Según distintos estudios clínicos, utilizar un fotoprotector de factor 15 durante los primeros 18 años de vida puede reducir hasta un 78% el riesgo de cáncer cutáneo. La exposición al sol es beneficiosa y necesaria para la vida humana; estimula la síntesis de vitamina D, favorece la circulación sanguínea y favorece el tratamiento de algunas dermatosis. Sin embargo, una sobreexposición en la intensidad y el tiempo que pasamos al aire libre en verano puede acarrear una serie de efectos malignos para la piel y la salud en general, que van mucho más allá de las quemaduras evidentes de los días inmediatos, pudiendo ser el detonante de manchas, arrugas, cataratas, cáncer cutáneo y tumoraciones superficiales a largo plazo.

Más del 90% de los cánceres de piel aparecen en áreas expuestas al sol, como la cara, el cuello, las orejas, los antebrazos y las manos

La aparición del cáncer de piel se relaciona, pues, con la exposición a los rayos solares durante períodos de tiempo largos y con exposiciones intermitentes e intensas. Según estimaciones de la OMS, cada año se producen en todo el mundo más de dos millones de cánceres de piel distintos del melanoma y 200.000 melanomas malignos.

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Más del 90% de los cánceres de piel aparecen en áreas expuestas al sol; la cara, el cuello, las orejas, los antebrazos y las manos son las localizaciones más frecuentes de un cáncer cuya cusa principal son los rayos invisibles Ultravioleta (UV). Los efectos de estos rayos aumentan por el viento y las propiedades reflectoras de la superficie del suelo; la arena refleja entre un 10% y un 25% de estos rayos, por lo que la exposición de los bañistas es especialmente intensa.

Recomendaciones para el verano

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) proponen una serie de consejos para prevenir estas enfermedades y lesiones que se producen sobre todo en verano. La Dra. Juani Solano, pediatra de la AEPap, afirma que hay que “evitar exponer a los niños al sol entre las 12 y las 17 horas, y usar cremas o lociones fotoprotectoras con un factor de protección 15 o mayor en niños de piel clara, pelirrojos, niños de ojos claros, con pecas o afectos de dermatitis atópica u otras enfermedades de la piel”.

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Las recomendaciones de los pediatras pasan por “aplicar el fotoprotector antes de salir de casa y renovar frecuentemente su aplicación, aproximadamente cada dos horas, o antes si el baño es prolongado o hay un incremento de la sudoración. Otras medidas útiles son el uso de gorras o sombreros anchos, y gafas de sol con cristales homologados”.

“También es recomendable el uso de lociones hidratantes y calmantes con posterioridad a la exposición, que actúan conjuntamente, con la finalidad de calmar la quemazón cutánea y paliar y/o corregir las anomalías originadas por la agresión solar. Finalmente, es aconsejable el uso de ropa que proteja la piel lo más posible, que no deje pasar la luz visible”.

Además, las cremas hidratantes no son suficientes para asegurar una protección adecuada en verano, y la hidratación y la alimentación juegan un papel importante; los expertos destacan en este sentido que “para evitar el golpe de calor y las posibles deshidrataciones es aconsejable incrementar el consumo de agua en los meses cálidos; el mínimo recomendado diariamente son unos dos litros, cantidad que debe aumentarse en uno o dos litros más si se hace deporte o se permanece mucho tiempo al aire libre Lo ideal es beber agua con frecuencia, antes de tener sed. Ofrecer a menudo a los niños pequeños agua, y en ocasiones alguna otra bebida fresca, tipo zumo natural o leche”.

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Fuentes: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP)

Actualizado: 24 de enero de 2017

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