Tamara Pazos Cordal

13 de junio de 2025
Envejecer es inevitable, pero disfrutar de una buena salud y mantenernos físicamente activos y con el mejor aspecto posible es un deseo universal. Tamara Pazos (conocida en Instagram como Putamen_t) ya nos dio algunas ideas al respecto con la publicación de Este libro te hará vivir más o por lo menos mejor, y ahora esta bióloga, con un máster en Neurociencia cognitiva bajo el brazo y divulgadora científica al mando del podcast Un Humano por Persona, nos ayuda a comprender cómo funcionan nuestro cuerpo y nuestra mente y cómo los pequeños gestos cotidianos tienen un impacto mucho mayor del que imaginamos en nuestro bienestar físico y emocional. En su nuevo libro Crecer sin envejecer (o casi) (Paidós) nos invita a reflexionar sobre el paso del tiempo, a desmontar mitos sobre la edad y a redescubrir el envejecimiento como un proceso lleno de posibilidades y en el que podemos intervenir. De manera rigurosa, pero amena, Tamara explica cómo podemos vivir más y mejor, sin obsesionarnos con la eterna juventud. Hablamos con ella sobre qué significa en realidad envejecer y cómo nuestros hábitos a lo largo de la vida y nuestro entorno modelan nuestro futuro, además de ofrecernos prácticos consejos para cuidarnos.
¿Qué significa exactamente “crecer sin envejecer (o casi)”? ¿Estamos hablando de ralentizar el envejecimiento físico, mental, estético…?

El envejecimiento es un declive que ocurre en nuestras células fruto de su necesaria replicación constante. Para proteger nuestros tejidos las células se reproducen y copian su ADN para pasarlo a las células hijas. Cuanto más tiempo vivimos más copias de material genético hay que hacer y más probabilidades de error que dan lugar a un deterioro en el funcionamiento celular y a ese envejecimiento, que es lo que queremos retrasar.
Este declive afecta en todos los sentidos: físico, mental y estético. Por lo que a nivel biológico nos interesa crecer, es decir, que nuestras células se repliquen y sustituyan a las viejas que ya no pueden funcionar bien, pero que lo hagan sin errores, ni declive, es decir, sin envejecer.
¿Qué descubrimientos recientes de la biología o la neurociencia consideras más relevantes para mejorar nuestra comprensión del envejecimiento?
Los relacionados con el metabolismo celular. Todo el envejecimiento ocurre realmente dentro de las células y luego se manifiesta a nivel de tejidos y órganos. Hoy en día sabemos cada vez más sobre los mecanismos celulares y los agentes agresores que aceleran el envejecimiento de las células, pero también sobre aquellos con capacidad de arreglarlo y ralentizarlo.
En los últimos años se han publicado investigaciones sobre el NAD (una coenzima de nuestras células) y las sirtuinas, unas proteínas con capacidad de aumentar la estabilidad del genoma y así reparar y evitar el daño en el ADN, que está muy asociado con el envejecimiento. Estas investigaciones hablan de cómo con la edad perdemos NAD, y con este perdemos la capacidad de activación de las sirtuínas y otros mecanismos relacionados. En base a estos hallazgos se trabaja ya en muchos tratamientos y suplementos para afrontar el declive celular que ocurre con el paso del tiempo.
Genes, hábitos y el camino a una buena vejez
¿Qué papel desempeñan los genes y el estilo de vida en el envejecimiento? ¿Cuánto margen tenemos para intervenir si nuestra predisposición genética no es buena?
Tenemos la suerte de que solo el 20% del envejecimiento está condicionado por el material genético que heredamos. Esto nos da un abanico de opciones de mejorar el 80% restante, que es el concepto. Sin embargo, dependiendo de los recursos socioeconómicos y de dónde nos haya tocado vivir, este entorno puede ser muy perjudicial para la salud con aspectos como contaminantes ambientales, mal acceso a la sanidad o, por el contrario, resultar beneficioso si contribuye a una dieta nutritiva, actividad física accesible a la población y zonas verdes.
Cuidar las relaciones sociales y la actividad física se asocia a una buena salud general en la que es más probable que tengamos un buen metabolismo, salud cardiovascular y movilidad
¿Hay prácticas o hábitos concretos que, según la ciencia, pueden ayudarnos realmente a “envejecer mejor”? ¿A qué edad habría que empezar a ponerlos en práctica? ¿Se cumple en este caso aquello de que “nunca es tarde si la dicha es buena”, o las malas costumbres en la infancia o juventud nos pasan factura?
La buena vejez se cultiva desde que nacemos. A nivel del cerebro, desde que empezamos a exponernos a entornos estimulantes a nivel afectivo y cultural vamos a experimentar un aumento de la reserva cognitiva. Esto hará que cuando lleguemos a edades en las que aparecen enfermedades neurodegenerativas tengamos un cerebro fuerte con resiliencia para enfrentarlas, haciendo que los síntomas tarden más en aparecer, o que no aparezcan en absoluto.
Esto lo conseguimos no solo con relaciones sociales fuertes y haciendo vida social con frecuencia, sino que los estímulos cognitivos como aprender cosas y la actividad física son dos pilares fundamentales para estimular la densidad de conexiones entre nuestras neuronas. Lo bueno de cuidar las relaciones sociales y la actividad física es que esto se asocia a una buena salud general en la que es más probable que tengamos un buen metabolismo, salud cardiovascular y movilidad.
Una buena percepción social de la vejez es clave para que las personas mayores tengan una sensación de propósito y pertenencia en la comunidad que las llevará a un estilo de vida mucho más activo y saludable
Con frecuencia se difunden mensajes contradictorios sobre salud, dieta, ejercicio, longevidad o envejecimiento. ¿Cómo podemos distinguir la evidencia sólida de los consejos de influencers sin evidencia científica?
Lo más sencillo es asegurarse de que hay una evidencia científica detrás de ese mensaje. Buscarla en los productos divulgativos que consumimos y, a poder ser, fiarnos más de formatos extendidos con referencias que mencionen el artículo del que han sacado esa información.
Mitos sobre el envejecimiento y la eterna juventud (h2)
¿Qué mitos sobre el envejecimiento te parece más urgente desmontar?
La mala connotación social que tiene envejecer. La asociación que tenemos en nuestra cultura entre la vejez y el estorbo. Se ha generado un estigma de que las personas cuando llegan a la tercera edad son una molestia. Mientras en otras culturas la valía de estos miembros de la sociedad se ha asociado en investigaciones a una mayor esperanza y calidad de vida. Una buena percepción social de la vejez es clave para que las personas mayores tengan una sensación de propósito y pertenencia en la comunidad que las llevará a un estilo de vida mucho más activo y saludable.
¿Crees que estamos demasiado obsesionados con la juventud, o con la apariencia juvenil, en vez de centrarnos en el cuidado de la salud?
Es la cara B del estigma de envejecer, que vamos a huir de cualquier signo que se asemeje, sea estético o de salud. Es importante encontrar un equilibro entre no ser conformistas y asumir que todo declive es una cuesta abajo sin control ni remedio, y la no aceptación de un paso del tiempo saludable en el que los cuerpos y las habilidades cambian.
Estímulos cognitivos como aprender cosas y la actividad física son fundamentales para estimular la densidad de conexiones entre nuestras neuronas
La raíz del problema es depositar nuestra valía personal en lo estético o en lo productivo, y es algo hacia lo que nuestra sociedad lleva remando mucho tiempo. Sin embargo, si nuestra valía reside en el vínculo social y en las redes de apoyo que construimos, el paso de los años no nos arrebatará nunca eso.
Las enfermedades neurodegenerativas son un gravísimo problema de salud pública. ¿Qué se puede hacer a nivel individual y social para reducir su incidencia?
A nivel individual ya hemos mencionado que los estímulos sociales e intelectuales y la actividad física son un arma indispensable. También es central la alimentación. Una dieta variada que contenga un buen aporte en vitaminas del grupo B y grasas de calidad como el omega 3 nos ayudará a proteger el sistema nervioso.
Incluir en la dieta diaria frutas, verduras y alimentos fermentados es clave para la salud intestinal
Por otro lado, a nivel social es importante concienciarnos en una buena prevención desde el ámbito público. Disfrutar de espacios cerca de nuestras casas en los que tengamos zonas verdes, áreas en las que practicar deporte, parques y zonas contemplativas que animen a la gente a ir andando a los sitios de forma segura, o simplemente a salir a pasear y socializar. Además, los recursos de diagnóstico precoz son muy importantes para abordar los primeros síntomas a tiempo, además de vigilar de cerca los recursos de ocio y vida social que tienen las personas mayores, ya que la soledad es un factor de riesgo.
Mencionas la importancia de la microbiota intestinal en la salud del cerebro. ¿Crees que se podrían llevar a cabo intervenciones para mejorar la microbiota que favoreciesen la longevidad y, sobre todo, protegiesen las funciones cognitivas?
La mejor intervención que podemos hacer sin hablar de patologías concretas –que deberíamos individualizar y tratar con especialistas– es la recomendación de una dieta variada que contenga muchos alimentos con prebióticos y probióticos. No deberíamos infraestimar los beneficios que tienen estos alimentos. Estamos tan acostumbrados a verlos anunciados en la televisión, a veces de formas un tanto ridículas, que parece que se presentan como un recurso extra opcional de bienestar, cuando son un pilar fundamental del buen funcionamiento de la microbiota intestinal.
Sobre todo, en un contexto en el que tenemos muchos factores que atacan constantemente a la microbiota, como los alimentos ultraprocesados, el alcohol, el tabaco, el estrés, los contaminantes ambientales, etcétera… Incluir en la dieta diaria frutas, verduras y alimentos fermentados es clave para la salud intestinal.