¿Qué es el trastorno bipolar?

El trastorno bipolar, también conocido como trastorno maníaco depresivo, es una enfermedad mental que se caracteriza por la alternancia de fases depresivas (tristeza, ideas suicidas) y de euforia (manía), y que tiene tendencia a volverse crónica. Cuando un paciente pasa de un trastorno a otro, se dice que vira, y los episodios también pueden precipitarse por medicación, cambios climatológicos, alteraciones sociales…

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La tristeza y la alegría se consideran reacciones normales en las personas ante determinadas situaciones de la vida. En el primer caso es natural sentirse afligido ante una pérdida o privación (muerte o separación de un ser querido, despido laboral, enfermedad, desengaño...); al igual que los éxitos, los deseos cumplidos y cualquier acontecimiento agradable, nos provocan alegría. Sin embargo, cuando los trastornos afectivos resultan excesivos, o se prolongan demasiado en el tiempo, pueden llegar a ser patológicos y requerir atención médica.

Como indican desde el Hospital Clínic de Barcelona, existen cuatro tipos de trastornos bipolares: la ciclotimia –variaciones leves del estado del ánimo–, el trastorno bipolar tipo I –episodios de manía, hipomanía y depresión–, el trastorno bipolar tipo II –únicamente hipomanía y depresión– y el trastorno esquizoafectivo de tipo bipolar –similar al tipo I pero con síntomas psicóticos (alucinaciones y  delirios).

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El trastorno bipolar afecta por igual a hombres y mujeres, a diferencia de la depresión que es más frecuente en mujeres. Lo más frecuente es que la enfermedad se manifieste por primera vez entre los 10 y los 24 años, y se ha observado una mayor incidencia de trastornos afectivos entre las personas separadas y divorciadas, así como en aquellos que poseen un mayor nivel socioeconómico.

Todos estos vaivenes anímicos afectan a todos los planos de la vida del que los sufre: relaciones familiares –mayor riesgo de separación, sobreprotección paternal–, sociales –mayor consumo de alcohol y drogas, ideación suicida–, laborales –riesgo de despido, bajas laborales– o escolares) y también de su entorno más cercano.

Para su tratamiento es necesario recurrir al uso de fármacos específicos y puede ser útil en muchos casos complementarlo con sesiones de psicoterapia. Aunque es un trastorno controlable, se trata de una enfermedad mental crónica. A pesar de los estigmas que lo acompañan, conviene aclarar que no es un trastorno asociado a conductas violentas ni peligrosas.

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Creado: 26 de mayo de 2011

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