Los adolescentes con problemas de salud mental usan más las redes sociales

Los adolescentes con algún trastorno mental pasan más tiempo en las redes sociales y se sienten menos satisfechos con sus amistades virtuales, y su uso y percepción de estas plataformas depende del tipo de trastorno que sufran.
Joven solitario usando las redes sociales

05/05/2025

Alrededor de 7 de cada 10 niños de entre 10 y 12 años afirma tener una red social, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN)1, que también señala que España es el país avanzado donde los menores destinan más tiempo al uso de las redes sociales, y advierte que abusar de estas plataformas puede tener graves consecuencias para la salud mental de los jóvenes.

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Un nuevo estudio que se acaba de publicar en la revista Nature Human Behaviour2 y en el que se ha analizado a más de 3.000 adolescentes en el Reino Unido, revela que aquellos que sufren trastornos de salud mental tienden a dedicar más tiempo a las redes sociales que sus compañeros sin estos problemas. Esta diferencia en el uso de plataformas digitales podría aportar claves para desarrollar intervenciones clínicas adaptadas a las necesidades de los jóvenes.

El uso de redes sociales está profundamente arraigado entre los adolescentes británicos: el 93% de los jóvenes de entre 12 y 17 años tiene al menos un perfil en alguna red social. Paralelamente, se observa un deterioro creciente en la salud mental de este grupo. Investigaciones anteriores estiman que uno de cada seis jóvenes de entre 7 y 16 años, y uno de cada cuatro entre 17 y 19 años, podría padecer algún trastorno mental.

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La investigación ha sido liderada por Luisa Fassiestudiante de doctorado en la Unidad de Cognición y Ciencias del Cerebro del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, y su equipo3, y se ha basado en encuestas realizadas a 3.340 adolescentes de entre 11 y 19 años. De ese grupo, el 16% había sido diagnosticado con al menos una condición de salud mental. Los resultados muestran que estos jóvenes pasan, en promedio, unos 50 minutos más al día en redes sociales que aquellos sin diagnóstico. Además del tiempo de uso, también se observaron diferencias en la forma de relacionarse con las redes. Los adolescentes con trastornos mentales se sentían menos satisfechos con la cantidad de amigos virtuales que tenían.

En contextos presenciales, las conexiones sociales sirven como un factor protector contra resultados físicos y emocionales adversos a largo plazo, sobre todo durante la adolescencia. Por lo tanto, nuestros hallazgos sugieren que las dificultades con las relaciones entre pares que experimentan los grupos clínicos juveniles fuera de línea también pueden reflejarse en sus interacciones en línea. 

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Diferente comportamiento en redes en función del tipo de trastorno mental

Los investigadores también comprobaron si existían diferencias en el comportamiento en redes sociales entre quienes padecen trastornos internalizantes (como ansiedad o depresión) y quienes presentan trastornos externalizantes, caracterizados por comportamientos impulsivos, baja capacidad de autocontrol y tendencia al riesgo.

Los datos revelaron que los adolescentes con trastornos internalizantes tendían a compararse más con otros usuarios en redes sociales y su estado de ánimo se veía más afectado por la cantidad de reacciones –me gusta, comentarios o compartidos– que recibían en sus publicaciones. También eran menos propensos a mostrar sus verdaderos sentimientos en sus posts y se sentían menos felices con sus relaciones en línea. Esta diferencia fue clara y significativa, lo que respalda la hipótesis de que la comparación social online es más frecuente en este grupo.

Los adolescentes con ansiedad o depresión tendían a compararse más con otros usuarios en redes sociales y su estado de ánimo se veía más afectado por la cantidad de reacciones a sus publicaciones

En el caso de que los adolescentes presentaran trastornos externalizantes, los resultados respaldaron las expectativas de que su uso de redes sociales mostraría patrones distintivos, ya que estos jóvenes pasaban una cantidad significativamente mayor de tiempo conectados, con diferencias relevantes tanto desde el punto de vista estadístico, como teórico.

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Tiempo en redes y satisfacción con las amistades virtuales

Curiosamente, una de las hipótesis planteaba que no habría diferencias entre los adolescentes con trastornos internalizantes y los que presentan trastornos externalizantes en cuanto al tiempo invertido en redes sociales y la satisfacción con sus amigos virtuales. Sin embargo, los resultados contradijeron esta suposición.

Los adolescentes con trastornos internalizantes no solo pasaban más tiempo en redes que sus pares con trastornos externalizantes, sino que también reportaban sentirse menos satisfechos con la cantidad de amistades en sus plataformas sociales. Esto puede deberse a que su tendencia a la autoevaluación negativa y la comparación social los lleva a hacer evaluaciones negativas de su estatus social. Ambas diferencias fueron estadísticamente significativas y suficientemente marcadas como para considerarse potencialmente relevantes en términos clínicos.

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En concreto, los autores encontraron aspectos clave de la participación en redes sociales que podrían fundamentar la creación de pautas para consultas de pacientes y estrategias de intervención temprana. Por ejemplo, esto podría incluir psicoeducación y técnicas de reevaluación cognitivo-conductual dirigidas específicamente a la comparación social en línea o al impacto de la retroalimentación en redes sociales (por ejemplo, los ‘me gusta’) en el estado de ánimo de los adolescentes con trastornos internalizantes.

Los autores del estudio han destacado en su artículo que es necesario continuar investigando para determinar si existe una relación de causa-efecto entre el uso de redes sociales y los problemas de salud mental. Asimismo, proponen ampliar los estudios para incluir a adolescentes de otros países y obtener así una visión más global del fenómeno.

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En cuanto a las limitaciones, reconocen que los resultados, ceñidos a adolescentes de Reino Unido, no tienen por qué ser extrapolables a los contextos de otros países. Igualmente, los datos analizados se recogieron en 2017, por lo que “la rápida evolución de las plataformas y los comportamientos de los usuarios presenta una posible limitación al aplicar nuestros hallazgos a las tendencias actuales”.

José César Perales, catedrático de Psicología en la Universidad de Granada, que no ha participado en el estudio, ha señalado en declaraciones a SMC España4 que las principales novedades del trabajo son que "las medidas de salud mental utilizadas permiten distinguir entre participantes que sufren alguna alteración psicológica clínicamente significativa y aquellos que no" y que "se distingue entre personas que sufren alteraciones internalizantes (por ejemplo, trastorno de ansiedad o del estado de ánimo) e internalizantes (por ejemplo, TDAH o problemas de conducta) y se comparan tanto entre ellos como con el grupo sin alteraciones psicológicas. Lo más interesante es que, aunque tanto el grupo internalizante como el externalizante muestran una elevación del uso de redes sociales, solo el internalizante muestra diferencias en los indicadores cualitativos. Más concretamente los adolescentes con problemas internalizantes mostraron un aumento en la comparación social, una mayor influencia del feedback en redes sociales sobre su estado de ánimo, una menor satisfacción con la cantidad de amigos en línea, una menor autopresentación honesta y una menor percepción de control sobre el uso de redes sociales, en comparación con aquellos sin una alteración de salud mental. Ninguno de estos efectos cualitativos era reseñable en el grupo de alteraciones externalizantes".

Este experto concluye que, aunque los resultados no aportan evidencia causal, sí que revelan algunos posibles mecanismos de la interrelación entre salud mental y uso de redes sociales. Más concretamente, son compatibles con un modelo interaccionista en el que las alteraciones emocionales y del estado de ánimo inducirían un uso de las redes sociales (por ejemplo, comparaciones sociales desventajosas) que, a su vez, repercutiría en un peor estado de ánimo. En ese modelo, se hace hincapié en que los factores de riesgo y protectores en el contexto online no son demasiado distintos de los que aparecen offline. Por ejemplo, la tendencia a la comparación desventajosa no sería exclusivamente en las redes, sino también fuera de las redes, del mismo modo que la calidad de las amistades online ejercería un factor protector en el contexto online similar al que ejerce offline. Aunque es cierto que la ubicuidad y accesibilidad de Internet puede ser un factor de riesgo para entrar en estos bucles de retroalimentación, también lo es que su prevención pasaría por promover un uso más gratificante y un mayor grado de protección social en la red".

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  • 1

    Sociedad Española de Neurología (SEN). NP Internet Seguro. Feb. 2025.

  • 2

    Fassi, Luisa, et al. “Social Media Use in Adolescents with and without Mental Health Conditions.” Nature Human Behaviour, May 2025, pp. 1–17, https://doi.org/10.1038/s41562-025-02134-4.

  • 3
    «Adolescents With Mental Health Conditions Use Social Media Differently Than Their Peers, Study Suggests». University of Cambridge, 2025, https://www.cam.ac.uk/research/news/adolescents-with-mental-health-conditions-use-social-media-differently-than-their-peers-study.
  • 4
    SMC España. «Los Adolescentes Con Problemas De Salud Mental Pasan más Tiempo En Las Redes Sociales, Según Un Estudio británico». SMC España, https://sciencemediacentre.es/los-adolescentes-con-problemas-de-salud-mental-pasan-mas-tiempo-en-las-redes-sociales-segun-un.

Actualizado: 5 de mayo de 2025

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