Dra. Encarna Muñoz
08/04/2021
A ser padres y madres se aprende. No es un camino fácil, pero sí es muy importante recorrerlo con naturalidad, sin presiones, con información y con convicción, porque lo que pasa antes del nacimiento de nuestros hijos e hijas y en sus primeros meses de vida puede condicionar su salud física y mental a futuro, debido a que se trata del momento de máximo desarrollo neuronal. Así lo explica Encarna Muñoz, licenciada en Medicina y Cirugía y Máster en Psicoanálisis, en El principio de la vida (Vergara), un libro que se apoya en la ciencia para explicar, en positivo, el origen de muchos desajustes psicológicos que desarrollan algunos niños y niñas como consecuencia de una deficitaria vinculación con sus progenitores. Encarna Muñoz insiste en este sentido en la necesidad de afecto, de entender las necesidades emocionales del bebé porque, como explica, los cuidados físicos no bastan para asegurar su futura salud mental.
¿Por qué es importante tener conocimientos de la fase prenatal?
El útero materno no es el lugar sosegado que imaginamos, sino más bien al contrario. Resulta ser una fuente constante e imprescindible de estimulación, que influye de forma decisiva en el crecimiento del sistema nervioso del feto. Durante este período, el feto adquiere todas las cualidades que necesita para iniciar la vida postnatal.
La actividad mental existe antes de nacer. Saber de esta realidad, permite a los padres situarse de otra forma frente al embarazo, algo que les ayudará a empezar a comprender la existencia del hijo como alguien distinto a ellos, con vida propia.
¿Cómo influye esta etapa sobre el resto de la vida?
El niño experimentará el máximo desarrollo neuronal en los primeros meses de vida. Sobre éste, se apoyarán más adelante todos los progresos psíquicos y cognitivos. Cualquier alteración de este proceso dejará secuelas que en el futuro dificultarán el desarrollo psíquico y cognitivo del niño.
La actividad mental existe antes de nacer. Saber de esta realidad, permite a los padres situarse de otra forma frente al embarazo
Por tanto, la salud mental dependerá en parte de que en este período todo funcione felizmente y, para que esto ocurra, es imprescindible una correcta adaptación del entorno a las necesidades del recién nacido.
¿Debería ofrecerse una educación prenatal para que podamos prepararnos en este sentido? De ser así, ¿cómo hacerlo?
En realidad, los padres deberían dejar que todo transcurriera de forma natural; al final, el deseo de tener un hijo y la predisposición para la crianza vienen de muy lejos, se remontan a sus vivencias de la primera infancia, e incluso más allá de los primeros vínculos cuando ellos mismos eran bebés. La forma en que fueron amados o deseados por sus padres inicia la capacidad para el amor, imprescindible para una buena crianza.
El niño experimentará el máximo desarrollo neuronal en los primeros meses de vida. Sobre éste, se apoyarán más adelante todos los progresos psíquicos y cognitivos
Por eso, el objetivo de cualquier educación no es sustituir el criterio de los padres, y por esta razón mi libro no intenta adiestrarlos, sino más bien inspirarles respuestas que surjan desde dentro de sí mismos.
Herencia genética y factores ambientales que afectan al bebé
Apuntas también que no es válido creer que todo está determinado desde la concepción misma, pues los padres, adoptivos o no, influyen decisivamente en las respectivas naturalezas de sus hijos. ¿Podemos modificar los “errores” o ausencias de la etapa prenatal, e incluso tras el nacimiento?
La posible reparación dependerá de la intensidad de las alteraciones y el momento en que se produce la carencia. Cuanto más temprano, más gravedad y más difícil es la reparación. Cuando las carencias durante la primera infancia han sido graves, las secuelas también lo serán, resultando difícil la reparación.
Pero cuando las lesiones no han sido irreversibles, la niñez resulta ser un período de gran plasticidad que puede compensar el daño recibido en la primera infancia, aunque el niño, se verá lamentablemente obligado a gastar una energía extra, que se restará de su proceso de crecimiento.
¿Influye también en nuestro desarrollo futuro la forma en la que nacemos?
Parece que la naturaleza es la que inicia el parto y en cierta forma así es, pero en realidad el que decide cuándo nacer es el niño. En el momento en que su maduración se ha completado, algo lo empuja a nacer. Por tanto, podemos considerar el nacimiento como un paso más del crecimiento. Pasar del estado de no nacido, al estado de nacido, no es vivido necesariamente como algo traumático. De hecho, se sabe que muchos niños duermen durante la mayor parte del proceso. Tan solo cuando las condiciones intrauterinas no han sido buenas, el parto supondrá una experiencia angustiante. No es la forma en la que nacemos lo que nos condicionara el futuro, es el vinculo con nuestra madre lo que lo condiciona.
El objetivo de cualquier educación no es sustituir el criterio de los padres, y por eso mi libro intenta inspirarles respuestas que surjan desde dentro de sí mismos
La epigenética es la ciencia que intenta comprender por qué los genes no son capaces de activarse o silenciarse por sí mismos, sino que dependen de las señales que se originan en el entorno. ¿Por qué resulta más determinante la epigenética que la propia herencia genética?
No hace demasiado tiempo, aún se pensaba que la herencia genética era determinante, pero esta idea ha cambiado. Se sabe que es mucho más importante la maquinaria que regula la expresión de los genes, que la dotación genética en sí. Tan solo se harán visibles los genes activos, los otros en realidad no tendrán representación corporal, es como si no estuvieran. Y esta activación o inhibición de los genes dependerá de la epigenética. De ahí que sea más determinante que la propia dotación genética.
¿Llevar una vida saludable influye en la salud de los futuros hijos e hijas?
Existen suficientes evidencias bioquímicas y alteraciones reales, que son la materialización de determinadas influencias del ambiente. Desde esta premisa, podemos deducir que una vida no saludable puede llegar a ocasionar alteraciones en el epigenoma, y que esto tenga consecuencias en la transmisión de la información genética a los futuros hijos.
El estado de dependencia y constancia que debe tener un bebé para que crezca confiado y estable debería considerarse, como mínimo, de dos años
Cuentas que en el caso de ovodonación, se ha descubierto que las madres que gestan un hijo con óvulo de donante, algo de su propio ADN se acaba recombinando con el ADN del embrión. Muchas madres aseguran que algunas de las características de sus hijos o hijas son reconocidas como propias. No reconocer esas características, ¿puede conducir al rechazo?
Necesitamos reconocer a nuestro hijo como propio, al inicio como una parte de nosotros mismos; sin esta implicación es muy difícil la vinculación. No es posible la unión fusional que es imprescindible al principio y desde la cual el nuevo ser comienza a existir. Si no existe esta identificación por parte de los padres, el recién nacido puede ser percibido como un otro extraño, algo que no augura un buen comienzo.
Si el bebé ha transitado saludablemente por los primeros tres meses habrá alcanzado la conciencia de sí mismo y de que está separado de su madre, lo que le permitirá seguir su correcto desarrollo
“Cuando el hijo que ha nacido es biológicamente distinto a uno o a ambos padres, es necesario que estos hagan un esfuerzo de aceptación que implica la renuncia a la fantasía del hijo, como reflejo e imagen de sí mismos”. ¿Por qué es tan importante para muchas mujeres y hombres ese concepto de “sangre de mi sangre”?
No poder tener un hijo biológico implica, a la fuerza, una renuncia narcisista, una herida en lo profundo, que se tendrá que elaborar para poder ser superada y permitir una correcta vinculación. Sentir que la descendencia es parte de nosotros mismos es algo inherente a la paternidad, de ahí la importancia de que los hijos, ya sean biológicos o no, se perciban de esa forma, es decir, como una prolongación de los padres.
No poder tener un hijo biológico implica una renuncia narcisista, una herida en lo profundo que se tendrá que elaborar para poder ser superada y permitir una correcta vinculación
El libro se centra exclusivamente en un período que abarca, de manera aproximada, los primeros tres meses. ¿Qué ocurre después de este momento?
Si el bebé ha transitado saludablemente por este tempranísimo período de los primeros tres meses, habrá alcanzado la conciencia de sí mismo y la percepción de que está separado de su madre, algo que le permitirá seguir su correcto desarrollo. De no conseguirlo, el desarrollo normal quedará en cuestión.
Proteger a padres y madres para favorecer la crianza de sus hijos
Dice que es vital concienciar a la sociedad de lo importante que resulta proteger la salud mental de padres y madres durante las primeras etapas de la crianza con medidas políticas, como son bajas paternales y maternales lo suficientemente prolongadas y ayudas sociales que permitan una adecuada dedicación. ¿Cómo afecta a la crianza no disponer de ayuda en este sentido?
Como la crianza es un período que requiere una dedicación que es irreductible, es decir, que no se puede acortar, los padres necesitan ser acompañados y protegidos durante esta etapa tan trascendental; es una deuda que la sociedad tiene con ellos. Al final, la salud futura de la sociedad dependerá de cómo lo hayan conseguido hacer ellos.
¿Por qué es más importante el estado psíquico de la madre, que los cuidados físicos que pueda dar a su hijo o hija?
Un niño puede estar perfectamente atendido en cuanto a la alimentación y la higiene, pero eso no garantiza un correcto desarrollo psíquico. Los cuidados físicos no bastan para asegurar su futura salud mental, la falta de afecto acaba mermando su desarrollo psíquico. Por eso, una madre que no está en las condiciones emocionales adecuadas para la crianza puede originar algún trastorno en su hijo, aunque exista un buen cuidado higiénico por parte de ella o del entorno.
Los permisos iguales e intransferibles de 16 semanas recientemente aprobados en España, ¿son suficientes en el caso de las madres?
Evidentemente son del todo insuficientes si tenemos en cuenta las necesidades de los bebés y lo que está en juego.
Una vida no saludable puede llegar a ocasionar alteraciones en el epigenoma y que esto tenga consecuencias en la transmisión de la información genética a los futuros hijos
¿Cómo puede afectar a una madre separarse de su bebé prematuramente?
Tanto la madre como su bebé, si han tenido una buena relación durante los meses de baja, estarán lo suficientemente vinculados como para tolerar la separación, aunque siempre con un coste. Hay madres que quedan conmocionadas con la separación, al igual que sus hijos.
¿Hasta cuándo debería mantenerse la diada bebé-madre?
La diada bebé-madre es vital durante los primeros meses. Y es durante el primer año cuando madre e hijo van diferenciándose, aunque esto no implica que se reduce el grado de dependencia emocional, que sigue existiendo entre ellos. Pero el estado de dependencia y constancia que debe tener un bebé para que crezca confiado y estable debería considerarse, como mínimo, de dos años.
Una madre que no está en las condiciones emocionales adecuadas para la crianza puede originar algún trastorno en su hijo, aunque exista un buen cuidado higiénico
¿Puede causar culpabilidad en las familias no poder ofrecer una crianza adecuada a sus hijos por las circunstancias actuales en las que se desarrolla? ¿Qué recomendaciones podría darle a una familia en una situación como esta?
Naturalmente que puede causar culpabilidad, pero debe tenerse en cuenta que lo verdaderamente importante es que el bebé sea amado. Si la madre debe ausentarse por trabajo u otras obligaciones, el bebé la sabrá esperar, no es lo ideal, pero para él es soportable, sobre todo si la relación con los padres ha sido buena desde el comienzo.