El frío da hambre: descubren cómo activa el apetito en el cerebro

Descubren el mecanismo que se activa en el cerebro y nos hace comer más cuando nos exponemos al frío y cómo aprovechar el gasto de energía inducido por el frío para perder peso y mejorar la salud metabólica, evitando que aumente el apetito.
Dos niños comen en un banco rodeados de nieve

17/08/2023

Si estás harto de pasar calor, pero no quieres engordar, te puede interesar saber que las altas temperaturas pueden convertirse en un aliado para mantener tu peso ideal, ya que un grupo de científicos ha identificado una serie de circuitos cerebrales que provocan en los mamíferos el deseo de comer más cuando están expuestos a bajas temperaturas.

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Cuando los mamíferos están expuestos al frío queman de forma natural una mayor cantidad de energía para mantener la temperatura corporal, y este incremento del gasto energético que activa el frío desencadena un aumento del apetito y una mayor ingesta de comida. Sin embargo, si tras la exposición al frío no se consume una mayor cantidad de alimentos sería posible adelgazar, porque el mayor gasto energético no se compensaría con la ingesta calórica. Ahora, los autores de un nuevo estudio han identificado un grupo de neuronas que actúan como un interruptor para este comportamiento de búsqueda de alimentos relacionado con el frío en ratones.

Sus hallazgos se han publicado en Nature y podrían contribuir al desarrollo de potenciales terapias para mejorar la salud metabólica y la pérdida de peso. “Este es un mecanismo de adaptación fundamental en los mamíferos y abordarlo con tratamientos futuros podría permitir la mejora de los beneficios metabólicos del frío u otras formas de quemar grasa”, ha declarado el autor principal del estudio, Li Ye, profesor asociado en Abide-Vividion Chair in Chemistry and Chemical Biology at Scripps Research.

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Terapias que utilicen el frío como método para perder peso

Precisamente el hecho de que exponerse al frío desencadene una mayor quema de energía para mantenerse caliente ha inspirado el uso de “terapias de frío” –como la inmersión en agua fría– como métodos para adelgazar y mejorar la salud metabólica. Sin embargo, estas terapias con frío tienen el inconveniente de que las respuestas evolucionadas de los humanos al frío no están diseñadas para provocar una pérdida de peso, ya que este efecto podría haber resultado fatal durante los períodos de escasez de alimentos. Por ello, el frío, al igual que la dieta y el ejercicio, aumenta el apetito para contrarrestar cualquier efecto de pérdida de peso.

Los resultados sugieren la posibilidad de bloquear el aumento del apetito inducido por el frío, permitiendo regímenes de exposición al frío para impulsar la pérdida de peso de manera mucho más eficiente

Ye y su equipo se propusieron identificar el circuito cerebral que interviene en este aumento del apetito inducido por el frío, y una de sus primeras observaciones fue que cuando comienzan a exponerse a bajas temperaturas los ratones aumentan su búsqueda de alimentos solo después de un retraso de unas seis horas, lo que sugiere que este cambio de comportamiento no es simplemente un resultado directo de la detección del frío. Empleando técnicas llamadas limpieza de todo el cerebro y microscopía de hoja de luz, compararon la actividad de las neuronas en todo el cerebro durante condiciones frías versus cálidas.

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Los investigadores hicieron una observación clave: aunque la mayor parte de la actividad neuronal en el cerebro era mucho menor en condiciones de frío, partes de una región llamada tálamo mostraban una mayor activación. Finalmente, se concentraron en un grupo específico de neuronas llamado núcleo xifoides del tálamo de la línea media, lo que demuestra que la actividad en estas neuronas se disparó en condiciones de frío justo antes de que los ratones salieran de su letargo inducido por el frío para buscar comida.

Comprobaron que cuando había menos comida disponible al comienzo de la condición de frío, el aumento de la actividad en el núcleo xifoides fue aún mayor, lo que sugiere que estas neuronas responden a un déficit de energía inducido por el frío en lugar del frío mismo. Cuando activaron artificialmente estas neuronas, los ratones aumentaron su búsqueda de alimentos, pero no otras actividades. De manera similar, cuando el equipo inhibió la actividad de estas neuronas, los ratones redujeron su búsqueda de alimento.

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Estos efectos aparecieron solo bajo la condición de frío, lo que implica que las temperaturas frías proporcionan una señal separada que también debe estar presente para que ocurran cambios en el apetito. En un último conjunto de experimentos, demostraron que estas neuronas del núcleo xifoides se proyectan a una región del cerebro llamada núcleo accumbens, un área conocida desde hace mucho tiempo por el papel que desempeña en la integración de señales de recompensa y aversión para guiar el comportamiento, incluido el comportamiento de alimentación.

En última instancia, estos resultados pueden tener relevancia clínica, según afirma Ye, ya que sugieren la posibilidad de bloquear el aumento habitual del apetito inducido por el frío, permitiendo regímenes de exposición al frío relativamente simples para impulsar la pérdida de peso de manera mucho más eficiente.

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“Uno de nuestros objetivos clave ahora es descubrir cómo desvincular el aumento del apetito del aumento del gasto de energía”, dice. “También queremos averiguar si este mecanismo de aumento del apetito inducido por el frío es parte de un mecanismo más amplio que el cuerpo usa para compensar el gasto extra de energía, por ejemplo, después del ejercicio”, concluye.

Actualizado: 17 de agosto de 2023

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