Luis Castellanos

Autor de 'Educar en lenguaje positivo (El poder de las palabras habitadas)'
Luis Castellanos, experto en lenguaje positivo, nos explica cómo enseñar a niños y adolescentes a elegir las palabras que les ayuden a mejorar su bienestar emocional y la convivencia con sus padres, compañeros y profesores.
Luis Castellanos
"El lenguaje positivo es una forma de mirar el mundo. Es la capacidad de ver el lado favorable de las cosas para crear una buena historia personal"

19/01/2018

Luis Castellanos, especializado en la investigación del lenguaje positivo y cómo afecta al cerebro y a las emociones, y autor de 'La ciencia del lenguaje positivo' (Editorial Paidós, 2016) y 'Educar en lenguaje positivo' (Editorial Paidós, 2017), afirma que nuestra forma de hablarnos a nosotros mismos y a los demás influye en nuestra historia personal y en nuestras probabilidades de ser felices y alcanzar nuestras metas. Experto también en innovación educativa, explica que enseñar a los niños y adolescentes a elegir las palabras adecuadas puede ayudarles a mejorar su bienestar emocional y la convivencia con sus padres, compañeros y profesores, e incluso sus resultados académicos, porque –dice– “el futuro no se puede controlar, pero el lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, sino que te hace percibir el mundo de forma diferente, y te ayuda a afrontar acontecimientos incontrolables que te pueden hacer sufrir”.

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Educar en lenguaje positivo

Tu libro se subtitula 'El poder de las palabras habitadas'. ¿Cómo definirías esas 'palabras habitadas'?

Para mí la clave es aquello que de alguna manera nos hace ser personas confiables; ser de fiar tanto para mí, como para los demás. Que aquellas palabras que yo habito sean las que guían mis actuaciones de verdad, y permitan que la gente que me mira sepa que mi presencia también está habitada y puedan ver en mí una persona realmente honesta, transparente, digna de ser querida. Es decir, habitar algo es hacerlo cálido, bondadoso, generoso, sabio…

Después del primer libro ('La ciencia del lenguaje positivo', Editorial Paidós) dar el salto a habitar quizás era lo fundamental; darnos cuenta del valor de habitar aquello que decimos, no simplemente aprender, que está muy bien, o entrenar, que también es importante cuando hablamos de lenguaje positivo, pero al final si eso no se habita, no sirve de nada. Lo has aprendido como una herramienta más en la vida, pero no te ha transformado la vida. Y la clave está en que transforme tu vida y tu historia personal.

Cuando habitas algo significa que ocupas ese lugar, y de ahí surge la capacidad que tenemos de ser bondadosos. A mí me interesa mucho la amabilidad del ser humano, la bondad, el amor… Y la pregunta que yo siempre me hacía es ¿qué pinta el lenguaje positivo en nuestra vida? Y las palabras tienen la posibilidad de ser habitadas y que cuando le digas a alguien 'te quiero' sea de verdad, o que cuando le hablas a un compañero de trabajo te vea como una persona honesta, digna de confianza, transparente… Habitar para mí se ha convertido en hacer el mundo mucho más habitable a través de la presencia de una persona, y una escucha habitada es que yo esté escuchando en profundidad aquello que dices.

Las palabras, dices, pueden ser obstáculos que se interponen en el camino, o una ayuda inestimable para alcanzar nuestras metas, pero para educar a los niños en lenguaje positivo primero hay que acostumbrarse a utilizarlo. ¿Cómo pueden entrenarse los futuros papás, sobre todo si proceden de ambientes familiares negativos, para hablar a sus hijos solo en lenguaje positivo?

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El lenguaje positivo es una forma de mirar el mundo. Es la capacidad de ver el lado favorable de las cosas para crear una buena historia personal y una buena historia de las personas que me rodean, con protagonistas dignos. El proyecto del libro está dirigido tanto a familias –padres y madres–, como al profesorado, como al alumnado. Es decir, en los tres casos el objetivo es el mismo, tomar conciencia del lenguaje, y comprobar cómo teniendo conciencia del lenguaje se puede cambiar.

En el libro hay herramientas, sobre todo, para generar algo fundamental que es la seguridad en las palabras. Porque con las palabras somos capaces de hacer que un niño nos tenga miedo, o que un niño esté feliz. Con las palabras somos capaces de maltratar, de dañar, de perjudicar tanto que al final haya personas que no quieren ni sentir la vida, que se encierran. Por eso lo primero que preguntábamos era ¿qué pintan tus palabras en tu vida? Y a los padres y madres también les preguntamos qué deseaban para sus hijos, y creamos las listas de comprobación para ver cuáles eran los errores que solemos cometer en el lenguaje y que nos impiden conseguir aquello que deseamos para ellos.

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En primer lugar es necesario averiguar si tu lenguaje te ayuda a ser más feliz, a estar más contento, más alegre, a estar vitalmente activo, y si ayuda a tus hijos y a tu pareja a estar también más felices y más alegres, a tomar buenas decisiones, a ser bondadosos… Si no te ayuda, entonces tendrás que elegir palabras, no censurar. Y las listas de comprobación eran fabulosas porque permitían ver errores tan comunes como no decir 'buenos días', que es muy fácil. Se trata de cosas que pensamos que hemos dicho, y no es así. Tan sencillas como preguntar ¿cómo estás?, ¿cómo te ha ido?, ¿has tenido un buen día? Y no es simplemente hablar en positivo, también se puede preguntar qué es lo que te está generando sufrimiento. Y muchas veces no lo preguntamos.

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Por eso, todos los que participaron en el proyecto, tanto los padres, como los profesores y los alumnos, empezaron a tomar conciencia desde el principio de que el lenguaje pinta mucho en su vida, tanto que puede cambiar su historia personal, hasta el punto de que personas que no tienen ganas de vivir de repente encuentran motivos, personas que son víctimas de bullying aprenden a protegerse, y que incluso los protagonistas malvados dejan de ser tan malvados. Y crecer en ambientes duros, complejos, difíciles, a veces te hace tener palabras que hacen daño, pero el daño primero lo he recibido yo, y por eso en el libro decimos 'ante todo no te hagas daño, para que no hagas daño'.

Educar niños
Cada uno de nosotros encerramos una tremenda promesa de futuro, y las palabras son pasos concretos para cumplir nuestros sueños.

A mí trabajar con adolescentes de 13 a 15 años me ha hecho muy feliz y me ha cambiado la vida, y ellos han descubierto que podían habitar las palabras, que podían elegirlas y controlarlas, elegir las palabras adecuadas que no te hagan sufrir ni hagan sufrir a los demás. Porque el futuro no se puede controlar, pero el lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, sino que te hace percibir el mundo de forma diferente, y te ayuda a afrontar acontecimientos incontrolables que de verdad te pueden hacer sufrir.

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Hay palabras que, en sí mismas, no son ni negativas ni positivas, porque esto depende de las connotaciones que tengan para cada persona. Por ejemplo, 'perro' puede desencadenar emociones positivas en un amante de estos animales, y lo contrario en alguien que les tenga miedo. ¿Se deben tener en cuenta las emociones que provocan a nivel individual a la hora de incorporar unas palabras u otras a la educación en lenguaje positivo?

En esto interviene sobre todo la escucha activa, que nos ayuda a conocer los intereses de cada persona, porque si escuchamos de verdad a los demás y les hacemos las preguntas adecuadas comprobamos que el lenguaje nos da pistas sobre quién es la otra persona y cómo podemos relacionarnos con ella. Pero para eso no basta con oír, tenemos que estar escuchando. Después del primer libro realizamos encefalogramas a deportistas de élite para ver cuáles eran sus palabras personales, y había algunos términos, por ejemplo, barba, que aunque pueden no tener significado para la mayoría, para ese hombre en concreto tocarse la barba cuando está compitiendo puede ayudarle a centrarse, o hace que se identifique con la imagen que tienen sus seguidores de él…

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En eso consiste la escucha, y en la escucha habitada se pueden encontrar los caminos para relacionarse con los demás. A veces solo queremos hablar de lo que nos gusta a nosotros, y no nos damos cuenta de que el mundo es habitable porque entramos a las casas de otros, y el lenguaje es la casa de los otros.

El poder de las palabras habitadas es universal porque las palabras están en todas las situaciones de la vida y construyen las relaciones personales

Hablando de palabras positivas y negativas, ¿es posible hablar de cualquier tema sin emplear palabras o expresiones negativas?

Nos reímos mucho durante la realización del proyecto porque los padres se culpaban porque a veces decían tacos, y lo que les contestábamos es que no debían utilizarlos para insultar a sus hijos, pero que si se trataba de una exclamación porque, por ejemplo, se habían quemado, como somos humanos no siempre se puede evitar. Y a mí me gusta desdramatizar, porque es natural enfadarse, pero sí es importante tener cuidado para no dejarse llevar en ciertos momentos, y sobre todo hay que evitar decirle a tu hijo que no sirve para nada, que con las notas que trae y con el comportamiento que tiene no va a llegar a ninguna parte…, porque así lo que estás haciendo es machacarle. Pero si hay que hablar de las notas porque el niño ha suspendido ocho asignaturas, también es necesario hacerlo.

Lo que hemos comprobado es que con el lenguaje positivo, tanto el que emplean otros para dirigirse a ti, como el que te dices a ti mismo, estás más contento, más atento, más concentrado, eres más creativo…, y dedicándole al estudio o a otra tarea el mismo tiempo que le dedicabas antes, vas a obtener mejores resultados.

Con el lenguaje positivo, tanto el que emplean los otros, como el que te dices a ti mismo, estás más contento, más concentrado, eres más creativo…

Aunque lo que más destacaron alumnos y profesores fue la mejoría del ambiente en clase, y que durante el año lectivo se habían convertido en una piña y habían logrado conocerse. Y contaban muchas anécdotas sobre chavales tímidos y otros más dominantes porque eran los mayores, y que al final todos participaron en las actividades y establecieron un compañerismo especial. Y nosotros no pretendíamos nada en un principio, ni les hablamos de los posibles resultados, sino que nos limitamos a proponer una serie de actividades concretas y a observar cómo se desarrollaban.

Y los padres, con los que me reuní hace unas semanas, también me han comentado que los enfados se han reducido un 50% en casa gracias a los cambios en el lenguaje, y que los propios adolescentes han comprendido que así consiguen más cosas, y se ha establecido un compromiso por ambas partes.

Lenguaje positivo en el colegio, y contra el bullying

En el libro explicas el proyecto 'Palabras Habitadas' y cómo lo llevasteis a cabo con alumnos, padres y profesores. ¿Se puede implantar en los centros escolares según el sistema educativo actual, o sería necesario hacer cambios?

No es necesario realizar ningún cambio, sino que se podría implantar tal cual. De hecho, nosotros les decíamos a los profesores que no hacía falta cambiar nada excepto su actitud, sus rituales y sus hábitos. Ellos nos decían que estaban estresados, y les preguntábamos “¿Cómo habláis? ¿Cómo entráis en clase? ¿Sabéis los nombres de los alumnos?”. Algunos profesores decidieron poner en la pizarra una palabra positiva antes de comenzar la clase y empezaron a notar que simplemente con eso el ambiente se calmaba.

Y lo que ocurrió después es que eso fue contagioso, hasta el punto de que al entrar en clase eran los propios alumnos los que ponían la frase y la firmaban, y se generaba un ambiente totalmente diferente. También se dieron cuenta de que algo tan sencillo como dirigirse a los alumnos por su nombre y no elevar el tono de voz para no parecer enfadado mejoraba las relaciones en el aula.

Bullying
Educar en lenguaje positivo también es un paso para prevenir el bullying.

Los profesores hicieron su propia lista de comprobación (cómo entrar y salir del aula, qué preguntar, cómo cambiar sus palabras por otras más adecuadas…), porque las palabras están en todas las situaciones de la vida y construyen las relaciones personales.

Lo bonito del proyecto es que es universal, y el sonido de las palabras también le llega al feto en desarrollo y al bebé desde que nace, porque el niño tiene una capacidad tremenda para aprender palabras diariamente que le sirven para comunicarse, aunque lo que no aprende es cómo habitar el lenguaje, y por eso es tan importante implementar este proyecto en las escuelas, a nivel educativo, para que se establezcan pautas y rituales y haya una continuidad, porque si se abandona al cabo de un tiempo es como cuando dejas de entrenar, que pierdes las capacidades que habías adquirido.

Las redes sociales suponen una nueva forma de comunicarse que ha permitido que el bullying se amplíe fuera de las aulas y entre en el hogar de acosados y acosadores. ¿Crees que educar en lenguaje positivo podría acabar también con esta lacra de nuestra sociedad?

Precisamente para el proyecto del libro creamos una red de Whatssap que nos ayudara a entender cómo podemos elegir el lenguaje, porque muchas veces con las palabras creamos las propias emociones y atacamos con ellas. El bullying tiene esa característica fundamental, que utiliza el lenguaje como una forma de atacar porque es físico. La gente tiene que saber que cuando se le dice algo a alguien le perturba emocionalmente, pero también físicamente. Pero cuando los adolescentes con los que trabajamos, que tenían entre 13 y 15 años, de repente tomaban conciencia del lenguaje, rápidamente ocurrían dos cosas: primero, ya no quiero atacar, y segundo, no quiero dejarme atacar, y soy yo el que controlo cómo puedo reaccionar frente a lo que me está diciendo la otra persona.

El bullying utiliza el lenguaje como una forma de atacar, y cuando se le dice algo a alguien le perturba emocionalmente, pero también físicamente

Aunque cuando las cosas ocurren es fundamental no martirizarse, y hay que enseñar que los cambios no se producen de la noche a la mañana, por lo que hay que pensar que aunque todavía no haya conseguido mejorar, hay posibilidades en cada paso que doy, y de eso es de lo que muchos chavales se empezaron a dar cuenta. Y es cierto que te agreden con las palabras, y que incluso te agreden físicamente o te rodean con el lenguaje, y que lo único que tú puedes hacer a veces es simplemente contrarrestar con otro lenguaje y decirte 'afortunadamente, yo no soy así, y no voy a dejar que esto me invada más'.

Y en el caso de los acosadores hay que enseñarles el daño y que tomen conciencia de ello. Hay que trabajar la empatía, y para ello hicimos una 'caja de valentía' (en qué voy a ser valiente hoy), que consiste en escribir objetivos muy sencillos para que cada uno en cada momento se dé cuenta de lo que hace con las palabras, tanto si es el agresor como si es el agredido.

En las aulas no se puede hacer una labor basada únicamente en impartir conocimientos, porque los comportamientos son fundamentales. Nos están vendiendo que las innovaciones tecnológicas son una maravilla y que todo se soluciona con la educación, pero la educación no es la solución si seguimos creando clones de nosotros mismos, y habría que analizar si hay algún tipo de educación que pueda evitar generar clones.

Y la primera pregunta que nos tenemos que hacer es cuál es el lenguaje del futuro, porque si empleamos las mismas palabras repetimos lo que hemos hecho a lo largo de toda nuestra historia. En los estudios se observa un índice de pérdida de alegría, y es que los adultos que han dicho que no querían ciertas cosas para sus hijos llegan a casa cansados y estresados, no se dan cuenta de su lenguaje, y repiten conductas inadecuadas.

¿Y tienes pensado continuar con este proyecto en otros centros educativos, o en otros ámbitos?

A mí me encantaría, y es muy sencillo porque en el fondo se trata de poner todo este conocimiento en un modo de acceso libre para que cada centro educativo lo pueda poner en práctica, porque en el libro están las herramientas para ello. Sé que ya lo están aplicando en otros colegios porque algunos de los profesores que participaron en este ensayo se han marchado a otros centros donde han decidido practicarlo de formas diferentes, con creatividad.

Y sería muy fácil implantarlo en las escuelas de cualquier parte del mundo porque el lenguaje es universal, y todo habla es emocional y llega al corazón de las personas.

La primera pregunta que nos tenemos que hacer es cuál es el lenguaje del futuro, porque si empleamos las mismas palabras repetimos lo que hemos hecho a lo largo de toda nuestra historia

Además, en la actualidad se puede utilizar la tecnología para difundir estos conocimientos con relativa facilidad, y si las administraciones o empresas con grandes recursos hicieran una labor de divulgación de este proyecto para que llegase a los centros educativos, allí se va a incrementar y a multiplicar, porque a cada profesor y a cada chaval se le ocurren mil cosas diferentes para hacer.

Y a ver si así somos capaces de que la nueva generación de humanos tenga un sentido diferente de la vida del que nosotros tenemos, porque esto no va a interferir con que sigamos aprendiendo y evolucionando a nivel tecnológico, pero el comportamiento es fundamental, y con el mínimo coste se podría contribuir a diseñar la naturaleza humana que deseamos, porque en todas las encuestas los padres dicen que quieren que sus hijos sean felices, y sin embargo los niños están estresados, los padres tienen depresiones, existen agresiones…, y el lenguaje puede ayudar muchísimo.

Si los adultos siempre decimos que el futuro está en los niños, que eso se convierta en una realidad, porque hacer clones es volver a lo mismo. Cada uno de nosotros encerramos una tremenda promesa de futuro, y las palabras son pasos concretos para cumplir nuestros sueños. 

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