Jonathan Benito Sipos

Profesor e investigador de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de El poder de la amabilidad
Para el experto en neurociencia Jonathan Benito la amabilidad es el camino “más fácil y corto” a la felicidad, un “win-win” con el que todos salen ganando, también a nivel de salud física y mental, y que te ayuda a atraer lo bueno y mejorar tu autoestima y relaciones.
Jonathan Benito
“Si tenemos una estrategia como la amabilidad, que es gratis, con la que vamos a ser más felices, vamos a vivir más años y vamos a tener menos enfermedades, ¿por qué no adoptarla?”

17 de junio de 2025

A veces, el refrán “en casa de herrero, cuchillo de palo” tiene todo el sentido del mundo. Por eso existe, claro. Su significado, sin embargo, no es válido para hablar del profesor e investigador de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid Jonathan Benito. Acaba de publicar un libro sobre El poder de la amabilidad (Ed. Planeta) y al otro lado del teléfono atiende al entrevistador con una amabilidad exquisita, sin pedantería ni aires de superioridad, dirigiéndose a él en numerosas ocasiones por su nombre, felicitándole por algunas preguntas reflexivas. El entrevistador no puede verlo, pero es capaz de intuir también sus sonrisas, que Benito señala como el primer paso para ser más prosociales, más amables. “La amabilidad es el camino más fácil y corto a la felicidad”, afirma con seguridad. Y uno tiene que creerlo, porque si un concepto tan abstracto como la felicidad realmente existe, él la desprende con su discurso durante toda la conversación. Divulgador científico en redes y reputado conferenciante (Top 100 Thinking Heads) Jonathan Benito nos habla de la importancia de este súper poder para mejorar tus relaciones diarias.

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Dedicas el libro a tu hijo Hugo: “Sé feliz, pero, sobre todo, sé amable, porque así acabarás siendo feliz”, le escribes. ¿La amabilidad es el camino más fácil a la felicidad?

Portada "El poder de la amabilidad"

Pues es el camino más fácil y, además, también es el camino más corto. Como te puedes imaginar, un padre lo que más quiere en el mundo es que su hijo sea feliz. Y yo le doy muchos consejos sobre ello. De hecho, el último tercio del libro lo dedico a una serie de consejos que están aprobados por la neurociencia y que sirven para ser más felices.

¿Cuál es la relación entre amabilidad y felicidad? Quiero decir, ¿cómo ser amables nos hace felices?

Cuando tú eres amable vas creando interacciones positivas con los demás y esas interacciones incrementan la valoración tuya dentro del grupo, la aceptación que los demás tienen hacia ti. Y eso al final repercute mucho en la autoestima de una persona, en la propia valoración que tiene esa persona de sí misma respecto al grupo.

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Además, siendo amable se producen una serie de cambios a nivel bioquímico en el cerebro, se empiezan a segregar opioides endógenos, endocannabinoides, y eso genera felicidad.

También con la amabilidad se incrementa la neurogénesis, que es la producción de nuevas neuronas, y esto tiene mucho que ver con la memoria y con la cognición, pero también con el bienestar emocional. Son múltiples los caminos por los que la amabilidad te lleva a la felicidad.

Vuelvo a la dedicatoria a tu hijo. Me surge una duda con ella. ¿La felicidad debe ser una meta en la vida? Quiero decir, ¿Intentando conscientemente ser felices, buscando la felicidad, no corremos el riesgo de ser más infelices?

Muy buena pregunta. Yo no conozco a nadie que no quiera ser feliz. Es decir, me parece que todo el mundo quiere ser feliz de alguna manera y, además, yo creo que es un derecho que tenemos los seres humanos. Pero, efectivamente, hay muchos experimentos que demuestran que cuando tú persigues a la felicidad, la espantas y acabas siendo al final una persona desgraciada.

“La amabilidad es el camino más fácil y corto a la felicidad”

Entonces, no se trata tanto de perseguir la felicidad, sino de, sabiendo que hay una serie de elementos que generan felicidad, introducir estos elementos en tu día a día.

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Y esos elementos, además de la amabilidad, ¿cuáles serían?

Te voy a poner un ejemplo. Uno de los mayores problemas que tenemos los seres humanos es que somos demasiado materialistas, y esto es por una cuestión atávica del cerebro, que continuamente quiere acumular como una forma de lograr la aceptación del grupo. Si a ti ahora mismo te llegan de repente 3.000 euros que no te esperabas, no tienes que tapar ningún agujero y te los puedes gastar en un capricho, casi seguro que tu cerebro te va a empujar a comprar algo material, porque es algo que vas a tener toda la vida. Y de forma intuitiva el cerebro te dice que eso te va a generar felicidad durante mucho tiempo, pero no es verdad, porque pronto vas a experimentar lo que se llama la adaptación hedónica. Dicho de forma básica y rápida: te vas a aburrir de lo que has comprado y vas a querer otra cosa después. Sin embargo, si esos 3.000 euros los inviertes en un viaje con la familia, en una experiencia gratificante, el recuerdo que te vas a llevar de esa experiencia va a generar muchísima más felicidad que cualquier elemento material. Así que un gran consejo es: sé experiencialista en lugar de materialista.

“Cuando tú eres amable vas creando interacciones positivas con los demás y esas interacciones incrementan la valoración tuya dentro del grupo, la aceptación que los demás tienen hacia ti. Y eso al final repercute mucho en la autoestima de una persona”

Una página después de la dedicatoria a tu hijo te citas a ti mismo con esta frase: “Ni los más fuertes ni los más inteligentes, sobreviven los más amables”. Y después de ver la amabilidad como camino a la felicidad y como herramienta de supervivencia, te pregunto: ¿La amabilidad es una especie de superpoder?

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Desde luego. Es un superpoder que todos tenemos y que no siempre ponemos en práctica. Sí tú llegas ahora mismo a un grupo humano que no te conozca de nada, puedes hacerlo de muchas maneras. Puedes hacerlo con una estrategia de agresividad, queriendo imponerte a la fuerza. Puedes hacerlo de forma hipercompetitiva, intentando sobresalir en el grupo. O puedes hacerlo con amabilidad. Siempre, la estrategia que mejor aceptación produce en un grupo y, además, la que mejor valoración le da a uno, es la amabilidad.

Llevamos un rato hablando de amabilidad, pero ¿cómo definiría Jonathan Benito este concepto? ¿De qué hablamos cuando hablamos de amabilidad?

Yo en el libro hablo de amabilidad para sintetizar y no complicar la vida demasiado a la gente, pero en neurobiología hablamos de un concepto más amplio que se llama prosociabilidad, que implica amabilidad, amigabilidad e interacciones positivas con los demás en términos de colaboración o cooperación.

“Hay muchos experimentos que demuestran que cuando tú persigues a la felicidad, la espantas y acabas siendo al final una persona desgraciada”

Es decir, es una actitud ante la vida a través de la cual intentas de forma genuina preocuparte por los demás, ayudarles a establecer interacciones positivas. Y eso, al final, es una estrategia win-win, porque cuando tú eres amable y prosocial conmigo, tú ganas y yo gano. En cambio, si eres agresivo conmigo, tú pierdes y yo pierdo.

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Ser prosocial se puede entrenar

Explicas en el libro que la prosociabilidad explica en parte porqué el homo sapiens desplazó al neandertal. Con la expansión de internet y las redes sociales y la cultura de lo online, ¿corremos el riesgo de retroceder y convertirnos en una especie menos prosocial?

Qué pregunta más buena. Es algo que justamente me planteo mucho, que en un mundo donde deberíamos estar más interconectados que nunca, pues resulta que tenemos tanta tecnología a nuestra disposición que corremos el riesgo de pensar que no necesitamos a los demás. Y eso es un error.  Voy a poner el ejemplo de un gigante como la empresa Microsoft, que se mueve en un sector en el que la competencia es feroz. Hace diez años la compañía estaba al borde de la extinción, estaba a punto de irse al carajo porque estaba sometida a políticas muy individualistas, de hipercompetitividad, de agresividad, de miedo al fracaso y al error. Entonces llegó como CEO una persona súper prosocial, Satya Nadella, que cogió el mando de la empresa y apostó por una política completamente distinta, una política prosocial donde prima la humildad intelectual, la colaboración, la cooperación. Fíjate: en menos de diez años Microsoft ha pasado de estar al borde de su desaparición a multiplicar por siete su valor en bolsa. Es decir, que incluso en un mundo tan competitivo, tan interconectado y con mucha tecnología, la prosociabilidad sigue siendo una herramienta fundamental para prosperar y sobrevivir.

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Dices que como especie no hemos logrado alcanzar aún las cotas más altas de prosociabilidad.

El 100% nunca lo vamos a alcanzar, porque siempre vamos a tener individuos que están en terrenos patológicos, personas antisociales, psicópatas, etcétera. Pero llegaremos a las cotas más altas cuando tú te subas a un ascensor, entre una persona y siempre te salude, cuando te cruces con un vecino y te diga siempre “hola”; cuando te cedan el paso con el coche de forma natural. Este tipo de cosas no las vemos hoy en día, así que nos queda muchísimo como seres humanos para ser prosociales. Algunas personas si han alcanzado esa cima, tenemos gente que es una maravilla, pero otros muchísimos no.

¿La prosociabilidad se puede entrenar?

La buena noticia de la prosociabilidad es que sí, se puede entrenar. Igual que hay gente que nace con el don del magnetismo, que llegan a un grupo y enseguida se hacen hueco, caen bien y son valorados, también hay otra que es más tímida o, directamente, antipática.

“Un gran consejo es: sé experiencialista en lugar de materialista”

Yo conozco casos de personas antipáticas que no se sentían bien, porque eran conscientes de que van generando entornos hostiles. Estas personas, cuando empiezan a practicar la prosociabilidad (con una sonrisa, con las fórmulas básicas de cortesía) comienzan a ver que tienen interacciones positivas con los demás, que eso mejora la valoración que tiene el grupo respecto a ellos y que, por arrastre, eso también mejora la valoración que tienen ellos respecto a sí mismos, es decir, que ven aumentar la autoestima. La gente que empieza a practicar la prosociabilidad empieza a ser más feliz.

¿Por dónde empezar a ser alguien más prosocial?

Por la sonrisa. Piensa una cosa: cuando tú te enfrentas a una interacción con otra persona, si tu interlocutor no sonríe, la cosa empieza muy mal. La interacción tiene muchos visos de ser neutra tirando a negativa. La sonrisa tiene un impacto brutal sobre el cerebro. Todos vivimos con un miedo atávico, ancestral, a que no nos valoren lo suficiente, a que no nos acepten en el grupo. Con una sonrisa lo que estás indicando es justamente todo lo contrario: no te preocupes, yo te acepto, eres bienvenido. La sonrisa es fundamental para iniciar una interacción positiva.

A nivel de salud, ¿también tiene beneficios ser más prosocial?

Cuando tú eres amable, te quitas muchísimo estrés. Y el estrés ya sabemos que es pésimo para la salud por distintos motivos. Cuando estamos sometidos a grandes niveles de cortisol, no se produce la neurogénesis de forma correcta en el hipocampo, y eso tiene una repercusión muy grande tanto a nivel de memoria y aprendizaje, como a nivel de bienestar emocional. Además, y relacionado con el estrés, me sorprende muchísimo que no se hable del fibrinógeno. Es una molécula que se libera en periodos de estrés. Por evolución, nuestro organismo considera que si un individuo tiene un periodo de estrés es porque está sometido a un peligro; y en un peligro puede haber una herida y con una herida te puedes desangrar. Entonces, libera fibrinógeno. ¿Qué pasa ahora? Que lo que no se imaginaba la evolución es que iba a haber un ser como el homo sapiens que se iba a preocupar de cosas que no entrañaban peligro, incluso de cosas que todavía no han ocurrido o, directamente, de cosas que a lo mejor ni siquiera van a ocurrir, como los famosos “y si…” que tenemos en el cerebro.¿Qué pasa? Que ese fibrinógeno se libera en respuesta al estrés, pero no encuentra ninguna herida, así que va formando coágulos y esos coágulos, si tienes la mala suerte que te taponan una arteria, por ejemplo, en el corazón, te pueden llevar a sufrir un infarto de miocardio o un ictus en el cerebro.

“La amabilidad es un superpoder que todos tenemos y que no siempre ponemos en práctica”

Así que todas estas desventajas una persona amable se las va quitando, mientras que, por el contrario, una persona que opta por la no amabilidad va cogiendo cada vez más papeletas para tener alguna enfermedad. Así que si tenemos una estrategia como la amabilidad, que es gratis, un win-win, con la que vamos a ser más felices, vamos a vivir más años y vamos a tener menos enfermedades, ¿por qué no adoptarla?

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