Revelan alteraciones en el cerebro de los adolescentes adictos a internet

La adicción a internet en los adolescentes altera la conectividad en redes cerebrales clave y afecta a la atención, la memoria y el procesamiento emocional, lo que podría influir en su desarrollo y bienestar, según una revisión de estudios.
Adolescente mirando internet en la cama por la noche

06/06/2024

La preocupación sobre el uso de internet y las nuevas tecnologías por parte de niños y adolescentes va en aumento. De hecho, un estudio de UNICEF España puso de manifiesto que uno de cada tres adolescentes hace un uso problemático de internet y las redes sociales y uno de cada cinco podría tener un cierto enganche a los videojuegos. Ahora, una nueva revisión de estudios realizada por investigadores de University College London (UCL) ha evaluado los efectos de la adicción a internet en los cerebros de los adolescentes.

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Los resultados se acaban de publicar en PLOS Mental Health y revelan que la adicción a internet está asociada con interrupciones en la señalización de las regiones del cerebro que participan en múltiples redes neuronales. Estas redes desempeñan un papel clave en el control de nuestra atención, en la capacidad intelectual, la memoria de trabajo, la coordinación física y el procesamiento emocional, los cuales influyen en la salud mental.

El uso de internet ha aumentado de manera espectacular y muchos adolescentes dedican cada vez más tiempo a navegar por la red y publicar o consultar sus redes sociales, por lo que se ha incrementado la adicción a internet en este grupo de edad. Los cerebros adolescentes son más susceptibles al cambio que los de los adultos y por ello resulta de vital importancia comprender los efectos que tiene esta dependencia en su cerebro y su comportamiento.

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Cambios en las redes cerebrales que regulan la conducta adolescente

Los investigadores se centraron en el análisis de 12 estudios de neuroimagen de adolescentes con adicción a internet que examinaron los cambios en la conectividad entre las redes cerebrales, que actúan en conjunto para regular comportamientos y desarrollos importantes en los adolescentes. Curiosamente, los estudios de neuroimagen que cumplían con los criterios de los autores en términos de rango de edad y diagnóstico formal de adicción a internet fueron todos realizados en Asia –en concreto en China, Corea del sur e Indonesia–, a pesar de los numerosos casos de adicción a internet en Occidente.

En todos los estudios revisados, cuando los adolescentes con adicción a internet realizaban actividades controladas por la red de control ejecutivo del cerebro (como comportamientos que requieren atención, planificación, toma de decisiones y, especialmente, impulsividad), esas regiones cerebrales mostraban una interrupción significativa en su capacidad para trabajar en conjunto en comparación con individuos de la misma edad sin adicción a internet.

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Al activar la red en modo predeterminado, los resultados variaron más; sin embargo, a menudo se informó de una conectividad funcional interrumpida durante tareas que requerían auto introspección y atención. Tales cambios en la señalización podrían significar que estos comportamientos se vuelvan más difíciles de realizar, lo que potencialmente podría afectar el desarrollo y el bienestar.

No obstante, como afirman los autores, “las respuestas actuales solo pintan un cuadro incompleto que no necesariamente describe el uso de internet como abrumadoramente positivo o negativo”. Se necesitan más estudios que incluyan a más personas de una población más amplia para confirmar cómo la adicción a internet cambia la forma en que el cerebro controla los comportamientos y, por ende, nuestro bienestar general.

“Las respuestas actuales solo pintan un cuadro incompleto que no necesariamente describe el uso de internet como abrumadoramente positivo o negativo”

David Ellis, investigador del Instituto de Seguridad y Comportamiento Digitales de la Universidad de Bath (Reino Unido), que no ha participado en el estudio se muestra crítico con esta investigación y sus conclusiones, tal y como ha señalado en declaraciones a Science Media Centre Reino Unido. “En primer lugar –afirma– el lenguaje causal utilizado es engañoso. Por ejemplo, títulos como ‘Cómo afecta la adicción a internet a la conectividad funcional’ y la sugerencia de ‘efectos’ son inexactos. De estos estudios no se puede extraer una relación causa-efecto”.

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El experto advierte que “la conceptualización y la medición de la ‘adicción’ a internet no están universalmente aceptadas y, desde luego, no se pueden diagnosticar con los instrumentos de encuesta utilizados en los estudios incluidos en la revisión. Del mismo modo, la enormidad de actividades que permite internet hace que esta definición resulte inmediatamente redundante”. Y añade que “este tipo de definiciones, a pesar de ser ampliamente criticadas, también tienden a alejar el foco de atención de los verdaderos daños online y llevarlo hacia una conclusión que sugiere que la eliminación de la tecnología de la vida de las personas será útil. No existen pruebas sólidas de que la eliminación de internet aporte beneficios tangibles”

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“Lo que sí sabemos es que las medidas de ‘adicción’ auto declaradas, tal y como se utilizan en los artículos aquí reseñados, parecen medir cuánto se preocupa alguien en general. De hecho, hemos observado repetidamente que las encuestas utilizadas para evaluar las ‘adicciones’ relacionadas miden un constructo mal definido que a veces se solapa con medidas preexistentes de bienestar. Y lo que es más importante, estas evaluaciones están escasamente asociadas con el tiempo real que alguien pasa utilizando tecnologías digitales, incluido internet”. “Esto significa que cualquier asociación entre conectividad funcional y ‘adicción’ a internet está a merced de múltiples factores de confusión, lo que hace casi imposible extraer conclusiones sólidas de los trabajos revisados”, concluye el investigador.

Actualizado: 6 de junio de 2024

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