Escucha activa: cómo aplicarla con tus hijos

El método de escucha activa permite empatizar y mejorar la comunicación con niños y adolescentes, fortalece el vínculo afectivo y tiene beneficios para padres e hijos. Te damos consejos para ponerlo en práctica desde la infancia.
Madre hablando con su hija
Amparo Luque

Por: Amparo Luque

Periodista experta en embarazo e infancia

Actualizado: 4 de mayo de 2023

Cuando hablamos del método de escucha activa nos puede parecer que es uno de esos nuevos conceptos de crianza que practican las “madres modernas”. Pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad; se trata de una forma de comunicarnos que ya propugnó a mediados de 1950 el psicólogo norteamericano Carl Rogers y que popularizó Thomas Gordon, convirtiéndolo en un método para la relación entre padres e hijos (aunque se puede aplicar igualmente en otros ámbitos como el educativo, en el empresarial, en la psicoterapia, y en general la resolución de conflictos) que conlleva muchos beneficios para ambas partes.

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¿Qué es la escucha activa?

También llamada escucha empática o escucha reflexiva, este método consiste en escuchar verdaderamente lo que nos están diciendo nuestros pequeños (atendiendo al mismo tiempo a su comunicación no verbal), poniéndose a la altura de sus ojos, empatizar con ellos y proporcionarles un feedback. Este tipo de comunicación implica no sólo entender lo que está expresando el otro, sino también captar los sentimientos que subyacen de lo dicho, y hacerle ver al interlocutor que se le está atendiendo, sin interrumpirle, haciéndole sentir comprendido.

En palabras de Rocío Iglesias, psicóloga clínica en el centro pacense PsiqueActiva: “debemos escuchar para entender y comprender, y no únicamente para responder de inmediato. Escuchar activamente es hacerlo desde el corazón; es tratar con humanidad y delicadeza aquello que voy a recibir. Escuchar de forma activa también requiere de un compromiso con la otra persona para que se sienta arropada y perciba que va a encontrar un espacio seguro y cómodo”. Evidentemente, esto no conlleva que no establezcamos límites.

madre practicando el método de escucha activa con su hijo

Llegados a este punto podemos preguntarnos “¿sabemos escuchar? Ciertamente es una tarea que requiere esfuerzo: reflexionemos en cómo, con las prisas del día a día, el teléfono móvil, la televisión… no estamos prestando una atención real a nuestros hijos. Según la experta: “escuchar de forma activa normalmente es el resultado de un aprendizaje y experiencias de vida muy complejos; es una habilidad social y como tal se aprende. Podemos buscar otras personas que sean referentes y ejemplos de cómo hacerlo mediante libros, vídeos, etcétera. También es muy interesante encontrar motivos para aplicar la escucha activa y que seamos conscientes de todos los beneficios que nos aporta.”

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Pongámonos manos a la obra para lograr practicar este método de crianza que se puede aplicar a cualquier situación: ante una rabieta, para explicar algo a los niños, para contarnos las cosas del día a día…

Beneficios de la escucha activa para padres e hijos

Evidentemente todo lo que sirva para mejorar la relación con nuestros hijos va a ser positivo, pero aquí te enumeramos los beneficios concretos del método de escucha activa para los niños:

  • Fomenta el vínculo afectivo. Tal y como indica la psicóloga clínica pacense Rocío Iglesias Fernández: “los niños encontrarán muchísima confianza hacia sus progenitores y, por tanto, la vinculación paterno-filial será mucho más saludable”.
  • Promueve la idea de atención y respeto. Ellos se dan cuenta de que realmente estamos atendiendo a sus explicaciones y a sus sentimientos, y se sienten respetados.
  • Les da seguridad y aumenta su autoestima: “se van a encontrar mucho más seguros para expresar cualquier tipo de situación, por muy engorrosa que sea”, afirma Rocío Fernández.
  • Ayuda a manejar las tan temidas rabietas, puesto que resulta más fácil transmitir calma y tranquilidad a los pequeños de la casa y darles pie a que expliquen lo que les ocurre.

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En definitiva: “la escucha activa se aleja de los métodos tradicionales relacionados con los refuerzos y castigos que, además, son superficiales, poco efectivos en el tiempo, y dañan a los pequeños. Con la escucha activa, ellos se benefician de un ambiente libre de temas tabúes y de críticas por su comportamiento. Lógicamente, todo esto tendrá repercusiones a largo plazo y para el resto de la vida de los niños y niñas: serán personas con una buena inteligencia emocional, resolutivas con sus problemas, y muy comunicativas”, concluye la experta. Y es que, un niño que es escuchado aprende a escuchar.

Madre escuchando a su hijo según el método de escucha activa

Pero además de los efectos positivos para los niños, el método de escucha activa es muy beneficioso para los padres, en el sentido de que les permite entender mejor a sus hijos, entrar en su universo y comprender lo que sienten; mejorando su afectividad. “Los padres y madres al practicar y reforzar la escucha activa, tendrán la seguridad de que sus hijos e hijas confiarán en ellos cuando tengan cualquier dificultad. Desde mi punto de vista, también los libera de la responsabilidad impuesta socialmente de tener que dirigir y corregir ciertos comportamientos que se etiquetan como negativos o nocivos y abre una puerta a entender a sus hijos e hijas de manera auténtica”, opina la psicóloga Iglesias.

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6 consejos para practicar la escucha activa con los niños

Aunque la escucha activa, sin duda, es un método que genera una comunicación bastante efectiva y que nos puede ayudar a evitar numerosos malentendidos y a resolver mejor los conflictos. Cuanto antes empecemos a practicarlo con nuestros hijos, antes sentaremos unas buenas bases para que ellos recurran a nosotros siempre que lo necesiten, lo que es especialmente importante en etapas tan difíciles como la adolescencia.

Con estos consejos lograremos que el método de escucha activa resulte verdaderamente eficaz:

  1. Ponerse a su altura para establecer contacto visual: agacharse, acortar la distancia… Estos gestos que parecen no tener tanta importancia suponen que el niño sienta la cercanía de su interlocutor y su verdadera atención. Pongamos especial acento pues en no perder el contacto visual mientras ellos nos están hablando.
  2. Adaptarnos a su edad: “escuchar de forma activa también es ayudarle a encontrar una información adecuada y adaptada a su edad”, apunta la psicóloga Rocío Iglesias. “Es necesario entender el periodo evolutivo en el que se encuentran. Por ejemplo, hay padres y madres que se irritan mucho porque sus hijos de ocho años han mentido, o porque sus adolescentes de 14 años han asumido una conducta de riesgo, siendo conductas normales, en la mayoría de las ocasiones, y provocadas por el proceso evolutivo que están experimentando”, explica la experta.
  3. Aprender a interpretar su lenguaje no verbal: a veces los niños son tremendamente expresivos y con sus gestos nos muestran lo que a lo mejor les cuesta un poco más decir con palabras. Incluso su postura corporal nos puede indicar cómo se encuentran en cada momento. Al mismo tiempo, nosotros también debemos usar este tipo de lenguaje para que la comunicación sea más efectiva y más afectiva (asentir con la cabeza, gesticular, sonreír, acariciar...).
  4. Interactuar: en este método no basta con escuchar, hay “actitudes íntimamente ligadas a la escucha activa como parafrasear algunas palabras, preguntar abiertamente si algo no nos ha quedado claro, utilizar un tono de voz calmado...”, señala Iglesias. Con estos gestos y atenciones estás demostrando tu atención.
  5. Hacer de espejo: es útil utilizar respuestas o fórmulas que ayuden al niño a expresar sus sentimientos. Por ejemplo, repitiendo lo que ha dicho, o matizando sus ideas. Así podemos ayudarle a verbalizar lo que piensa. Eso sí, ten claro que el protagonista de la conversación es él o ella, y él o ella es quien mayoritariamente debe hablar.
  6. Tener paciencia: la experta psicóloga destaca: “la paciencia es lo que considero la antesala de la escucha activa. Debemos tener paciencia y entender que es una habilidad que, como cualquier otra, se perfecciona y nace de forma automática cuando se practica de manera habitual. También se ha de tener en cuenta que escuchar de forma activa no siempre va a garantizar que una conversación fluya de forma agradable, o que en ese mismo instante algo se dé por concluido o solucionado. Ello también va a depender de cómo se encuentre la otra persona y del momento en el que esté”.
Hija con su madre siguiendo el método de escucha activa

Errores a evitar para que la escucha activa funcione

Si queremos conseguir los mejores resultados al poner en práctica el método de escucha activa con niños y adolescentes debemos evitar cometer ciertos errores, como:

  • Interrupciones. Es fundamental que la conversación fluya, por lo que “para escuchar de manera activa es esencial estar concentrados y percibir que va a existir el tiempo necesario para tratar un tema. Por tanto, habría que buscar un lugar tranquilo y elegir un momento en el que no tengamos prisas por escuchar y hablar”, indica la psicóloga clínica Rocío Iglesias, del centro PsiqueActiva. En este sentido, sería importante que alejáramos el teléfono móvil o, incluso, lo apagáramos. Además, cuando estemos conversando con nuestro hijo deberemos esperar nuestro turno para expresar nuestro parecer. Hemos de dejarle acabar de hablar y no interrumpirle.
  • Ser intolerantes. A pesar de que no estemos de acuerdo con lo que nos está contando el niño, hemos de mostrarnos tolerantes.
  • Caer en prejuicios. Rocío Iglesias destaca algo muy importante: “debemos evitar caer en nuestros propios prejuicios y miedos”, ya que, desde nuestro punto de vista adulto y con nuestra experiencia, vemos una serie de problemas que el niño quizá ni siquiera vislumbra. O, por ejemplo, nos puede dar vergüenza hablar de sexo. Así, la experta aconseja “no juzgar con nuestros propios valores y experiencias, e intentar evitar corregir comportamientos diciendo lo que debe hacerse sin razonarlo debidamente, o imponer castigos y consecuencias”.
  • Hacer reproches constantemente. Si adoptamos esta actitud reprochadora, nos alejaremos de nuestros hijos en vez de acercar posturas. Cuando tu pequeño interlocutor requiere de tu empatía, no hay que caer en el sermón o la regañina sino orientar la conversación hacia la comprensión y las posibles soluciones. Aunque debemos tener en cuenta que, en ocasiones, no hacen falta soluciones, sino que el niño simplemente necesita que lo escuchemos para desahogarse.
  • Ironizar o reírnos. Este error es bastante “peligroso” porque el niño puede sentirse realmente mal, incomprendido y ridiculizado.

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Una vez dicho esto, hay que dejar claro que es imposible hacerlo todo correctamente. Así que no te preocupes, es normal que te equivoques, pero poco a poco irás aprendiendo a manejar este método de escucha activa y a mejorar la conexión con tus hijos.

Creado: 10 de junio de 2022

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