El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es el estado avanzado de la enfermedad producida por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que se transmite de persona a persona a través de fluidos corporales como la sangre, el semen y el líquido preseminal, las secreciones vaginales y rectales, y la leche materna, siempre y cuando dichos fluidos entren en contacto con membranas mucosas o el torrente sanguíneo (por ejemplo, a través de una herida).

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El VIH destruye de manera progresiva el sistema inmunitario de la persona que lo ha contraído; en concreto, afecta a las células denominadas linfocitos T4 (también llamados linfocitos T cooperantes o CD4). Una persona infectada por el VIH se denomina seropositiva (VIH positiva) cuando el virus se encuentra en su organismo pero no presenta síntomas manifiestos; y desarrolla un cuadro de sida cuando el recuento de linfocitos T4 es menos de 200 células por mililitro cúbico de sangre (el recuento normal de una persona sana varía entre 500–1500 células por mililitro cúbico) y presenta manifestaciones clínicas de la enfermedad.

Enfermedades asociadas a la infección por VIH

Esto provoca que el organismo se quede desprotegido frente a las infecciones oportunistas, que son aquellas que no se producirían en un individuo sano, porque en su caso su sistema inmunitario es capaz de luchar contra los organismos que las originan. Además, a medida que disminuye el conteo de células CD4 aumenta el riesgo de que el paciente desarrolle enfermedades como herpes simple, herpes zóster, tuberculosis, neumonía, candidiasis, patologías neurológicas, trastornos oculares y digestivos, problemas renales o cardíacos, etcétera, así como diversos tipos de cáncer como el sarcoma de Kaposi o el linfoma.

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Actualmente, en los países de renta media y alta la principal causa de enfermedad y muerte en personas con VIH son las comorbilidades, entre las que destaca el cáncer, seguido por la enfermedad cardiovascular y la enfermedad hepática, según informa una nota de prensa de GESIDA (Grupo de Estudio del SIDA-SEIMC), que trató el tema en sus IX Jornadas Docentes ‘Comorbilidades en personas con VIH: Impacto y Prevención’ celebradas en septiembre de 2023.

Según los datos que maneja GESIDA, el cáncer ya es la causa más frecuente de muerte en las personas con VIH. Así, en el caso del cáncer de pulmón y el de hígado su incidencia es más del doble que en la población general, mientras que es de 10 veces más para el cáncer anal. También la mortalidad por estos tumores es superior en la población con VIH: 12 veces mayor que en la población general para el cáncer anal, casi cuatro veces más por hepatocarcinoma y más de dos veces mayor por cáncer de pulmón.

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En la población con VIH la enfermedad hepática se debe sobre todo al hígado graso, ya que estudios nacionales e internacionales indican que la prevalencia de esteatosis hepática en personas con VIH es del 40%, frente al 25% en la población general.

Respecto a la enfermedad cardiovascular, su incidencia ha aumentado en estos pacientes a medida que envejecen, y en ellos es algo más del doble que en la población general, ya que a los factores de riesgo comunes como el tabaquismo o la hipertensión arterial, la infección por VIH aporta factores de riesgo específicos como la inflamación/inmunoactivación, la viremia y el efecto de algunos fármacos antirretrovirales.

Prevalencia de la infección por VIH

Según datos de ONUSIDA del cierre de 2022, 85,6 millones de personas han contraído la infección por el VIH desde el inicio de la epidemia, y actualmente en todo el mundo hay 39 millones de personas con VIH (el 53% son mujeres y niñas), de las que 29,8 millones (hasta finales de 2022) tienen acceso a la terapia antirretroviral. Solo en 2022, 630.000 personas murieron de enfermedades relacionadas con el sida.

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En España se han registrado 88.367 casos de sida desde que comenzó la epidemia (hasta junio de 2020). El informe anual publicado por el Ministerio de Sanidad en junio de 2022 señaló que en 2021 se notificaron 2.786 nuevos diagnósticos de VIH, lo que supone una tasa de 5,89/100.000 habitantes sin corregir por retraso en la notificación. Tras corregir por este retraso, se estima que la tasa para 2021 será de 7,41 por 100.000 habitantes cuando se haya completado la notificación de todos los diagnósticos realizados ese año. 

La mediana de edad al diagnóstico de VIH fue de 36 años, siendo ligeramente más jóvenes los hombres (36 vs 38 años). La transmisión en hombres que tienen sexo con hombres (HSH) fue la más frecuente, 56,3%, seguida de la transmisión heterosexual, que supuso un 25,4%, y la ocurrida en personas que se inyectan drogas (PID), que alcanzó un 1,6%. Por tanto, el 81,7% de los nuevos diagnósticos de VIH en 2021 fueron de transmisión sexual. Entre los hombres, la transmisión en HSH supuso el 65,4% de los nuevos diagnósticos de VIH y la transmisión heterosexual el 16,6%. Entre las mujeres, la transmisión heterosexual constituyó la gran mayoría, con un 79,9% de los nuevos diagnósticos. La transmisión en HSH es la más frecuente en todos los grupos de edad, a excepción del grupo de 50 años o más. El 38,6% de los nuevos diagnósticos de infección por el VIH se realizaron en personas nacidas fuera de España.

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Todas las personas que tienen en su organismo el virus, ya sean seropositivas, o hayan evolucionado a sida, son portadoras y pueden transmitir el virus. Aunque curar esta enfermedad todavía no es posible, se han producido grandes avances en el tratamiento antirretroviral, que han facilitado la adherencia al mismo y han permitido aumentar tanto la calidad de vida, como la longevidad de los pacientes. Sin tratamiento, el sida es mortal.

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