Trastorno bipolar
El trastorno bipolar es una patología psiquiátrica muy frecuente, en la que el paciente alterna episodios depresivos con otros de euforia (manía). Suele volverse crónico, por lo que los bipolares requieren control médico de por vida.

Qué es el trastorno bipolar

Por: Natalia Bermejo Rubio

Médico de Familia

Actualizado: 30 de marzo de 2023

¿Qué es el trastorno bipolar?

El trastorno bipolar, también conocido como trastorno maníaco depresivo, es una enfermedad mental que se caracteriza por la alternancia de fases depresivas (tristeza, ideas suicidas) y de euforia (manía), y que tiene tendencia a volverse crónica. Cuando un paciente pasa de un trastorno a otro, se dice que vira, y los episodios también pueden precipitarse por medicación, cambios climatológicos, alteraciones sociales…

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La tristeza y la alegría se consideran reacciones normales en las personas ante determinadas situaciones de la vida. En el primer caso es natural sentirse afligido ante una pérdida o privación (muerte o separación de un ser querido, despido laboral, enfermedad, desengaño...); al igual que los éxitos, los deseos cumplidos y cualquier acontecimiento agradable, nos provocan alegría. Sin embargo, cuando los trastornos afectivos resultan excesivos, o se prolongan demasiado en el tiempo, pueden llegar a ser patológicos y requerir atención médica.

Como indican desde el Hospital Clínic de Barcelona, existen cuatro tipos de trastornos bipolares: la ciclotimia –variaciones leves del estado del ánimo–, el trastorno bipolar tipo I –episodios de manía, hipomanía y depresión–, el trastorno bipolar tipo II –únicamente hipomanía y depresión– y el trastorno esquizoafectivo de tipo bipolar –similar al tipo I pero con síntomas psicóticos (alucinaciones y  delirios).

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El trastorno bipolar afecta por igual a hombres y mujeres, a diferencia de la depresión que es más frecuente en mujeres. Lo más frecuente es que la enfermedad se manifieste por primera vez entre los 10 y los 24 años, y se ha observado una mayor incidencia de trastornos afectivos entre las personas separadas y divorciadas, así como en aquellos que poseen un mayor nivel socioeconómico.

Todos estos vaivenes anímicos afectan a todos los planos de la vida del que los sufre: relaciones familiares –mayor riesgo de separación, sobreprotección paternal–, sociales –mayor consumo de alcohol y drogas, ideación suicida–, laborales –riesgo de despido, bajas laborales– o escolares) y también de su entorno más cercano.

Para su tratamiento es necesario recurrir al uso de fármacos específicos y puede ser útil en muchos casos complementarlo con sesiones de psicoterapia. Aunque es un trastorno controlable, se trata de una enfermedad mental crónica. A pesar de los estigmas que lo acompañan, conviene aclarar que no es un trastorno asociado a conductas violentas ni peligrosas.

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