Marc Masip

Psicólogo experto en adicción a las nuevas tecnologías y autor de 'Desconecta'
El abuso del móvil y otros dispositivos electrónicos afecta en mayor medida a los adolescentes. Marc Masip, experto en adicción a estas tecnologías y autor de 'Desconecta', desvela la dieta digital para liberarnos de esta dependencia.
Entrevista a Marc Masip, experto en adicción al móvil
“Muchos niños se sienten ignorados por sus propios padres mientras usan el móvil, y al observar y padecer esta situación, es normal que puedan llegar a reproducirla”

25/10/2018

Prácticamente todos los adultos y la mayoría de los adolescentes disponen de, al menos, un smartphone y es que, en España, el número de estos terminales supera en cuatro millones al de habitantes. Tener un móvil nos parece algo de lo más normal, pero cada vez más personas padecen nomofobia –temor a no tener el teléfono a mano– o han dejado de lado muchos aspectos de su vida para vivir a través de las pantallas. Aunque este aparato se creó para comunicarse mediante llamadas, a día de hoy este es uno de los usos menores que se le da, como afirma Marc Masip, psicólogo experto en adicciones a las nuevas tecnologías y autor del libro Desconecta (Libros Cúpula, 2018) que, tras crear el Instituto Psicológico con el mismo nombre, y tratar a muchos pacientes con este problema, ofrece las claves para llevar a cabo con éxito una dieta digital, que te enseñará a usar de manera correcta el móvil, internet y las redes sociales, para recuperar el control de tu vida y ser más feliz.

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Desconecta

Tu libro se llama 'Desconecta', algo que cada día parece más difícil cuando hablamos de nuestra ‘vida digital’. ¿Cómo crees que hemos llegado a este punto de adicción al móvil y a las nuevas tecnologías?

Creo que las grandes marcas han ayudado a llegar hasta este punto, porque han ofrecido al público una amplísima gama de productos muy llamativos y que funcionan muy bien, a lo que se suma una falta de formación e información desde las escuelas, el Estado, las familias… Nadie nos ha enseñado para que seamos capaces de formar a los menores: ni a padres, ni a profesores…, y nos hemos visto totalmente arrollados por la desinformación, que nos ha conducido a hacer un uso inadecuado de algo que no conocemos y que nos ha sobrepasado.

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¿Quiénes son los más proclives a este enganche?

Sin ninguna duda los adolescentes. Ellos tienen un problema, que es que no son capaces de entender un mundo sin tecnología, porque nunca lo han vivido, y solo ven que el teléfono móvil es algo absolutamente prioritario o normal. No es tanto el problema de querer tenerlo, o de no saber utilizarlo, es que nunca se han encontrado sin teléfono móvil, y desde que han nacido han visto a sus padres, a los mayores, utilizándolo, y por lo tanto creo que es el grupo que más en riesgo de adicción está.

¿Cuáles son los síntomas que nos pueden indicar que los demás, o nosotros mismos, tenemos un problema con el móvil? ¿Cómo nos puede ayudar una dieta digital?

Hablaríamos de adicción al móvil en los momentos en los que existe un mono, un síndrome de abstinencia, una necesidad de uso y consumo cuando no lo estoy utilizando, y cuando mi vida diaria, laboral, o los momentos de ocio, se ven afectados por el abuso de aparatos tecnológicos.

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La dieta digital busca poner un poquito de orden en la vida tecnológica, en tu forma de atender y actuar con el móvil. Las pautas que doy en el libro, en el caso de que se lleven a cabo, mejoran la vida y el nivel de salud. Al igual que todos sabemos que fumar es malo, y hay gente que fuma y decide no cambiar sus hábitos, lo mismo ocurre con el teléfono, abusar de él es perjudicial, y para evitarlo doy unas pautas que pueden beneficiar enormemente.

En el libro comparas el smartphone con sustancias como la marihuana, la cocaína o el tabaco…

A nivel de tratamiento nosotros lo abordamos exactamente igual; no hay ningún cambio de conducta respecto a cómo abordamos una terapia para tratar el consumo de drogas o una sobre el abuso de las nuevas tecnologías. Además, los hábitos de los afectados son exactamente iguales y encontramos muchas similitudes, ya sea el síndrome de abstinencia, la agresividad si no se puede conseguir…, ambas provocan consecuencias muy negativas.

Hablaríamos de adicción al móvil cuando existe un mono, una necesidad de uso y consumo cuando no lo estoy utilizando, y cuando mi vida diaria se ve afectada

Es cierto que el uso del teléfono móvil tiene algo que no tienen las drogas, y es que si haces un buen uso no vas a tener ningún tipo de consecuencias negativas, mientras que en el caso de las drogas, hagas el uso que hagas, te dañan. Pero tienen muchas similitudes, sobre todo con adicciones sin sustancia como puede ser el juego –la ludopatía– o el sexo, que crean el mismo tipo de dependencia que las drogas.

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De hecho, también lo comparo con la heroína por el proceso que atraviesa el afectado: “yo no sabía que era tan mala, la consumo, me gusta, me proporciona un buen momento, y entonces lo uso sin saber lo malo que es”, y cuando ya se empiezan a descubrir las nuevas consecuencias para la población, es cuando se ponen normas a nivel estatal, como ha ocurrido con el tabaco, con el casco de la moto, o la regulación de la edad de consumo de alcohol.

Manipular el teléfono móvil es la mayor causa de accidentes de tráfico actualmente en España

Manipular el teléfono móvil es la mayor causa de accidentes de tráfico actualmente en España; la gente utiliza el teléfono en todas partes y, por lo tanto, en el coche también. Solo hay que pensar en la distracción que le causa a tus ojos, a tu atención, a tu concentración… El hecho de dejar de prestar atención a la carretera es un ejemplo más de los riesgos que conlleva el abuso del móvil.

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Impacto del uso del teléfono móvil en niños y adolescentes

Los niños se ven especialmente afectados por este abuso de las pantallas, pero ¿a qué edad convendría comprar el primer móvil a los hijos?

Yo hablo de los 16 años para tener su primer móvil por dos motivos; uno de ellos es que está científicamente demostrado que antes de esa edad no están preparados en absoluto para tener un móvil a nivel de madurez. El otro es que todavía no he encontrado a un adolescente menor de 16 años que tenga la necesidad real de tener un smartphone. Con necesidad me refiero a que si no lo tiene le pase algo negativo o funcione peor; todo lo contrario, me doy cuenta de que sin teléfono móvil funcionan igual o mejor, por lo que le estás proporcionando a tu hijo algo que no necesita, con las consecuencias y problemas que está creando.

Todos nos hemos sentido alguna vez ignorados por alguien que está más pendiente del móvil que de nosotros

Hablo de un smartphone, porque entiendo que puede haber situaciones familiares en las que se necesite proporcionar una seguridad extra a los menores; por ejemplo, si acuden a actividades extraescolares, si tienen que andar entre una casa y otra porque sus padres están separados…, en esos casos puedo entender la necesidad de un teléfono móvil convencional antes de los 16 años, pero no un smartphone. Recordemos, además, que el móvil se creo en principio para hacer y recibir llamadas, es decir, para comunicarnos y contactar, ya sea para dar un aviso, para concertar una cita, o simplemente para hablar. Sin embargo, eso es lo último que estamos haciendo ahora.

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Una vez que tienen su primer smartphone, ¿qué medidas deben adoptar los padres para que los adolescentes hagan un consumo responsable del teléfono?

Recomiendo hacer un contrato antes de dárselo, aunque si ya se lo hemos dado también se puede hacer después. Es muy importante establecer con él unas pautas, unas normas y unos límites. Si el adolescente tiene claro cuándo puede, y cuándo no puede tenerlo, es mucho más fácil que luego haga un buen uso del dispositivo.

¿La adicción de los niños podría ser una consecuencia en ocasiones de malas prácticas de los padres con los móviles?

En ese sentido lo que vemos muchas veces es el típico padre o madre que le da el teléfono a su hijo para que se calle o para que no moleste. Yo no hablaría de culpa, porque es algo tremendista, pero sí que considero que si los padres no son los primeros que dan ejemplo y que marcan pautas correctas –que desde luego no consisten en darles una pantalla a los tres, cinco, o siete años–, no avanzaremos. Por tanto, la culpa no es de los padres, pero sí que es suya la responsabilidad de que haya un buen uso; desde luego que sí.

Con la mensajería instantánea las personas se sienten en una 'montaña rusa' de emociones, que crea una inestabilidad totalmente dañina

Nos solemos centrar en los niños, pero los adultos también hacen un uso abusivo. En el libro dices que el 95% de los hijos se han sentido alguna vez ignorados por sus padres por estar con el teléfono…

Una de las cosas que más veo en las conferencias o cuando hablo con los demás, es que todos nos hemos sentido alguna vez ignorados por alguien que está más pendiente del móvil que de nosotros, y eso es algo extremadamente negativo. Nos damos cuenta de que muchos niños se sienten ignorados por sus propios padres mientras usan el móvil, entonces, ellos que ven y padecen esta situación, es normal que puedan llegar a reproducirla.

El riesgo de un mal uso de las redes sociales

En cuanto a la mensajería instantánea señalas que el tiempo en responder, o la interpretación de las palabras provocan en las personas una 'montaña rusa' de sentimientos. ¿Es esto saludable mentalmente hablando? ¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Por supuesto que no es saludable; ocurre que depende de lo que me contesten, de si me contestan rápido o tardan más, y de si me levanto con un tipo de mensaje u otro, me afecta de manera directa. Un mensaje no será nunca como una llamada o como ver a esa persona cara a cara; lo que está creando la mensajería instantánea es un desorden total en ese sentido, es decir, las personas se sienten en un constante cambio emocional o en una 'montaña rusa' de emociones, que hace que pasen de estar bien a estar mal, y así varias veces al día, lo que crea una inestabilidad totalmente dañina.

Estamos perdiendo muchísimo el cara a cara, el tocar, el ver, el sentir, el oler…, y lo estamos reemplazando con enviar un simple mensaje

Para poder evitarlo es necesario formar a las personas en un buen uso de las nuevas tecnologías y del teléfono móvil; de esta manera aprenderemos a priorizar y a darnos cuenta de que ciertas cosas que decimos a través de las pantallas hay que decirlas cara a cara. Educar en que el móvil es solo una vía de comunicación, pero no una vía definitiva, y que por lo tanto determinadas cosas no se deberían comunicar nunca a través de una pantalla.

¿Crees que las relaciones, ya sean amorosas, de amistad, o en la propia familia, se están volviendo más frías por el uso del móvil?

Sin duda; estamos perdiendo muchísimo el cara a cara, el tocar, el ver, el sentir, el oler…, y estamos reemplazando todo esto con enviar un simple mensaje, ya sea de felicitación o de lo que sea, que hace que se hayan creado personalidades mucho más cobardes al sustituir el cara a cara por los mensajes por el móvil.

Es llamativo ver como en partidos de fútbol, conciertos… todo el mundo está grabando o haciendo fotos con el móvil en vez de disfrutar realmente del momento. ¿Estamos más preocupados por compartir que por vivir?

Intentamos demostrar más de lo que somos y crear una vida virtual por encima de nosotros, y cuando llegas a casa y estás a solas contigo mismo, se produce un sentimiento de frustración tremendamente grande, y esa frustración solo nos puede llevar a la adicción o a la depresión.

Es necesario dar un paso atrás en lo tecnológico para avanzar tres en lo humano

Hace un tiempo subí a mi Twitter una fotografía en la que aparecía Messi celebrando un gol, y en ella había unas 50 personas del público celebrándolo también, pero solo había dos, mayores de 65 años, que estaban realmente viviendo el gol, observándolo con sus ojos, y que han guardado el recuerdo en su memoria, mientras los demás lo hacían en el teléfono, haciendo unas fotos que después nunca vemos o utilizamos. Este comportamiento no nos deja vivir el momento, y nos estamos perdiendo esa vivencia por el simple hecho de querer guardar ese recuerdo en el móvil, o de querer demostrar a los demás lo que estamos viviendo.

Las redes sociales se han convertido en algo casi imprescindible para cualquier adolescente, y también para muchos adultos. ¿Cuáles son los riesgos de sobreexponerse en la red?

Nos estamos encontrando muy bajas autoestimas, y una disminución del rendimiento académico y laboral, pero también que la gente deja de comunicarse cara a cara, hay muchas peleas entre familiares –ya sean parejas, o hijos y padres–, y muchos problemas de ansiedad, depresión, fobias… Todo lo que nos pueden llegar a provocar otras adicciones sin sustancia; incluso se están produciendo cambios físicos en cuellos y en dedos.

¿Qué es el FOMO?

Es el miedo a sentir que nos perdemos algo en las redes sociales. Cuando estás hiperconectado tienes una forma de sentirte conectado con tus ciberamigos, de forma que si tú llevas un tiempo más amplio del que esperabas, deseabas, o tienes como hábito sin mirar las redes sociales, te da la sensación de que estás perdiéndote cosas, y esa sensación de no pertenecer a un grupo o de perderme cosas de un grupo cerrado crea muchísima ansiedad.

Una de las cifras que citas en tu libro es que el 92% de las imágenes sexuales que se envían acaban siendo vistas por alguien más que el destinatario original ¿Crees que la gente está realmente concienciada del riesgo del sexting?

Sorprende, pero la viralización de imágenes es algo del día a día. No estamos concienciados del riesgo del sexting; hay estudios en Estados Unidos que hablan de que el sexting entre parejas casadas durante más de 30 años es una práctica saludable, pero jamás entre adolescentes o parejas inestables. Por mucho confianza que exista en ese momento, no nos asegura que el amor sea eterno y que esa confianza no se vea traicionada por un reenvío de imágenes o sextorsión.

¿Qué consejos darías a adolescentes y mayores que deseen hacer dieta digital en las redes sociales?

Les diría que sean conscientes de que el contacto humano siempre es muy superior a las relaciones virtuales y que estas jamás podrán superarlo, que es necesario dar un paso atrás en lo tecnológico para avanzar tres en lo humano, y que con ello serán mucho más felices.

Como consejo específico, una de las pautas que doy en el libro es mantener la sesión de las redes sociales cerrada, porque así nos dará más pereza poner usuario y contraseña cada vez que queramos entrar. En general, siempre digo que en el móvil no se debe tener toda tu vida; si se pierde te compras otro, y sin problemas, pero si esa pérdida supone un drama, es que algo va mal.

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