Ningún tipo de artrosis se puede curar, ya que se trata de un proceso degenerativo y no hay soluciones que permitan recuperar el cartílago articular que ya se ha perdido. Por esta razón, el tratamiento de la rizartrosis se centra en reducir el dolor y evitar que la degeneración continúe progresando. Y para ello se puede recurrir a:
- Tratamiento farmacológico: con el uso de analgésicos, antiinflamatorios o corticoides. También se pueden realizar infiltraciones de diferente tipo de medicación.
- Tratamiento no farmacológico: el uso de órtesis y férulas ayuda a que la articulación esté en reposo, lo que reduce el dolor. Por otro lado, gracias a la fisioterapia se puede recuperar movilidad y fuerza, y reducir la rigidez de la zona; mientras que con terapia ocupacional se puede frenar la degeneración, enseñando a la persona afectada a realizar los movimientos de tal forma que no cargue las articulaciones, y usando herramientas de apoyo para ejecutar las acciones mecánicas que más comprometen a la articulación.
Dependiendo de la fase en la que se encuentre la artrosis del pulgar se pueden aplicar los siguientes tratamientos:
- Inicio de la degeneración: se comienzan a utilizar fármacos antiinflamatorios y se puede recomendar el uso de una órtesis combinada con el reposo. Las infiltraciones también ayudan a reducir el dolor y la inflamación, pero no impiden que continúe la degeneración articular.
- Degeneración articular avanzada: cuando el tratamiento farmacológico y no farmacológico no son suficientes, se puede recurrir a la intervención quirúrgica para realizar una artroplastia (reconstrucción articular). Esta operación consiste en reemplazar el hueso por un trozo de tendón; en el postoperatorio la persona tendrá que tener la mano inmovilizada durante unas seis semanas, y después realizar rehabilitación. Los resultados de esta cirugía son muy buenos, ya que el paciente recupera la movilidad sin sentir dolor.