Emociones: cómo influyen en nuestra salud física

Emociones como la ansiedad, la ira, la tristeza o el estrés afectan a nuestra salud física actuando como desencadenantes de una enfermedad, o dificultando su recuperación. Te explicamos por qué ocurre y cómo puedes evitarlo.
Grupo de personas con distintas emociones
Dra. Vanesa Fernández López

Por: Dra. Vanesa Fernández López

Psicóloga, especialista en emociones

Actualizado: 4 de mayo de 2023

Seguro que vienen a tu cabeza momentos en los que tu estado de ánimo ha afectado a tu salud. Todos hemos podido observar, por ejemplo, como en periodos de estrés o de tensión hemos sido más propensos a tener problemas digestivos o a que nos salieran granos o eccemas. Desde tiempos remotos, filósofos y médicos han planteado la dicotomía mente-cuerpo, y han plasmado en sus escritos que nuestras emociones, humor o estado de ánimo afectaban a nuestra salud física, favoreciéndola o perjudicándola.

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Hipócrates (460-370 a. C), sostenía que las “pasiones” eran causantes de enfermedades. Años más tarde, el médico Galeno (129-199 d. C) haciendo uso de la ‘teoría de los humores’ –que se mantuvo durante el medievo hasta el S. XVII– asociaba cada emoción a un fluido del cuerpo (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla). Cuando uno de estos fluidos era excesivo o se carecía del mismo, aparecían enfermedades. Por ejemplo, según Galeno demasiada cantidad de bilis negra causaba depresión y enfermedades físicas como los problemas en el pulmón, debido a la “melancolía” que podrían sufrir las personas con exceso de esta sustancia.

La teoría de los humores convivió en sus comienzos con la teoría de los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire) propuesta por Empédocles. Ambas combinadas consideraban aspectos como que las ciudades del oeste daban lugar a personas débiles, enfermizas y pálidas vulnerables a todo tipo de enfermedades. La teoría de los humores se mantuvo hasta que los cambios científicos permitieron observaciones de la anatomía, dando lugar a la creencia, ya en el siglo XIX, de que las enfermedades son consecuencia de una anatomía patológica o los gérmenes, lo que excluiría a las emociones de la salud física por no poderse observar con métodos disponibles.

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Sin embargo, pocos años después, de mano del psicoanálisis, se considera que hay enfermedades asociadas con determinadas alteraciones mentales dando lugar a la medicina psicosomática que explica la forma en la que ciertas alteraciones mentales pueden causar problemas físicos, como problemas digestivos (úlceras), asma, o afecciones cardiovasculares, entre otros. La medicina psicosomática despertará de nuevo el interés por la influencia de nuestras emociones en nuestra salud, dando lugar a importantes disciplinas, como la medicina de somática, y al estudio de los trastornos psicofisiológicos de los que hablaremos a continuación.

Hoy en día, la influencia de nuestras emociones en nuestra salud es incuestionable y la literatura científica describe cómo se relacionan. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) las incluye en su definición de salud desde el año 1948 entendiendo a ésta como “un estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Mujer joven llorando

Emociones y trastornos psicofisiológicos

Las emociones son respuestas que emitimos ante situaciones que son significativas o importantes para nosotros y que nos ayudan a afrontar eficazmente la situación. Por ejemplo, ante una amenaza reaccionamos con una respuesta de ataque o huida. Por ello podemos decir que las emociones son adaptativas y están al servicio de nuestra supervivencia. Ya en los años 60, un teórico llamado Lang describió las tres formas en las que se manifiesta una emoción. Según Lang, las emociones se manifiestan en tres sistemas de respuesta:

  • Sistema cognitivo. Tiene que ver con los pensamientos que vienen a nuestra mente ante una emoción determinada y la forma de procesar la información.
  • Sistema psicofisiológico. Relacionado por la respuesta de nuestro organismo ante la experimentación de una emoción.
  • Motor o comportamental. Tiene que ver con nuestro comportamiento asociado a la emoción.

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Para entender la relación entre las emociones y la salud, debemos prestar atención especialmente al segundo sistema de respuesta, el sistema psicofisiológico. Cuando experimentamos una emoción, vamos a alterar diferentes respuestas fisiológicas. Por ejemplo, es frecuente que ante situaciones de ansiedad se acelere nuestro ritmo cardiaco y respiratorio, aparezcan cambios en el pH estomacal, se altere la conductancia y resistencia electrotérmica, o tensemos los músculos.

Cada persona tiene un “órgano diana”, motivo por el cual cada uno tiende a responder más con uno u otro parámetro físico. Dependiendo del parámetro que más se active, su frecuencia de activación e intensidad, seremos más propensos a desarrollar un trastorno psicofisiológico. Los trastornos psicofisiológicos son enfermedades médicas diagnosticadas en las que los factores psicológicos como las emociones tienen mucho que decir en su origen, mantenimiento o recuperación. Entre ellos encontramos el colon irritable, la hipertensión arterial esencial, determinadas dermatitis, algunas cefaleas, insomnio o disfunciones sexuales, entre otros.

Cómo afectan las emociones a la salud

Cómo afectan las emociones a nuestra salud

Las emociones que más se han estudiado por su relación con la salud son la ansiedad, la ira, la tristeza y el proceso de estrés. En los últimos años, se está estudiando también la relación que tienen las emociones positivas con nuestra salud actuando como factores de protección de la misma. Por extensión de este tema vamos a contarte brevemente las principales conclusiones a las que llegan algunos de los estudios, que quedan perfectamente reflejados en el libro Por qué las cebras no tienen úlcera de Sapolsky. Muchos de ellos son recogidos por Martín Díaz (2009), destacando cómo las emociones participan en un gran número de trastornos como:

  • Trastornos cardiovasculares: es el sistema más estudiado. En el 2001, Suinn escribió un artículo titulado The terrible twos en el que describe cómo la ansiedad y la ira repercuten de forma negativa en nuestro sistema cardiovascular incrementando los niveles de presión arterial y funcionando como un factor de riesgo para padecer un infarto, o dificultando la recuperación de los pacientes que han sufrido un ataque al corazón, además de estar relacionadas con conductas que perjudican nuestra salud cardiovascular como fumar, comer alimentos inadecuados o beber alcohol.
  • Trastornos respiratorios: las alteraciones en el ritmo respiratorio causadas por los elevados niveles de ansiedad o estrés, o por las emociones intensas, actúan como factor de riesgo para padecer asma bronquial, además de dar lugar al síndrome de hiperventilación característico en las crisis de ansiedad.
  • Trastornos gastrointestinales: las alteraciones en el pH estomacal asociado a la activación producida por emociones como la ansiedad y el estrés mantenido, así como la acumulación de gases y los malos hábitos alimentarios, se relacionan con una mayor probabilidad de padecer dispepsia funcional, úlcera péptica, síndrome de intestino irritable, colitis ulcerosa o esofagitis.
  • Trastornos endocrinos: estudios clásicos como el de Hampson, Glasgow y Stricker en el 2002 han evaluado el papel de la depresión como predictor de la diabetes. Además, la ansiedad y el estrés guardan una importante relación con el hipertiroidismo, hipotiroidismo, hipoglucemia, diabetes, enfermedad de Addison, síndrome de Cushing.
  • Trastornos dermatológicos: los cambios en la conductancia y resistencia electrodérmica asociados a emociones como la ansiedad o el estrés se relacionan con la aparición de prurito, hiperhidrosis, urticaria, eccema, dermatitis atópica, psoriasis y alopecia.
  • Trastornos musculares: la tensión muscular asociada a las emociones como la ansiedad, la ira, o el estrés mantenido guarda relación con los tics, temblores musculares, contracturas, lumbalgias, cefalea tensional, dolor miofascial o bruxismo.
  • Alternaciones del sistema inmunológico: todos hemos oído hablar del “herpes de la novia” o “la gripe del estudiante”. El estrés y la ansiedad guardan una elevada relación con el debilitamiento del sistema inmune. A su vez, la sintomatología depresiva hace que se reduzcan nuestras pautas de autocuidado. Por esta razón, las emociones negativas constituyen factores de riesgo o dificultan el tratamiento del cáncer, intervienen en la evolución clínica del sida, afectan al desarrollo de la artritis reumatoide, etcétera.
Familia practicando yoga en casa

Consejos para cuidar nuestras emociones y nuestra salud

Como ves, las emociones afectan a nuestra salud haciéndonos más vulnerables ante la enfermedad física y dificultándonos la recuperación. Esto es debido a los cambios físicos que producen, así como a las conductas de riesgo a las que se asocian. Te damos algunos consejos para prevenir el impacto negativo de las emociones sobre la salud y el bienestar físico y psicológico:

  • Hábitos saludables. Mantén horarios regulares de sueño, alimentación y actividad física, porque esto te ayudará a encontrarte mejor física y mentalmente.
  • Controla el estrés. Aprende a reconocer tus fuentes de estrés y a manejar las situaciones que te lo provocan; no se trata de que no te estreses nunca o de que nada te altere, sino de intentar llevar un ritmo lo más sano y ajustado posible a tu vida. Es normal que tengas periodos de estrés o picos, pero no lo es vivir constantemente estresado.
  • Relájate. Si te sientes demasiado activado o nervioso, puedes acudir a clases de relajación o yoga para prevenir el exceso de estrés.
  • Pide ayuda. Si tu ansiedad se asocia a determinadas carencias, falta de habilidades o fobias –por ejemplo, falta de asertividad, agorafobia…– y no te ves capacitado para afrontarlo solo, acude a un profesional para que te ayude a gestionarla.
  • Evita a las personas tóxicas. Revisa cómo son las personas de tu entorno más cercano. Algunas relaciones tóxicas (amigos, familiares, compañeros de trabajo…), o estar con una pareja que no nos quiere, nos hace enfermar.
  • Incrementa tu red de apoyo social; el apoyo social actúa como un factor amortiguador del estrés, protegiéndonos de la enfermedad física y mental, por eso es tan importante mantener relaciones sociales de calidad.
  • Fomenta tus emociones positivas: las emociones positivas mejoran nuestro estado de ánimo y sensación de bienestar físico y emocional. Además, aumentan nuestras pautas de autocuidado y nos animan a seguir las recomendaciones médicas. Por eso, dedícate tiempo a ti mismo, cuida tus hobbies o créalos si no los tienes, rodéate de gente positiva, ve series, películas o documentales que te interesen, lee, haz ejercicio al aire libre… pero, sobre todo, priorízate. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.

Creado: 16 de diciembre de 2022

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