Nora Rodríguez
03/08/2017
La pedagoga y escritora Nora Rodríguez (1960), es pionera en España en el estudio de la violencia escolar. Trabajó en sus inicios, y durante casi una década, con niños en situación de riesgo social. Aquello marcó el camino de su carrera profesional: el maltrato invisible y los conflictos de comunicación que se producen en la actualidad entre padres e hijos. Acaba de publicar 'Atrévete a hablar de sexo con tu hijo' (Ediciones B, de Grupo ZETA, 2017), un libro con el que quiere tratar el tema de la sexualidad en la infancia con naturalidad, y con urgencia porque, como nos explica la experta, “nunca ha sido tan importante hablar de sexualidad con los hijos” ya que debido al ruido informativo, a los “informadores anónimos” que llegan con la tecnología, a los estereotipos, y a la hipersexualización de la sociedad occidental actual, “los niños aprenden a estar disconformes con sus cuerpos y con sus emociones, y llegan a la adolescencia sin tener amor y respeto ni por su propio cuerpo, ni tampoco por el de los demás”. Una visión distinta, integral y más amplia, que puede ayudar a los padres a encontrar las respuestas que buscan en torno a la sexualidad.
Te has centrado habitualmente en temas de educación y acoso escolar. ¿Cómo surge la idea de un libro sobre sexualidad?
Pues surge porque precisamente después de treinta años trabajando en esto me he dado cuenta de que había una mala relación del niño y del adolescente con el propio cuerpo; algo que he observado que se ha agravado en los últimos años, sobre todo a raíz de la irrupción de las nuevas tecnologías. He visto que hay una idea equivocada de que con los niños hay que hablar de sexo cuando, en realidad, de lo que hay que hablar es de sexualidad. Al final terminas hablando de sexo porque es una parte de la sexualidad, pero el problema es que nos estamos quedando en el aparato reproductor, cuando la sexualidad es mucho más que eso: tiene que ver con la manera en que cada persona se entiende a sí misma, y con la manera en que entendemos a los demás.
¿Tal vez los padres se lanzan a hablar de sexo porque no han sabido cómo abordar mucho antes el tema de la sexualidad?
Todos los padres creen que la pubertad es el momento de hablar de sexo con los hijos, cuando en realidad en la pubertad los niños ya hace más de tres o cuatro años que tienen acceso a información sexual. Un niño de tres, cuatro, o cinco años, que pasa dos o tres horas frente a la televisión –según datos de algunas investigaciones–, recibe más de 136.000 mensajes sobre sexualidad, y que definirán su sexualidad, de los cuales solo 165 son reales. Por eso hay que hablar de todo lo que tiene que ver con la sexualidad con los niños, adecuando los mensajes a cada etapa de crecimiento, porque luego llegan a la adolescencia y ante, por ejemplo, la moda de modelar su cuerpo, lo hacen convencidos de que es porque les hace sentir bien pero, si te fijas, siempre siguen los mismos estereotipos. Los chicos con mucho músculo para mostrar fuerza, y las chicas con el perfil 'Barbie'. Por esto es muy importante que los padres empiecen a hablar de sexualidad y a pensar en la sexualidad del hijo desde el momento del nacimiento, acompañándole en cada etapa evolutiva, con el objetivo de que aprenda a tomar mejores decisiones para su vida y a no dejarse presionar para ser alguien diferente de quien es, porque lo que potencia los estereotipos es el marketing, la economía de mercado, que coloca a los jóvenes en el punto de mira como compradores incondicionales.
La mayor parte de las imágenes de sexo que llegan a los preadolescentes lo hacen en formato de pornografía
Cuando un niño llega a la pubertad o primera adolescencia tienen que aprender a convivir con un nuevo cuerpo, unas nuevas emociones, unas nuevas sensaciones, y todo esto tiene un objetivo: que aprendan a tomar mejores decisiones para su vida. En cada etapa evolutiva, en la que se van modificando diversos aspectos de la sexualidad, siempre hay un fin adaptativo, evolutivo.
¿Cómo podríamos empezar a tratar el tema de la sexualidad, por ejemplo, con un niño de tres años?
A un niño de tres años le encanta desnudarse. ¿Por qué? Porque ha aprendido a ponerse y quitarse la ropa. Como nosotros vivimos en una sociedad dominada por la economía y el marketing, la sociedad se ha acostumbrado a evaluar a los niños como adultos, perdiendo de vista lo que evolutiva y cronológicamente son. Entonces, si un niño se desnuda en su casa, es muy probable que en vez de enseñarle a respetar su sexualidad, se le mire como a un adulto y se le diga: “cómo vas así, cómo te gusta mostrarte”. Se le devuelven mensajes inapropiados para su edad, y a ese niño no le gusta mostrarse desnudo, solo está probando el juego de ponerse y quitarse ropa, y se trata de un momento ideal para enseñarle que el cuerpo necesita de un lugar íntimo y privado, porque el cuerpo es de uno.
En ese sentido, en tu libro hablas de la privacidad y del respeto.
A un bebé, cuando se le cambia el pañal, no cuesta nada decirle “¿me das permiso, que voy a cambiarte el pañal?”. Y esperar unos segundos. No quiere decir que el bebé vaya a entender este concepto, pero sí entiende una carga emocional de respeto. Debemos empezar a tratar a los niños con respeto por su sexualidad, porque hoy en día los niños y los adolescentes están siendo increíblemente invadidos de informaciones que ellos ignorarían si empezásemos el acompañamiento desde el principio. Si a eso sumamos que vivimos en una sociedad donde los menores están permanentemente socializándose en dos mundos paralelos, el real y el virtual, es fácil comprender por qué tantos niños y adolescentes no se sienten en armonía con su cuerpo; se les está diciendo permanentemente que hay cuerpos mejores.
Es muy importante que los padres empiecen a hablar de sexualidad y a pensar en la sexualidad del hijo desde su nacimiento, acompañándole en cada etapa evolutiva
Niños en un entorno hipersexualizado
Hoy, como dices, los niños se socializan en la vida real, pero también en la red, con la tecnología. ¿Qué diferencias encuentras con respecto a generaciones anteriores en su acercamiento a la sexualidad?
Los niños de hoy malaprenden sobre sexualidad a través de la tecnología. Y hay investigaciones que demuestran que entre los ocho y los nueve años ya han visto pornografía alguna vez, y que la mayor parte de las imágenes de sexo que llegan a los preadolescentes lo hacen en formato de pornografía. Cada vez hay más chicos con traumas porque ven que no pueden hacer lo que hacen los actores porno. Quiero decir, que hay demasiados informadores anónimos, sin contar con la moda de los youtubers, que realmente están haciendo estragos en el tema de la sexualidad y de la aceptación del propio cuerpo. Y a esto se añade un problema mayor: las redes sociales están multiplicando hasta el infinito un neomachismo que ya no es de chicos agresivos, sino de chicos que se arreglan, cuidan su aspecto externo y que, sin embargo, son increíblemente controladores y machistas. Un machismo que ha puesto en marcha una gran hipersexualización del cuerpo de las chicas, desde edades muy tempranas. Hoy la sexualidad sin privacidad es moda.
¿Cómo afecta a la infancia y a la adolescencia vivir en un entorno tan hipersexualizado? ¿Cuáles son las consecuencias?
Primero, la gran confusión de quién soy, porque la sexualidad marca la manera en que vemos el mundo: quién soy, qué quiero, a qué mundo pertenezco, y de qué manera pertenezco. También, cómo me imagino en un futuro, qué deseo para mi vida. Esto por un lado. Por otro, estaría el cómo quiero que me vean los demás. A partir de los doce años los niños construyen su identidad social, y a través de las redes sociales solo consiguen trozos de identidad fragmentada. No es como cuando no existía la tecnología, y entonces podías querer parecerte a la maestra, a tu madre, o a tu enfermera. Cuando todo lo que ocurría pertenecía al mundo real o el de la imaginación, sin otro mundo paralelo, los modelos estaban más al alcance de la mano. Hoy en día los modelos son lejanos, fragmentados, y los niños que pasan muchas horas en las redes sociales llegan a construir una identidad muy fragmentada, donde no saben ni quiénes son.
Las redes sociales están multiplicando hasta el infinito un neomachismo que ya no es de chicos agresivos, sino de chicos que se arreglan, cuidan su aspecto externo y que, sin embargo, son increíblemente controladores y machistas
Hay una gran tendencia entre los más jóvenes a tener relaciones virtuales, donde el cuerpo no aparece, algo que es una paradoja, ya que vivimos en una sociedad de culto al cuerpo. Todo esto hace que nunca haya sido tan urgente como ahora hablar de sexualidad desde que son niños.
¿Crees que la sexualidad en la infancia continúa siendo un tema tabú?
Hablamos de todo con los niños y no hablamos de sexualidad, como dice la psicóloga que ha hecho el prólogo de mi libro. Y, si lo hacemos, es sin ningún tipo de naturalidad. Hoy hay toda una moda sobre que los niños tienen que aprender a poner nombre a sus emociones, a identificarlas, incluso cuando no saben ni hablar. Sin embargo, los padres no son conscientes de que los niños tienen sensaciones sexuales desde edades muy tempranas. Más que un tema tabú, diría que hay una desexualización de la infancia.
Hay una gran tendencia entre los más jóvenes a tener relaciones virtuales, donde el cuerpo no aparece, algo que es una paradoja, ya que vivimos en una sociedad de culto al cuerpo
Quizás sea porque nos da miedo pensar o tratar temas como el abuso sexual…
A partir de los cuatro años ya hay que empezar a trabajar la prevención del abuso sexual, pero para eso hay que empezar a trabajar mucho antes sobre el respeto al propio cuerpo. La prevención parte del respeto. Y también pasa por llamar a los genitales por su propio nombre, porque en la mente del niño se genera la idea de que esos genitales deben ser algo muy malo para que sus padres y su entorno los llamen de otra manera.
La sexualidad en el desarrollo infantil
¿Cuándo y cómo empiezan a tomar contacto los niños de hoy con el sexo y la sexualidad?
Los niños reciben miles de mensajes al año con carga erótica. Un niño puede ver cualquier anuncio de helado a las 4 de la tarde, o de un perfume, y en todos ellos hay actitudes eróticas. Y los niños cuando algo les interesa son como científicos, buscan respuestas. Y las respuestas a veces las buscan en los padres, y otras veces prestando atención a un cartel, a una imagen, a algo que les llega de la tele. Por eso es tan importante que cuando empieza la edad de las preguntas, la mejor respuesta hasta los siete u ocho años sea devolverle la pregunta a nuestros hijos: “¿y tú que piensas?”, para que ellos se planteen las cosas y nos faciliten información sobre qué saben.
Como comentabas, uno de los mitos que argumentas en el libro es que aún se piensa que entre el nacimiento y la pubertad “no hay ninguna manifestación de sexualidad”. ¿Por qué es un error pensar esto? ¿Cómo se manifiesta la sexualidad en la infancia?
Hay sensaciones, sienten placer. En cada etapa la sexualidad abarca muchos aspectos, iguales o diferentes de la anterior, por eso este libro está pensado para activar un modo de hablar teniendo en cuenta las etapas socioafectivas. El problema es que al final todo el mundo lo reduce al tema del sexo, de los genitales, de lo reproductivo…, cuando la sexualidad es mucho más que eso.
A los niños de tres años les encanta quitarse la ropa, y no lo hacen para exhibirse, sino porque han aprendido a ponérsela y quitársela. Y es probable que en otra etapa muestren un pudor increíble, porque están pasando por una etapa evolutiva diferente
Hay manifestaciones de descubrimiento propias de los niños; y realmente quienes les dan a veces una carga negativa a esas manifestaciones son los padres. Es verdad que puedes ver a un niño de tres años tocándose los genitales y disfrutando, pero también le puedes enseñar que eso que él siente y que está haciendo lo puede hacer en un lugar privado. Como lo de la desnudez que antes hemos comentado. No obstante, hay que dejar que ellos experimenten, y transmitirles que el placer que sienten es positivo y es bueno. El placer es una parte importante del desarrollo infantil.
La educación sexual en casa
Para muchos padres hablar de temas que tengan que ver con la sexualidad sigue siendo motivo de estrés, algo incómodo. ¿Tiene algo que ver en esto nuestra propia educación sexual?
En el libro hay un test personal para padres que solo tiene por objetivo que estos reflexionen sobre su propia sexualidad. Quizás es lo primero que deberían hacer antes de pensar cómo van a acompañar a su hijo en el desarrollo de la sexualidad, para comprobar qué cosas les cuestan más a cada uno. Y vuelvo al ejemplo de la desnudez. A los niños de tres años les encanta quitarse la ropa, y no lo hacen para exhibirse, sino porque han aprendido a ponérsela y quitársela. Y es probable que en otra etapa, sin embargo, esos mismos niños muestren un pudor increíble, porque están pasando por una etapa evolutiva diferente. Eso sucede por ejemplo a los siete años, cuando los niños empiezan a experimentar vergüenza y sensaciones de autoplacer muy fuertes. Por eso siempre digo que los padres deben ir haciendo un clic con cada cambio de su hijo y con cómo va experimentando él la sexualidad, para acompañarle y respetarle en cada momento, porque al final estos momentos tienen que ver con la aceptación del propio cuerpo, que es la aceptación de sí mismos. Y cuando yo acepto mi propio cuerpo hay muchas menos probabilidades de que me conecte mal con los demás. Al final, el único medio que tenemos para conectar con los demás es lo que somos.
Se habla mucho de la necesidad de criar y educar con empatía. ¿Crees que falta empatía también cuando se trata de temas que tienen que ver con la sexualidad?
No creo que se trate de empatía en este sentido. Lo que necesitamos es crear un momento de comunicación donde predomine la empatía (no tener empatía específicamente “para”), y saber así qué piensa nuestro hijo, qué sabe, qué entiende, y poder darle como padres esa otra mirada que quizás le falta. Hay que darle a los niños una visión mucho más global, mucho más de 360º, sobre su sexualidad, sin juzgar ni controlar. Para que reflexionen sobre cómo se ven, se acepten, y se imaginen felices en el futuro. Para que puedan responderse “¿quién soy?” con aceptación.
Hay que llamar a los genitales por su propio nombre, porque en la mente del niño se genera la idea de que esos genitales deben ser algo muy malo para que sus padres y su entorno los llamen de otra manera
¿Qué aconsejarías a unos padres que quieren ofrecer a sus hijos respuestas adecuadas sobre su sexualidad?
Los niños no buscan respuestas exactas, buscan respuestas que encajen más o menos en lo que ellos saben, y lo amplíen un poco. Los padres debemos darles estas respuestas siempre desde el respeto y la amabilidad, sin reproches, desde lo natural, y sumando un poco a lo que ya conocen. Es decir, no hace falta leerles la enciclopedia británica. Primero averiguamos qué saben, y luego le añadimos un poquito, desde esa visión de 360º que te comentaba, porque es la única manera de conseguir que todos los informadores anónimos que van a llegar a su vida –a través fundamentalmente de la red– no puedan focalizar el mensaje en un solo punto, porque ellos ya tendrán una visión más amplia de la sexualidad.