María Rosa Espot y Jaime Nubiola
30/04/2019
Para ser un buen profesor hay que tener ilusión por enseñar y pasión por la educación. O al menos eso es lo que creen María Rosa Espot y Jaime Nubiola, docentes del Colegio La Vall y de la Universidad de Navarra, respectivamente, y autores de Alma de profesor (Desclée De Brouwer, 2019), un libro dirigido a todos los interesados en el mundo de la docencia. Cuestiones como la importancia del descanso y de la coherencia en el trabajo, el abordaje de la disciplina en el aula, los deberes y la orientación profesional, el valor del trabajo en equipo, la toma de decisiones conscientes, o los retos de la educación actual, se suceden en un pequeño manual de poco más de 150 páginas; un manual que, en definitiva, recoge la experiencia de dos profesionales de la enseñanza con una trayectoria de más de 30 años de experiencia, y que puede servir a otros docentes para reflexionar o cuestionarse lo que se hace en las aulas. Porque, como dicen sus autores, un buen profesor es un “profesional que está interesado en aprender y que está dispuesto a cambiar para ser mejor dentro y fuera del aula”.
¿A quiénes diríais que va dirigido ‘Alma de profesor’?
A todos los profesores y a todas las personas interesadas en la educación. Aspiramos a entusiasmar a los profesores jóvenes en la apasionante tarea de educar, pero pensamos que nuestro libro puede también ayudar a los profesores "cansados", despertando el alma de profesor que todos ellos tenían al iniciar su carrera profesional.
Supongo que la de profesor es una de esas profesiones que requiere una gran vocación. ¿Se puede ser un buen profesor sin haber tenido previamente una vocación para serlo?
El profesor nace y se hace. El buen profesor nace con alma de profesor, la descubre, aprende a desarrollarla y consigue resultados educativos muy buenos. El buen profesor ama su profesión y goza con ella, y todo ello lo va atesorando en su corazón.
Ni la mejor de las tecnologías podrá sustituir nunca a un buen profesor
¿Cómo definiríais a un buen profesor?
Un buen profesor ama su profesión. También es un profesional estudioso, es decir, está interesado en aprender y dispuesto a cambiar para ser mejor dentro y fuera del aula. Es aquel que quiere a sus alumnos, y además de manera incondicional. Su actitud es la de ayuda a los demás. Es capaz de ofrecer empatía a los alumnos. Sabe escuchar y sonreír, y tiene una relación excelente con sus alumnos.
El buen profesor sabe comunicar con los alumnos desde el respeto y la aceptación, el aprecio y la cordialidad
El buen profesor también es buen comunicador. No solo nos referimos a saber utilizar adecuadamente el lenguaje verbal y el gestual, sino que además nos referimos a saber comunicar con los alumnos desde el respeto y la aceptación, el aprecio y la cordialidad. Es un profesional comprometido e implicado. Actúa con coherencia, esto es, de acuerdo con sus principios, convicciones y valores personales y los de la institución en la que desarrolla su actividad profesional. Y, por supuesto, es aquel que goza en el aula con su materia. El gozo al que nos referimos es un sentir altamente grato para el profesor, e inmensamente beneficioso para el aprendizaje de sus alumnos.
Cómo han cambiado las aulas y los alumnos
¿Se puede ser un buen profesor con los recursos actuales?
Ser un buen profesor no nos parece que sea una cuestión de disponer o no de unos u otros recursos. Los recursos que tiene el profesor indudablemente desempeñan un papel importante en su docencia, pero no de manera tan decisiva. Pensamos que la buena docencia alcanza niveles distintos en función de la competencia del profesor que lidera el aula, más que en función de los recursos de que disponga. Estamos convencidos de que la buena docencia reclama profesores altamente competentes, a los que les encante su trabajo profesional.
Ser un buen profesor no nos parece que sea una cuestión de disponer o no de unos u otros recursos
Muchos maestros se lamentan de que la formación del profesorado en las universidades tiene carencias importantes para el desarrollo profesional posterior. ¿Creéis que esto es así?, ¿cuáles diríais que son las grandes carencias de la formación de profesor?
Sin lugar a dudas la mejor y más efectiva formación de un profesor principiante es la que viene de la mano de un profesor mentor, es decir, un profesor experimentado, altamente competente y de reconocido prestigio personal y profesional, con unas tareas específicas de formación y acompañamiento al joven profesor. La labor de un mentor nos parece decisiva para la formación –a nivel personal– de los profesores principiantes. Pensamos que este tipo de formación –impartida en el mismo centro educativo– es una de las carencias más importantes en la formación del profesor.
Los profesores han cambiado, pero también los alumnos. ¿Qué diferencia a los alumnos de hoy de los de hace diez o veinte años? ¿Cuáles son los principales cambios que se han producido en las aulas?
Los alumnos de hoy en su mayoría son menos esforzados, con menor capacidad de atención (les cuesta escuchar), son digitales al cien por cien, les fascina la inmediatez y, son menos pacientes, pero más creativos y más solidarios.
La labor de un mentor nos parece decisiva para la formación –a nivel personal– de los profesores principiantes
En cuanto a las aulas, hoy son más participativas, más favorecedoras de creatividad, mucho más diversas –¡inclusivas!– y con una presencia mucho mayor de las nuevas tecnologías.
El debate de los deberes
En el libro mencionáis los deberes y el debate que generan a nivel social y familiar. Decís que la gran mayoría de los profesores son partidarios de los “buenos deberes”, por considerarlos útiles y necesarios para los alumnos. ¿Por qué creéis que generan tanta preocupación a los padres?
Algunos padres explican esa preocupación diciendo que los deberes para casa –después de la jornada escolar de muchas horas– producen estrés en sus hijos, distorsionan la vida familiar y privan del juego a los más pequeños y de actividades de esparcimiento a los mayores (deportes, música, etcétera).
Digitalizar las aulas inevitablemente va unido a una formación adecuada y actualizada de los profesores
No sé si que en cada colegio haya una actitud a este respecto, y la falta de unanimidad en general sobre si son o no necesarios, también provoca cierta confusión. ¿Debería abordarse esta cuestión a nivel institucional?
Se trata de que los deberes fomenten hábitos de estudio y responsabilidad. Los alumnos están muchas horas al día en el colegio. Quizás habría que repensar en las escuelas si los deberes para casa son igual de necesarios en todas las materias, y a nivel institucional pensar qué impide que en el tiempo de escuela los alumnos logren los aprendizajes previstos.
Los hijos, como todas las personas, no quieren sentirse ignorados y muchísimo menos por sus padres
Vosotros veis los deberes como una oportunidad fantástica para que los padres tomen en serio la necesidad de los hijos de presencia y apoyo por su parte. ¿Dedicamos realmente poca atención a los hijos?
Los hijos, como todas las personas, no quieren sentirse ignorados y muchísimo menos por sus padres. Los hijos quieren estar a diario un tiempo con sus padres. Los prolongados horarios de trabajo de los padres a veces lo hacen difícil, y en estas circunstancias algunos progenitores llenan las tardes de sus hijos con múltiples actividades extraescolares; otros dejan a sus hijos solos en casa (los de mayor edad) o con alguien que los cuide (los más pequeños). En ambos casos la atención de los padres a los hijos –que tanto necesitan los menores– se resiente negativamente.
Tecnología al servicio de la educación
Habláis también de las nuevas tecnologías y de su papel en el aprendizaje de los alumnos. Advertís que puede ser positivo como un recurso más pero que nunca debe copar ni desplazar “la humana tarea docente del profesor, tanto en el aula, como fuera de ella”. ¿Puede la tecnología competir en algún sentido con la labor del profesor?
Estamos convencidos de que ni la mejor de las tecnologías podrá sustituir nunca a un buen profesor. Todos sabemos, por ejemplo, que el móvil en el aula es un gran competidor del profesor. Sin embargo, en esa competición por la atención los profesores podemos ganar si no aburrimos a los alumnos, y para eso los profesores tenemos que saber y lograr disfrutar en el aula.
Los alumnos de hoy en su mayoría son menos esforzados, con menor capacidad de atención y menos pacientes, pero más creativos y más solidarios
¿Saben los profesores aplicar las nuevas tecnologías en la escuela? ¿Es necesaria una mayor formación para que los alumnos no acaben convertidos en 'conejillos de Indias'?
Digitalizar las aulas inevitablemente va unido a una formación adecuada y actualizada –por lo tanto, permanente– de los profesores. Todos sabemos que la inmensa mayoría de los profesores utilizan en su vida las tecnologías de la información y la comunicación, pero nos parece que son menos los profesores que utilizan las nuevas tecnologías como un recurso docente en las aulas. En este sentido nos parece necesaria una formación del profesor actualizada y, por consiguiente, permanente.
En los últimos años hemos asistido a una nueva forma de enseñar para muchos profesores basándose en el flipped classroom o en vídeos de 'Youtube' con los que completan sus clases. ¿Qué opináis de este tipo de recursos?
Son dos métodos de enseñanza que se apoyan en las nuevas tecnologías. Los consideramos como un recurso más –entre otros muchos– para el aprendizaje.