Rubén Iduriaga

Profesor, psicólogo y logopeda experto en dislexia y dificultades específicas de aprendizaje en niños y adultos
La intervención logopédica es clave en personas con dislexia. Rubén Iduriaga, psicólogo y logopeda experto en dificultades específicas de aprendizaje en niños y adultos, nos explica cómo se detecta y se trata este trastorno.
Rubén Iduriaga
"Los niños con dislexia tienen las mismas capacidades cognitivas que los demás, el problema lo tiene el sistema que intenta evaluar a estos niños con un instrumento de medida escolar que no es el adecuado"

06/03/2020

La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje que comienza a manifestarse en la infancia, pero no siempre se detecta en esta etapa de la vida, por lo que muchos adultos se enfrentan a diario a numerosos obstáculos para realizar sus tareas cotidianas sin saber que su problema tiene solución, ya que este trastorno neuropsicológico mejora con la intervención de un logopeda. Con motivo del Día Europeo de la Logopedia hablamos con Rubén Iduriaga, profesor en Ces Don Bosco, psicólogo y logopeda especializado en dificultades específicas de aprendizaje en niños y adultos en el Centro Psicopedagógico y del Lenguaje Neuron, y miembro del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM), que nos explica qué signos pueden hacer sospechar que un niño o un adulto es disléxico y en qué consiste el trabajo del logopeda para reducir los síntomas y complicaciones asociados a esta alteración.

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Qué mejor momento que el Día Europeo de la Logopedia para dar a conocer más ampliamente qué labor realizáis. ¿Cuáles son los trastornos que tratáis con más frecuencia los logopedas, y en qué ámbitos soléis trabajar?

En la logopedia hay dos ámbitos fundamentales; por una parte, las patologías relacionadas con el ámbito escolar y todas las dificultades específicas del lenguaje, retrasos del habla, dificultades en la comunicación… Muchos son problemas específicos del lenguaje, pero también hay otro tipo de dificultades o déficits, y las personas con otras patologías, como pueden ser la discapacidad intelectual o el trastorno generalizado del desarrollo, etcétera, también tienen problemas de lenguaje que abordan los logopedas.

En el trabajo de estimulación del lenguaje oral se observa que los niños con dislexia entienden las cosas, pero que a la hora de reproducir el lenguaje les cuesta más

Por otra parte atendemos el ámbito clínico: trastornos de las funciones orofaciales, alteraciones neurológicas…, en el que defiendo el papel tan importante que desempeña el profesional logopeda y creo que nuestra labor es muy amplia, y cada vez hay más ámbitos en los que cuentan con nosotros, ya que podemos aportar nuestro granito de arena a otros profesionales, tanto a los que trabajan en el entorno escolar: profesores, orientadores, etcétera, como a los que prestan sus servicios en el ámbito clínico, como los neurólogos y otros especialistas con los que colaboramos estrechamente.

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La profesión de logopeda es muy bonita y tiene más cabida en el ámbito clínico aunque yo, que estoy más centrado en el problema de la dislexia, tengo una mayor relación con el ámbito escolar porque se trata de una dificultad específica del aprendizaje, pero la intervención logopédica abarca ambos escenarios.

Cómo se detecta la dislexia en los niños

Como logopeda experto en dificultades específicas de aprendizaje en niños y adultos sueles tratar a personas con dislexia, ¿existen signos que puedan hacer sospechar a los padres que su hijo o hija podría tener este problema antes de que empiece a ir al colegio?

Es importante entender que es una dificultad específica del aprendizaje, y por lo tanto va a repercutir directamente en el rendimiento escolar. ¿Qué ocurre? que cuando un niño no está escolarizado –hasta los tres años, más o menos– solo disponemos de un aspecto para poder observar y evaluar, que es el desarrollo del lenguaje. Los niños con tres años comentan cosas, hablan. El problema es que la dificultad específica de aprendizaje relacionada con la dislexia no va a dar la cara hasta que comience el aprendizaje de la lectoescritura, pero es cierto que todos los estudios e investigaciones indican que las tareas fonológicas, es decir, jugar con las palabras –cuántas sílabas tiene la palabra patata, que es diferente a la palabra mapa…–, los sonidos que componen las palabras, son la primera fase de detección de algún tipo de problema. Cuando los niños comienzan a cometer ese tipo de errores, también relacionados con retrasos del habla y del lenguaje.

No todos los niños que tienen un retraso del habla o del lenguaje van a ser disléxicos

Pero hay que tener en cuenta que no todos los niños que tienen un retraso del habla o del lenguaje van a ser disléxicos. Sí que es cierto que si detectamos eso inicialmente, y después pasamos a ver que en el aprendizaje de la lectoescritura comienzan a tener dificultades manifiestas y específicas en ese aprendizaje, pues ya empezaríamos a detectar esos síntomas.

Día europeo de la logopedia

Lo que van a ver los padres inicialmente es que habrá un retraso del lenguaje, en cómo dice las cosas. Y cuando empieza la escolarización –con dos o tres años ya suelen estar en escuelas infantiles–, en el trabajo de estimulación del lenguaje oral se ve que estos niños sí entienden las cosas, pero a la hora de reproducir el lenguaje les cuesta más. Y a los tres o cuatro años cuando comienzan a conocer los sonidos de las palabras es cuando empiezan a tener dificultades, que se manifiestan sobre todo en la fase de aprendizaje de la lectoescritura. Su desarrollo del lenguaje no va acorde con el del resto de sus compañeros.

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¿Qué pruebas se le hacen a un niño para determinar que es disléxico?

Más que de pruebas yo hablaría de fases. Creo que hay una fase inicial de discriminación, de detección de posibles problemas potenciales relacionados con el aprendizaje de la lectoescritura y, en definitiva, como una especie de mayor riesgo de dislexia. Esas pruebas de discriminación nos permiten ver que un niño tiene dificultades en un momento dado en ese aprendizaje. Si esas dificultades se mantienen en el tiempo pasarían ya a otra segunda fase, que son pruebas específicas para evaluar o diagnosticar si el niño tiene dislexia.

La lectoescritura es un proceso complicado que nos tienen que enseñar, y es ahí cuando los niños disléxicos empiezan a manifestar dificultades

No solemos hacer pruebas específicas con cuatro o cinco años, porque está en pleno proceso de aprendizaje, y en esa etapa tenemos que hacer pruebas de discriminación, para comprobar si algún niño presenta dificultades. En una segunda fase, con seis o siete años, sí aplicamos pruebas específicas que nos indican exactamente tres cosas: qué dificultad de lectoescritura tienen, qué otras habilidades cognitivas –atención, memoria de trabajo, etcétera– pueden estar acompañando esas dificultades y, por último, un ámbito muy olvidado y en el que yo siempre insisto, que es el tema emocional, es decir, la frustración al enfrentarse a esta tarea, que también hay que valorar.

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Y yo creo que estos tres bloques de evaluación: el de la lectoescritura en sí, las habilidades cognitivas relacionadas con los procesos lectoescritores y los problemas emocionales, son las pruebas específicas. No existe una prueba única, aunque cada vez aparecen más pruebas rápidas –el Dytective, etcétera–, que sirven para discriminar, pero siempre tiene que haber una fase específica de evaluación, que es la que hacemos los logopedas.

Dislexia en los adultos: cómo se manifiesta

Cuando un adulto no ha sido diagnosticado de dislexia en su infancia, ¿qué le puede hacer pensar que tiene este problema?

Espero que dentro de 20 años ya no sea necesario formular esta pregunta porque la conciencia de nuestros profesores y otros profesionales que trabajan en infantil haya permitido detectar a tiempo todas estas dificultades, pero es cierto que ahora mismo hay muchos adultos que tienen este problema y que no saben ni siquiera que lo tienen.

Creo que hay tres bloques de evaluación claves en el niño con dislexia: el de la lectoescritura, las habilidades cognitivas relacionadas con este proceso, y los problemas emocionales asociados

Yo les ayudo a encontrarlo con los porqués. Cuando tú te empiezas a preguntar por qué te costaba tanto leer en voz alta y te sigue costando, por qué tardas tanto en escribir una idea o un mensaje (por ejemplo un correo, o un wasap) –porque a las personas adultas que tienen dislexia les falta fluidez para hacerlo y tardan mucho más en encontrar las palabras que necesitan–, por qué me decían los profesores que lo que escribía no tenía sentido, que era raro, por qué cometo tantas faltas de ortografía, por qué soy tan desorganizado, por qué cuando me dan un número de teléfono lo pierdo, por qué me cuesta muchísimo deletrear o encontrar una palabra para definir algo… Son cosas que no te sueles preguntar porque forman parte de ti, y aunque te hacen verte un poco diferente en algún momento de tu vida, al final lo has asumido. Y yo les ayudo mucho en dar sentido a esos porqués, y probablemente también sea eso lo que les lleva en un momento determinado a consultar con un profesional.

Terapia de logopedia

Si una persona adulta que ha estudiado y a la que le gusta leer sigue cometiendo faltas de ortografía y siempre tiene dudas al respecto, ¿podría significar eso que tiene dislexia?

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Puede tener que ver, aunque ser buen o mal lector no es un factor determinante de la dislexia. Muchas de las personas con dislexia leen bien y entienden bien lo que leen. En el caso de cometer errores constantes de ortografía –y no tanto en lo que respecta a las reglas que conocemos todos, sino en cambiar el orden de las letras, como por ejemplo escribir porfesor en vez de profesor–, podría tratarse de una dificultad específica que es la disortografía, que normalmente está presente en la mayor parte de las personas disléxicas, pero que también se puede dar como trastorno específico en personas que solo tengan este tipo de problema y ninguna dificultad a la hora de leer. Otra de las características de las personas con dislexia es la discalculia, pero la ortografía suele ser bastante destacable.

Para diagnosticar la dislexia en la edad adulta buscamos dificultades que se mantienen, como el tiempo que tarda el afectado en contestar un correo, o en que una idea le quede clara

La lectoescritura es un proceso complicado que nos tienen que enseñar. Mientras que aprendemos a hablar porque nuestros interlocutores nos ayudan a ello, y nuestros padres no nos hablan para enseñarnos a hablar, sino que nosotros tenemos la capacidad innata de adquirir el lenguaje oral, la lectoescritura se aprende y se enseña, y es ahí cuando los niños empiezan a manifestar estas dificultades.

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Y cuándo un adulto acude a consulta a la consulta del logopeda con dificultades compatibles con el diagnóstico de dislexia, ¿le hacéis alguna prueba?

Sí, les hacemos más o menos las mismas que a los niños. Hay una fase de discriminación de dificultades específicas, pero no me refiero a dificultades específicas de la comprensión lectora, sino a dificultades específicas de la lectura, como antes te comentaba: leer en voz alta, faltas de ortografía, dificultad para encontrar una palabra de forma rápida o para deletrear…, este tipo de cosas son las que nosotros evaluamos en las pruebas específicas para adultos.

La función de los padres es la de ayudar en el proceso, animar a sus hijos y, sobre todo, favorecer su estabilidad emocional

Curiosamente, el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría) también nos dice que a partir de los 17 años una historia documentada de dificultades de aprendizaje serviría también como aporte de diagnóstico, como aporte de discriminación; es decir, para considerar que se trata de un problema que ya acontece en edades anteriores.

Por lo tanto, en la edad adulta lo que buscamos son dificultades que se mantienen, por ejemplo, el tiempo que tardan los adultos que son disléxicos en escribir medio folio o en contestar un correo, su necesidad de que se les repita una idea tres veces porque no les ha quedado clara, sus dificultades en la lectura de pseudopalabras (palabras que nos inventamos y que no tienen significado)…, todo ese tipo de pruebas nos ayuda a identificar a los adultos con dislexia.

Tratamiento de la dislexia: la labor del logopeda

Las personas con dislexia presentan dificultades con la lectura, la escritura, y la comprensión lectora. ¿Necesitarían un tipo de escolarización diferente para poder adquirir los mismos conocimientos que las personas sin este problema?

Esa es la pregunta del millón, sobre todo porque hay una cosa fundamental. A mí me gusta mucho el concepto de adecuación; es decir, lo primero que hay que saber es que estos niños tienen capacidades cognitivas exactamente iguales a las de sus compañeros de la misma edad y, por lo tanto, el problema lo tenemos los demás, lo tiene el sistema que intenta evaluar a estos niños con un instrumento de medida escolar que no es el adecuado. Y si insistimos en utilizar un sistema de medida a partir del cual no estamos valorando sus capacidades, habilidades o competencias escolares, sino que es el instrumento el que mediatiza todos esos aspectos, tenemos un problema.

Por eso yo no creo en las adaptaciones; no son niños con unas dificultades que necesiten una adaptación, sino que creo que el concepto es el de adecuación. Y es muy sencillo de conseguir, porque curiosamente muchos de los profesores que actualmente están en primaria cuando hacen a estos niños exámenes orales, o les dan más tiempo, o claves visuales que les ayuden a desarrollar el contenido que sus padres y ellos mismos aseguran que han estado estudiando, se sorprenden un poco con los buenos resultados que obtienen.

Los niños con dislexia lo que necesitan es otro sistema de evaluación, y medidas tan sencillas como que se les dé más tiempo, apoyos visuales, o un mínimo esquema previo a la realización del examen para que no se pierdan ni se quede información en su cabeza que creen que han escrito, pero no es así. Esas cosas son las que realmente les ayudan, y no solo en el proceso de resultados, sino en el proceso de aprendizaje, en el que también habría que tener en cuenta al escribir en una pizarra o explicar las asignaturas, que esos niños tardan más en asimilar la información.

¿Y en qué se basa la intervención logopédica en el caso de los niños con dislexia?

Solo con la intervención logopédica la mesa se queda muy coja porque creo que necesita tres patas: la primera somos nosotros, los profesionales de la logopedia que trabajamos en la dificultad en sí; luego hay otra pata que es la educativa, tutores y profesores, que tienen que estar formados para poder ayudar a estos niños; y la tercera pata es la familia, los padres.

Y me gustaría comentar que los padres no pueden ser ninguna de las otras dos patas; es decir, los padres deben entender que aunque los niños en casa tienen que trabajar y hacer deberes, normalmente suelen llevar el doble o el triple de tarea, y eso es un grave error porque es fundamental que no se les prive del ocio o de una situación de desconexión escolar en el hogar. En casa no se les puede privar de ese ocio y darles la misma medicina que están recibiendo a nivel escolar y en la consulta del logopeda. La función de los padres es la de ayudar en el proceso, animar a sus hijos y, sobre todo, favorecer su estabilidad emocional.

Estos niños necesitan hacer tareas pequeñas, con refuerzo inmediato al finalizarlas, y secuenciadas, con una buena programación y la estimulación adecuada.

¿Y cómo se enfoca la intervención logopédica en los adultos con dislexia?

En el caso de los adultos yo hablaría de mejorara sus actividades de la vida cotidiana; es decir, creo que el adulto con dislexia lo que entorpece su vida normal son cosas en las que él sabe desde hace mucho tiempo que tiene dificultades. Por ejemplo, una conversación en la que no encuentra la palabra que necesita, cuando tiene que contestar rápidamente a un wasap en un grupo y todos los demás se le adelantan, cuando tiene que redactar un correo o una carta de reclamación… En ese tipo de actividades de la vida cotidiana es donde tenemos que intervenir.

He observado muchas veces que es habitual que la dislexia en los adultos se detecte cuando se enfrentan a un nuevo estudio, una oposición, una promoción dentro de su ámbito laboral, acceso a exámenes de inglés…, porque es cuando estas personas vuelven a tener dificultades otra vez. Y por eso la intervención se focaliza en esas actividades.

Y además con repercusiones muy positivas, porque si tú trabajas la dificultad en todas esas tareas que hemos visto antes: en la ortografía, en cómo escribir, en utilizar guiones visuales que ayuden a organizar la información, en la búsqueda rápida del concepto que transmite una idea, en las claves morfosintácticas de la lectura… Todo esto les ayuda muchísimo y facilita que vayan cometiendo cada vez menos errores.

¿Cuáles son los principales avances que se han producido en el diagnóstico y el tratamiento de la dislexia?

Yo creo que se ha producido un cambio no tanto en el diagnóstico, sino en pruebas de detección rápida de posibles dificultades –vamos a denominarlas así–. El Dytective de Luz Rello ayuda a ese proceso, y otras pruebas que podemos encontrar en Google. Pero lo mejor es conocerse a sí mismo y saber qué dificultades tienes.

No se deben confundir estas pruebas de detección que indican que tienes ciertas dificultades con las pruebas diagnósticas; creo que el diagnóstico requiere unas pruebas específicas a partir de las cuales se pueda determinar que estas personas cometen errores con respecto a la media en muchos procesos relacionados con la dislexia. En ese sentido serían dos fases: la detección, y luego el diagnóstico.

Y en el tema del tratamiento es muy importante que las pruebas de discriminación y de detección estén relacionadas con el tratamiento de la dislexia, y en este sí que ha habido un avance en las estrategias de respuesta a la intervención; es decir, no hay un modelo de intervención único para personas con dislexia, ni en adultos ni en niños. Lo que hacemos es que los modelos de intervención sean dinámicos, y es necesario adecuar todas las tareas y estrategias que utilizamos con los niños y con los adultos al perfil de cada uno de ellos.

Sé que es muy difícil porque al final tenemos tantos disléxicos como características tiene cada uno de ellos, pero los sistemas tienen que ser dinámicos, y si yo estoy trabajando en ortografía y la persona evoluciona bien, tendré que adecuar ese trabajo de ortografía al modelo de intervención que estoy realizando, porque igual tiene más problemas en la detección de las palabras clave a la hora de la comprensión.

Los modelos tienen que ser dinámicos, y esas estrategias de respuesta a la intervención son fundamentales. En definitiva, es como un tratamiento médico; si tú mejoras, igual es necesario emplear otros fármacos destinados a aliviar otro tipo de síntomas que todavía no te habían tratado porque se había dado prioridad a otros.

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