Soledad Carreguí

Matrona del Servicio de Partos en el Hospital de la Plana en Villarreal, experta en humanización del parto hospitalario
Soledad Carreguí, matrona del hospital de la Plana en Villarreal (Castellón), explica en qué consiste la humanización del parto, y los beneficios que conlleva un nacimiento menos intervenido para madre y bebé.
Soledad Carreguí
"La humanización de la asistencia al parto consiste en disponer de espacios más cálidos, de aspecto domiciliario, con una actitud de los profesionales más respetuosa, que favorezca el empoderamiento de la mujer y la toma de decisiones"

08/06/2017

La atención del parto, sea cual sea su vertiente (natural, medicalizado, o quirúrgico), está cambiando en muchos hospitales hacia una asistencia más humana, con el objetivo claro de conseguir una experiencia mucho más satisfactoria para las madres y sus familias. Como referencia, hospitales como el de la Plana en Villarreal (Castellón), que ofrecen desde el año 2000 un trato mucho más cercano, empático y respetuoso, trabajando desde la premisa de considerar el parto “no como un hecho quirúrgico, sino como un nacimiento, con todo lo emocional y vivencial que implica este acontecimiento”. Conoce bien la necesidad de mejorar la experiencia de este proceso Soledad Carreguí, matrona experta en humanización del parto, que lleva años trabajando en el servicio de partos del mencionado hospital. Para Carreguí, un parto más humanizado y de baja intervención tiene múltiples beneficios tanto a nivel físico como emocional pero, sobre todo, favorece que las mujeres sean más autónomas en la toma de decisiones con respecto a su propio proceso de parto. Analizamos con ella el porqué de esta necesidad de mayor autonomía y humanización.

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Actualmente estamos asistiendo a un cambio en el modelo de atención sanitaria al parto en muchos hospitales, en lo que se ha denominado “humanización” del parto. ¿En qué consiste exactamente la humanización del parto hospitalario?

Humanizar es simplemente hacer más humana y cercana la asistencia por parte de los profesionales de la medicina. Implica un cambio de paradigma donde el centro de la asistencia son las personas, en nuestro caso las mujeres, los bebés, y sus familias. Esta cercanía y empatía por parte de las instituciones sanitarias y los profesionales hace posible el respeto al propio proceso del parto, entendido este no como un hecho quirúrgico, sino como un nacimiento, con todo lo emocional y vivencial que implica este acontecimiento. La humanización de la asistencia consiste en disponer de espacios más cálidos, de aspecto domiciliario, con una actitud de los profesionales más respetuosa, que favorezca el empoderamiento de la mujer y potencie la toma libre de decisiones. Por supuesto, sin olvidar nunca que la humanización debe abarcar al parto en todas sus vertientes: parto normal, medicalizado, o quirúrgico (instrumentalizado, o por cesárea).

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El Hospital de Villarreal, donde trabajas como matrona y supervisora de enfermería, es muy representativo de la búsqueda de este parto más humanizado. ¿Cuáles son los beneficios para la mujer que da a luz y para el recién nacido?

Para la madre va a suponer un aumento de satisfacción y un incremento de confianza en el propio sistema, porque ha podido tomar libremente sus propias decisiones. Estas actitudes cercanas y empáticas, de acompañamiento, van a promover el proceso fisiológico del parto, con mujeres más autónomas que pueden expresar y decidir libremente, y sentirse respetadas en todo momento. También el respeto por el neonato va a favorecer la adaptabilidad, el establecimiento del vínculo con sus progenitores, y la lactancia materna.

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¿Qué acciones lleváis a cabo en vuestro hospital para que la mujer tenga una experiencia positiva del parto?

Nosotros empezamos hace ya mucho tiempo, aunque en principio arquitectónicamente las habitaciones de nuestros hospital estaban diseñadas para un parto intervenido: eran pequeñas, con poco espacio para la movilidad…, pero los profesionales nos fuimos adaptando a ello a través de pequeños cambios para hacer la experiencia más agradable, sobre todo a través de una relación con las futuras mamás más empática, muy de tú a tú. Poco a poco conseguimos una sala más grande donde metimos una bañera, que utilizamos para el parto en el agua y para la dilatación. Y este es un ambiente muy cálido que ayuda muchísimo, que invita a la intimidad, pero aunque intentamos que sea domiciliario, sigue siendo hospitalario. En mi opinión se debería apostar por sacar el parto del hospital, utilizando un modelo que existe en otros países que son las casas de nacimientos –muchas de las cuales están adosadas a los hospitales– en las que se mantienen todos los criterios de seguridad pero ofreciendo un ambiente muy diferente, más hogareño.

En mi opinión se debería apostar por sacar el parto del hospital, utilizando un modelo que existe en otros países que son las casas de nacimientos –muchas de las cuales están adosadas a los hospitales–, en las que se mantienen todos los criterios de seguridad, pero ofreciendo un ambiente muy diferente, más hogareño

¿Se necesita un cambio mayor de las políticas sanitarias actuales para que el parto sea un proceso más humano?

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Desde luego. Hacen falta políticas sanitarias que impulsen esto, porque al final somos cuatro profesionales las que estamos tirando del carro. Sin embargo, esto requiere una política sanitaria nacional que se implique de verdad en realizar el cambio, porque las mujeres cuando les ofreces unas alternativas, les informas, y les proporcionas la ayuda necesaria, optan por el parto natural, pero si no lo haces en un momento en el que son tan susceptibles y vulnerables, se dejan llevar y al final es más difícil introducir el cambio.

El parto, un proceso 'normal'

Hay voces que apuntan que el parto se trata en algunas ocasiones o se ha estado tratando como si fuese una enfermedad, más que como un proceso fisiológico. ¿Crees que esto es así?

Sí, efectivamente. Entendemos que el parto es un proceso fisiológico donde la madre y el bebé están preparados para que esto ocurra sin necesidad de intervenciones. Si bien en algunas ocasiones existen distocias, anormalidades o dificultades en el propio proceso, y será entonces cuando esté justificada la intervención con el fin de minimizar riesgos o resultados adversos. Sin embargo, durante muchos años hemos asistido a un escenario en el que el parto se trataba como un acto quirúrgico, en el que se realizaban intervenciones de forma rutinaria y no justificadas en el parto normal, y en el que la mujer no tenía ninguna capacidad de elección. Desde la humanización, entendemos que debemos apostar por respetar la fisiología del parto, por la personalización de la asistencia; sin menospreciar las intervenciones cuando estén justificadas o sean realmente necesarias, por supuesto. De hecho, incluso la lactancia se manejaba como si fuese una medicación: cada tres horas se le llevaba el niño a la madre para que lo amamantara. Todo estaba muy pautado.

El parto es un proceso fisiológico donde la madre y el bebé están preparados para que esto ocurra sin necesidad de intervenciones. En ocasiones existen anormalidades o dificultades en el proceso, y será entonces cuando esté justificada la intervención para minimizar riesgos

¿Por qué evitar esas intervenciones rutinarias?

Actualmente la evidencia y las recomendaciones de todos los organismos internacionales más relevantes nos muestran que las intervenciones rutinarias como la episiotomía, la aminiotomía, o la administración de oxitocina no son inocuas, ya que generan iatrogenia en el propio proceso, es decir, problemas que alteran el proceso normal. Al final, un parto menos intervenido tiene beneficios tanto a nivel físico como emocional, así como una reducción de la morbilidad.

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¿Cómo se puede favorecer entonces ese proceso normal?

Ciertas consideraciones van a promover un parto más suave y más llevadero de forma natural como son: entender la fisiologia y el equilibrio hormonal del parto con el fin de promover la secreción endógena de endorfinas; favorecer el inicio del parto espontáneo; limitar inducciones a las que realmente tengan una indicación justificada; evitar la amniorrexis (romper las aguas artificialmente) a no ser que exista una indicación; permitir la movilidad y la utilización de pelotas de parto o de mecedoras (va a disminuir la percepción del dolor durante el parto, y favorecerá que el bebé se acomode mejor a la pelvis); respetar los tiempos durante la dilatación y no administrar oxitocina a no ser que exista un motivo de peso para hacerlo; realizar un acompañamiento continuado por matronas desde la confianza, promoviendo el confort y aumento de seguridad de la mujer y de su pareja; permitir la expresión del dolor, evitar tactos vaginales innecesarios, cuidar el ambiente y evitar interrupciones innecesarias. Importante también la atención al bebé y el agarre biológico, y asesorar a la madre en la lactancia.

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Aumenta la demanda para decidir cómo parir

¿Por qué a veces se trata el parto natural como un atraso?

Actualmente existe alguna corriente feminista que pretende demonizar la opción de “parto normal” considerando que es un retroceso en la sociedad, ya que la mujer vuelve al papel sumiso del dolor, de la lactancia, y de la crianza. En mi opinión, este tipo de argumentos que pretenden hacer de esto un problema por “visión de genero” siguen fomentando la “violencia obstétrica”, ya que dan una visión peyorativa de la mujer que elige libremente esta opción. La mujer debe tener opciones y libertad para elegir el tipo de parto que desee, que se ajuste a sus necesidades o circunstancias, y los profesionales debemos de acompañarla en su decisión, trabajando desde el acompañamiento para optimizar el proceso, y facilitar que realmente sienta que ella, su bebé y su pareja, son los protagonistas, independientemente de cómo sea el proceso y de cómo finalice.

¿Crees que esta demanda está aumentando entre las mujeres?

Sí, las mujeres son cada vez más autónomas, tienen más capacidad crítica, y quieren tener una vivencia muy individualizada y personalizada del nacimiento de su hijo y vivir el momento del parto no desde la gran intervención, sino desde la intimidad. También es verdad que en el momento en que el profesional sanitario y el sistema empiezan a ofrecer otra manera de nacer, las mujeres también abren los ojos a esa realidad, que incluso va a ser mucho más beneficiosa tanto para ellas como para sus bebés. Actualmente entendemos que la mujer más vulnerable es aquella que solicita un parto normal o de baja intervención, ya que aún existen muchos hospitales donde no se dan opciones a la futura mamá, y donde los propios profesionales no ofrecen el acompañamiento continuado que estas merecen.

Las mujeres son cada vez más autónomas, tienen más capacidad crítica, y quieren tener una vivencia muy individualizada y personalizada del nacimiento de su hijo y vivir el momento del parto no desde la gran intervención, sino desde la intimidad

¿Notas diferencias en el nivel cultural de las mujeres que deciden parir de una manera menos medicalizada o intervencionista?

Las embarazadas que optan por un parto natural son mujeres más formadas, más informadas. Es verdad que en los últimos años, tanto a ellas como a los profesionales que abogamos por humanizar el parto, se nos ha tratado un poco de hippies, pero ahora esto está cambiando porque cada vez más mujeres optan por ello. En mi hospital, el 16% de las mujeres que dan a luz vienen de fuera y no les corresponde este centro, pero vienen por el parto respetado. Son mujeres de un buen nivel cultural que, además, se han informado y saben que van a tener una serie de ventajas. En general, creo que cada vez hay más interés por el parto humanizado. De hecho, en este hospital hay un 52% de mujeres que paren con analgelsia epidural, el resto lo hacen sin ella de forma voluntaria, y eso para mí es un dato muy significativo del cambio de mentalidad hacia un tipo de mujeres que quieren vivir la experiencia del parto en primera persona.

Epidural y otras opciones para sobrellevar el dolor del parto

En España alrededor del 80% de las mujeres dan a luz con epidural, y dices que en vuestro hospital solo un 52% solicita esta analgesia. ¿A qué atribuyes esta diferencia?

La analgesia epidural es un método con el que prácticamente cuentan todas las maternidades, pero ello no justifica un uso abusivo de la misma. Muchas veces a la mujer no se le ha dotado de herramientas educacionales, de empoderamiento, de terapias complementarias para hacer frente al dolor en el proceso de parto, por tanto, no tienen demasiadas alternativas reales a esta analgesia, que no olvidemos que acarrea más intervenciones e implica mayor riesgo que el parto normal.

¿Qué alternativas a la medicalización tiene una mujer para sobrellevar el dolor del parto?

Antes de mencionar qué alternativas utilizar, debemos recordar que las consideraciones que describía antes como, por ejemplo, no romper la bolsa de manera artificial, evitar la administración rutinaria de oxitocina sintética, respetar los tiempos, o permitir el libre movimiento, van a promover un parto más llevadero de forma natural. Y en cuanto a alternativas a la analgesia epidural existen otras opciones, aunque hay que saber que realmente no son alternativas, ya que no tienen el mismo efecto analgésico, porque estas terapias no eliminan el dolor pero sí lo alivian, aunque como punto fuerte no provocan efectos secundarios adversos ni para la madre, ni para el neonato. Algunas de ellas están avaladas científicamente y otras, aunque no existe evidencia en la actualidad, pueden utilizarse como medidas de confort que también pueden ayudar a la mujer. Estas alternativas comprenden: la inmersión en agua caliente (bañera de partos), la inhalación de óxido nitroso –que es un gas medicamentoso pero no tiene efectos secundarios nocivos–, la administración de inyecciones de agua estéril para el alivio del dolor en la zona lumbar, aplicación de calor en zona lumbar, aplicación de compresas de agua caliente para el dolor perineal durante el expulsivo, movilización para optimizar el posicionamiento fetal, técnicas de relajación, y soporte emocional.

Existen alternativas a la epidural, aunque no tienen el mismo efecto analgésico, porque estas terapias no eliminan el dolor, pero sí lo alivian, y no provocan efectos secundarios adversos, ni para la madre, ni para el neonato

¿Qué consejos le darías a una mujer que esté a punto de parir?

Lo primero que tenga mucha confianza en ella misma, que sepa que está preparada, y que busque una buena compañía profesional. Es verdad que el parto no lo elegimos nosotras y las circunstancias son las que vienen, pero lo importante es que ella acabe bien y que, en la medida de lo posible, intente que el parto sea lo menos intervenido posible dentro de los márgenes de seguridad. También que tenga confianza en los profesionales, que deben ser aliados de su proceso. Y, sobre todo, que disfrute de la experiencia, termine como termine y sea como sea, porque al final lo más importante lo tiene, que es su hijo. 

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