
El parto en el agua debe estar muy controlado para evitar infecciones y hemorragias.
Actualizado: 21 de Diciembre de 2016
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El parto en el agua debe estar muy controlado para evitar infecciones y hemorragias.
Parir en el agua es otra de las opciones que tiene la mujer a la hora de dar a luz, pudiendo salir y entrar del agua cuando lo desee. Es habitual que se utilice sólo para el período de dilatación (dilatación hidroasistida). Conocida desde los años 70, y puesta de moda en los 80, en las últimas décadas son muchas las voces que han abierto el debate sobre sus pros y sus contras. Sus partidarios se apoyan en la disminución de la sensación de dolor que aporta el agua al favorecer una mayor dilatación y permitir una mayor facilidad a la hora de moverse y escoger la postura que se prefiera. No obstante, la realidad ha demostrado en ocasiones que puede ser peligroso si no lleva a cabo correctamente.
Este tipo de parto, que no deja de ser un parto natural, se puede hacer tanto en casa como en un centro médico, pero evidentemente requiere de unas instalaciones adecuadas: lo mínimo es una bañera, aunque se puede optar por otro tipo de piletas más grandes para mayor comodidad o para que también se pueda introducir la pareja de la parturienta.
Además, tiene ciertas peculiaridades, como una determinada temperatura del agua (37oC) a mantener durante todo el proceso, que la mujer no llegue a estar muy sumergida (lo recomendable es hasta el pecho), y que no permanezca un tiempo muy prolongado para que no se relaje o se canse demasiado. También pueden ser necesarios controles bacteriológicos del agua. Y por supuesto, para que todo vaya bien, deben realizarse igualmente monitorizaciones del feto.
Ventajas del parto en el agua:
Inconvenientes de parir en el agua:
Actualizado: 21 de Diciembre de 2016
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