Adriana Royo

Terapeuta y sexóloga, autora de 'Falos y falacias'
La sexualidad y las relaciones que mantenemos en el siglo XXI están marcadas por la ficción y el narcisismo. La terapeuta y sexóloga Adriana Royo nos invita a descubrir qué hay de genuino en nuestro yo y en nuestras relaciones íntimas.
Adriana Royo, sexóloga autora de 'Falos y falacias'
“Alguien con una buena base de autoestima desea amar y ser amado, alguien narcisista prefiere sentirse deseado, porque del amor, no tiene ni idea”

18/10/2018

La pornografía, la publicidad y el narcisismo acrecentado por las redes sociales e internet condicionan inevitablemente cómo es nuestra sexualidad y la forma en la que nos relacionamos. “Nos hipersexualizamos y nos hiperestimulamos y luego la realidad se ve poca cosa”, afirma Adriana Royo, terapeuta y sexóloga que nos anima a reflexionar sobre nuestra concepción del sexo en ‘Falos y falacias’ (Arpa, 2018). El libro, “dirigido a todos aquellos que no tengan miedo a pensar por sí mismos y quieran crearse un modelo de vida acorde a sus propias creencias, y no las autoimpuestas de fuera”, no es un libro de autoayuda, se trata de un ensayo exquisito sobre la sexualidad hueca que impera en la sociedad occidental. Una sociedad marcada por el egocentrismo y el consumismo atroz.

PUBLICIDAD


Falos y falacias

Al inicio de Falos y falacias ya adviertes que no es uno de los libros denominados de “autoayuda”. Desde luego que es muy diferente a todo lo que encontramos en el mercado. ¿A quién va dirigido tu libro?

Creo que la autoayuda en realidad no fomenta el hecho de pensar por ti mismo. Y creo también que la industria ha visto un nicho perfecto para hacer dinero y venderte ideas que te salvarán de tu desdichada vida, porque lo que sí que es verdad, es que estamos jodidos en general, y qué mejor que un gurú iluminado me diga cómo debo vivir para ser más feliz. Eso siempre va a dar dinero, porque dependerás de lo que piense otro.

He podido leer libros de autoayuda que me han dado alguna clave o recursos que han sido interesantes investigar, eso es verdad, pero la mayoría pretenden venderte unos pasos, una clave que hará que seas feliz forever. La autocrítica, en cambio, te hace reflexionar, no para que aceptes la opinión o la tesis de otro, sino para que extraigas la tuya propia. Para que te pongas en contacto contigo mismo y puedas crearte tu propia opinión. Por eso, este libro está dirigido a todos aquellos que no tengan miedo a pensar por sí mismos y quieran crearse un modelo de vida acorde a sus propias creencias, y no las autoimpuestas de fuera, y a aquellos que sientan la curiosidad de conocerse un poco más a sí mismos.

PUBLICIDAD

Dices en la introducción que “la autoestima ya no depende de uno mismo, sino de ese juicio interno que proviene del exterior y que nos dice cuál es el ideal”. ¿Cómo es el sexo y las relaciones en una sociedad tan narcisista como la nuestra?

La autoestima, como indica la palabra, significa quererse a sí mismo como sujeto. El narcisismo en cambio se trata de quererse convirtiéndose uno en objeto, es decir, no me quiero por lo que soy, sino por lo que represento. Yo me quiero y me veo deseable cuando otro ve de mí lo que yo quiero que vea de mí, o sea, de mi imagen. ¿Qué pasará ahí? Pues que me apreciaré a mí mismo siempre dependiendo de las reacciones de los demás. Es evidente que si alguien te dice que eres atractivo te guste y se te hinche el orgullo, eso es estupendo. El tema es cuando tu percepción de ti mismo depende casi exclusivamente de lo que los demás ven de ti, por lo que cuidarás muy bien lo que haces, lo que dices, cómo te expresas, cómo vistes y cómo te relacionas para sentir que eres la ostia, que eres popular, que no te rechazan. Que te aceptan y hasta te desean y te idolatran.

Todo es consumo, nos hemos puesto en venta hasta nosotros mismos

Alguien con una buena base de autoestima desea amar y ser amado, alguien narcisista prefiere sentirse deseado, porque del amor, no tiene ni idea. Es más, le aterra. Imagínate a alguien con esta estructura, que yo lo llamo muchas veces mecanismo de defensa, que se relaciona a partir de esa imagen, no de lo que verdaderamente está pasando por detrás, que suele ser vergüenza, ridiculez, miedo, o heridas infantiles, inseguridades varias, abusos, maltratos, etcétera. Digamos que el dolor funciona por detrás haciendo que la máscara narcisista funcione para no tener que ponerme en contacto con eso que me duele de mí mismo. ¿Cómo serán las relaciones afectivas o sexuales desde ahí? Pues está claro, ¿no? Imagínate dos imágenes follando. Será como una especie de complacencia mutua entre dos máscaras, pero no una sexualidad realmente conectada con las emociones.

Pareja en la cama

En el sexo, sea con alguien esporádico o con tu pareja hay intervención de las emociones, ¿en qué lo convertimos si nos da miedo sentir y nos es más cómodo vivir agazapados detrás de una máscara? Pues en una especie de transacción extraña de vacíos.

PUBLICIDAD

¿Cómo diferenciar entre narcisismo, neonarcisismo y simple coquetería?

Digamos que todos necesitamos que nos digan lo increíbles que somos, pero de ahí a convertir tu carácter en un sistema perfecto para conseguir que los demás constantemente te lo recuerden hay un trecho. En la primera opción hay una base psicoemocional que se nutre a sí misma, y no depende de que los demás estén todo el rato elogiándolo y, sobre todo, puede gestionar bien un rechazo o un “fracaso”. El narcisista no puede, le sobrepasa.

Estar abierto al mundo, expuesto, poder conectar con quién quieras cuando quieras, nos reduce a una soledad reflejada con la fría luz de nuestras pantallas

El neonarcisismo es la nueva forma de concebir el narcisismo junto con un estado consumista. Es decir, el cómo yo consumo para alimentar esa máscara, ese ideal con pretensiones de cuidarme a mí mismo tipo: consumir zumos détox, hacer terapias flash, o ir a un arquitecto de emociones. Convertir la salud en un negocio. Capitalismo consumista. El narcisismo es fantástico para crear una base perfecta de neonarcisismo. Piensa que las personas satisfechas con ellas mismas no consumen hasta la saciedad. Solo las personas que se sienten insatisfechas consumen sin parar. Alguien que está bien consigo mismo no necesita consumir. La simpe coquetería sería invertir unos minutos en verme bien, no convertir toda mi vida en un escenario en el que espero que el público me admire constantemente.

PUBLICIDAD

Todos tenemos máscaras, el tema es en qué grado me encuentro yo de distancia de mí mismo. Cuanta más distancia, más narcisismo.

No sé si entre tanto narcisismo queda algún o alguna coqueta.

Alguno habrá, ¡espero! Aunque en las ciudades la presión por estar estupendo es tan fuerte, que al final la presión nos afecta de alguna manera u otra y nos obligamos a depositar demasiado tiempo en nuestra imagen. ¡Vivimos en una sociedad escaparate!

La realidad paralela de lo digital

Las redes sociales encierran la contrariedad de hacernos sentir solos en medio de un montón de gente. ¿También las plataformas creadas para ligar provocan esa sensación?

¡Total! Es increíble cómo estar abierto al mundo, expuesto, poder conectar con quién quieras cuando quieras, nos reduce a una solead reflejada con la fría luz de nuestras pantallas. Al final no es que estemos tampoco conectando con otro, sino más bien nos aislamos de nosotros mismos. Nos metemos en internet y de alguna manera vivimos una realidad paralela a lo que está pasando a tu alrededor mientras miras tu pantalla. En cierto modo nos desconectamos de nosotros para conectar con los demás. Nos aislamos.

Las personas que se sienten insatisfechas consumen sin parar

Obvio que en muchas redes sociales, y más las que se usan para ligar, requieran de cierta disociación de nuestra parte, porque para tener muchos matches tienes que currarte una buena imagen, un buen perfil. No te interesa conectar, sino ser tu propia valla publicitaria para tener los más matches posibles. Todo es consumo, nos hemos puesto en venta hasta nosotros mismos. A eso no se le puede llamar conexión.

PUBLICIDAD

Decían en Lost in translation que “Todos queremos que nos encuentren”. No sé si esto encaja bien con el objetivo de plataformas como Tinder.

¡Me encanta esta frase! Estoy completamente de acuerdo: queremos que cuando nos miren, vean más allá y puedan llegar a atisbar nuestros miedos más profundos y aún viéndolos, te sigan mirando con un amor más allá de cualquier imagen. Que te acepten siendo vulnerable, con esa ligereza del que no tiene que esconder nada para el otro, porque siendo sencillamente tú mismo, eres precioso.

Lo habitual es sentirse atraído por la máscara del otro y relacionarse desde ahí y satisfacer unas necesidades que no suelen ser genuinas

Puede haber personas que por Tinder se conocen y se llegan el uno al otro, pero no es lo habitual. Lo habitual es sentirse atraído por la máscara del otro y relacionarse desde ahí y satisfacer unas necesidades que nunca suelen ser las verdaderamente genuinas.

PUBLICIDAD

“La transformación tecnológica ha ayudado a tergiversar aún más la sexualidad”. Aludes a esto cuando hablas de la libertad sexual y me pregunto, ¿es la tecnología o cómo usamos esa tecnología la que forma el lío que tenemos montado?

La tecnología en sí misma no es buena ni mala, totalmente es el cómo la usamos. No es lo mismo usarla para expandirnos, compartir y conocer que para llenar nuestro vacío. Y eso nos engancha. De pronto me siento solo y triste, ¿qué más quiero? A un clic puedo segregar dopamina colgando una foto mía y olvidándome que me siento imbécil. Es fácil, rápido, pero poco duradero, así que querré más, y en ese bucle y círculo vicioso, en ningún momento me pongo en contacto contigo mismo.

Pornografía y amor romántico: vivir en una fantasía

Muchos adolescentes que son adultos hoy han construido su idea sobre la sexualidad y lo que les gusta a las mujeres a través de la pornografía que consumieron en su adolescencia. ¿Hasta qué punto es un retrato distorsionado de la realidad?

Cuando consumes pornografía primero de todo haces que tu cerebro no entrene la fantasía, la imaginación propia, y la suplantas por imágenes muy bien producidas que claramente no son la realidad, es decir, detrás de la pornografía hay toda una preparación. ¡Son actores por el amor de dios! Están actuando, pero de alguna manera nuestro cerebro empieza a aprender todos y cada uno de los jadeos, las posturas o las formas de chupar y en cierto modo, nos creemos que ese es el sexo que tienen lo demás.

En el sexo hay intervención de las emociones, si no, si nos da miedo sentir, lo convertimos en una especie de transacción extraña de vacíos

Así que, si crezco consumiendo pornografía, consumiendo, no usándolo de vez en cuando, inevitablemente luego nos costará que nos excite un polvo con una persona real, querremos más estímulos. Nos hipersexualizamos y nos hiperestimulamos y luego la realidad se ve poca cosa. Luego, no conocen bien un cuerpo femenino, van perdidos y en realidad muchas personas se acojonan con una persona real y les es más cómodo vivir entre su fantasía donde nunca hay fracaso ni rechazo.

¿Cómo afecta esa distorsión de la sexualidad a nuestras relaciones personales?

Pues que muchas mujeres siguen fingiendo orgasmos o la excitación, o complacen al otro teniendo sexo sin quererlo, y muchos hombres siguen follando sin tener ganas, o con la presión de tener que durar mucho y ser muy macho, y demostrar siempre una predisposición que hace que seas moderno, desinhibido y muy abierto y libre. Afecta también al hecho de no estar muy en contacto con tu propio instinto, tu propia sexualidad y sensualidad.

Si crezco consumiendo pornografía inevitablemente luego nos costará que nos excite un polvo con una persona real, querremos más estímulos

Cuando se consume mucho porno al final tapas una parte de ti con información dada de fuera. Los humanos aprendemos por imitación y repetición. Imagínate un chico de 14 consumiendo porno sin parar y sin recibir educación sexual ni de sus padres ni de la escuela. Luego querrá tener sexo como los actores, y va a ser que no.

Según explicas la monogamia es un ideal social alejado de la naturaleza biológica y la que ha acabado creando eso que llamamos “amor romántico”. No sé si para esto hay salida hoy…

No estoy en contra de la monogamia en sí, sino de lo que nos han metido en la cabeza de lo que debería ser el amor. Tantas películas, tantas publicidades, tanto bombardeo de lo que debería ser el amor que nos creemos que todo tiene que ser perfecto, una postal ideal e idílica de estabilidad, romanticismo, pedidas de matrimonio increíbles, pétalos de rosa en la cama, velitas, fidelidad o sinceridad absoluta. Nos construimos la idea que el amor es así y si estoy con una persona y no me encaja a la perfección es que algo va mal. Añádele un poco de narcisismo a eso y voilà! Parejas que proyectan sus miedos en vez de verse el uno al otro. En poco tiempo las personas tendrán pereza de establecer un vínculo, porque eso conlleva tiempo, dedicación, pasión y compromiso, y preferirán tener un robot novio que haga lo que ellos necesiten.

Muchas mujeres siguen fingiendo orgasmos o la excitación, o complacen al otro teniendo sexo sin quererlo

No sé si la palabra adecuada es salida. De hecho, la salida sería comprarme un robot, así no tengo que afrontarme a mí mismo a través de otro. Pero eso sí, gracias a Dios existen todavía humanos con ganas de sentir.

Por último, ¿por dónde crees que debemos empezar para dejar de ser “ciegos emocionales y humanos permanentemente insatisfechos”?

Primero de todo preguntarnos cómo somos, qué nos asusta, cómo son nuestros mecanismos de defensa, qué nos enfada, qué nos pone tristes. Estar en contacto con nuestras emociones, tener empatía con nosotros mismos, por lo que después podré tener empatía con otro ser humano. Hacer un poco de autoanálisis de nuestra vida, qué nos mantiene insatisfechos, qué deseamos, qué nos gusta, qué no impide hacer lo que queremos, buscarnos, rebuscarnos, sacudir nuestras creencias. Y si opino y pienso cosas que en realidad han sido fruto de la presión, ¿o de la creencia de otro? ¿Quiero creer en lo que creo?

Desaprender aspectos y patrones que no son naturales en nosotros y escoger qué nos sienta bien a cada uno, porque es que al final, cada uno es un mundo aparte y hay que respetarse siendo coherente con uno, aunque a los demás no les parezca bien. Una vez queriéndote desde ahí, no necesitas una máscara que tape tus miserias o inseguridades, porque no te parecerán algo aberrante. Querrás que te quieran también con tu vulnerabilidad.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD