Doctor Jesús Martín-Fernández

Neurocirujano y neurocientífico cognitivo experto en tumores cerebrales, y autor de Dime que sientes
El precoz experto en cirugía despierta Jesús Martín-Fernández nos habla de su obsesión por desentrañar los misterios del cerebro y en qué consiste su test de Inteligencia Artificial, puesto en práctica en 12 de países, para preservar las emociones de los pacientes operados de un tumor cerebral.
Doctor Jesús Martín-Fernández
“No nos podemos permitir que entre un 30% y un 40% de los pacientes operados de un tumor cerebral queden con secuelas emocionales y con una calidad de vida distorsionada”

14/05/2024

Apenas supera los 30 años de vida, pero en un campo, el de la neurocirugía, dado al ego y en el que los años de experiencia profesional son la mejor carta de presentación, el doctor Jesús Martín-Fernández se ha convertido en una especie de rockstar precoz. En su caso no da conciertos –aunque bien podría hacerlo, porque también es músico–, pero sí opera tumores cerebrales a lo largo y ancho del mundo. En más de una decena de países, de hecho, ha puesto en práctica ya su test basado en Inteligencia Artificial para identificar en vivo, durante una cirugía despierta, el procesamiento emocional del paciente. ¿El objetivo? Preservar la función emocional de las personas que son operadas de un tumor cerebral. “He aprendido de mi mentor, el profesor Hugues Duffau, que tenemos la necesidad de ir más allá de la preservación del habla y el movimiento”, explica a Webconsultas durante una conversación mantenida en la biblioteca del Hotel Iberostar Las Letras de la Gran Vía de Madrid, donde el neurocirujano canario se encontraba promocionando su libro Dime qué sientes (Paidós), una forma de diario personal de su obsesión por entender el cerebro.

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“La gente joven no puede alzar la voz como le gustaría”, escribes en el prólogo. ¿Pasa esto más si cabe en ámbitos médicos como el tuyo, la neurocirugía, en el que los años de experiencia parecen ser una especie de carta de presentación?

Portada "Dime que sientes"

Sí, sí. Es una cosa que ha pasado siempre, pero que se da más si cabe en un campo tan dado al ego como el de la neurocirugía. Y es algo que pasa sobre todo al principio, cuando de alguna forma quieres asomar la cabeza. Al final, no obstante, yo creo que, si haces las cosas bien y demuestras esas cosas, poco a poco la crítica pasa a ser una opinión. Cuando tú ganas credibilidad y prestigio con tus artículos científicos y con tu trabajo en el quirófano, esas opiniones las llevas mejor.

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Dime qué sientes es un libro muy personal, que toma casi la forma de un diario. No es lo habitual en este tipo de publicaciones.

No ha sido algo premeditado, sino que yo sentía que de esta forma podía transmitir mejor el mensaje. El mensaje es puramente personal, cuenta cómo he vivido yo los cambios en el conocimiento sobre el cerebro y cómo he evolucionado yo como ser humano durante ese tiempo. Luego, a posteriori, nos hemos dado cuenta de que entregar el mensaje a través de la emoción personal permite que éste llegue más, porque la gente hace el proceso de empatía.

“Cada vez sabemos menos del cerebro, porque tal y como vas profundizando en el conocimiento te das cuenta de que te quedan más cosas por saber. Pero eso también es un reto apasionante”

La obsesión por ‘encender una luz’ en el cerebro

Explicas en el prólogo que lo que te mueve y te empuja a rebelarte con esa primacía de los años de experiencia desde tus apenas 30 años de vida –que serán los años de experiencia que tengan muchos de tus compañeros– es “la necesidad imperiosa de entender cómo funciona el cerebro”. ¿Podemos decir que el cerebro humano sigue siendo un gran desconocido a pesar de todos los avances que se han hecho en el campo?

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Sin duda. Es incluso peor que lo que pasa con el universo, porque en el fondo el universo es algo inalcanzable, que está lejos; mientras que el cerebro es algo que tenemos todos en nuestras cabezas y de lo que sabemos muy poco. Te diría que cada vez sabemos menos, porque tal y como vas profundizando en el conocimiento te das cuenta de que queden más cosas por saber. Pero eso también es un reto apasionante.

¿Por qué ha adquirido para ti el cerebro ese carácter de casi una obsesión?

Nunca he pensado en eso. Simplemente ha sucedido así. Yo soy una persona muy insistente, me obsesiono con algunas cosas, y yo creo que a veces las cosas más grandes surgen un poco de esa obsesión. Es discutible, pero a mí me parece que la obsesión, cuando es llevada por la pasión y no por otros objetivos, es necesaria para llegar a sitios a donde otra persona no llega. Veo la obsesión como algo positivo.

“La obsesión, cuando es llevada por la pasión y no por otros objetivos, es necesaria para llegar a sitios a donde otra persona no llega”

Susan Engel, doctora en Psicología del Desarrollo y directora del programa de Psicología de la Educación del Williams College (Massachusetts, EE.UU.), explica en La vida intelectual de los niños que muchos de los inventos que han contribuido a mejorar nuestras vidas empezaron a tomar forma cuando sus desarrolladores eran niños y se quedaban absortos o hacían preguntas a sus adultos de referencia sobre temas que les obsesionaban.

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Es que, al final, sentir que la inspiración viene de la nada es una ilusión. La inspiración viene de la memoria, de todo lo que hemos leído, vívido o aprendido anteriormente. Nada surge de la nada. Por mucho que tengamos la sensación, por ejemplo, de que crear una canción es pura inspiración, lo cierto es que todo viene de la memoria. Puede ser que eso que llamamos inspiración sea simplemente que una idea con la que llevas peleándote con tu inconsciente durante muchos años ve la luz.

Esa obsesión te ha llevado a convertirte en experto mundial en cirugía despierta de tumores cerebrales. Me gustaría empezar por el principio para aquellas personas menos familiarizadas por el tema: ¿Qué es una cirugía despierta y que os permite a los cirujanos respecto a la cirugía tradicional?

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Una cirugía despierta se lleva haciendo muchos años y consiste en operar un tumor cerebral con el paciente en estado consciente, de vigilia, con una anestesia local. Es importante aclarar que el cerebro no duele, lo que duele es la piel. Podríamos hacer una metáfora para que se entienda: en la cirugía dormida es como si tú entrases por primera vez a una casa con la luz apagada: te tropiezas con las cosas, no encuentras las puertas… La cirugía despierta, aunque todavía hay reticencia al cambio, sería entrar a esa casa por primera vez y encender la luz. Y si te pones las gafas adecuadas puedes ver dónde está cada cosa. Esto es fundamental: porque no es posible respetar durante la cirugía algo que no sabes que está ahí. O lo que es peor, algo que no sabes si puede estar ahí o en otro sitio porque ni siquiera te lo preguntas.

“Puede ser que eso que llamamos inspiración sea simplemente que una idea con la que llevas peleándote con tu inconsciente durante muchos años ve la luz”

Así es el test de inteligencia artificial en cirugía despierta

Comentas que esta práctica se lleva haciendo muchos años. ¿Qué has aportado tú en este ámbito?

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Hasta ahora, la cirugía despierta se había centrado sobre todo en el hemisferio izquierdo, para conservar el habla y el movimiento. Pero yo he aprendido de mi mentor, el profesor Hugues Duffau, que tenemos la necesidad de ir más allá, ya que entre un 30% y un 40% de los pacientes quedan con secuelas emocionales, con trastornos de la personalidad y con una calidad de vida íntima distorsionada tras la operación de un tumor cerebral. Es algo que no nos podemos permitir.

En febrero de 2023 aplicaste con éxito por primera vez un test de inteligencia artificial para identificar el procesamiento emocional del paciente en vivo, mientras se le opera, y de esa forma salvaguardar sus emociones. ¿En qué consiste ese test?

El test nos permite valorar el proceso de empatía, que es ver la emoción de la persona que tenemos enfrente, sentirla en espejo y tomar una decisión en base a lo que vemos. Lo que hicimos, mediante un sistema de inteligencia artificial, fue trackear a muchos actores diferentes representando muchas emociones distintas. A partir de ahí, sacamos unos valores medios y creamos unos avatares hiperrealistas, unas caras que nunca antes has visto. Eso se le pasa al paciente un día antes de la operación, para comprobar cómo ve y procesa las emociones. Y luego, durante la cirugía, se le vuelven a pasar esas imágenes mientras vamos estimulando su cerebro. Si llegas a una zona crítica, inmediatamente interrumpes la emoción, por lo que el paciente se equivoca o no es capaz de reconocerla. Eso nos da la información de que ahí ya no podemos tocar.

“Una cirugía despierta es operar un tumor cerebral con el paciente en estado consciente, de vigilia, con una anestesia local”

La idea, a través del test, es llegar a las emociones del paciente y preservarlas al extirpar el tumor.

Sí. Es algo muy complejo, porque no es solo la superficie del cerebro, sino que luego te tienes que meter en profundidad y saber dónde te detienes en el límite. Si no te da error en el proceso de estimulación, tú puedes seguir quitando tumor; pero si empieza a fallar el reconocimiento de las emociones, ya sabes que ahí termina la cirugía.

Como toda técnica nueva, por supuesto, tiene que validarse y estamos en proceso de ello. Hemos operado a pacientes en más de doce países, hasta ahora con resultados prometedores, pero hay que analizar todos los casos y extraer los datos para publicarlos.

¿Qué beneficios, especialmente para los pacientes, presenta esta novedosa técnica?

Es importante entender que el test no es algo aislado, sino que va dentro de una filosofía de abordaje nuevo, del mapeo de las funciones cognitivas, que nace del profesor Duffau. De ahí yo me nutro e intento desarrollar algo nuevo, pero la idea parte de ahí, de ese querer ir más allá del lenguaje y el movimiento. Lo que el profesor Duffau ha conseguido es increíble, porque ha aumentado las tasas de vuelta al trabajo, de calidad de vida emocional y de calidad de vida sexual de los pacientes, que es algo fundamental, porque este tipo de tumores aparecen entre los 18 y los 60 años. Es poder volver a tu vida anterior.

“No es posible respetar durante la cirugía algo que no sabes que está ahí. O lo que es peor, algo que no sabes si puede estar ahí o en otro sitio porque ni siquiera te lo preguntas”

Hay que puntualizar, no obstante, que. No siempre se puede, porque hay tumores más agresivos que otros y existen limitaciones. Por eso hay que valorar bien cada caso.

Dices que, en tu campo, el de la neurocirugía, no está muy bien visto que te guste más averiguar la función cerebral –investigar– que tener los guantes llenos de sangre. Sin embargo, tu desarrollo demuestra que esa investigación para comprender el cerebro es básica para que luego las operaciones sean lo más eficientes y efectivas posibles, ¿no?

Efectivamente. Es algo que aprendí del doctor Duffau. Cuando llegué a Montpellier vi que no operaba todos los días. Cuando se lo comenté, él me dijo que para hacer lo que hacía tenía que dedicar la mitad de su tiempo a estudiar el cerebro. No tiene sentido lo que se ha hecho hasta ahora, porque nosotros no somos técnicos, no podemos quitar el tumor y ya está. Tenemos que valorar qué estamos quitando, a qué estamos afectando, cómo funciona el cerebro, etcétera. Así que sí, nosotros operamos menos, pero necesitamos operar menos y estudiar más para operar mejor.

Hoy viajas por el mundo operando a pacientes y dando conferencias sobre esta técnica revolucionaria. ¿Cómo seguir después de esto? ¿Qué te obsesiona conocer aún del cerebro?

Me obsesionan muchas cosas. Por ejemplo, en un futuro poder descubrir o postular una teoría general del funcionamiento cerebral. Es decir, cómo unas ondas eléctricas que son capaces de adaptarse a las circunstancias, que son flexibles, que son como una matriz casi infinita de datos, dan lugar a la experiencia subjetiva de cómo vemos el mundo y cómo nos sentimos. Sueño con eso, por ejemplo.

“Lo que el profesor Duffau ha conseguido es increíble, porque ha aumentado las tasas de vuelta al trabajo, de calidad de vida emocional y de calidad de vida sexual de los pacientes, que es algo fundamental, porque este tipo de tumores aparecen entre los 18 y los 60 años. Es poder volver a tu vida anterior”

Pero bueno, con calma. ¿Porque sabes lo mejor? Que por el camino estamos ayudando a mucha gente de muchas partes del mundo a tener una vida mejor.

En el libro está muy presente la música. Tú, de hecho, eres músico. ¿Cuánto hay de música en la neurocirugía?

Para mí la creatividad es el nexo de unión más claro entre música y neurocirugía. El hecho de que uno pueda crear cosas que no existen. Eso te sirve tanto para la ciencia como para la música. Al final, cuando das forma a una melodía nueva, estás creando algo que no existía previamente. Eso es un viaje increíble.

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