Divorcio y mascotas, ¿con quién se queda?
En caso de divorcio o separación, y aunque sea de mutuo acuerdo, a menudo surgen problemas con el reparto de los bienes o la custodia de los hijos pero, ¿qué pasa con las mascotas que comparten el hogar familiar?

Custodia compartida de la mascota en caso de divorcio

Diana Oliver Ortiz

Por: Diana Oliver

Periodista especializada en vida sana, maternidad e infancia y mascotas

Actualizado: 5 de mayo de 2023

Los animales también sufren con la separación sentimental o el divorcio de sus dueños. Y es que a menudo olvidamos que nuestras mascotas también tienen sentimientos. La situación idónea para evitar mayores sufrimientos, tanto a los implicados directamente como al resto de afectados (familia, hijos, mascotas...), es la del acuerdo. Si no se llega a él, la custodia compartida puede ser una alternativa razonable.

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Hablamos de “custodia” entre comillas porque la ley de momento, y hasta que no se apruebe la Propuesta de Ley que está en proceso, no recoge este término para hablar de animales, tan solo es aplicable a los hijos. Por tanto, estaríamos más bien ante el disfrute temporal del animal como si de un objeto se tratara, comparable a que “la pareja decida el uso alternativo del apartamento de la playa”, informa la abogada Rosalina Flores. A la hora de establecer la custodia compartida debemos valorar, al igual que hacemos con los hijos, si será positivo para nuestra mascota un ir y venir o, si por el contrario, es preferible que viva en casa de uno de los propietarios. Resaltamos esto porque algunos animales como, por ejemplo, los gatos, no aceptan los cambios con demasiada facilidad y el trasiego de una casa a otra puede afectar a su salud.

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Pero, ¿son habituales los casos de custodia compartida de mascotas? “Mi experiencia es que en las separaciones y divorcios, raramente la gente se mata por quedarse con las mascotas. El que se va del hogar no suele tener espacio ni ganas de llevarse el perro a casa de los padres, amigos, o pisos arrendados. De hecho, en muchos casos los propietarios de los pisos que se alquilan niegan al inquilino la posibilidad de tener un perro” apunta Rosalina.

La ley no dice nada de visitas, ya que el régimen de visitas y la guarda o custodia que recoge el Código Civil solo se aplica a niños, no a mascotas. Para la abogada, el criterio más lógico es que, si hay niños, el padre que se lleva a los hijos los fines de semana podría llevarse también al perro o al gato alegando lo mismo: el bienestar del menor. Sin embargo, y a causa de la inexistencia de leyes claras, todo va a depender del juez o de la buena voluntad de la pareja.

Mascotas tras un divorcio

Un problema que puede surgir en caso de custodia compartida de la mascota es que una de las partes desatienda las necesidades del animal o, en algunas ocasiones, incurra en maltrato físico o emocional cuando le toca el turno de disfrute. En el Instituto Veterinario Platense han atendido varios casos de este tipo: “El caso más grave que recuerdo fue un paciente cachorro de 8 meses, dogo argentino, con alto grado de desnutrición y deshidratación, al que tardamos varios días en mejorar. El animal pagó el conflicto, ya que la persona a su cargo lo dejó de atender y alimentar. Cuando la pareja fue a buscarlo, lo encontró en terribles condiciones de abandono”. Casos como éste son denunciables, siempre y cuando recabe las pruebas que demuestren que verdaderamente ha habido maltrato hacia el animal (informes veterinarios, fotografías, vídeos…), y lograr así una custodia única. Además, si se confirma el maltrato, el autor de los hechos podría enfrentarse a sanciones económicas e, incluso, penas de cárcel que van de los tres meses al año. Este tipo de situaciones no suelen ser las habituales, pero conviene estar al tanto para preservar en todo momento la salud de nuestra mascota.

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Cómo afecta la separación o divorcio a la mascota

En algunos casos la separación de la pareja conlleva una mudanza, la modificación de horarios de paseos y rutinas o, incluso, cambios en la calidad de la alimentación ocasionados por un empeoramiento de la situación económica. Las posibilidades son infinitas y directamente proporcionales a la capacidad de adaptación que tenga nuestra mascota a estos cambios. Cambios que pueden tener diversas consecuencias en la salud del animal: falta de apetito, depresión, tristeza, nerviosismo, etcétera. Por ello, debemos estar atentos a su estado de ánimo para evitar, en la medida de lo posible, que nuestro divorcio o separación afecte a su salud, especialmente cuando hay un gran nivel de tensión emocional entre las personas inmersas en el proceso.

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Es recomendable consultar al médico veterinario y realizar un chequeo al animal durante el proceso de separación, sobre todo si tiene una enfermedad crónica o es un paciente añoso. “Lo que debería tener en cuenta el propietario es si su mascota tiene apetito, si orina y defeca sin dificultad, cómo es su estado de ánimo, si se adapta rápido a los cambios que se han producido... Lo ideal es respetar los tiempos del animal con paciencia, sin reprenderlo”, nos explican desde el Instituto Veterinario Platense. 

Creado: 23 de octubre de 2015

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