un hijo te cambia inevitablemente. ¿A ti, vivir un embarazo y un parto, también te ha cambiado en la manera de ejercer tu profesión?
Sin duda. Siempre he creído –y sigo creyendo– que no es necesario haber pasado por un parto para ser una excelente matrona, igual que un buen cardiólogo no necesita haber tenido un infarto. Pero la maternidad me ha regalado una profundidad emocional que ha transformado mi manera de cuidar.
Desde que soy madre acompaño desde un lugar distinto: más empático, más respetuoso, más consciente del impacto que cada palabra o gesto puede tener en una mujer en ese estado de “intensidad”. Entiendo mucho mejor los silencios, las lágrimas, las dudas… y también la fuerza que muchas veces ni la propia madre sabe que tiene.
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Escuchar y respetar los deseos de la mujer para un parto perfecto
¿Dirías que, por regla general, hay una buena atención al parto en España, o se siguen arrastrando demasiadas viejas prácticas pese a la evidencia científica?
Hemos avanzado mucho, pero aún queda camino por recorrer. Afortunadamente, cada vez hay mayor conciencia de que el parto no es un evento médico, sino un proceso vital y emocional que puede marcar profundamente la experiencia de maternidad. Hoy somos muchos los profesionales que trabajamos con una mirada más respetuosa, más centrada en la mujer, pero también es cierto que algunas prácticas obsoletas aún persisten.
Siempre he creído que no es necesario haber pasado por un parto para ser una excelente matrona, igual que un buen cardiólogo no necesita haber tenido un infarto
Quiero pensar que no por mala intención, sino por inercias del sistema, o por falta de actualización. La buena noticia es que hay voluntad de cambio y muchas matronas, ginecólogas y equipos sanitarios que apuestan por una atención más humanizada y basada en la evidencia.
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Te hacía la pregunta anterior porque las denuncias por violencia obstétrica son cada vez más habituales. ¿Dirías que estas prácticas de violencia obstétrica son cada vez más frecuentes, o lo que pasa es que las mujeres son cada vez más conscientes de ellas?
Lo que sucede, afortunadamente, es que las mujeres están más informadas, más empoderadas y menos dispuestas a aceptar prácticas que vulneran su integridad física o emocional. La violencia obstétrica no es un fenómeno nuevo, pero durante años estuvo normalizada o invisibilizada. Hoy, gracias a la información y a redes de apoyo entre mujeres, se le está poniendo nombre. Y ese es el primer paso para erradicarla.
Como profesionales, esto nos interpela y nos obliga a revisar nuestra forma de acompañar, a dejar atrás paternalismos y a respetar profundamente la autonomía de las mujeres.
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¿Se sigue escuchando poco a las mujeres durante el parto pese a que son las grandes protagonistas del momento?
Más que una cuestión de escucha, a veces lo que falta es respeto hacia la capacidad de decisión de las mujeres. Históricamente se nos ha tratado como seres emocionales, poco racionales, especialmente en el embarazo y el parto. Bajo excusas como el “mommy brain” se han justificado actitudes paternalistas que invisibilizan el criterio y la autonomía de las madres.
Las mujeres están más informadas, más empoderadas y menos dispuestas a aceptar prácticas que vulneran su integridad física o emocional
Escuchar a una mujer en el parto no es solo oír sus palabras, es reconocer su derecho a decidir sobre su cuerpo, su bebé y su vivencia. Es confiar en que está perfectamente capacitada para tomar decisiones informadas, aunque esté pariendo. Porque parir no es estar enferma.
¿Cómo sería, en tu opinión, un parto perfecto, si hablamos de un parto normal y sin complicaciones?
No hay una única forma de tener un parto perfecto. Cada mujer, cada bebé, cada contexto, es distinto. Para mí, un parto perfecto es aquel en el que la madre se siente segura, respetada, acompañada y protagonista. Donde sus decisiones y tiempos son respetados, sus deseos tenidos en cuenta, incluso si el plan cambia sobre la marcha.
No se trata de si fue sin epidural, sin desgarros, o sin cesárea. Se trata de cómo se sintió esa mujer en ese momento tan trascendental. Porque eso es lo que permanece en la memoria: la emoción, el trato, la dignidad con la que fue cuidada.
Tú pariste a tu hijo en el agua. Hay muchos mitos en torno a esto. ¿Qué beneficios tiene para madre y bebé este parto y por qué lo recomendarías?
Parir en el agua fue, para mí, una experiencia profundamente conectada con mi cuerpo y mi bebé. Uno de los grandes beneficios es el alivio del dolor: el agua caliente ayuda a relajar los músculos, a facilitar la dilatación y a reducir la percepción del dolor, lo que disminuye la necesidad de analgesia farmacológica. Además, crea un entorno íntimo, contenido, en el que la mujer se siente libre y en control.
Un parto perfecto es aquel en el que la madre se siente segura, respetada, acompañada y protagonista
Para el bebé es también más suave la transición del medio intrauterino al agua, con menos estímulos y estrés. No es para todas, ni en todos los casos está indicado, pero cuando se dan las condiciones puede ser una forma preciosa y fisiológica de dar a luz. Es una pena que no esté disponible en muchos hospitales.
El cuidado de la madre en el posparto
Si el parto es un momento de máxima vulnerabilidad para la mujer, el posparto no se queda atrás. ¿Crees que socialmente cada vez somos más conscientes de esa vulnerabilidad y de la importancia del cuidado de la madre en esta etapa?
Estamos empezando a ser conscientes, pero todavía falta mucho. Durante años, el foco ha estado casi exclusivamente en el bebé. El “cómo está el bebé” eclipsa muchas veces el “cómo estás tú”. Y el posparto es una etapa en la que la mujer necesita tanto cuidado como el recién nacido. Hay una transformación física, hormonal, emocional e identitaria. El cuerpo cambia, la mente se remueve y el corazón se reordena. Cuidar a la madre es cuidar la base emocional sobre la que crecerá ese nuevo ser.
Todas las expectativas y exigencias que socialmente hay puestas en la madre tras el nacimiento del bebé –“tiene que estar feliz y radiante”, “tiene que ser la mejor madre del mundo”–, ¿pueden hacer más difícil esta etapa?
Muchísimo. Las expectativas irreales generan frustración y culpa. Hay una narrativa muy instalada de que la maternidad es rosa, mágica y natural, pero poco se habla del cansancio extremo, de la ambivalencia, del duelo por la vida anterior.
El posparto es una etapa en la que la mujer necesita tanto cuidado como el recién nacido. Cuidar a la madre es cuidar la base emocional sobre la que crecerá ese nuevo ser
Por eso es tan importante acompañar desde la verdad, no desde el ideal. Validar las emociones de las madres, acompañarlas sin juzgar, y desmontar ese mito de la “madre perfecta”, porque no existe. Lo que existe son mujeres reales, criando con amor, miedo y valentía.
¿Qué ha sido para ti lo más difícil del posparto?
Reconocerme en mi nueva identidad. Saber que ya no era la misma, que había cosas que ya no volverían. Y, sobre todo, lidiar con la culpa. La culpa que aparece por todo: por sentir, por dudar, por querer tiempo para una misma. Aprender a convivir con esa culpa, a no dejar que me defina, ha sido parte fundamental del proceso.
¿Qué recomendaciones o consejos darías a las futuras madres, desde tu vivencia y tu experiencia, para esta etapa?
Les diría que se preparen no solo para el parto, sino para el posparto. Que construyan su red de apoyo, su tribu, que se permitan pedir ayuda sin culpa, que no se exijan ser felices a todas horas. Que se escuchen, que se cuiden, que se perdonen. Y, sobre todo, que recuerden que la maternidad no se transita en soledad. Que hay matronas, psicólogas, amigas y otras madres con las que compartir. Que hay belleza también en el caos, y que todo –lo bueno y lo difícil– pasa. Pero deja huella.
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- 1Oh, La Maternidad - La Esfera De Los Libros. 2025, https://www.esferalibros.com/libros/oh-la-maternidad/.