15 de noviembre de 2022

En la primera ola de COVID podrían haber fallecido 20.000 personas más

Según el Ministerio de Sanidad durante la primera oleada de la pandemia por COVID-19 fallecieron 27.127 personas en España, pero los datos de organismos oficiales como el MoMo o el INE señalan que murieron casi 20.000 personas más.

Crédito editorial: javi_indy / Shutterstock.com

Durante la primera ola de la pandemia por COVID-19 los datos del Ministerio de Sanidad señalan que en España murieron 27.127 personas a causa de esta enfermedad, sin embargo, los datos sobre mortalidad por COVID registrados por otros organismos oficiales discrepan. En concreto, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III y el Instituto Nacional de Estadística (INE) consideran que debido a la infección por coronavirus murieron 44.729 y 45.684, respectivamente.

Esto significa que existe una diferencia de casi 20.000 personas fallecidas entre las cifras oficiales proporcionadas por Sanidad y las que registraron estas otras fuentes oficiales, a pesar de lo cual los medios de comunicación casi siempre tomaron como referencia los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, tal como revela ahora un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en el que se han analizado las cifras y el tratamiento que dieron a estos datos los medios de comunicación durante la primera ola de la pandemia, y que se ha publicado en la Revista General de Información y Documentación.

“La gran diferencia entre los datos del Ministerio de Sanidad y las estimaciones de otras fuentes también oficiales, como el MoMo o el INE, se debió a que usaron diferentes criterios”, explica el investigador principal del estudio, Josep Cobarsí Morales, de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, adscrito al grupo Internet Computing & Systems Optimization (ICSO).

“Se necesitan fuentes de datos de confianza que proporcionen estadísticas de alta calidad y actualizadas para que toda la sociedad comprenda la magnitud de las pandemias y los efectos de las estrategias aplicadas”

Así, mientras que el Ministerio de Sanidad contabilizó solo las defunciones que se produjeron en instalaciones hospitalarias y con una prueba confirmada de laboratorio hasta el 15 abril y, a partir del 16 de ese mes, aquellas positivas en la prueba, el MoMo, por su parte, realizó comparaciones estadísticas entre la mortalidad esperada y la mortalidad real, y el INE incluyó los casos sospechosos de COVID-19.

“El tratamiento de estos datos en los diarios españoles que estudiamos fue, sin embargo, bastante parecido”, ha explicado Cobarsí, que añade: de las 700 piezas informativas publicadas entre el 1 de marzo y el 31 de julio de 2020 que analizaron, el 74% usó los datos del Ministerio de Sanidad, el 19% se refirió a fuentes oficiales de las comunidades autónomas y solo el 6% se basó en el MoMo.

Discrepancia en los datos sobre muertes por COVID

A lo largo de la pandemia se han producido debates acerca de la discrepancia entre los datos proporcionados por algunas comunidades autónomas y los ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, ya que hubo comunidades que comenzaron a incluir los casos sospechosos de infección por SARS-CoV-2 –lo que fue posteriormente recomendado por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS)– y eso dio lugar a que los números variasen.

Los medios de comunicación llegaron a recurrir a los datos de las licencias de entierros del registro civil, pero sus sistemas de información estaban colapsados y, además, solo el 93% de los registros de la población española están informatizados, por lo que resultaron útiles como alternativa para determinar el impacto de la pandemia en tiempo real. “Otro aspecto curioso es que, cuando comenzó la desescalada, la mayoría de los diarios dejaron de prestar atención a esta cuestión”, continúa Cobarsí.

“Esta pandemia ha evidenciado la importancia de la estadística oficial, así como la necesidad de reforzar los organismos involucrados para conseguir estadísticas de alta calidad”, ha declarado Laura Calvet Liñán, otra investigadora que ha participado en el estudio, que añade que hemos comprobado que “todos los países necesitan fuentes de datos de confianza que proporcionen estadísticas de alta calidad, completas, públicas y actualizadas oportunamente para que políticos, científicos, empresas, ciudadanos y toda la sociedad comprendan la magnitud de las pandemias, su evolución y los efectos de las diferentes estrategias aplicadas”.

Las diferencias entre los datos ofrecidos por distintos organismos fueron algo común en los países europeos, y los investigadores han encontrado en Italia o Países Bajos discrepancias similares a las que se produjeron en España. En esos países el número de fallecimientos contabilizados por el principal organismo oficial presentó una diferencia de aproximadamente un 50% al compararlo con el exceso de muertes calculado estadísticamente. En Alemania, sin embargo, ocurrió lo contario, ya que el número de muertos según las fuentes oficiales fue superior al de las cifras basadas en comparar la mortalidad estimada y la real.

“Necesitamos estudiar cómo podemos tener un sistema de monitorización que nos permita un mejor seguimiento a tiempo real”, ha destacado Cobarsí. Los autores del estudio opinan que tanto la prensa como el discurso oficial pueden mejorar su trabajo si explican con mayor detalle el tipo de información y las discrepancias, las diferencias de criterio a la hora de determinar las cifras, e incluyen también cifras de otras fuentes oficiales como el MoMo. “Si tenemos más de una forma de contar las cosas, es bueno mostrar esa diversidad de fuentes a la opinión pública”, concluye Josep Cobarsí.

Actualizado: 15 de noviembre de 2022