Neus Elcacho

Dietista y coach nutricional, autora de 'La dieta de las emociones'
La dietista Neus Elcacho nos marca el camino para seguir 'La dieta de la emociones' y saber por dónde empezar a comer mejor, con el objetivo de dar prioridad a nuestra alimentación y encontrar el equilibrio emocional.
Neus Elcacho
“Indirectamente hay una relación entre sentirnos mejor emocionalmente y llevar unos hábitos alimenticios saludables”

08/02/2018

Para Neus Elcacho lograr unos buenos hábitos alimenticios es un proceso más complejo de lo que a simple vista pudiera parecer porque entran en juego múltiples factores. En este sentido opina que estar bien con nosotros mismos a nivel emocional y tener unos buenos hábitos físicos van a marcar la diferencia entre lograr o no llegar a mejorar nuestra relación con la comida. “Equilibrar mis emociones, saber gestionarlas, gestionar el estrés, y después cambiar nuestra relación con la comida”, nos dice. Dietista y coach nutricional especializada en gestión del estrés y desajustes digestivos, Neus Elcacho acaba de publicar La dieta de las emociones (Libros Cúpula) una guía para acompañar a quienes están en ese momento de deseo de mejorar sus hábitos, pero no saben muy bien por dónde empezar. Hablamos con ella de comida, de emociones y de cómo dirigirnos con paso firme hacia ese cambio de hábitos.

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La dieta de las emociones

La pregunta del millón: ¿Se puede encontrar el equilibrio emocional a través de la alimentación?

La alimentación puede ayudar a que nos encontremos mejor, porque en realidad la alimentación la tenemos que digerir, tenemos que absorber unos nutrientes y esos nutrientes van a hacer que todo nuestro cuerpo empiece a funcionar mejor. Esto realmente lo vamos a ir notando, las personas que comienzan a comer de manera más saludable se empiezan a sentir con más energía, más ligeros, con menos dolores en general, hay una prevención de enfermedades… Así que indirectamente hay una relación entre sentirnos mejor emocionalmente y llevar unos hábitos alimenticios saludables.

Hay que recordar siempre que la alimentación no es el único factor para tener en cuenta, sino que somos seres complejos, no máquinas, somos seres que sentimos, que actuamos, que tenemos recuerdos, y esto también hay que tenerlo en cuenta para que las emociones no nos hagan comer de una forma en concreto.

En general, desde tu punto de vista como coach nutricional, ¿cómo comemos? ¿Cómo es nuestra relación con la comida?

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Comemos fatal. Los nutricionistas nos llevamos las manos a la cabeza. Hay un exceso de información, y no hay una buena formación desde las escuelas en Nutrición, sobre cómo debemos alimentarnos correctamente; por lo que no nos ayudan nada desde ese lado. Luego también entra en juego la publicidad, que nos hace creer que un producto tiene beneficios saludables que luego, en la mayoría de los casos, resulta que no tiene.

“La publicidad nos hace creer que un producto tiene beneficios saludables que luego, en la mayoría de los casos, resulta que no tiene”

Si vamos al supermercado y nos fijamos en los carros y las cestas que pasan por los lineales, observamos fácilmente que la mayoría de alimentos que se consumen son alimentos refinados (pan blanco, arroz no integral, pastas no integrales) y procesados (con aditivos, conservantes, potenciadores de sabor, azúcar, mucha sal…) y lo que estamos haciendo es cargarnos con una cantidad muy alta de calorías: comemos en exceso, pero nos nutrimos en déficit. Muchas veces no estamos ayudando a nuestro cuerpo y eso hace que nos sintamos peor, le estamos dando un esfuerzo extra para el que no está preparado. Al final esto nos afecta a nuestro día a día.

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Mencionas también en el libro que, además, del cambio en la alimentación es necesario adoptar otros hábitos saludables relacionados con la mente y el cuerpo. “Todo lo que hagas, pienses y comas a lo largo del día te aleja o te acerca a la felicidad”. ¿Nos cuesta tanto salir de lo “cómodo” para llegar a ese equilibrio?

Mucho. Es lo que yo me encuentro día a día en la consulta, en mis charlas, en conferencias… Vivimos en una sociedad con un ritmo de vida frenético, vivimos rápido, sin escucharnos, sin pararnos a pensar lo que necesitamos y estamos muy desconectados de nosotros mismos. Necesitamos hacer las cosas con más calma, pararnos a pensar qué tiempo dedicamos a nosotros, a nuestras necesidades. Nos acomodamos en una forma de vivir y de hacer que no se corresponde muchas veces con lo que queremos. Creo que hay que pararse y pensar qué cosas nos van bien, que nos apetece, y dejar de hacer cosas por el “tengo que”. Es difícil.

“Comemos fatal. Hay un exceso de información, y no hay una buena formación desde las escuelas sobre cómo debemos alimentarnos correctamente”

No sé si también nos ponemos excusas para no renunciar a nuestra área de confort y asumir ese trabajo extra que supone un cambio…

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Cuando tenemos unas rutinas, unos hábitos, es muy difícil cambiarlos cuanto más tiempo lleven asentados. Es como se suele decir de la gente mayor, que tienen sus “manías”. Pues eso es una realidad: cuanto más pequeños cojamos unos hábitos saludables, menos nos costará mantenerlos e incorporarlos con normalidad a nuestro día a día.

Muchas personas cambian los hábitos porque aparece una patología y entonces lo hacen por una necesidad. Las personas que desean cambiar sus hábitos para perder peso lo tienen difícil. Piensa que 9 de cada 10 personas que empiezan una dieta no la acaban. Aquí está pasando algo, y vemos la alimentación como una forma de escapar, de placer. Comemos cuando estamos cansados, cuando estamos enfadados, estamos tristes, cuando estamos aburridos… Es nuestra manera de compensar muchas cosas.

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Si nosotros tenemos una dieta estricta y quitamos lo único que consideramos que nos permite “disfrutar”, entonces va a ser muy difícil que se siga ese cambio de dieta. Vivimos en una sociedad con un valor emocional muy importante hacia la comida, y normalmente es hacia productos insanos. Imagina que te apetece un cruasán de chocolate, la cuestión es que muchas personas comen ese cruasán todos los días y eso le está generando o le va a generar unas patologías.

Neus Elcacho

Como coach nutricional Neus Elcacho se define como una 'dietista integrativa'.

Por esto lo que hay que observar es lo que está pasando para que esto ocurra. Qué está pasando en mi vida para que yo encuentre esa satisfacción en la comida que no me está dando mi propia forma de vivir. Y darme esos “premios” de otra manera, y que no tienen por qué ser a través de la comida.

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Mas información y espíritu crítico para comer con cabeza

La mayoría de los nutricionistas coincidís en algo que se ha demostrado desde hace mucho como una necesidad más que una opción: que los vegetales sean la base de nuestra dieta. ¿Cuánto nos falta para que la pirámide nutricional en España dé el cambio que todos los expertos pedís desde hace años en base a esta evidencia?

En este país aún vamos muy lentos con muchas cosas. Y la industria alimentaria sigue teniendo muchísima fuerza. Hoy hay ya muchos nutricionistas que están empezando a hacer mucho ruido en redes sociales, que están ofreciendo información y que además están reclamando ese puesto en la Sanidad que necesitamos. Es imprescindible la figura del nutricionista para que la gente entienda la importancia que tiene la alimentación, si no, sólo vamos a tener la versión de la industria.

 “Nos estamos cargando con una cantidad muy alta de calorías: comemos en exceso pero nos nutrimos en déficit”

Quizás también nos falta espíritu crítico como consumidores.

Nos falta espíritu crítico porque no nos lo enseñan en la escuela. No nos enseñan a pensar, a discutir, a hablar, y eso se traslada también a nuestros hábitos. Nos creemos cualquier cosa que nos digan. Ahora esto está empezando a cambiar y parece que en las escuelas se empieza a dar importancia a esa necesidad de enseñar a tener un espíritu crítico.

Que muchos aún no incluyan aún en su día a día una alimentación más saludable, más vegetal con menos productos procesados, ¿es una cuestión de no saber cómo hacerlo? ¿De falta de información a la hora de cocinar? ¿Falta de recursos?

Es una cuestión de formación desde pequeños. Antes comías lo que había y ya está, no se les daba importancia a las verduras ni a la educación en este sentido. Y, por otro lado, también es cierto que falta una cultura gastronómica con verduras. Cuando vas a un restaurante, las verduras no tienen ningún protagonismo, sino que son meros acompañantes de otros alimentos. Además, parece que siempre tienen que ir acompañadas de una salsita. Por tanto, no estamos palativamente acostumbrados a comer verduras y, además, no se nos enseña a cocinar las verduras ya desde las escuelas.

 “Vivimos en una sociedad con un valor emocional muy importante hacia la comida, y normalmente es hacia productos insanos”

Al final es práctica y que los niños lo vean mucho. Hoy en día hay un montón de cursos de cocina y de recetas disponibles en internet a través de blogs o de redes sociales, por lo que quien quiere, puede aprender a cocinarlas.

Formación frente al marketing alimentario

La inversión en publicidad por parte de la industria alimentaria es el mayor enemigo de nuestra alimentación. ¿Cómo hacer frente a un marketing muchas veces agresivo?

Primero conociéndolo. Antes de estudiar Nutrición, yo estudié Publicidad y Relaciones Públicas y sé cómo funciona la publicidad de la industria alimentaria. Y segundo informando. Por ejemplo, en La dieta de las emociones, pongo un listado con herramientas estratégicas que utilizan las tiendas para vender más. Una vez que lo sabes ya eres más consciente de ello y vas a poder hacerle frente.

 “Falta una cultura gastronómica con verduras. Cuando vas a un restaurante, las verduras no tienen protagonismo, son meros acompañantes”

Denominaciones como light, digestive o natural son las favoritas del marketing alimentario para vender productos procesados como “sanos”. ¿Generan esos mensajes cierta desinformación para el consumidor?

Totalmente. Generan confusión y muchas veces también rechazo. Cuando a alguien le dices, cuidado que este producto lleva aceite de palma, empiezan a ver todas las cosas que no puede coger y eso le genera un rechazo general: hay tantas cosas que tengo que mirar y controlar, que paso. Entonces ahí no estás ayudando, porque no estás dando soluciones positivas.

Lo que los nutricionistas queremos es dar precisamente soluciones saludables. ¿Qué puedes comer? Pues esto, esto y esto. Sin presiones de la industria, eso por supuesto, porque si no, no hacemos nada.

Alimentación saludable

Los nutricionistas nos dan opciones saludables para llevar una alimentación lo más beneficiosa posible, dándonos criterios y soluciones.

Mencionas ese “sin intereses de la industria”. Supongo que, si hay nutricionistas sin intereses espurios trabajando y divulgando por hacer llegar esa información a la población, pero luego hay asociaciones o profesionales con conflictos de interés, la cosa se complica.

Sí, esto es complicado. Y no podemos olvidar a determinadas empresas que ofrecen un servicio de nutricionista gratuito para que tú compres su producto. Aquí no podemos competir mucho porque la gente mira por el precio, y ellos tienen mucho para ganar. Hasta que no comencemos a luchar todos juntos contra esto y contra los conflictos de interés no vamos a poder seguir avanzando mucho más.

La pérdida de peso es un negocio muy rentable, tienes constantemente compradores. Esto es un proceso tan complejo… Yo en la primera consulta ya lo digo: si hay un problema emocional detrás, este cambio de hábitos no vamos a poder sacarlo adelante. Es un todo. Equilibrar mis emociones, saber gestionarlas, gestionar el estrés, y después cambiar nuestra relación con la comida. Cómo comemos.

Por dónde empezar a comer mejor

“Hacer la compra no es una pérdida de tiempo, sino algo necesario si nos interesa nuestra salud”. ¿Cómo casa esta afirmación con quienes opinan que no tienen tiempo en su ajetreado día a día?

Si todos tenemos las mismas horas en un día, ¿por qué hay gente que sí que puede y gente que no? Al final es una cuestión de querer hacerlo, que la alimentación sea una prioridad más en nuestras vidas. No me sirve que otros pueden porque lo tienen más fácil o tienen más ayuda. Hoy en día teniendo la posibilidad de comprar a cualquier hora a través de Internet, y que además te lo lleven a casa, el hecho de hacer la compra no puede ser para nada ninguna excusa para no comer de manera más adecuada. Y si necesitas ayuda, nada mejor que consultar a un nutricionista para que te ayude a hacer ese cambio.

Hay gente que piensa que comer mejor es más caro cuando eso es muy cuestionable. Si tu cambias el bollo de cada tarde, que te cuesta un euro, por un plátano, que te cuesta veinte céntimos, ya estás ganando mucho sin gastar más dinero. Tienes que revisarlo todo.

 “Hay gente que piensa que comer mejor es más caro cuando eso es muy cuestionable”

Además de nutricionista, eres coach nutricional. ¿Qué puede aportar el coaching a nuestra alimentación?

Muchas de las herramientas que ofrezco en el libro, y en mi consulta, son fruto precisamente de esta formación en coaching. También de mi experiencia a lo largo de los años en consulta: qué funciona mejor, qué lo hace más fácil, etcétera. La cuestión no es ya solo localizar cuál es el problema del paciente, sino cómo solucionarlo. Por eso lo defino como “dietista integrativa”, porque hay que analizar todo como “persona”, no como “persona que come”. Hay que entender cuáles son sus horarios, qué les preocupa, qué es lo que sienten y piensan, cuáles son sus necesidades y objetivos. A partir de ahí, entonces ya sí se puede definir un plan de acción.

¿Por dónde empezar pues a cambiar hábitos?

Pues depende de cada persona. Cada uno empezará por dónde le resulte más fácil empezar. No hay dos formas de hacer las cosas iguales, porque no hay dos personas iguales. Cada vez que atiendo a una persona empiezo desde cero: conozco a la persona y a raíz de ahí buscamos qué es lo que le puede resultar más fácil. Por ejemplo, hay personas para las que es más fácil empezar a cambiar los desayunos. Pues empezamos por ahí y a raíz de cómo le resulte vamos modificando otras cosas. Otros empiezan por un cambio en la lista de la compra. Cada uno a su ritmo y sus circunstancias.

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