Dr. Luis Antón Aparicio
11/03/2015
El Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG), en colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), acaba de editar el libro Cáncer renal: experiencias de más vida, en el que varios pacientes diagnosticados de cáncer de riñón cuentan cómo les cambió la vida su relación con la enfermedad. El libro, según ha explicado durante su presentación Daniel Castellano, presidente de SOGUG, es un homenaje a los pacientes y sus familias, pero también es, sobre todo, el deseo de sus protagonistas de ofrecer su experiencia a todos los pacientes presentes y futuros para que no teman enfrentarse a la enfermedad. Como aconseja Elisabeth, una mujer a la que hace 7 años, a los 29, le diagnosticaron cáncer renal “que no den nada por sentado, que no vean una fecha de caducidad, porque la actitud que tengas hacia esta enfermedad hace mucho”. Hablamos con el Dr. Luis Antón Aparicio, oncólogo del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña, y a la vez paciente de cáncer de riñón, que también ha participado en el libro, sobre las características de la enfermedad y las necesidades de los pacientes.
¿Se conocen las causas del cáncer de riñón o las características que puedan hacer que una persona sea más propensa a desarrollarlo?
En el caso del cáncer de riñón, algunos tipos de tumores son genéticos, o asociados a alteraciones genéticas –podríamos decir hereditarios o con carácter genético hereditario–, que son los papilares, los de células no claras. Y luego está el de células claras, que es el más prevalente, el de mayor incidencia incluso, que se debe a las alteraciones de un gen. En cuanto a las causas por las cuales los genes se alteran pueden ser variadas, y nunca achacables a un solo elemento. En cualquier tipo de cáncer no es una sola acción la que lo provoca, sino varias en conjunto, y además ordenadas secuencialmente, de forma que tienen que producirse varios fallos consecutivos, sin los cuales no es posible que se desarrolle un cáncer.
En cualquier tipo de cáncer no es una sola acción la que lo provoca, sino un conjunto, y además tienen que producirse varios fallos consecutivos, sin los cuales no es posible que se desarrolle un cáncer
Evidentemente, hay claves que indican que cierto tipo de tumores están directamente relacionados con sustancias externas carcinógenas, mientras que otros se relacionan con alteraciones endógenas, que suelen ser de carácter genético. El carcinógeno del tabaco que se expulsa por la orina afecta a todo un territorio compuesto por riñón, pelvis, uréter, vejiga, uretra, y prácticamente toda esa anatomía es diana para los impactos mutagénicos debidos a las sustancias contenidas en el tabaco.
En el caso de que una persona tenga antecedentes familiares de este tipo de tumor, ¿debería someterse a alguna prueba o revisión de forma regular?
Creo que la experiencia nos está diciendo que sí. Hay un grupo dentro de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) orientado hacia el cáncer hereditario o de transmisión genético-hereditaria, que en muchos tipos de tumores está claramente definido.
Para las personas con antecedentes familiares que quieran hacerlo existe la tecnología apropiada para darle la respuesta que pide, otra cosa es que se traslade al ámbito de la acción sanitaria pública o de ámbito sanitario global. Sin embargo, el hecho de que un individuo tenga, no una predisposición, sino una cierta debilidad o labilidad génica –quizá éste sea el término más adecuado–, a que su organismo falle por una vía determinada, no significa que vaya a desarrollar finalmente la enfermedad.
¿Por qué es tan difícil el diagnóstico precoz en tumores como el de riñón o el de ovario?
Porque las personas tienen que estar predispuestas a hacerse chequeos, cribados. Y eso o lo hace el propio ciudadano, o algún colectivo, o alguna sociedad, o alguna industria, o la propia administración, pero no podemos esperar a que la iniciativa parta de otros, es necesario hacerlo a nivel individual. A veces la administración no puede llegar a todo, y evidentemente no va a llegar a todo ni se le puede exigir esto, pero hay otras alternativas fáciles, disponibles, e igual de eficientes que las que puede poner en marcha la administración. Con el conocimiento y el asesoramiento de oncólogos expertos en cáncer hereditario o cáncer transmisible, ya hay test capaces de predecir alteraciones que pueden predisponer a padecer un cáncer, y eso conlleva una vigilancia exhaustiva, y en el caso de que a esa persona se le diagnostique un tumor permite comprobar si expresa alguna diana a la que se pueda dirigir la terapia, evidentemente con una relación de eficacia alta.
Con el conocimiento y el asesoramiento de oncólogos expertos en cáncer hereditario o cáncer transmisible, ya hay test capaces de predecir alteraciones que pueden predisponer a padecer un cáncer
Opciones de tratamiento y pronóstico del cáncer de riñón
Existen diversas opciones de tratamiento, ¿qué factores se tienen en cuenta para elegir una u otra? ¿Cuáles son los avances que considera más importantes en el tratamiento del cáncer de riñón?
Los oncólogos estamos asistiendo a la detección de la enfermedad en una etapa muy tardía, en muchas ocasiones cuando ésta se manifiesta de forma inexorable en la etapa final. Y el mejor tratamiento es el diagnóstico precoz, porque con un diagnóstico precoz y un tratamiento quirúrgico en estadios iniciales la curabilidad es prácticamente absoluta. Cuando se trata quirúrgicamente un cáncer de riñón en estadio I las probabilidades de curación son casi del cien por cien. Por lo tanto, el mejor tratamiento es el quirúrgico en estadios iniciales. Y en determinado tipo de tumores los avances de la farmacología están consiguiendo una mayor supervivencia de los pacientes. Si hablamos de otros tumores que no sean de riñón puede llegar a 10, 12, o 15 años. En el caso del cáncer de riñón en este momento la probabilidad de sobrevivir puede superar tres años, e incluso llegar hasta 5 años.
Cuando se trata quirúrgicamente un cáncer de riñón en estadio I las probabilidades de curación son casi del cien por cien. Por lo tanto, el mejor tratamiento es el quirúrgico en estadios iniciales
La clave está en nuevos fármacos con una acción diana, específicos para una determinada alteración que subyace dentro del tumor, para evitar dañar tejido sano. No se trata de terapia personalizada, sino de terapia dirigida a la diana del tumor. Este es probablemente uno de los campos de batalla de la oncología, los grandes logros de la oncología desde el punto de vista de supervivencia. Los buenos acontecimientos farmacológicos dan lugar a que haya una mayor prevalencia, es decir, que los pacientes vivan más y con mayor calidad de vida.
Los expertos en inmunología afirman que la inmunoterapia será cada vez más importante en el tratamiento del cáncer, ¿está dando buenos resultados en el caso de los pacientes de cáncer renal?
Si, la inmunoterapia siempre fue esa especie de mesías o salvador que todos esperamos porque es inherente a nosotros y es eficaz, y se están descubriendo nuevas vías para el tratamiento de tumores como el de riñón, el melanoma, y algunos más. Este conocimiento es la clave para que podamos desarrollar opciones dirigidas y personalizadas altamente eficientes.
Yo me considero una persona privilegiada porque mientras la oncología hace 25 años era muy voluntariosa, actualmente cualquier oncólogo puede sentirse muy feliz por los avances que se han producido en el conocimiento de algunos mecanismos, de algunas vías de desarrollo de tratamientos. Alrededor del cáncer subyace toda la problemática del individuo, sea viejo, sea joven, sea niño, sea varón, sea mujer…, hasta el punto de que puede ser necesario que el oncólogo necesite tener conocimientos de medicina interna –como de hecho tenemos–, de inmunología, de farmacología, de geriatría, de cirugía… A lo mejor es muy pretencioso, pero creo que los oncólogos tienen que saber de todo, tienen que saber hacia donde dirigir al paciente que además de un cáncer sufre algún otro tipo de alteraciones o de complicaciones, por ejemplo, endocrinológicas, cardiológicas, etcétera. Es decir, cuando yo pongo el tratamiento a un paciente, sé que voy a ser eficiente pero que también le voy a provocar una serie de efectos secundarios. Curiosamente, con las terapias dirigidas esos efectos secundarios son fallos en sistemas, y por ejemplo se puede producir un hipotiroidismo, o una hipertensión, que no son enfermedades malignas, pero sí bastante comunes. Y esto el oncólogo tiene que saberlo, porque algunos de los efectos secundarios de estas medicaciones están íntimamente relacionados con el fallo de la fisiología del órgano.
Pero, ¿eso lo trata también el oncólogo, o lo deriva al especialista correspondiente?
Muchos de estos trastornos los tratamos nosotros. El buen oncólogo tiene el prurito de saberlo tratar; el oncólogo que tiene mucho trabajo no puede abarcarlo todo y, sobre todo cuando ha llegado al límite de su conocimiento, tiene que derivar al paciente para que el especialista trate con finura y eficiencia los efectos secundarios. Pero nosotros como oncólogos tratamos muchos problemas de salud de medicina interna. Es más, cuando nos llega el enfermo suele tener ya alteraciones propias, como una diabetes, por ejemplo, que tienes que tratar de forma más inmediata y continuada al ser un paciente oncológico, porque está sujeta a cambios y fluctuaciones en periodos cortos de tiempo. En una persona diabética normal el comportamiento de la enfermedad es más estable, pero en el paciente con cáncer los tratamientos pueden descompensar la diabetes, y no se puede depender continuamente de otros especialistas, por lo que debe ser el oncólogo el que solucione el problema de forma inmediata, o al menos lo encauce adecuadamente.
Mejorar la calidad de vida del paciente con cáncer de riñón
Además del tratamiento médico, usted como paciente ¿qué cree que se puede hacer para atender todas las necesidades de los pacientes de cáncer renal y para mejorar su calidad de vida?
La mejor manera de medir la calidad de vida es que uno sigue vivo, aunque si estás vivo pero arrastrándote a consecuencia de los tratamientos…, esto no es humano, no es ni ético siquiera. Yo como enfermo –y creo que cualquier otro paciente, sea de la índole que sea– soy dependiente de otras personas en muchos aspectos, y necesito ayuda mientras me recupero. Porque los médicos podemos dar una medicina excelente, pero los efectos secundarios de los tratamientos, o los propios síntomas de la enfermedad, vuelven a estas personas dependientes, y los que tienen que atenderlos tampoco pueden trabajar o realizar otras actividades sociales. Quizá una de las soluciones para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias sea que la sociedad civil se movilice a través de asociaciones –como las que ya existen en otros países europeos– de ayuda desinteresada y voluntaria; esto es clave, porque la administración no puede llegar a todo, y sin embargo esas necesidades de los pacientes –y no solo de los de cáncer– tienen que ser satisfechas. Estoy abogando para que la sociedad civil despierte y pase a la acción, porque tiene mucho que decir. Muchas personas desocupadas podríamos establecernos en asociaciones para que, por ejemplo, los pacientes siempre tuvieran a alguien que los acompañase en los hospitales.
Una de las soluciones para mejorar la calidad de vida de los pacientes es que la sociedad civil se movilice a través de asociaciones de ayuda desinteresada y voluntaria, porque la administración no puede llegar a todo, y las necesidades de los pacientes –y no solo de los de cáncer– tienen que ser satisfechas
Los otros pacientes que han venido a presentar el libro afirman que el diagnóstico de cáncer les hizo vivir la vida de forma más intensa. A usted, que es paciente y médico a la vez, ¿también le ha ocurrido algo parecido?
Si le pregunta el paciente al médico, que soy yo, contesta que sigue siendo el mismo, y si me pregunta el médico a mí como paciente, le digo que tendré que asumir las cosas como son. Es evidente que mientras otros están esperando en la vida algo especial como hacerse millonario, o ser famoso, o aspiran a ocupar un determinado puesto en la sociedad, el principal objetivo de un paciente de cáncer es ser feliz, aquí y ahora. Tal vez por eso lo de vivir más intensamente, o de forma más consciente, pero es algo que deberíamos hacer todos siempre, enfermos o sanos. Si a los 70 años llega un cáncer, aunque ahora se pueda vivir hasta los 80 o más, se puede asumir como algo normal porque no todos conseguiremos llegar a octogenarios, y cuanto más vives más te desgastas. Lo que sí es una faena es que la vida se te trunque en la infancia, la juventud, o una etapa de actividad plena, pero en algún momento nos van a poner un billete en el bolsillo para coger el siguiente tren.
Yo tengo la suerte de que me diagnosticaron el cáncer precozmente y me intervinieron en estadio I. La detección precoz significaría una inversión que se traduciría en una reducción del gasto farmacéutico de aquí a cinco años. Hay cribados muy sencillos, por ejemplo con un TAC –que fue lo que me hice yo– se descubre todo. Y para compensar el gasto que supone un TAC basta con no salir a cenar dos días.